Irak

La farsa del “traspaso de la soberanía”

 

Autor: Claudia Cinatti y Juan Chingo

Fecha: 1/7/2004

Fuente: La Verdad Obrera 142


El 28 de junio, dos días antes de lo previsto y en una “ceremonia” clandestina tras los muros de la llamada “zona verde”, sede de la Autoridad de la Coalición encabezada por el virrey norteamericano Paul Bremer, sin permitir ni cámaras de TV que transmitieran en vivo, celulares y sin la menor fanfarria, se realizó el llamado “traspaso de soberanía” al nuevo gobierno títere iraquí. Este cambio de fecha demuestra el temor de Estados Unidos de que el “traspaso” se transformara en un blanco de ataques por parte de la resistencia iraquí, después de una semana en la que venían recrudeciendo las acciones contra las tropas de ocupación y sus colaboradores locales. En los días previos, los ataques de la resistencia dejaron más de 100 muertos en todo el país y cientos de heridos.

Una muestra del carácter farsesco del supuesto “trapaso de poder” es que Bush lo anunció en la cumbre de la OTAN antes incluso de que se enterara el pueblo iraquí que había asumido el nuevo gobierno de Allawi.
Las potencias imperialistas que se habían opuesto a la guerra como Francia y Alemania, y que ya habían dado su bendición a esta nueva fachada de la ocupación norteamericana en las Naciones Unidas, aceptaron que la OTAN entrene al futuro ejército iraquí. Aunque esto no modifica la situación en el terreno ya que se negaron a enviar tropas propias y a que ni siquiera el entrenamiento de los soldados iraquíes se haga en Irak.
Pero a pesar de este carácter esencialmente simbólico, para Bush es importante mostrar un frente más unido de las potencias imperialistas que le permita retomar la ofensiva en la campaña electoral por su reelección, seriamente cuestionada.

Un gobierno títere

Con el traspaso de “soberanía”, Estados Unidos cambió la administración colonial directa por un gobierno títere con el que Bush, con el aval de la ONU, pretende hacer creer que se “puso fin a la ocupación” y que ahora son los iraquíes los que gobiernan su país. Pero el engaño es evidente para millones de iraquíes, ya que este supuesto “gobierno soberano” se apoya en la presencia de alrededor de 140.000 soldados de la coalición que permanecerán en Irak como ejército de ocupación.
Ayad Allawi, el primer ministro nombrado directamente por EE.UU, fue colaborador de la CIA y de los servicios de inteligencia británicos desde los ’70, cuando rompió con el régimen de Hussein.
El nuevo gobierno, desde su nacimiento, está controlado y digitado por intereses norteamericanos, a los cuales responde. A cada ministerio se le asignó un “custodio” norteamericano que “asistirá” al gobierno en las decisiones fundamentales. Como informa el Washington Post del 27 de junio, Paul Bremer “nombró al menos veinte funcionarios gubernamentales iraquíes con contratos de varios años en un intento de promover sus conceptos de gobierno mucho después del traspaso de la autoridad política”. Y continúa planteando que un decreto emitido por la Autoridad de la Coalición obliga a que el asesor de seguridad nacional y el jefe de inteligencia que elija Allawi, tenga un mandato de cinco años, condicionando así el próximo gobierno que se supone debería surgir a fines del año próximo de “elecciones libres”, garantizando la continuidad del aparato represivo del estado.
Otra muestra de que este gobierno es una fachada de la ocupación es que incluso continuarán vigentes las disposiciones dictadas por Bremer, con las que se establece desde la nueva ley electoral que regirá la elección de la asamblea nacional en enero de 2005 hasta la proscripción de organizaciones políticas que estén asociadas a milicias armadas, lo que permite a EE.UU decidir quién puede participar o no del proceso electoral. Incluso Bremer deja como herencia una fuerte restricción a la libertad de prensa, ya que “prohíbe a la prensa iraquí transmitir o publicar material que pueda dañar la seguridad y el orden público”.
El último botón de muestra es que el gobierno iraquí dependerá totalmente de EE.UU para su financiamiento, creando un comité especial de monitoreo de fondos para la “reconstrucción” y para la “ayuda humanitaria”. A la vez el gobierno de Bush aseguró jugosos contratos, financiados con la renta petrolera iraquí, para las corporaciones multinacionales, como Halliburton, ligada al vicepresidente Dick Cheney.

Un intento para liquidar la resistencia

El objetivo tras la instauración del nuevo gobierno es intentar disminuir la exposición de las tropas imperialistas y que las tareas sucias para combatir a la resistencia recaigan más en los propios iraquíes, o en caso de intervenir brutalmente como durante el mes de abril en Falluja, sea bajo la “legitimidad” de las autoridades locales. En otras palabras busca ponerle una “cara iraquí” a las operaciones de contrainsurgencia. Al mismo tiempo, Allawi, por las relaciones que mantiene con el partido Baath, espera llegar a acuerdos con los remanentes del régimen de Hussein y reconstruir las fuerzas de seguridad.
Esta idea fue señalada por el propio primer ministro en un artículo de opinión publicado en el Washington Post el pasado 27 de junio, cuando anunció que la intención de su gobierno era “poner en pie fuerzas de contraterrorismo e inteligencia” y agregó que “se debería restaurar el honor de los ex oficiales iraquíes decentes, incluyendo a la policía y el ejército”.
Para llevar adelante la “tarea sucia” de combatir a la resistencia, el gobierno iraquí será asesorado y supervisado por el flamante embajador norteamericano John Negroponte, que estará al frente de la mayor embajada estadounidense en todo el mundo con alrededor de 4000 empleados. Este nefasto personaje, hasta hace unos días embajador ante las Naciones Unidas, jugó un rol clave en los ’80 cuando fue designado por el ex presidente Ronald Reagan para aplastar la revolución centroamericana. En 1981 Negroponte estableció en Honduras una base militar y de inteligencia desde donde EE.UU entrenaba a los “contras” nicaragüenses y a los escuadrones de la muerte de El Salvador. Por la “escuela” de Honduras también pasaron los represores de la dictadura argentina que ayudaban al entrenamiento de la contrainsurgencia.
Con semejante asesoramiento y la presencia de las tropas imperialistas, el gobierno de Allawi intentará liquidar la resistencia. Cuenta a su favor con que sectores medios de Bagdad, aterrorizados por la ola de ataques y secuestros, parecerían brindarle inicialmente su apoyo para su política de mano dura. También con un mayor respaldo internacional. Sin embargo su solidez contrarrevolucionaria está por verse. La patética entrega anticipada de la “soberanía”, eufemismo con que EE.UU presenta a su nuevo títere, no habla bien sobre su futuro. Si en los próximos meses la resistencia se radicaliza y continúan la falta de seguridad y las bajas entre los soldados norteamericanos en Irak, la operación de Bush se le puede volver en contra antes de las elecciones, sellando el destino no sólo del gobierno iraquí sino también de sus intentos reeleccionistas.



     
 

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, LER-QI (Liga Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar