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Irak bajo la ocupación
Autor: Lutte de classes nº 73, Lutte Ouvrière
Fuente: Lutte de classes nº 73, Lutte Ouvrière
Fecha: 29/05/2003

Título Original:

Traductor: Rossana Cortez, Partes de Guerra

La victoria militar de la coalición angloamericana en Irak fue rápida. La disparidad de las fuerzas y de los medios militares desplegados por los dos ejércitos era tan enorme que un periodista afirmó que, a pesar de las poses guerreras de Bush, esta guerra se emparentó más con el tiro a la paloma que a un acto heroico de parte de EEUU.

La desproporción entre, por un lado, la primer potencia militar que dispone de una superioridad tecnológica sin igual en el mundo y, por el otro, el ejército subequipado de un país subdesarrollado era conocida desde antes. Lo que no pudo saberse era la reacción de la población iraquí. No acogió como libertadores al ejército de invasión, ni siquiera en el sur chiíta que sufrió tanta represión de Sadam Hussein. Pero tampoco defendió a Sadam Hussein. El régimen se hundió sin haber combatido de verdad.

Esta victoria rápida de EEUU ha hecho exactamento lo contrario de la diplomacia de Chirac, que puede hacer su duelo de premio Nobel de la Paz que algunos habían evocado frente a las gesticulaciones de la diplomacia francesa en la ONU en el período precedente a la guerra. Pero, justamente, no eran más que gesticulaciones.

No hablaremos nuevamente del precio que el pueblo iraquí pagó por esta guerra en la que no tenía nada que ganar: los muertos, los heridos, las víctimas civiles que de ninguna manera eran "colaterales" sino más bien los blancos de los bombardeos. El precio humano es tanto más dramático cuanto que el sistema hospitalario del país, ya subdesarrollado, no es capaz de hacer frente a las crecientes necesidades. Y, evidentemente, el ejército norteamericano, capaz de desplegar una tecnología excepcional para matar y destruir, no tiene para nada la intención de hacer lo mismo tanto para curar a las víctimas, ni para suministrar a la población iraquí los medicamentos o, aún, los equipamientos de base para el suministro de agua potable. Los colosales medios puestos en marcha por la coalición militar le permitieron conquistar Irak en apenas más de tres semanas. Pero un mes después del fin de la conquista, no hay agua potable en Bassora, la segunda ciudad de importancia del país, y en Bagdad, los servicios públicos elementales, como la electricidad, o vitales, como la recolección de basura, no funcionan. Y se llega a una situación en la que, en Bassora sobre todo, a algunos metros de la pompa de la tecnología militar del siglo XXI, los niños comienzan a morir de esta enfermedad de la Edad Media que es el cólera.

Tampoco hablaremos de nuevo sobre las destrucciones mismas, sobre todo de infraestructuras o habitaciones en los barrios populares. Para la reconstrucción de lo que es útil para el pillaje futuro del país, se puede tener confianza ciertamente de quienes lo aprovecharán. Pero lo que es indispensable a la población iraquí preocupa tan poco a los dirigentes norteamericanos tanto después de la guerra como durante ella.

La prensa ha dado cuenta recientemente de un documento de "Asuntos civiles y militares" una de las estructuras del ejército norteamericano que enumera las prioridades que se ha fijado, en este orden: "bancos, seguridad, telecomunicaciones, escuelas, servicio de salud, nutrición, alimentación, agua y sanidad". Exactamente, el orden es inverso de lo que sería necesario para la población. Además, si es verdad que los administradores norteamericanos cuidarán el principio de la lista, no está dicho que cuidarán de ir hasta el final.

DESPUES DE LA GUERRA, LA OCUPACION

La victoria rápida de la coalición angloamericana no cambia en nada el carácter imperialista de la guerra: una guerra para permitir al imperialismo norteamericano meter mano en Irak y reforzar su control sobre todo el Medio Oriente. Los dirigentes norteamericanos se vanaglorian de la "liberación del pueblo iraquí" para justificar esta guerra a los ojos de la opinión pública interna, ahora que es evidente que Irak no poseía esas armas de destrucción masiva de las que Bush y su equipo enarbolaban la amenaza hasta hace algunos meses. Pero aparte de este discurso para la opinión interna, los ocupantes norteamericanos no se cuidan de disimular su dominación. "Irak liberado" está dirigido por un administrador norteamericano, además ex general de su estado, controlado por un diplomático, también norteamericano y para quien su profesión de diplomático no es más que un accesorio al lado de su especialidad, la "lucha contra el terrorismo".

La nueva administración tomó sus funciones a sangre y fuego: en las localidades de Fallujah, Mosul y Kirkuk, las tropas norteamericanas abrieron fuego sobre los manifestantes, causando un total de 23 muertos y varias centenas de heridos. Para mostrar a la población que, si bien no puede contar con la presencia norteamericana para satisfacer las necesidades elementales de agua, electricidad o medicamentos, por el contrario debe atenerse a la mayor firmeza de parte de los ocupantes.

Se trata, entonces, del regreso de los regímenes de "protectorado" o de "mandato" que esta región ya ha sufrido después de la Primera Guerra mundial. Una forma de dominación imperialista directa que permite evitar la palabra "colonia" que chocaría demasiado con "liberación".

Los dirigentes norteamericanos que avanzaron sin la autorización de la ONU o de las potencias imperialistas de segunda zona para declarar la guerra, menos se preocuparon en consultarlos para poner en funcionamiento el aparato administrativo norteamericano. Jay Garner, en el mando de la administración llevando, sin ninguna duda por antifrase, el nombre de "oficina para la reconstrucción y la asistencia humanitaria" es no solamente un general retirado, sino, además, uno de los más reaccionarios del tablero político norteamericano, que sin embargo, cuenta con algunos más. Con los 500 militares y civiles norteamericanos que llevó entre sus bagajes y circundado por el ex diplomático Paul Bremer, también él conocido por sus opiniones particularmente conservadoras, dirigirá la administración iraquí.

Esta administración se apoyará principalmente en la fuerza militar norteamericana: 135.000 soldados desplegados y 30.000 que deberán permanecer en el país durante un tiempo indeterminado.

Recordemos que en Afganistán, diecinueve meses después de la "victoria" norteamericana y la puesta en marcha de un gobierno civil, hay aún 17.000 soldados occidentales para proteger un gobierno de marionetas, cuya autoridad no supera por otra parte casi los límites de la capital Kabul.

Por otra parte, EEUU piensa subcontratar una parte de sus tareas militares. En primer lugar, coalición obliga, al ejército británico que todavía tiene 35.000 soldados en Irak, y que, aún después, piensa dejar al menos 12.000. El ejército británico tiene la ventaja de conocer el terreno y el trabajo: recordemos que entre las dos guerras mundiales, Irak fue un protectorado inglés, en el que el poder real pertenecía al alto comisario británico y en donde el ejército de ocupación se había distinguido por varias masacres, sobre todo la de la revuelta de los campesinos chiítas. Signo de los tiempos: el ejército británico está, esta vez, reducido al rol de auxiliar de las tropas norteamericanas. Pero su experiencia servirá.

La novedad es que EEUU propone asociar a la ocupación militar a una decena de países, la mayoría del Este de Europa. Con una prima a Polonia, que incluso tendrá una zona de ocupación titular. Los soldados de estos países tendrán la insignia de honor de formar parte de las tareas sucias de EEUU. Recompensados así por su toma de posición a favor de la guerra norteamericana, estos países tienen la ventaja para EEUU de no hacerle sombra. Hay poco riesgo que las empresas checas, húngaras, letonas o estonas aprovechen la presencia de algunos infelices soldados de su país para hacer avanzar sus intereses en los múltiples negocios jugosos que están por compartirse.

Todo esto no bastará para mantener el orden en el país que, en su talla y población medias, cuenta con 26 millones de habitantes, de los que, evidentemente, la aplastante mayoría no lleva en su corazón a las fuerzas de ocupación. También, como era previsible, EEUU busca recomponer el aparato represivo heredado de la era Sadam. La policía ya hizo su aparición nuevamente, y no solo para dirigir la circulación, sino para intentar devolver el orden a los barrios populares. El ejército, o lo que queda de él, será reintegrado al trabajo. El famoso juego de cartas de los generales norteamericanos, con la foto de 55 ex dignatarios de Sadam buscados, haciéndole llevar la responsabilidad del régimen a esos individuos, tiene como ventaja accesoria liberar la de otros, al menos de los que serán útiles a los ocupantes norteamericanos.

Los británicos ya asociaron la administración de Bassora a un ex general de Sadam Hussein, que además tiene la ventaja de ser un jefe de tribu. De manera más general, los ocupantes se apoyarán en esta capa de notables, jefes de tribus que, por otra parte, los británicos ya habían fabricado, en cierta medida, en los años siguientes a la primera guerra mundial, al resucitar la noción de tribu caída en desuso, y al acordarle a estos jefes la plena propiedad sobre las tierras tribales.

En el norte del país, en el Kurdistán iraquí en donde un cierto número de kurdos fueron desposeídos en beneficio de los árabes en el que el régimen de Sadam Hussein quería reforzar la implantación, los partidos kurdos reclaman que las tierras sean devueltas a sus propietarios de origen. A primera vista, esta reivindicación puede parecer legítima. Excepto esto, entretanto algunos de los dirigentes kurdos reclaman que se vuelva atrás en las reformas agrarias aplicadas desde 1958, año de la caída de la monarquía para devolverle las tierras, también, a los grandes terratenientes kurdos. Este programa reaccionario, justificado en este caso preciso por los "derechos del pueblo kurdo", parece gustarle a las autoridades norteamericanas, al punto de querer extender la medida a escala del conjunto del país. Parecería que el ocupante norteamericano se orienta hacia la anulación de las tímidas reformas agrarias efectuadas desde 1958, reforzando así el peso social de los propietarios terratenientes en detrimento de los campesinos pobres.

Esto es decir también que el ocupante norteamericano, en lugar de modernizar el país, consolidará sus estructuras más arcaicas reforzando por este sesgo, social, el subdesarrollo del país.

Vemos groseramente lo que se dibuja como régimen de ocupación para los años por venir. Y la creación cercana que se promete, de un gobierno iraquí, no cambiará nada de las estructuras que harán de este gobierno un gobierno fantoche, de todos modos.

EL ASCENSO DE LAS FUERZAS RELIGIOSAS

Hay otro aspecto en la situación que se dibuja que va a pesar en el futuro, y no ciertamente en el sentido de los intereses de la población trabajadora de este país.

Las estructuras religiosas han sido las únicas toleradas en la dictadura de Sadam Hussein por fuera, evidentemente, del partido gubernamental Baath. Mejor aún: a partir de fines de los años ´80, fueron fomentadas por el régimen, con la condición de no oponerse al dictador. Sadam Hussein necesitaba el apoyo de las mezquitas para completar el de Baath. En contrapartida, daba empuje a las mezquitas y reforzaba su rol.

No sorprende para nada en estas condiciones, luego del hundimiento del régimen, que los religiosos hayan aparecidos como los principales representantes de la sociedad iraquí frente a los ocupantes extranjeros. La participación masiva en los peregrinajes recientes hacia los llamados lugares santos del Islam chiíta ha sido una demostración de fuerza política.

Algunos días de vacío estático bastaron para que se multipliquen las milicias islámicas de diferentes obediencias. La prensa reporta como los religiosos chiítas pusieron bajo su tutela, por ejemplo, varios hospitales de Bagdad, imponiéndoles sus leyes: manto islámico, segregación entre hombres y mujeres, intervenciones en actos médicos.

Parece inverosímil, en el actual estado de cosas, que el ejército de ocupación norteamericana se apoye en estas fuerzas religiosas chiítas al punto que puedan postularlas para el poder político. No es cierto que su carácter reaccionario moleste a EEUU, a ellos que hicieron buen trabajo con los wahhabitas no menos reaccionarios en Arabia Saudita. Pero un ascenso de poder de los chiítas en Irak reforzaría la posición de los religiosos chiítas en el poder en Irán, lo que a EEUU, en conflicto con Teherán, no le gusta.

Pero el peligro de la situación es que el rol de la oposición sea monopolizado por estas fuerzas religiosas, ahogando a todas las otras fuerzas, sobre todo a las ligadas, directa o indirectamente, al movimiento obrero.

La dictadura de hecho de la potencia ocupante puede ser completada así por la dictadura social de los religiosos chiítas. El hecho que las relaciones entre ambos se vuelva conflictiva molestará a EEUU, pero podrá resignarse en tanto que los conflictos no molesten la explotación de petróleo y la marcha de los negocios. Lo mismo para lo concerniente a la tensión entre las etnias en el norte del país, el Kurdistán iraquí. EEUU se contenta bien, en Afganistán, con la situación en la que el gobierno central está dedicado a sus intereses aunque el interior sigue estando bajo la dominación de los rivales señores de la guerra.

EL REPARTO DE LA TORTA

Después de la guerra norteamericana, ahora tenemos entonces, si no la paz, al menos la post guerra norteamericana. En la guerra como en la posguerra, EEUU no tiene más que hacer con la ONU o de las potencias imperialistas de segunda zona, de tipo Francia o Alemania, que han tenido la presunción de oponerse, si no a la guerra, al menos al pretexto para fomentarla. No solo Bush no fomenta asociar a Francia y Alemania con la ocupación militar de Irak, sino que replica, convidando, en revancha, a los pequeños países del este europeo, futuros adherentes a la Unión Europea que, durante la guerra, han aclamado fervorosamente su apoyo a EEUU y su oposición al eje francoalemán. Por más que el gesto es simbólico en el plano militar, es una bofetada en el plano político, en particular para los dirigentes franceses. ¿Su reacción? El lamentable espectáculo de de Villepin mendigando el perdón norteamericano. Y sí, no basta con fanfarronear, ¡hace falta tener fuerza para oponerse a EEUU!

Arrastrando tras su huella, no solamente a Gran Bretaña, España e Italia, sino también, entre los Quince europeos, a Dinamarca, y sobre todo a la casi totalidad de los países del Este, próximos adherentes a la Unión Europea, EEUU hace además la demostración de quién es el patrón, incluso en Europa. Los imperialistas franceses y alemanes cuya ambición es la de hacer de la Unión Europea ampliada su zona de influencia compartida, no tienen que hacerse muchas ilusiones.

Este mundo imperialista, despiadado para los pueblos oprimidos y para los pequeños estado, es apenas más caritativo en las relaciones interimperialistas. No es la victoria rimbombante de EEUU en Irak lo que lo puso en posición de dictar sus leyes, incluido el pisoteo de lo que llaman derecho internacional y que no es más que el sistema de leyes colectivas del imperialismo. Pero esta victoria lo ha hecho recordar brutalmente.

Las buenas almas que, a la manera de Chirac, hicieron rancho aparte con relación a EEUU antes de la guerra, y que hoy, buscan acomodar los pedazos, multiplican los lloriqueos acerca de la marginalización de la ONU. EEUU, en efecto, no reconoce a esta organización más que el derecho de desempeñar un papel humanitario. Al haber ganado la guerra, no tiene ninguna intención de compartir, incluso parcialmente, su autoridad con la ONU. Más aún: la resolución que someten a la ONU, con el pretexto de apresurar el fin del régimen de sanciones contra Irak, le demanda pura y simplemente cambiar de opinión y reconocer la legitimidad de lo que hacen o de lo que harán las autoridades norteamericanas en la región.

A pesar de los lamentos de la diplomacia francesa, alemana, etc., esto será el brutal reconocimiento de un estado de hecho: la predominancia del imperialismo yanqui sobre los otros. Pero la ONU nunca fue la expresión de la voluntad de las naciones, lo que significa por eso mismo que expresa la dominación de las potencias imperialistas, entre ellas, la más poderosa de todas, EEUU.

Los grupos industriales y financieros franceses están en derecho de preguntarse hoy si, teniendo en cuenta la rapidez con la que concluyó la guerra, el juego diplomático de Chirac no va a perjudicarlos en el reparto de la torta iraquí, y en primer lugar, el del petróleo. Esto es sin duda, una de las razones de la multiplicación de gestos en dirección a EEUU.

LAS GRANDES MANIOBRAS POR EL PETROLEO

Es una banalidad afirmar que "el petróleo iraquí les interesa". Toda la prensa ha informado ampliamente que Irak posee la segunda reserva petrolera del mundo y que lo esencial de esta reserva no está aún explotada. Por supuesto, la administración norteamericana en Irak ayudará a los trusts petroleros de EEUU a echar mano del petróleo iraquí, sin dejar más que migajas a sus competidores franceses, rusos o chinos, si es que les dejan algo.

Pero el control del petróleo iraquí no es más que uno de los aspectos de los objetivos norteamericanos. Para reforzar su control político sobre todo el Medio Oriente petrolero, EEUU desean pesar, más aún que en el pasado, sobre los precios y las cantidades producidas por los países productores.

Ciertamente, EEUU nunca dejó de tener una influencia preponderante sobre la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) que desempeña cierto papel en la determinación de los precios mundiales. El régimen de Arabia Saudita en particular, principal país exportador, siempre fue el vector de los deseos norteamericanos. Pero EEUU tiene algo de razón en desconfiar, si no de la familia real de Arabia Saudita por que, es necesario recordarlo, la familia Ben Laden está fuertemente ligada a la familia real, en todo caso, de la estabilidad del régimen. Y, de todos modos, mejor tener dos puntos de apoyo en la región que uno solo. Al controlar el petróleo de Irak y sus recursos gigantescos, EEUU tiene la posibilidad de abrir más o menos ampliamente la canilla del petróleo y de pesar sobre sus precios mundiales en función de los intereses del momento.

No está dicho que no tengan otro objetivo que consistiría en privatizar el petróleo iraquí, hoy nacionalizado, y a partir de allí, retroceder en las nacionalizaciones de la producción petrolífera en toda la región.

Los grandes trusts petroleros, los llamados "mayores", han sabido adaptar en el pasado su política al contexto del momento en cuanto a la propiedad de los recursos petroleros. Durante mucho tiempo, estos trusts han impuesto por la fuerza, obtenido por la corrupción o comprado las concesiones a los países productores a un precio irrisorio.

Eran, en regla general, propietarios del petróleo a partir de su extracción, y los países productores no recibían más que royalties o cánones, en general, poco importantes. No podían decir nada sobre las cantidades extraídas ni sobre los precios. Era un sistema de pillaje abierto que solo fue cuestionado dos veces antes de la Segunda Guerra Mundial: por la revolución proletaria en Rusia de 1917, que expropió a las compañías petroleras que operaban en su suelo, y por el regimen nacionalista de Cárdenas en Méjico quien, en 1938, nacionaliza el petróleo mejicano.

La explosión del consumo de petróleo luego de la Segunda Guerra Mundial incitó a algunos países productores, como Venezuela, por ejemplo, a demandar a las compañías un reparto un poco más equitativo de los beneficios petroleros. Sin embargo, los trusts seguían siendo violentamente hostiles a toda tentativa de los países productores de controlar el petróleo. El primer ministro de Irán, Mossadegh, aunque era muy moderado, fue derrocado por haber intentado la nacionalización del petróleo iraní en 1951.

A fines de los años ´60 y a principios de los ´70, las cosas habían cambiado para el petróleo bajo la influencia de muchos factores exteriores a este sector, algunos políticos, otros económicos. Desde mediados de los ´50, existió un período de un fuerte empuje en los países del tercer mundo para disputar a los trusts imperialistas el control exclusivo que estos últimos ejercían sobre la riqueza nacional. Era la época de la nacionalización del canal de Suez, del estatismo creciente en varios países atrasados y de todo un juego de balancín que permitía la existencia de la Unión Soviética.

Así, el estado argelino, salido de la guerra de independencia, buscó muy rápidamente controlar sus recursos petroleros, vitales para su economía. En Libia, el golpe de estado de Khadafi derrocó en 1969 al rey, fantoche de las compañías petroleras, para nacionalizar la producción local. En Irak mismo, después del derrocamiento de la monarquía en 1958, una sucesión de golpes de estado militares llevó al poder a equipos que terminaron nacionalizando el petróleo entre 1972 y 1974.

Esta evolución política quizás no sería suficiente, si, a partir de los años ´70, los mismos trusts petroleros no hubieran encontrado su interés en la nacionalización del petróleo en los países productores. Efectivamente, estos trusts, frente a la crisis económica que se dibujaba en el linde de los años ´70, eligieron hacer un aumento brutal del precio de los productos petrolíferos. No nos detendremos sobre las causas que tenían los trusts para proceder con esos aumentos que hicieron que, en el término de algunos meses, el precio del barril del petróleo fuera multiplicado. Pero los trusts no vieron con malos ojos que la responsabilidad de estas alzas se atribuyera, no a ellos mismos, sino a los estados productores.

De golpe, las nacionalizaciones del petróleo se convirtieron en la regla. No solo en los países que se pretendían progresistas. La muy reaccionaria y muy pro americana Arabia Saudita tomó el control de su riqueza petrolera con el sesgo de una sociedad de estado.

Idem para Kuwait, este emirato de opereta que no existe más que por la gracia y los intereses de los trusts petroleros.

Es que, en realidad, los inconvenientes de estas nacionalizaciones eran menores en relación a la ventaja de cargar el alza del precio de petróleo en la cuenta de los países productores, y más aún, en la de su asociación, la OPEP.

Y, por supuesto, al continuar controlando la investigación, la explotación, el transporte y la distribución del petróleo, los trusts no han perdido su control sobre el sector petrolero y sobre las colosales ganancias que les aseguran las alzas mundiales de los precios. Las sumas, igualmente en crecimiento, cobradas por los emires, príncipes o reyes del petróleo no se deducen de las ganancias de los trusts, sino de los consumidores. Además, los petrodólares recuperados por los dirigentes locales regresaron a los bancos occidentales, dando por otra parte, un impulso considerable a la especulación mundial.

Pero, de golpe, los estados petroleros reagrupados en el marco de la OPEP, podían en cierta medida tener peso sobre el precio del petróleo, incluida su propia ganancia al reducir colectivamente la producción cuando los precios bajaban, etc.

Sin embargo, los tiempos han cambiado. Los circuitos financieros mundiales empujan ahora a la desestatización, a la privatización en diferentes sectores de la economía. No hay razones para que el petróleo escape a esto. Aparece, en todo caso, emprendido por EEUU privatizar el petróleo iraquí, por el momento totalmente nacionalizado. La justificación para esto está encontrada: la reactivación de la producción petrolera necesita inversiones considerables que este estado no está en condiciones de asegurar. Y si el petróleo iraquí se privatiza, hay fuertes chances para que esto sirva de ejemplo a los países vecinos.

Todavía no está dicho que los trusts del petróleo hayan tomado esta orientación que, al lado de las ventajas, tiene como inconveniente llevarlos a tomar a cargo más de lo que han hecho antes los gastos de inversión en petróleo. Pero, cada vez más parece ser cuestión de crear sociedades mixtas de derecho privado, permitiendo introducir en la Bolsa a las sociedades encargadas de la explotación del subsuelo dejando al accionario estatal la carga, parcial o total, de las inversiones.

EN CONCLUSION

Los proyectos de los dirigentes políticos norteamericanos y de los trusts interesados son una cosa. Su realización es otra. EEUU ganó la guerra pero aún no ha ganado la ocupación. Si procedían a hacer inversiones masivas, si hacían lo que parecían prometer implícitamente cuando hablaban de reconstruccion del país, si en consecuencia, lograba a que, al menos las capas privilegiadas de la sociedad iraquí, saquen ganancia de la ocupación norteamericana, con algunas consecuencias para las clases populares, esto podría consolidar la situación.

Pero, en un período donde los trusts no invierten casi, incluso en sus propios países y en donde los Estados, incluso de los países imperialistas más poderosos, hacen economía sobre el gasto público, no hay ninguna alternativa que EEUU y sus trusts hagan lo que es necesario para estabilizar realmente a la sociedad iraquí.

Evidentemente, no podemos adivinar en qué terreno tendrán más dificultades. En el ámbito social, ¿con los trabajadores, sin los cuales no podrán explotar ni encaminar el petróleo, y que, antes que la dictadura los aplaste, tenían una fuerte tradición sindical y política? ¿Con las masas pobres del campo que no solamente no tienen nada que ganar con la ocupación norteamericana sino para quienes, al favorecer a los terratenientes y a los jefes de los clanes, forjan cadenas más pesadas aún que las de Sadam Hussein? ¿Con los conflictos étnicos o religiosos entre los diferentes componentes de la población? O, aún más ¿Con una resistencia nacionalista a la ocupación?

De todos modos, los trusts raramente razonan a muy largo plazo. Poco les importa la acumulación de materiales explosivos: la carrera armamentística permanente, propia de la economía imperialista, no le sirve solamente de mercado para hacer fructificar sus capitales, sino también para quebrar las resistencias al pillaje y a la explotación. Hasta que la explosión sea demasiado fuerte, incluso para la extraordinaria potencia del ejército norteamericano.

9 de Mayo de 2003.

 

 

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