Alemania

Crisis del régimen y movilización social

 

Autor: Marcelo Torres con la colaboración de Anna Lehmann

Fecha: 29/4/2004

Fuente: Fracción Trotskista - Alemania


Crisis de los mecanismos de representación demo-burgueses y movilización social

Introducción

Después de la derrota de los metalúrgicos del Este de Alemania que luchaban por la equiparación de la jornada laboral en 35 horas semanales a manos de la política traidora de la dirección sindical ligada al SPD, la burguesía alemana redobló su ataque contra las conquistas obreras y sociales. Los trabajadores, estudiantes, jubilados y cesantes empiezan a comprender las consecuencias que implican los sacrificios que se les exigen en pos de mantener la competitividad de Alemania: recortes a la salud, a la educación con la introducción de aranceles, etc., a las jubilaciones, al seguro de desempleo y, por último, aumento de las horas de trabajo sin recompenso salarial.
Estas medidas, que pretenden aumentar la productividad relativa del trabajo con el aumento de las horas de trabajo y la precarización laboral de los asalariados, acompañadas por una reducción del nivel de vida de las masas alemanas han empezado a ser cuestionadas por amplios sectores de masas. Esto ha generado una profundización de la crisis de los mecanismos de representación democrático - burgueses que se venía expresando en una creciente abstención electoral y movilizaciones de masas incluso por fuera de las instancias tradicionales como los sindicatos lo que ha generado una crisis en los partidos con representación parlamentaria y en las instituciones del régimen democrático - burgués. Los más afectados son el SPD, pasando por la CDU y su partido hermano en Baviera, la CSU, incapaces de capitalizar la crisis socialdemócrata y sumidos en luchas internas, afectando incluso hasta partidos de “izquierda” como el PDS. De agravarse la crisis económica (elemento más dinámico de la situación actual) y exacerbarse las tensiones de clase y las luchas sociales esta dinámica podría convertirse en una verdadera crisis del régimen.

Marco internacional: Los intereses alemanes en Medio Oriente y la política exterior

Como lo demostró el ataque a Irak, los EE.UU. han decidido modificar las bases del orden mundial enteramente en su provecho, tratando de redefinir los términos de la hegemonía norteamericana en el paneta . De lo que se trataría ahora es, como lo expresara el National Security Outlook del American Enterprise Institute, de preservar la Primacía Norteamericana, Institucionalizar la Unipolaridad , aunque esta opción no es compartida por todas las fracciones de la burguesía estadounidense, pues los sectores más lúcidos de los representantes de la burguesía yankee abogan por más cautela en este asunto. En este sentido habría que considerar las últimas declaraciones del candidato demócrata a la presidencia en los EE.UU., Kerry, quien ha afirmado que "si yo fuera presidente hoy, iría directamente a las Naciones Unidas y haría un llamamiento a todo el mundo" para que participe de manera más activa en los esfuerzos en Irak.

Alemania, segunda potencia económica del planeta, no contenta con el unilateralismo norteamericano y consciente de la pérdida de hegemonía estadounidense , trata de mejorar las condiciones de negociación en la medida en que no se supedita a los dictados estadounidenses negándose a enviar sus tropas a Irak. En este sentido, en la Conferencia de Seguridad celebrada hace algunas semanas en Munich el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, planteó que una participación alemana en Irak no está en la agenda de discusión y que Alemania ya está haciendo un gran esfuerzo en Afganistán.
Su participación en la posguerra iraquí se limita, al igual que la de Francia, al adiestramiento de las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes. Alemania apuesta, entonces, a que los EE.UU. le hagan más concesiones en el plano económico y le garanticen un desempeño bajo reglas claras, en contraposición al unilateralismo que viene implementando, debido a lo complicado de la situación por los constantes ataques de la resistencia iraquí a sus soldados y de la nueva etapa abierta con la rebelión en curso contra la ocupación, el consiguiente descontento en la población norteamericana y, sobre todo, por los bajos rendimientos económicos que les ha significado hasta ahora su “victoria” en Irak.

Es que Alemania no descarta a priori la posibilidad de enviar sus tropas como lo expresara el secretario general de la OTAN, de Hoop Scheffer, quien afirmó que Alemania quiere esperar a ver cómo se desarrolla políticamente Irak así como esperar a que se traspase el poder a un gobierno legítimo y que se defina el futuro rol de la ONU en Irak. Cuando estos puntos estuvieran clarificados “sería bueno que Alemania pudiera participar bajo estas condiciones”
El imperialismo alemán, consciente de su fuerza económica y su dinamismo, espera pacientemente que las empresas alemanas, una vez instalado un gobierno iraquí con un mínimo de consenso democrático, tengan la posibilidad de participar en las licitaciones públicas para la reconstrucción de la infraestructura que haga el próximo gobierno. Como lo expresa el informe semestral de la Cámara de Comercio Alemana (DIHK) “en el caso de una estabilización de la situación política en la región se esperan (...) impulsos positivos para proveedores e inversores en las tareas de reconstrucción de Irak en las cuales sacarán provecho las empresa alemanas .

Una de las señales más claras de lo exitosa de esta táctica alemana de esperar y dejar sufrir al “amigo-concurrente” yanqui lo representa el reciente cambio de rumbo de la administración estadounidense que se ha visto obligado a aceptar la participación de empresas de países opositores a la guerra en Irak en las labores de reconstrucción, entre estos Alemania. Es que las economías alemana y estadounidense están tan fuertemente ligadas que no es posible que los EE.UU. puedan dejar de lado a Alemania .
Para las empresas alemanas se abren buenas posibilidades sobre todo en el sector energético, abastecimiento de agua potable y también para el sector de la construcción , sectores en los cuales gozan de una gran competencia, siendo para éstas suficiente, por ahora, que puedan participar sólo como subcomisionistas.
En los países árabes, Alemania cuenta con una altísima reputación, lo que lleva a la burguesía alemana a ver relajadamente los tentativos estadounidenses de dejar a sus empresas fuera de los programas de reconstrucción. Es más, como lo demostró la feria "Rebuild Irak" con sede en Kuwait las empresas alemanas tienen metidas sus manos en el juego ya desde hace tiempo.

En este sentido el actual ministro de hacienda Iraquí, al-Gailani, afirmó que, después de haber encontrado una solución a la cuestión Iraquí, pensaba “que desearían la presencia de las empresas alemanas” en Irak.
En el plano interno la política hacia Irak no juega, actualmente, un rol determinante. La línea impulsada por los dos grandes partidos alemanes, el SPD y la CDU, en torno a cómo proceder con respecto a Irak es, sin embargo, diametralmente opuesta. Mientras que el SPD reafirma su posición de no enviar tropas a Irak, la CDU ha expresado repetidas veces que es primordial que Alemania “asuma una parte justa de la responsabilidad”. Este aventurismo democristiano se explica con la necesidad de diferenciación de la línea del SPD que, hasta ahora, en el plano interno la ha dejado sin espacios de maniobra política. Esto se debe a que el ataque de corte neoliberal que están lanzando contra las masas ha hecho empalidecer todas y cada una de las exigencias de la CDU catapultándola a una crisis interna y de dirección que le ha hecho perder el rumbo político debilitándola enormemente.
Para contrarrestar esta situación, en las discusiones sobre la sucesión a la presidencia de Johannes Rau, los liberales del FDP y conservadores de la CDU acordaron apoyar al candidato de la Unión, Horst Köhler, que hasta ahora venía ejerciendo como director del siniestro Fondo Monetario Internacional. Su elección persigue como meta principal la de tener un candidato con la autoridad y experiencia necesaria para llevar adelante el plan de contra-reformas y, además, la de enviar señales de distensión a los EE.UU después del impasse que representó la negativa de Alemania de enviar tropas a Irak pues Köhler goza de la simpatía de la administración norteamericana y de Alan Greenspan, aunque en los últimos días haya hecho declaraciones que no se encuadran en la línea política democristiana en la medida que criticaba la política estadounidense en Irak por “carecer de una estrategia para el poguerra”, en todo caso de lo que se trata es de “motivar positivamente a la potencia hegemónica” y que para Alemania “no existe ningún motivo para mirar con sorna en dirección a los EE.UU." demostrando que más allá de las frases de solidaridad con los EE.UU. por parte de la CDU, las tensiones entre las potencias imperialistas aún siguen persistiendo

Alemania y la UE

En los últimos tiempos, la Unión Europea, demasiado grande para ser vasalla de Washington pero demasiado débil y dividida para ser un formidable contrapeso está viendo el intento por redefinir las competencias y el peso de las distintas economías en la UE.
Al interno de la Unión Europea el gobierno alemán – junto al francés y, en menor medida, el inglés – está tratando de modificar lo acordado por el Consejo Europeo de Lisboa en marzo de 2000, que presentaba una estrategia prevista para diez años y que tenía por fin hacer de la UE la economía más competitiva del mundo, sentando así las bases para su predominancia indiscutida en la UE junto a Francia. En este sentido, en el último periodo y a pesar de las críticas recibidas y el escepticismo expresado por los demás países miembros de la UE, Gerhard Schröder, Tony Blair y Jacques Chirac han encontrado una base común comprometiéndose a acordar, entre los tres, los pasos a seguir en materia económica en la UE. A este propósito han propuesto dotar a la Comisión Europea de un vicepresidente que se encargue de coordinar las reformas económicas, como la creación de empleo, las innovaciones y el refuerzo de la competitividad.
La burguesía alemana , es decir, del capitalismo más moderno, más desarrollado y dinámico en el continente europeo , se ha visto obligada por las tendencias recesivas y deflacionarias de la economía mundial que la han golpeado duramente a liderar los ataques europeos contra la clase obrera y las clases subalternas, aumentando la rentabilidad del trabajo y la productividad relativa del trabajo para poder lidiar contra los bloques imperialistas antagónicos.
Una primera etapa de este conflicto lo representan los conflictos aduanero, arancelario, tarifario, además del diplomático (como en el caso iraquí).

Gran Bretaña, por su parte, trata de contrarrestar los efectos negativos que tuvo el fracaso de la entrada a la eurozona, intentando ligarse a Francia y Alemania para tener un espacio donde pueda jugar un rol más influyente en el proceso de construcción y expansión europea. Además, las crecientes dificultades a las que se enfrenta el gobierno de Blair y su fracaso de legitimar la guerra en Irak ante una opinión pública cada vez más crítica e impaciente lo obligan a acercarse a sus vecinos europeos y alejarse, en lo posible, de su socio EE.UU.

En la cumbre de Berlín el “triumvirato” se declaró partidario de modificar nada menos que el Pacto de Estabilidad de la UE. Su motivación primordial es redefinir las reglas del juego europeo en favor de sus economías y en perjuicio de las demás. La creación de un puesto de 'supercomisario' que supervisaría las carteras de Industria, Comercio, Mercado Interior y Asuntos Sociales, y que (...) en el debate actual podría estar evidentemente sólo bajo la dirección de un alemán , apunta justamente en esa dirección.
En todo caso, este “trilateralismo” tiene pocas posibilidades de éxito, pues son muchos los intereses que están de por medio. Las ambiciones alemanas y francesas se contraponen a las de los demás países como Italia o España que ya han expresado su malestar sin mencionar al aliado del día, Blair, que está lejos de ser un amigo de confianza. Además, el hecho de que las decisiones y proyectos tengan que contar con el consenso de los 15 miembros restantes indica que la medida impulsada va a tener que superar muchas barreras antes de que llegue a ser realidad. Un ejemplo de eso lo representa el hecho de que Francia y Alemania, antes de los atentados de Madrid, hayan fracasado ante la negativa de España y Polonia de ratificar la Constitución Europea tal y como lo deseaban, pues se establecería un sistema de voto que reduce el poder que éstos consiguieron con el Tratado de Niza (2000).
Después de los atentados del 11-M la situación para Alemania y Francia ha mejorado, en ese sentido, enormemente. Mientras que el gobierno de Aznar de la mano de los EE.UU. había elegido la confrontación con el núcleo europeo poniéndose a la cabeza de los rebeldes en la Unión Europea tratando de negociar mejores condiciones para la burguesía española, el próximo presidente español, Zapatero, ha dicho que regresará a la cuna europea provocando el derrumbe del, hasta ese entonces, aparentemente sólido bloque hispano - polaco que tuvo como consecuencia una crisis política en Polonia y la renuncia del primer ministro Miller.

Crisis de los mecanismos de representación demo-burgueses

Como señalábamos en el artículo Das Ergebnis der Wahl in Bayern - Ausdruck der Krise des Regimes? las bases de los mecanismos de representación de la democracia burguesa en Alemania han entrado en una crisis que sigue profundizándose. Los crecientes problemas que tiene que afrontar la socialdemocracia, sumida en peleas internas, amenazas de dimisión por parte de ministros cercanos a Schöder y a su política de reformas son una prueba de ello, mientras que la burguesía „no cree que la política vaya a ser lo realmente fuerte como para llevar adelante las reformas tan necesarias para proporcionar el tan ansiado alivio que permita asegurar el puesto de Alemania en la economía y cimentar las bases para el futuro“ .

Gerhard Schröder, que hasta marzo había ejercido las funciones de jefe de partido y de canciller tuvo que recurrir a la medida táctica de renunciar a sus funciones de jefe de partido en un intento de apaciguar los ánimos en la base que exige el fin de las reformas al „Estado de Bienestar“ y una vuelta a los “principios socialdemócratas”, o sea, interés por los problemas de las grandes masas y una política social.
En un intento por demostrar su cercanía a los problemas de la base el hasta ahora secretario general del SPD, Olaf Scholz, fue alejado de su puesto debido a su imagen como ferviente impulsor y defensor de la Agenda 2010.

Por otra parte, el ministro de Economía, Wolfgang Clement, ha amenazado repetidas veces con renunciar a la vicepresidencia del partido si el nuevo jefe del SPD, Franz Müntefering, echara marcha atrás o modificara las leyes de la reforma 2010 ya aprobadas. A Müntefering, que es uno de los pocos socialdemócratas con carisma, conocido por su populismo y llegada en la base, le toca ahora la difícil misión de convencer a las bases de que la política impulsada por el SPD es la correcta y que es imprescindible seguir adelante. Por lo mismo, éste estará más expuesto aún a las presiones de la base lo que puede precipitar al gobierno a una crisis más profunda, que, por ahora, se reduce al plano electoral. De empezar a perder las varias elecciones comunales y a los Lands de este año, el SPD podría poner en tela de juicio su capacidad de gobernar.

A pesar de estos recambios en la dirección y las medidas tendientes a maquillarle la cara al SPD en las elecciones al parlamento de Hamburgo el electorado de esa ciudad le propinó una derrota de proporciones al SPD justamente en uno de los bastiones históricos de la socialdemocracia. El rasgo principal de estas elecciones es que el ultraderechista Partido Schill, que en los comicios pasados había obtenido alrededor del 20% de los votos, esta vez quedó fuera del parlamento. Los democristianos obtuvieron la mayoría absoluta y el SPD perdió alrededor del 8-10 % de los votos. La abstención electoral fue la segunda más alta después de 1957 .

Es interesante destacar que el abandono de las funciones como presidente del partido por Schröder y las luchas internas que se están dando en el SPD se dieron en el marco de una gran movilización del sindicato más grande del mundo, el IG-Metall, por preservar la Autonomía Tarifaria (negociación y contratación colectiva) y, además, por revertir la cada vez más veloz precarización de las condiciones de vida de los trabajadores que en los últimos años han visto descender su nivel de vida drásticamente.

El aburguesamiento del SPD

La crisis del reformismo que se extiende por toda Europa y que en otros países se ha articulado en un crecimiento de la “izquierda de la centroizquierda” y que en Italia o en Francia se expresa electoralmente en los votos a la llamada “extrema izquierda”, en Alemania se ha venido expresando en una creciente abstención electoral y en una crisis de la socialdemocracia sin parangón en su historia después del fin de la II Guerra Mundial, producto de un incipiente recrudecimiento de la lucha de clases que está teniendo como efecto la superación inicial de las viejas direcciones nacionales tradicionales y de sus aliados. Según las últimas encuestas sólo un 24 por ciento del electorado votaría aún por el SPD, de los cuales muchos lo harían sin estar convencidos realmente de que “su” partido pudiera cambiar el rumbo. El vacío dejado por los 30.000 militantes del SPD , en su mayoría obreros, que el año pasado devolvieron o destruyeron su carné partidario deprimidos, enojados y desilusionados por el rumbo adoptado por la dirección del partido es ocupado por estudiantes, jóvenes pragmáticos y cuentapropistas que, sobre todo en el este de Alemania, como por ejemplo en Potsdam, hacen el 25 por ciento de los delegados partidarios con menos de 25 años . Estas cifras indican que nos encontramos ante un proceso de aburguesamiento del SPD que se acelera cada vez más y, como respuesta a este fenómeno, algunos sectores sindicales del SPD pretenden impulsar la formación de una “alternativa electoral” al SPD para las próximas elecciones en el 2006.
En cuanto al PDS, éste apenas lograría alcanzar el tope del 5% demostrando en los hechos que no ha podido convertirse en un recambio al SPD. La CDU llegaría a un 48 por ciento de los votos, sin embargo, muchos de los encuestados que mostraron su predisposición a votar por este partido aseguraron que no estaban convencidos de que (la CDU) haría algo muy distinto a la política del SPD.

Ataque patronal y respuesta sindical

Para la burguesía alemana el proyecto de reformas impulsado por el gobierno rojiverde es la punta de lanza para debilitar a la clase obrera alemana a tal punto de poder implementar una política de ataques abiertos contra todas las conquistas obreras en el próximo periodo legislativo que, seguramente, ganará la derecha.
El objetivo estratégico que se esconde tras estos ataques es, como ya lo hemos mencionado anteriormente, el de aumentar la productividad relativa del trabajo en pos de ampliar su radio de acción en la creciente disputa interimperialista ante la pérdida de hegemonía norteamericana .
Este ataque a las conquistas sociales del proletariado va acompañado, además, de una reforma universitaria tendiente a ligar y estrechar los lazos del mundo de la formación (universidades, investigación, escuelas, asilos para menores, etc.) con el de las empresas. Estas medidas responden siempre al mismo objetivo: Aumentar la rentabilidad del trabajo reduciendo el salario indirecto, cortando los gastos, mejorando la formación en términos burgueses, etc.

Para la burguesía las reformas del gobierno de Schöder representan "por lo general sólo reparaciones al sistema que comportarán un alivio de corta duración pero que no serán una solución duradera a los problemas actuales. Lo importante es reforzar a largo plazo las fuerzas de crecimiento, por ejemplo, a través de una remodelación total del sistema de previsión social y de una profunda flexibilización del rígido derecho laboral alemán. Sin embargo, la burguesía, consciente de las dificultades que tiene la socialdemocracia y el peligro que encerraría la pérdida total de su influencia en el movimiento obrero espera a que el próximo gobierno implemente las reformas necesarias para evitar una definición apresurada que podría complicar inútilmente el panorama. Pues como lo expresara un metalúrgico sarcásticamente „la relación entre los sindicatos y el SPD fue siempre excepcional mientras la socialdemocracia se encontraba en la oposición“ .

Es precisamente por esta razón que, aunque „(...) el gobierno haya dejado de lado las medidas de desburocratización (es decir de flexibilización) con tanta naturalidad“ , el presidente de la Federación de la Industria Alemana (BDI), Michael Rogowski, haya hecho un llamado tanto al gobierno como a la oposición “a que trabajen juntos en la remodelación del sistema de precisión social y del mercado del trabajo (...), para llevar adelante las reformas necesarias en política económica” y el presidente de la Asociación de Patronales Alemanas (BDA), Dieter Hundt, haya exigido a la CDU de no bloquear el plan de reformas del gobierno “porque los grandes consorcios alemanes ya han planificado en base a la rebaja de impuestos que prevee”.

La avanzada antiobrera de la burguesía alemana cobró fuerza con el fracaso de la huelga de los metalúrgicos del Este que luchaban por la introducción de las 35 horas de trabajo semanales para llegar a la misma cantidad de horas de trabajo de sus compañeros en el Oeste. Esta derrota se debe a la política criminal de la burocracia sindical ligada a la socialdemocracia que, temiendo desatar un conflicto que, tal vez, una vez en marcha no hubiera podido controlar o hubiera desarrollado una dinámica ajena a sus intereses, decidió traicionar y dejar las puertas abiertas al contraataque patronal. Después de que las negociaciones entre la dirección sindical y los representantes patronales, tendientes a acordar una reducción de la jornada laboral a 35 horas, arrojara resultados negativos, la dirección sindical optó por no coordinar la lucha entre las distintas empresas esperando a que se desgastara y cuando los metalúrgicos del Oeste comenzaron a mostrar su solidaridad para con sus compañeros en huelga, la burocracia sindical llamó simplemente a suspender la huelga. A raíz de este hecho, muchos metalúrgicos del Este se desafiliaron al sindicato con más tradición de lucha.

Sin embargo, esta burda traición por parte de la dirección sindical le dio fuerzas a los sectores críticos en los sindicatos que empezaron a cuestionar la política oficial de la dirección. Estos grupos se componen de sindicalistas de izquierda de todos los colores, socialdemócratas críticos a su partido, funcionarios sindicales medios, que ante la presión de las bases se ven obligados a reposicionarse y girar hacia la izquierda y sindicalistas de partidos de izquierda en general. Esta amalgama de grupos y personalidades pretende capitalizar el descontento reinante en las bases y convertirse en un referente alternativo a la política oficial en los sindicatos. Sin embargo, estos “candidatos” a dirección no representan los intereses históricos del proletariado pues su estrategia política se reduce, en la mayor parte de los casos, a un reformismo estéril e utópico. La única alternativa que ofrecen ante los ataques de la patronal es una política de corte neo-keynesianista light que pretende darle un carácter más social al capitalismo sin cuestionar sus bases.

Como podemos ver, las viejas mediaciones históricas del movimiento de masas, tanto político - sindicales como también económicas (“Estado de Bienestar”) han entrado en crisis, por un lado, a causa de la crisis económica que representa el factor más dinámico en la situación actual, y por el otro lado, por los golpes iniciales que ha empezado a dar la clase obrera ante el desmantelamiento del “Estado de Bienestar” que lleva adelante la burguesía para enfrentar en mejores condiciones la época que se está abriendo, la del equilibrio capitalista inestable con riesgos de ruptura y riesgos sistémicos en el marco de roces interimperialistas incipientes.

Sindicatos y movilización social

La estrategia política de la burguesía con respecto a los sindicatos es la de convertirlos en meros locutores locales o zonales disminuyendo su peso económico y privándolos de las financiaciones por parte del Estado, liberando al capital de los gastos que significa su financiación, es decir, liquidar a los sindicatos en su forma actual, reduciéndolos a pequeñas organizaciones sin peso entre los trabajadores.
Esta política es acompañada, además, por una política de domesticación a nivel europeo (la CES) de las viejas confederaciones sindicales con la finalidad de convertirlas en asesoras de la cogestión social tendiente a crear mecanismos de sostén ideológico y social del capitalismo nacional y regional, y su política de expansión que se expresa en la ampliación de la Unión Europea. En este proceso la DGB juega un papel muy importante.
Las direcciones sindicales, por su parte, tratan de frenar las importantes movilizaciones sociales como las huelgas parciales que se vienen dando y que cada vez con más frecuencia rebasan el marco sindical convirtiéndose en huelgas con carácter político.
Las huelgas de aviso o parciales se han multiplicado y la predisposición a la lucha ha crecido rápidamente. La respuesta obrera por la mantención de la autonomía tarifaria, es decir, por el mantenimiento de la negociación colectiva, contra el aumento de número de horas y la precarización laboral ha sido una respuesta de fuerza que, sin embargo, no ha superado a sus direcciones.
Mientras que en la base los trabajadores se aprestaban a la lucha, la dirección del IG-Metall ha enviado claras señales a la patronal demostrando su predisposición a compromisos. Han dicho incluso que las puertas a la negociación están tan abiertas como las de un establo. Un hecho que demuestra el grado de malestar en las bases lo representa la resolución de los trabajadores de la empresa MAN (rama automotriz) de Oberhausen en la cual exigían la ruptura de las negociaciones con la patronal y la inmediata puesta en marcha de las votaciones para decidir la huelga.

Justamente este tipo de manifestaciones son las que en las últimas negociaciones relativas a la flexibilización de la autonomía tarifaria y al aumento salarial del 2,2% exigido por los sindicatos hicieron que la patronal tratara de evitar el conflicto temiendo, justamente, una confrontación abierta con un gobierno socialdemócrata, pues jugar el rol de contención en el seno del movimiento obrero es mucho más fácil desde la oposición que desde el gobierno.
El resultado fue una “victoria parcial” para los trabajadores pues lograron posponer, por ahora, el ataque a la autonomía tarifaria consiguiendo un aumento salarial del 1,2% para este año y la misma cifra para el año siguiente. Sin embargo, esta “victoria parcial” no es concebida como tal.
Estos acuerdos, a pesar de ser el fruto de la presión de las bases, socavan la posibilidad de respuesta de los trabajadores, ya que siembran el desconcierto y la desconfianza en las propias fuerzas pues ven como la patronal gana terreno y, además, profundizan la división salarial entre obreros del este y oeste.

Un elemento positivo es que a la burocracia sindical se le hace cada vez más difícil negociar en detrimento de los trabajadores. El vicepresidente del sindicato de metalúrgicos, Berthold Huber, advirtió a la industria que el deseo de aumentar la jornada laboral sin recompenso salarial puede llevar a Alemania a un enfrentamiento de proporciones. Ante esta disyuntiva apuestan a ganar tiempo y minar la predisposición a la lucha de los trabajadores que, hasta ahora, no han logrado dotarse de una política clasista para enfrentar a la dirección sindical. Uno de los factores que juegan en contra de la clase obrera alemana hoy es que aún no han logrado sacarse de encima el lastre que significa la burocracia sindical ligada prevalentemente a la socialdemocracia. Gran parte de los dirigentes son militantes socialdemócratas que temen o, dependiendo de su posición, simplemente no quieren romper con el partido.

Es por esto, y temiendo lo peor, que algunos sectores de “izquierda” del SPD ligados a los sindicatos alzan la voz pidiendo un cambio radical en la política del partido socialdemócrata, pues como lo expresara la jefa de la seccional del sindicato Verdi (empleados y funcionarios públicos) “Schröder está destruyendo el alma del SPD y eso será algo irreparable” .

Creación de un nuevo partido electoral o partido revolucionario?

Lo novedoso de esta discusión al interno de los sindicatos es que también se empiezan a sentir cada vez más fuertes las voces de aquellos que quieren fundar un nuevo partido reformista de izquierda sin delimitación ni dirección clasista como lo demuestra el llamado que hacen los impulsores de este nuevo partido a una coalición con Attac. Por ahora, sin embargo, Attac en palabras de su portavoz hizo saber que “para Attac como organización el tema elecciones no le incumbe”. Estas discusiones sobre la creación de un nuevo partido se dan al interno de los sindicatos debido a la falta de un ”interlocutor en el parlamento” que al menos haga la faramalla de representar los intereses de los trabajadores. Se trata de un intento de sectores de la “izquierda” sindical ligada a la decadente socialdemocracia de lavarle la cara al reformismo para frenar el proceso de descomposición que viene sufriendo y, de paso, asegurarse sus privilegios y cómodos puestos.
Para hacer retroceder el neoliberalismo en el ámbito político partidario tenemos que combatirlo en el mismo terreno. Para avanzar políticamente es necesaria una alternativa política seria, capaz de transformar la presión extraparlamentaria desarrollada en la sociedad en el sistema político. Ésto nos parece conveniente para frenar el giro a la derecha del SPD. Esta afirmación es toda una aclaración sobre cuáles serán, de concretizarse su fundación, su radio de acción y su objetivo fundamental; evitar la pérdida de influencia del SPD apoyándolo y presionándolo por izquierda para articular en el parlamento la presión en las calles, es decir, convertirse en la válvula de escape que haga disminuir la tensión en las bases llevándolas a las tranquilas aguas del parlamentarismo.
Como para que no quede duda sobre las intenciones de los iniciadores de este futuro partido que, por ahora, llaman Alternativa Político Electoral 2006 (Wahlpolitische Alternative 2006), éstos afirman que “tanto el derrotismo (“la lucha contra la desocupación masiva no tiene ninguna perspectiva”) como el abstracto radicalismo de izquierda (“sólo la superación revolucionaria del capitalismo es una perspectiva”) desorientan. Como su nombre lo indica lo más probable es que este “partido” no vea la luz mucho tiempo antes de las elecciones al parlamento alemán del 2006, pues (...) se trata concretamente de (levantar una alternativa para) las elecciones al parlamento alemán en el 2006.

A este punto cabe hacerse la pregunta de si la Alternativa Político Electoral 2006 representa un paso adelante en el incipiente proceso de recomposición de la subjetividad obrera y, por lo tanto, una alternativa que acerca a los trabajadores a la creación de un partido revolucionario clasista o, por el contrario, aleja al proletariado en la creación de un instrumento capaz de conducirla a alcanzar sus objetivos históricos.
Si consideramos que estamos ante una “crisis de los mecanismos de representación demo-burgueses” podemos partir de la base que este partido, dependiendo de cuál sea el rumbo que adopte la crisis económica y la pugna interimperialista, y la consiguiente desestabilización política, así como la lucha de clases a nivel europeo y nacional, acelerará 1) el desgaste del SPD, 2) se instaura como nuevo mediador asumiendo el rol del SPD, pero más débil estructuralmente, o 3) fracasa por no ofrecer una alternativa clara al reformismo profundizando la crisis de los mecanismos de representación democrático burgueses.

Coordinadoras contra los recortes: el lento y contradictorio proceso de la recomposición de la subjetividad obrera

Frente a los ataques de la burguesía han venido surgiendo fenómenos que representan los elementos más avanzados de la lucha de clases y que representan un obstáculo, por ahora, potencial para la burguesía que quiere y tiene que implementar sus contra-reformas.
Para hacer frente a la política de recortes, desde el año pasado han comenzado a gestarse „alianzas contra los recortes“ que son una especie de coordinadoras donde se dan cita grupos estudiantiles, sindicalistas de „izquierda“, Attac, partidos políticos de izquierda, etc. En algunas ciudades como Berlín, Kassel y Stuttgart, estas coordinadoras han cobrado mucha fuerza después de la gran manifestación de Berlín a la que asistieron alrededor de 100.000 personas y que fue convocada por la coordinadora nacional y sin el apoyo del DGB (Confederación sindical alemana), ya que en palabras de sus dirigentes una manifestación contra un gobierno del SPD no tenía futuro, pues nadie iría.

El llamado a la manifestación del 1 de noviembre fue inicialmente llevado adelante por los sectores más combativos presentes en las coordinadoras, si bien algunas comisiones sindicales regionales llamaron a apoyar el llamado a la manifestación en un intento de hegemonizarla y que se caracterizó por su masividad y por la radicalidad de algunas de las exigencias de los manifestantes. En el acto de cierre de la manifestación hablaron conocidos burócratas medios, así como dirigentes de Attac y, paradojalmente , del PDS, partido que en Berlín viene implementando junto al SPD las políticas de recorte en esa ciudad y que en el último tiempo ha visto como grupos de estudiantes, cuyas movilizaciones representan, en cierto sentido, la continuidad del movimiento antiguerra tanto por su composición social como por sus consignas, ocupaban su local partidario en Berlín a modo de protesta y denuncia de la cogestión y de las reformas pactadas por el SPD y el PDS.

El hecho de que sectores de la socialdemocracia hayan apoyado el llamado a la manifestación representó el intento de bajarle el perfil a la misma y tratar de canalizar la rabia de amplios sectores de las masas llevándolas a aguas más tranquilas. Sin embargo, en términos de subjetividad obrera, estamos ante un proceso embrionario de acumulación de fuerzas en pos de los futuros combates que se librarán. Hasta el día de hoy, la potente burocracia sindical no ha perdido su rol hegemónico y, por ahora, ha logrado contener la rabia de los trabajadores. La marcha del 3 de abril, convocada por la Confederación Sindical Alemana (DGB) representó, en este sentido y a diferencia de la marcha del 1 de noviembre, el intento de canalizar y descomprimir la rabia de los trabajadores. Un vistazo a las consignas levantadas en esta manifestación y las declaraciones de los representantes sindicales da cuenta de lo contradictorio y embrionario del proceso de recomposición de la subjetividad obrera. Mientras que los sindicatos aún predican que “reformas y, si es necesario, recortes aseguran el futuro”, “la autonomía tarifaria es la herramienta para soluciones en el modelo (económico) alemán” o “queremos participar en preparar para el futuro la economía y la sociedad en Alemania, superar las debilidades sin tabús y fomentar la solidez” en las manifestaciones del 3 de abril en Berlín, Colonia y Stuttgart se podían ver algunas consignas muy progresivas, si bien no muy numerosas, como “le pedimos un favor a la CDU: agradezcan a Schröder con la militancia de honor”, “nosotros somos el pueblo – no los consorcios” y “Schröder se tiene que ir”.

Este tipo de consignas dan cuenta de lo contradictorio y lento que puede ser el proceso de recomposición de la subjetividad por parte de los trabajadores. Se trata, en resumen, de un proceso que acaba de comenzar. Bajo los golpes de la crisis económica que los patrones quieren descargar sobre las espaldas de las grandes masas, los trabajadores se verán obligados a buscar alternativas políticas que satisfagan sus intereses. Por ahora, grandes sectores del proletariado han comenzado a comprender que los intereses socialdemócratas no son los intereses de los explotados sino más bien la pata izquierda de la misma política impulsada por la CDU. Otros pocos empiezan a darse cuenta que es necesario otro partido que represente sus intereses en el parlamento, que da cuenta de un marcado carácter reformista del nivel de conciencia obrera y que indica que los trabajadores están aún muy lejos de desconfiar de la democracia burguesa y de sus instituciones. Por último, una ínfima minoría de la clase obrera comprende la necesidad de superar por medio de la revolución social el sistema capitalista. Lo novedoso de este proceso es que va acompañado de una debilitación de las instancias de mediación sindicales debido a la desafiliación de muchos de sus miembros y de una proliferación incipiente de organizaciones con carácter de frente único con una marcada tendencia a la independencia de las mediaciones políticas tradicionales como el SPD y aparentemente de izquierda como el PDS como son las coordinadoras contra los recortes.

Uno de los factores más importantes que juegan en favor del proletariado alemán es que, hasta ahora y salvo la derrota parcial de los metalúrgicos del Este de Alemania, que por su carácter corporativo no representa una derrota del proletariado en su conjunto, la fuerza del proletariado está relativamente intacta.
Los ataques burgueses y la política traidora de la burocracia sindical pretenden minar su capacidad de lucha rehuyendo una lucha abierta hasta no haber inclinado decisivamente la balanza de fuerzas a su favor. A esto se debe los temerosos pasos de la burguesía y de sus agencias que aún no han podido ponerse de acuerdo sobre el ritmo en que deben aplicarse las contra-reformas. Ni en la mismísima CDU existe consenso sobre cuál es la velocidad que habría que tomar para imponer las reformas.

Conferencia nacional de coordinadoras

Entre el 17 y18 de enero del 2004 se llevó a cabo una conferencia nacional de coordinadoras donde, entre otras cosas, se aprobó una resolución que critica la política de reformas del gobierno y donde se trazaron los próximos pasos a seguir.. En el podio de este encuentro, para el cual – dicho sea de paso – había que pagar entrada, se encontraban dirigentes sindicales medios y dirigentes de Attac.
La conferencia estaba dividida en talleres y una asamblea general y resolutiva al final de la conferencia. El taller encargado del tema de delinear las medidas a tomar para hacer frente a las políticas del gobierno llegó a un acuerdo en donde se estipulaban acciones de variada índole y además la huelga que representó uno de los puntos más controvertidos generando una gran discusión.
Los dirigentes de Attac presentes trataron, por todos los medios, de impedir que este punto fuera adoptado en la resolución final llegando incluso a amenazar de quitarle todo apoyo financiero a las coordinadoras. Aseguraron que no existía el consenso necesario en lo que se refería a esta medida.
Desde la galería la base de Attac comenzó a gritar que ellos (los dirigentes) no hablaban en nombre de las bases y que la decisión de estipular la huelga había sido discutida ampliamente en el taller correspondiente siendo adoptada casi por unanimidad. Después de un tira y afloja los participantes decidieron votar esta medida a la cual adhirió la mayoría de los presentes con el comprensible malestar de los dirigentes que estaban en el podio.

Este encuentro, si bien representa un paso adelante en la conformación de una oposición por fuera de las instancias tradicionales de conciliación de intereses tiene una gran debilidad: los sectores más radicales no han logrado o querido imponer una política alternativa a la propulsada por el ala derecha del movimiento antiglobal, Attac, o los sectores de „izquierda“ de la socialdemocracia, lo que se expresa en el hecho de que en la resolución no se haga mención al carácter nocivo de la política impulsada por la burocracia sindical ni mucho menos aún a un congreso de bases del DGB y del IG-Metall. Además, saludan el llamado a las jornadas europeas de protesta contra la política neoliberal y antiobrera de los gobiernos europeos a realizarse el próximo 2 y 3 de abril que apoya e impulsa el DGB sin llegar, sin embargo, a plantear la necesidad imperiosa de recuperar los sindicatos de manos de la burocracia y la huelga general ya.

La crisis de subjetividad por la que atraviesa el proletariado alemán y también mundial así como su confianza en el parlamentarismo y el gran prestigio de que aún goza el sistema democrático burgués son, en gran parte, factores que hoy juegan en contra del proletariado alemán. A esto hay que agregar la falta de un partido revolucionario capaz de aglutinar en sus filas a aquellos pequeños sectores de la vanguardia descontentos o siempre más desilusionados del parlamentarismo y el carácter corporativista de las luchas que agravan el proceso de atomización de la clase obrera en su conjunto.

La tendencia general actual tiende, en todo caso, a la formación de una vanguardia que está naciendo al calor de las luchas contra el ataque de corte neoliberal de la burguesía alemana y de sus gobiernos. La conciencia de esta vanguardia es proporcional a la intensidad de las luchas que se están librando en estos momentos y que aún no cuestionan a sus direcciones ni mucho menos el parlamentarismo ni la democracia burguesa y sus instituciones. Gran parte de la vanguardia aún tiene la ilusión de que la lucha que se está librando es para volver al „Estado de Bienestar“ y no contra su base: el capitalismo.
En este contexto, dejar que estos sectores se aboguen la tarea de construcción de un partido de izquierda sin desenmascarar el nefasto papel que cumplen las mediaciones reformistas en el seno del movimiento obrero representaría un gran error y, por qué no, un crimen político de proporciones para los revolucionarios clasistas.

Hoy por hoy es imprescindible luchar por la construcción de un partido clasista que prepare al proletariado para los próximos embates que se avecinan. Sería un error fatal adaptar el programa revolucionario al nivel de conciencia actual del proletariado en su conjunto que es reformista y tiene confianza en las instituciones burguesas como el parlamento y la ONU; la conciencia, el ánimo es un factor secundario – el factor primario es la situación objetiva. (...) Naturalmente no todos los trabajadores pueden comprenderlo (el programa). Sería bueno que en el próximo periodo la vanguardia lo comprendiera para después dirigirse a los trabajadores (...) .

A diferencia de aquellas corrientes que se reclaman del trotskismo como la IST y el CIO es necesario desenmascarar y luchar contra las agencias de la burguesía en el seno de la clase obrera como el SPD y el PDS, impulsores de las contra-reformas obreras, así como a todos aquellos que pretenden darle una sobrevida al reformismo y luchar por la absoluta independencia de las coordinadoras con respecto a éstos. En este sentido, consideramos una claudicación al reformismo el hecho de que la CIO y su sección nacional SAV (Alternativa Socialista Adelante) en su artículo “¿Cómo seguir después del 3 de abril? le exija “a los sindicalistas iniciadores de la Alternativa Electoral 2006 y los iniciadores de la Iniciativa Trabajo e Igualdad Social a unificar, lo más rápido posible, todas las fuerzas que quieran participar en la construcción de una alternativa política” sin hacer hincapie en la necesidad de construir una alternativa clasista y de oposición revolucionaria al reformismo. En forma parecida argumenta la IST con Linksruck cuando afirma que “(...) sindicalistas y críticos de la globalización han fundado una excelente iniciativa para la creación de un partido de izquierda. Todos los que rechazan la política de recortes de Schröder tendrían que apoyar esa iniciativa” .
El objetivo declarado de los propulsores de la Alternativa Electoral 2006 y de la Iniciativa Trabajo e Igualdad Social es crear un referente político parlamentario que llene el vacío dejado por el SPD después de su gobierno plantea a los revolucionarios la cuestión de qué partido necesitan los trabajadores. Los revolucionarios tienen el deber de luchar por la construcción de un partido revolucionario clasista e internacionalista que condene la conciliación de clases luchando por un programa socialista.

En el plano sindical es menester dar la lucha política en los sindicatos por una alternativa clasista y dejar atrás el carácter conciliacionista de la política de la burocracia. Es imprescindible convertir a los sindicatos en instrumentos de lucha contra el ataque de la burguesía. En este sentido, es necesario recuperar los sindicatos de las manos de las burocracias impulsando la unidad efectiva y no sólo formal de los asalariados – ocupados y desocupados – y de sus organizaciones dejando atrás la división corporativa de las mismas y, por consiguiente, de sus luchas y reivindicaciones, depurándolos de los falsos amigos como los sindicatos de policía que, en momentos de agudización de la lucha de clases – cuando la policía reprime a los obreros en lucha como en el caso de los metalúrgicos italianos – brillan por su ausencia.

Nosotros, por el contrario, pensamos que si bien es necesario dar la lucha por construir un partido de los trabajadores, también es necesario limpiar la paja del trigo. Sería un grave crimen crear ilusiones en alternativas electorales de carácter reformista y no preparar al proletariado para los futuros combates que se avecinan. Es menester de un partido revolucionario luchar por una conciencia de clases libre de reformismo y confianza en las instituciones burguesas.
La tarea para los revolucionarios clasistas hoy es luchar por construir un partido marxista revolucionario internacionalista en Alemania en el marco de la refundación de la IV° Internacional, partido en cuya construcción queremos participar.


     
 

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, LER-QI (Liga Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar