Europa

Milagro en Milán

 

Autor: Manuela Cartosio

Fecha: 25/10/2003

Traductor: Lucas Pizzutti

Fuente: Il manifesto


Milagro en Milán: «Basta Berlusconi»
200.000. Más allá de las previsiones, la adhesián a la manifestación en Milán. Más allá de los “habituales” trabajadores de la industria, la plaza se llena sobre todo gracias a los de los servicios y los “precarios”.
Adiós al gobierno desde la capital lombarda: casi un aviso de desalojo al Cavaliere. La contrarreforma de los jubilaciones unifica el descontento y anula por el momento las divisiones sindicales.
MANUELA CARTOSIO
MILANO
Sorprendente Milán. Cgil, Cisl y Uil no apostaron particularmente, los grandes de los sindicatos hacían actos en otras ciudades. Y, en vez, la manifestación más grande contra la reforma de las jubilaciones y el presupuesto fue la de Milán, patria de Berlusconi. 200000, dice desde el palco en plaza Duomo el secretario de la CGIL Giorgio Roilo. ¿Lo dejamos en la mitad? Cien mil “reales” son también una cifra de grandes ocasiones, teniendo en cuenta que en el resto de la Lombardía hubieron otras 13 manifestaciones. El porqué del suceso se explica rápido: los trebajadores, siempre menos en Milán y en la periferia industrial, ayer no estaban solos en el clásico recorrido desde los bastiones desde Porta Venezia al Duomo. Eran solo una parte, y no la más consistente, de una marcha verdaderamente “general”, como lo era la huelga. Empleados, técnicos, empleados públicos, trbajadores de la sanidad y del comercio, profesores, estudiantes, centros sociales, trabajadores de la cadena. Todo el espectro del trabajo estaba bien represenbtado en una manifestación reforzada por los jubilados (tantos y despiertos como de costumbre) de los partidos de la oposición (más visibles que de costumbre), de las asociaciones grandes y pequeñs de los sindicatos de base. Y después estaban los del “gusano precario”, que se sabe de donde viende pero no donde terminará, 25 metros de paño verde que cubrían a m7uchachos y muchachas de las casas ocupadas. “El gusano caerá en su olla a tiempo indeterminado”
Muchísimas mujeres. Y esto también tiene explicación: La enmienda al proyecto previsional que a partir del 2008 borra de hecho las jubilaciones por vejez y las golpea en pleno, deshace el proyesto acariciado desde hace tiempo de retirarse antes de haber cumplido 60 años. Las empleadas municipales desfilaban con los carteles de la policía de tránsito para “parar” a Berlusconi. «No solo por hoy, de una vez por todas», precisa la señora Luisa. Ella “los pactos con la municipalidad de Milán” los ha respetado. Ha renunciado al salario más alto que tenía en una empresa privada para inclusive poder jubilarse un poco antes, “con 33 años de aportes, entendámonos, no con la jubilación especial”. Ahora el gobierno le dice que “no se puede”. El centro izquierda con la reforma Dini no había tenido la mano blanda “pero estos exageran”. Tina, empleada en la municipalidad de Corsico está en la misma situación: “40 años de aportes para que las mujeres se jubilen es una cosa terrible. No se tiene en cuenta el doble trabajo en casa y afuera.”. También las maestras mastican su amargura: “Me canso para tener protegida la clase ahora que tengo 50 años, imaginémonos a los 60”.

Berlusconi escribirá una carta a los italianos para explicarles cuanto es buena y justa su reforma al sistema jubilatorio. Los trabajadores del Instituto Nacional de Previsión Social le responden anticipadamente con una pancarta: “Querido Silvio: sobre las pensiones puedes mentirle a todos… a nosotros no”. Los albañiles, a través de una pancarta, le escriben a Maroni y a Berlusconi: los esperamos, tal vez en un día de lluvia en la obra así podrán ver “que mal que estamos y como arriesgamos nuestro pellejo”. Ida, jubilada de Cernusco sul Naviglio, manda a Berlusconi y sus socios a las llamas de octavo círculo dantesco, “al de los malhechores”. Ella hace las compras en los mercados de descuento y su ropa la compra solo en las ofertas. A los que son como Ida, la secretaria de la CISL Maria Grazia Fabrizio dedica un pasaje de su discurso en milanés: «Se da cuenta el gobierno que para 70000 el problema no es el salmón del Báltico, sino el vaso de leche». El secretario nacional de la UIL Adriano Musi cierra su discurso –ningún silbido, ningún aplauso-con un robótico «la unidad de hoy será la unidad de mañana». ¿Cuantos en la plaza estarán dispuestos a poner las manos en el fuego sobre que harán mañana Angeletti, y sobre toso Pezzotta? “Somos hombres de mundo y a Pezzota lo conocemos”, ironiza un delegado de la CGIL del Ente nacional de Hidrocarburos, «la reencontrada unidad me parece un poco postiza”. «Si el gobioerno le promete algo, Pezzotta afloja otra vez”, dice un obrero metalúrgico de Breda Energía que recalca “de todos modos yo haré huelga también el 7 de noviembre”. ¿Y los de la CISL confían en su secretario? Un delegado del Hotel Gallia no arriesga: «Somos tres grandes organizaciones sindicales debemos tener respeto recíproco. Esta huelga y esta manifestación demuestran que juntos tenemos una gran fuerza, no la dispersemos”. Las jubilaciones son una cosa muy importante para cualquier sindicato, asegura un delegado CISL de la Fernet Branca, “Pezzotta no puede aflojar”. Y si afloja, comenta con toda libertad uno del SICET Inquilini “es un idiota”. Honestamente, estamos obligados a decir que algunos, más que la posibilidad de que Pezzotta se de vuelta, teme las cuchilladas por la espalda de la centroizquierda. Como Ornella, empleada en una casa editorial: “Luchamos, pero es como estar parado en una sola pierna”.








     

 

   
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