Brasil

Gobierno Lula descarga brutales ataques sobre las espaldas de los trabajadores

 

Autor: Alberto Aguirre

Fecha: 28/3/2004

Traductor: Isabel Infanta, especial para P.I.

Fuente: Palavra Operária nº 8


Los escándalos de corrupción envolviendo al gobierno Lula, sumados a las presiones inflacionarias, que han surgido al principio del año, y al riesgo de que el aumento de los intereses de los Estados Unidos revierta las actuales condiciones del flujo de capitales hacia Brasil han provocado abruptas oscilaciones en la economía, demostrando a cada paso la fragilidad de la política económica actualmente implementada. Para responder a esas “crisis”, el gobierno aumenta los ataques sobre la clase trabajadora y agrava la subordinación del país al capital financiero internacional.
Las oscilaciones de la coyuntura económica
Desde el comienzo del año, tres factores han contribuido para el surgimiento de presiones inflacionarias: la alta cotización en el mercado internacional de la principales commodities exprotadas por Brasil; el alza de los impuestos ocurrida en la última reforma impositiva, principalmente el cambio de la COFINS que comienza a regir a partir de febrero, que si por un lado favorece a la industria, por otro perjudica al sector de servicios, que es obligado a adaptar sus precios y los aspectos estacionales, como por ejemplo el exceso de lluvias que destruye plantaciones, reduce la oferta y tira para arriba el precio de los alimentos o entonces los reajustes de las mensualidades escolares que costrumbran ocurrir al comienzo del año.
A lo largo de todo el año de 2003 una de las principales fuentes de estabilidad de la economía brasileña fue el “exceso de liquidez” de capitales internacionales para los países semicoloniales. Ese “exceso de liquidez” tiene como base las bajas tasas de interés en los países centrales, que estimulan el capital especulativo a arriesgar una mayor rentabilidad en las altas tasas de intereses ofrecidas por países de la periferia . Los recientes índices inflacionarios en los Estados Unidos por encima de las expectativas del FED, así como su necesidad de financiar sus déficits fiscales y comerciales, presionan hacia arriba su tasa de intereses; por otro lado, el alto índice de desempleo interno y la necesidad de activación de la economía en un año electoral, presionan por el mantenimiento de esta tasa en los bajos índices actuales. El retorno del aumento de la tasa de intereses en los Estados Unidos, y el consecuente aumento en los demás países centrales, significará una reversión de estas condiciones que obligará a los países semi-coloniales, en última instancia, a incluso aumentar sus tasas de interés si quisieran mantener el flujo anterior de capitales. Aunque a corto plazo los Estados Unidos mantengan su tasa de interés en el nivel actual - el más bajo desde 1958 - es muy difícil que eso se mantenga después de que terminen las elecciones en ese país.
Es en este marco que se insieren los escándalos de corrupción que envuelven al gobierno. Las abruptas conmociones que éstos generaron en la credibilidad del capital financiero internacional expresan los recelos que comienzan a desarrollarse con relación a la capacidad que tendrá el gobierno Lula de implementar la “agenda de reformas” necesaria para que el país pueda seguir “honrando sus compromisos” con acreedores internacionales.
La crisis es “administrada” con más ataques a los trabajadores y más subordinación del país al imperialismo
Si por un lado aquello que desde la elección de Lula se ha propagado como “control de la inflación”, “disminución del riesgo país” , “recuperación del flujo de capitales”, “enorme superávit de la balanza comercial” , “estabilidad cambial” etc. han sido los supuestos grandes “triunfos” alardeados por el gobierno y por la burguesía que lo sostiene para fundamentar un futuro “crecimiento sustentable”; por otro lado los trabajadores y el pueblo pobre no tiene nada que conmemorar.
El “balance económico y social” del 2003 recientemente divulgado por el IBGE muestra la otra “cara-mitad” de la relativa “administración” de la crisis económica que ha sido conquistada por el gobierno. Los camuflados índices oficiales apuntan una tasa de desocupación actual de 11,2%. El Dieese y la Fundación Seade, por usar distintas metodologías un poco más realistas, consideran que este número es aún mucho mayor, oscilando alrededor de 20%. Eso quiere decir que 2,4 millones de personas están buscando activamente trabajo en las seis principales regiones metropolitanas del país, sin contar con ninguna fuente alternativa de renta. Eso sin contar el enorme aumento de trabajadores informales o sin libreta firmada (en negro, n. del t.). Los empleados con libreta mantuvieron su renta media en el 2003, pero los trabajadores por cuenta propia perdieron 8% de su renta, así como los sin libreta perdieron 2,1%. Por eso, el rendimiento medio de las personas que trabajan disminuyó 6,2% a lo largo del 2003. Sin embargo, esa caída se distribuyó de forma desigual: la renta del 10% más pobre bajó 8,7% y la renta del 10% más rico aumentó 1,9%.
Como si no bastara el mantenimiento de altas tasas de interés para satisfacer la sed de ganancias del capital financiero internacional, el gobierno Lula practica un draconiano ajuste fiscal para garantizar el pago de sus deudas.

El mismo balance divulgado por el IBGE muestra que en el 2002 (último año de FHC) la Unión invirtió R$ 11,6 mil millones, ó 1,5% del Presupuesto, mientras en el 2003 (primer año de Lula) la Unión, hasta mediados de diciembre, invirtió R$ 1,8 mil millones, o 0,24% del Presupuesto. En 2002 (FHC) la unión desembolsó 41,6% del Presupuesto con amortiguación de deudas y pagos de intereses; en 2003 (Lula) esa proporción alcanzó el 54,62%. Entre 1.411 proyectos (obras y programas) previstos para ser ejecutados en 2003, 78% recibieron menos de la mitad de los recursos y 38% no recibieron ni un centavo. Entre estos últimos están, por ejemplo, obras para contensión de inundaciones, programas de expansión y mejoramiento de la enseñanza media, combate al tráfico de entorpecientes e investigaciones sobre prevensión de enfermedades sexualmente transmisibles, incluso el SIDA. El programa federal de generación de empleo y renta -la “obsesión” del candidato Lula - recibió 4,54% de los recursos previstos: sanidad recibió 2,3%; vivienda recibió 1,82%. No todos quedaron felices con esto. El mismo día en que esos números fueron divulgados, Lula ofeció otro asado más, esta vez para Hors Köhler , director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Entre bocado y bocado, Köhler, que en los días siguientes renunció a su cargo, dijo a los diarios que viniera a Brasil “a darle felicitaciones al presidente Lula por la implementación de su política”. E, lado a lado con el ministro Antônio Palocci, agregó: “El tiempo en que el FMI tenía que decirle a Brasil qué hacer ya pasó. Ahora Brasil sabe lo que tiene que hacer.”
Como si no bastaran estos mecanismos de sangría, el gobierno todavía pretende implementar una serie de reformas cosntitucionales contra la clase trabajadora y el pueblo pobre, como por ejemplo la reforma laboral que busca quitar derechos históricos conquistados en base a mucha lucha y la reforma universitaria que pretende aniquilar definitivamente la educación pública.

1 Esta especie de “burbuja especulativa” se evidencia en el hecho de que incluso los países extremadamente inestables desde el punto de vistoa político, como Bolívia y Venezuela, tuvieron un significativo flujo de capitales hacia su interior en el 2003.

2 Indicador que mide la credibilidad del país en el mercado internacional.

3 La diferencia entre lo que el país exporta y lo que el país importa.

4 Ajuste fiscal es el aumento de los impuestos y/o la disminución de los gastos del gobierno para que sobre dinero para pagar sus deudas.

5 Estos datos fueron extraidos del site www.outrobrasil.net.


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