Irak

La estrategia guerrerista de los Estados Unidos al borde del abismo

 

Autor: Juan Chingo

Fecha: 13/5/2004

Fuente: LVO 139



En las últimas semanas la estrategia guerrerista de Washington en la llamada guerra contra el terrorismo y en particular la ocupación de Irak ha entrado en un punto crítico. La invasión de Irak y la rápida victoria militar habían permitido un importante avance estratégico de los Estados Unidos en el Medio Oriente y en el mundo musulmán. Esto se evidenciaba fundamentalmente en el giro de la posición del gobierno de Arabia Saudita, el principal sindicado por los atentados del 11/9 , que pasó decididamente a combatir activamente a las células de Al Qaeda; la posición más acomodaticia de Irán, una de las patas del “eje del mal” y en el comportamiento más moderado, a pesar de no estar en total control, del gobierno de Siria. Estos elementos, impensables previamente a la guerra de Irak, buscaban contener a largo plazo las tendencias radicalizadas del islamismo a la vez que asegurar los intereses geopolíticos de los Estados Unidos en esta región clave del mundo.
Sin embargo, la crisis de la ocupación iraquí puede llevar a un fracaso estratégico que revierta los avances logrados por los Estados Unidos en esta zona y deteriore la posición de éste en el mundo musulmán, con enormes implicancias a nivel internacional. Como dijo un analista en el Financial Times “Las circunstancias en la cual los Estados Unidos eventualmente dejen a Irak van a determinar su poder y su rol en el mundo en las décadas por venir”(Philip Stephens, 6/5/2004). La estrategia guerrerista del gobierno Bush se encuentra al borde del abismo. O Estados Unidos revierte rápidamente su situación o afronta la perspectiva ominosa de una derrota.

Faluja y Nayaf como puntos de inflexión

El fracaso y la falta de voluntad del ejército norteamericano de sofocar a sangre y fuego y en un combate casa por casa la insurgencia sunnita en Faluja y el levantamiento del Al-Sadr en Nayaf, constituyen un punto de inflexión en la actual ocupación de Irak. La imágen del ejército más poderoso de la tierra incapaz de lidiar con el desafío de algunos centenares de combatientes fue la demostración más evidente que alguno pudiera imaginar de los límites del poderío militar norteamericano. Como dice Anthony Cordesman, jefe de estrategia del Center for Strategic and International Studies recién llegado de Irak , el “curso de la pelea en Faluja y Najaf está siendo percibido en Irak y en el mundo árabe como una seria derrota norteamericana. Esto no es simplemente una cuestión de derribar algún aura de invencibilidad del ejército de los Estados Unidos, pero éste es un factor crítico.... los insurgentes iraquíes no tienen que ganar, ellos meramente tienen que demostrar una resistencia suficientemente determinada, con suficiente habilidad y coraje, para enviar una señal de que ellos son capaces de un esfuerzo determinado, fuerte y bien organizado. El total de norteamericanos, aliados y iraquíes amigos muertos y heridos ya alcanzan el punto donde ellos actúan como una virtual hoja de ruta para futuras batallas en Irak y en el resto del mundo. El resultado final es mostrar que una fuerza árabe asimétrica puede detener y posiblemente poner en caja al más fuerte poder militar en el mundo, que los árabes no son débiles ni pasivos y que los árabes pueden ‘recuperar su nación’” (“Faluja, Sadr y la erosión de la posición de los EEUU en Irak”, 30/4/2004).
Este cambio en la moral de las fuerzas iraquíes y del mundo árabe en general contrasta con la percepción del ejército y crecientemente de la población norteamericana que ve que la aventura iraquí no tiene una clara estrategia. Tan grave es la situación, que según el Washington Post, en el mismo Pentágono, los oficiales que trabajan sobre Irak, aunque tratan de mantener públicamente una buena cara, privadamente están pesimistas sobre la situación en Bagdad, llegando al extremo que en las discusiones sobre la política irakí se refieren a ella como “Es un Hombre Muerto Caminando”( “It’s ‘Dead Man Walking’”).
Es sobre esta sensación, de que las operaciones en Irak están fuera de control, que las revelaciones sobre los casos sistemáticos de abusos y torturas en la prisión de Abu Ghraib pueden significar un golpe mortal para la estrategia norteamericana y sobre todo del fundamental apoyo de la población a la guerra.

Falta de legitimidad y de un fuerte poder central

Los recientes levantamientos y la solución negociada alcanzada tanto en Faluja como en Nayaf, que implican la entrega de la seguridad a fuerzas locales iraquíes relacionadas de cierta manera con las fuerzas insurgentes, efectivamente han legitimado las posiciones duras de los sectores sunnitas y shiítas. Significan un duro golpe para la Autoridad Provisoria de la Coalición (CPA), el organismo liderado por el norteamericano Paul Bremer, encargado de formar el Consejo de Gobierno Interino y los amigos iraquíes de Washington y el Pentágono, como el exiliado Chalibi. En otras palabras, la capacidad de los Estados Unidos de alcanzar “legitimidad” ha sido fuertemente reducida precisamente en el momento que más la necesita para la transferencia del 30 de junio. Tan es así que este plan de Washington ha sido descrito como la “elección de gente selecta por gente selecta por Bremer”.
Para Anthony Cordesman, en este punto los Estados Unidos carecen de buenas opciones “otra que no sea brindar todo su esfuerzo político, de ayuda y de seguridad a los iraquíes moderados tan pronto como sea posible, y rezar que las Naciones Unidas puedan crear algún tipo de clima para la legitimidad política”.
Sin embargo, el fracaso de los Estados Unidos de desmantelar las numerosas milicias y ejércitos tribales privados, o integrar a éstos en un ejército nacional, reflejan cómo Irak se está partiendo frente a la ausencia de un fuerte gobierno central.
En este marco que nadie puede predecir cómo va a terminar, comienzan a barajarse otros planes. Ya hay una creciente discusión, que algunos en la Administración llaman el “plan B”, a pesar de que no existe como tal, de redibujar una división de Irak en tres mini estados débilmente unidos, tal vez una Confederación. En un reciente artículo en el New York Review of Books, que fue sorpresivamente altamente difundido en círculos militares que habitualmente no leen esta publicación, el ex embajador de los Estados Unidos en Croacia, Peter Galbraith, que ha estado asociado desde hace tiempo con los kurdos, planteo que “Irak no es salvable como estado unitario”, al tiempo que agregó “...una ruptura de Irak no es una posibilidad realista por el presente...” por la hostilidad de los países vecinos temerosos de demandas similares de autodeterminación de sus propias comunidades kurdas y shiítas. Este ex diplomático aboga por una fragmentación controlada, un sistema que recuerda el antiguo modelo de repúblicas yugoslavo en la constitución post-Tito, esto es, repúblicas autogobernadas, autosuficientes financieramente y con sus propias fuerzas policiales y militares y con un gobierno central débil, rotativo entre las republicas con responsabilidades limitadas en política exterior, política monetaria y alguna coordinación en la defensa. “Mientras los recursos serían propiedad de la repúblicas, algún reparto de las ganancias petroleras sería esencial, desde que una empobrecida región sunnita no está en el interés de nadie”(NYRB, Vol. 51, Num. 8, 13/5/2004).
Esta sería la mejor variante. El peligro es una ruptura sangrienta al estilo de los Balcanes con los kurdos, los sunnitas y los shiítas luchando por los territorios y recursos en disputa.

¿Hacia una derrota de los Estados Unidos?

La situación iraquí ha desencadenado una fuerte crisis política en Washington que ya ha prácticamente liquidado al no hace mucho tiempo fuerte secretario de defensa, Donald Rumsfeld y a su segundo, Paul Wolfowitz. Peor aún amenaza cada vez más ciertamente con costarle la presidencia a Bush.
Pero lo que está en juego es mucho más que eso. Robert Kagan y William Kristol, en el semanario estrella de los neoconservadores The Weekly Standar, escriben alarmados: “No sabemos cuan cerca el esfuerzo norteamericano en Irak puede estar de un irrecuperable fracaso....la pérdida de confianza de que la guerra es ganable va más allá del ala izquierda Demócrata o Republicanos aislacionistas. La administración Bush parece no reconocer cuan extendido, y cuan bipartidario, es la visión de que Irak ya está perdido o al borde de ser perdido. La administración en consecuencia podría no apreciar cuan cerca el conjunto de la nación está por pasarse decisivamente en contra de la guerra. En un sentido, no interesa si esta percepción de la situación en Irak de la población o de la élite es demasiado simplista o demasiado pesimista. Esta percepción, si persiste, podría destruir el apoyo a la guerra antes que los eventos en el terreno tengan una oportunidad de probarse equivocados” (Vol. 009, Num. 34, 17/5/2004).
Estos abiertos plumíferos neoconservadores plantean un dramático cambio de curso de la estrategia política y militar que revierta la actual trayectoria descendente, adelantando para septiembre de este año la convocatoria a elecciones con el objeto de reconducir las frustraciones y odios de los iraquíes hacia un nuevo tema, al tiempo que dejar sin excusas a Francia y Alemania para enviar tropas a Irak en apoyo a los comicios.
Otros analistas menos soñadores y más realistas plantean que el modelo de Nayaf y Faluja debe ser visto como un modelo de un acuerdo más general, en el cual las áreas populosas de Irak, al norte y el este del Eufrates, serían dejadas a los iraquíes que lidiarían con ellas mientras los Estados Unidos se moverían fuera de esta área del otro lado del Eufrates, donde pueden usar su presencia para influenciar los eventos en los países vecinos sin causar fricciones con los iraquíes. En otras palabras, los Estados Unidos dejarían la pacificación de Irak a los iraquíes convencidos de que ninguna cantidad de tropas pueden imponerse sobre la resistencia y la hostilidad de la población y rebajarían los objetivos demasiado ambiciosos de la guerra a la cuestión básica de que ningún estado de apoyo a Al Qaeda. Si esta división de tareas es factible está por verse. En el mejor de los casos suena difícil. Para los más fanáticos esta disminución de los objetivos y enfocarse sólo sobre la estabilidad de Irak es el taparrabos o la primera estación en el camino de llamar a una retirada.
Lo que sí está claro es que las próximas semanas son críticas. No sabemos si el gobierno de Bush, a pesar de mantener públicamente a Rumsfeld, esté revaluando su estrategia en Irak. Lo que sí está claro es que, como intentamos demostrar a través de la visión de parte de los más destacados analistas de política internacional de los países imperialistas, lo impensable – la derrota norteamericana en Irak- se está transformando en pensable.
Dejemos que uno de los máximos editorialistas del Financial Times, Martín Wolf, nos señale lo terrible que esto sería para el imperialismo norteamericano: “Es imposible de exagerar los peligros que sobrevendrían debido a un fracaso norteamericano en Irak: los fundamentalistas islámicos concluirían que ellos ahora han derrotado a una segunda superpotencia; los regímenes amigos serían socavados; y el prestigio norteamericano sería destruido. Irak no es otro Vietnam. Es mucho más peligroso que ello. Mientras que esta aventura nunca iba a ser tan peligrosa militarmente como aquella guerra, esta vez los dominós sí pueden caer. Un retiro norteamericano incontinente puede ser un momento decisivo en la relación entre los Estados Unidos y el mundo árabe, si no del mundo entero musulmán” (FT, 11/572004).
La situación que se está abriendo en Irak y en los Estados Unidos es el momento en que las fuerzas antiimperialistas de todo el mundo, la clase obrera, los campesinos y los pobres de los países semicoloniales junto a sus hermanos de clase, los trabajadores y la juventud no global de los países imperialistas, aprovechemos la crisis de la actual estrategia guerrerista del imperialismo norteamericano y apoyando a la resistencia nacional iraquíí demos pasos decisivos para paralizar y derrotar su maquinaria de guerra. Manos a la obra.


     
 

 

   
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