Economía y Politica Internacionales

Washington no debe determinar la agenda mundial

 

Autor: Jefrey Sachs*

Fecha: 29/10/2003

Fuente: Financial Times



Concentrado en su lucha anti terrorista, EE.UU. no se ocupa lo suficiente de otros males que abunda en el planeta como la pobreza, la contaminación y las enfermedades

Hasta ahora, el reto más fuerte al que se enfrenta el mundo hoy en día es el mantener firmes los objetivos a largo plazo ante las apremiantes y desagradables divisiones sobre Irak y la guerra contra el terrorismo. Los problemas del Sida, la pobreza y la contaminación medioambiental no esperarán a un nuevo consenso sobre Irak u Oriente Medio.

En la desesperación por resolver la crisis de Irak, la administración de Bush está pregonando un plan de reconstrucción que, según las instituciones financieras internacionales, costará u$s 55.000 millones durante los próximos cuatro años. Al mismo tiempo, EE.UU. está hambriento de iniciativas internacionales sobre el control de la enfermedad, ayudas para el desarrollo y mejora del medio ambiente. Pero el consenso global no se conseguirá, ni se ganará la guerra al terrorismo partiendo de una estrecha agenda que contempla un solo asunto.

La administración de Bush parece olvidar que la guerra contra el terrorismo es una de las muchas guerras en las que hay que combatir. La tragedia del 11-S no debe restársele importancia, pero las 3.000 muertes que se produjeron ese día se superan con creces las que se producen en África, por niños que mueren de malaria, el Sida, tuberculosis, desnutrición y otras causas que pueden prevenirse y tratarse. ¿Por qué, entonces, está EE.UU. gastando menos de u$s 100 millones para combatir la malaria todos los años, mientras que destina esa misma cantidad multiplicada por mil (unos u$s 1.000 millones al año) a la guerra contra el terrorismo?

Aunque EE.UU. cuenta con menos del 5% de la población mundial y el terrorismo representa una pequeña parte de los problemas que empiezan a expandirse y que sufre el planeta, el resto del mundo ha permitido que Washington establezca el orden del día.

La administración Bush ve cada problema, de modo obsesivo, a través de los ojos del terror y, por tanto, considera que tiene excusa para no ocuparse de la lucha contra la pobreza, la contaminación medioambiental y las enfermedades. Lo paradójico es que si no se solucionan estos problemas, el terrorismo aumentará.

El resto del planeta no tiene que dejar que EE.UU. establezca el orden del día. De hecho, ya ha señalado sus prioridades en una serie de decisiones tomadas en los últimos años. Las Metas de Desarrollo del Milenio (MDG), adoptadas en septiembre de 2000, engloban una serie de objetivos de paliación de la pobreza. La Declaración de Doha, adoptada en octubre de 2001, establece las prioridades de las reformas del comercio que apoyarán el desarrollo internacional, equitativo y eficaz. La Conferencia Internacional sobre la Financiación del Desarrollo en Monterrey, en marzo de 2002, establece las obligaciones de los países contribuyentes a la financiación del desarrollo y el Plan de Implementación de Johannesburgo, de septiembre de 2002, especifica los objetivos internacionales para la regulación del medio ambiente.

Los países en vías de desarrollo, que suponen el 80% de la población mundial, necesitan tener poder de decisión. El Grupo de 20 países en vías de desarrollo demostraron, el mes pasado, durante las negociaciones comerciales en Cancún que pueden retener sus tierras en contra de injustas prácticas agrarias impuestas por los países ricos. No obstante, aún han de demostrar que son capaces de proponer un orden del día constructivo.

Las agencias de la ONU también son responsables de equilibrar el orden del día internacional. Esto se aplica también al FMI y el Banco Mundial. La financiación es imprescindible para ganar las batallas contra la pobreza, las enfermedades y la contaminación medio ambiental.

*Director del Earth Institute de la Universidad de Columbia

Publicado por El Cronista de Argentina.



     

 

   
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