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EE.UU. todavía tiene que ganar la paz
Autor: Allex Callinicos (SWP - Británico)
Fuente: SWP 1850
Fecha: 12/05/2003

Título Original:

Traducción para Partes de Guerra por Alejandra Ríos.

En uno de esos eventos cuidadosamente preparados para los medios, tan típico de esta ‘guerra al terrorismo’ global, George Bush usó la cubierta de aterrizaje del portaviones estadounidense Abrahan Lincoln para anunciar la victoria en Irak el primero de mayo. En realidad, Bush no usó la palabra ‘victoria’.

Bajo la ley internacional eso hubiera requerido que Estados Unidos y Gran Bretaña liberen a los prisioneros de guerra y asuman varias tareas que les corresponden como los ocupadores de Irak pero que la administración quiere evitar.

Entonces Bush, simplemente dijo que “las operaciones principales del combate han cesado en Irak”. Luego alegó que “Hemos removido a un aliado de Al Qaida y hemos cortado una fuente que financia al terrorismo. Estamos también en lo cierto que ninguna red terrorista obtendrá armas de destrucción masiva del régimen de Irak, porque el régimen de Irak ya no existe”.

Como dijo Goebbels, las mejores mentiras son las más exorbitantes. Nadie ha sido capaz de venir con pruebas que muestren que Sadam Hussein era “un aliado de Al Qaida”. Y la razón por la cual nadie va a poder obtener armas de destrucción masiva es porque probablemente no hay ninguna, como un oficial norteamericano de alto rango declaró en el Financial Times de la edición del sábado.

Pero detrás de las mentiras y el triunfalismo, EEUU enfrenta problemas muy serios en Irak. Es de presumirse que los operadores políticos de Bush han elegido un portaviones que había regresado del Golfo como algo simbólico para resaltar la alegación que no están ocupando Irak.

“Nuestra coalición se quedará hasta que nuestro trabajo esté finalizado”, dijo Bush. “Luego nos iremos y dejaremos a un Irak libre.” Pero en realidad la administración está entre la espada y la pared. Los que gobiernan EEUU quieren controlar Irak por razones económicas y políticas. El motivo económico es obviamente el petróleo de Irak.

Irak también es importante estratégicamente. El secretario de defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, anunció la semana pasada durante una reunión al Golfo, que la mayoría de las fuerzas estadounidenses se retirarían de Arabia Saudita. Esto no indica que EEUU se retirará de la región. Desde que asumió en el Pentágono, Rumsfeld ha querido abandonar la base Prince Sultan en Arabia Saudita y reubicarla en Qatar.

A los ojos de los neoconservadores de Washington, Arabia Saudita se ha convertido en un aliado poco de fiar. Remover las tropas norteamericanas de Arabia Saudita también le quitará a Osama Bin Laden un motivo de queja.

Pero el Pentágono quiere otras bases en la región. Aparentemente cuatro bases se destinarán en Irak, lo que le permitirá a EEUU poner presión a Siria y a Irán, o incluso a cualquier otro país vecino. Pero quedarse en Irak no va a ser algo fácil. El asesinato de 15 personas por paracaidistas en Fallujah la semana pasada remarca el peligro de que desarrolle una guerra de baja intensidad entre el pueblo iraquí y sus ‘liberadores’.

Los precedentes de la ocupación de Israel en el sur del Líbano luego de la guerra de 1982 deben estar empezando a recorrer Washington como una sombra. El creciente aumento de víctimas militares – con frecuencia por bombas suicidas – forzó a las Fuerzas de Defensa Israelí a retirarse gradualmente y finalmente retirarse para siempre. Hay vínculos familiares y de otro tipo que conecta a los líderes chiítas musulmanes en el Sur de Irak con el hezbollah, el movimiento islamista cuya guerrilla sacó a Israel del Líbano.

La total fortaleza de la organización chiíta, que ha emergido públicamente desde la caída de Sadam, es otro problema que enfrenta EEUU. Rumsfeld dijo dos semanas atrás, “Un régimen como el de Irán no es compatible con el plan que tenemos para Irak.”

Este comentario resaltó la hipocresía de las promesas de ‘libertad’ de Bush, pero también remarcó el peligro de un conflicto entre EEUU y la mayoría chiíta de Irán. Un signo de las dificultades es el hecho que un diplomático, Paul Bremer, haya sido nombrado por encima de Jay Garner, el ex general estadounidense que fue elegido original para gobernar Irak.

No es de extrañar entonces que Rumsfeld – el martillo (atacante) de la “vieja Europa” haya empezado a hablar de una “fuerza de estabilización multinacional” en Irak, con un rol incluso para las Naciones Unidas. Rumsfeld odia ‘construir una nación’ – el desordenado asunto de administrar países empobrecidos y dividido cuyos problemas se han empeorado por la acción militar estadounidense.

Entonces dejemos a los europeos que asuman la tarea y se hagan cargo de las víctimas, mientras las unidades de elite de EEUU hacen el trabajo glamoroso. Esto es lo que ha pasado en los Balcanes y en Afganistán. Pero Francia y Rusia en particular no acuerdan en ayudar a que EEUU saque las castañas del fuego a cambio de nada.

Probablemente no sea una coincidencia que el embajador norteamericano ante las Naciones Unidas, John Negroponte, haya dicho que puede que Washington cumpla los contractos que Saddam hizo bajo el programa petróleo por alimento. Rusia especialmente es uno de los que más gana de estos contratos.

Es probable, que la ocupación en Irak le traiga a Rumsfeld y a los neoconservadores en Washington algunas duras lecciones sobre los límites del poder norteamericano.

 

 

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