Irak, Medio Oriente y Asia

La Ofensiva de Ramadán

 

Autor: Editorial

Fecha: 1/11/2003

Traductor: Isidoro, especial para PI

Fuente: Washington Post


Dirigidos durante la celebración musulmana de Ramadán, la serie de bombardeos suicidas y otros ataques por parte de los enemigos de la coalición conducida por EE.UU. en Irak esta semana probablemente pretenda tener el mismo efecto que la ofensiva del Tet de 1968 en Vietnam: convencer a los americanos de que sus tropas están destinadas a una causa perdida y deben retirarse -- aún siendo que, en términos militares, ese no el caso. Se conoce, después de todo, que Saddam Husein ha estudiado la historia reciente de EE.UU. buscando ejemplos de cómo derrotar a la superpotencia, como lo han hecho los grupos terroristas islámicos que también se cree están operando en Irak. Los atentados hasta ahora llevados adelante en Bagdad y Fallujah, como aquellos del Tet, no presentan ninguna amenaza estratégica para la presencia militar de EE.UU.; también empalidecen al lado de aquellos de 1968, los cuales costaron la vida a más de 3.800 hombre en servicio de EE.UU. y a 14.000 civiles vietnamitas. Sin embargo, los bombardeos han choqueado a los iraquíes, intimidado a algunos posibles aliados y fortalecido las dudas en el congreso y la opinión pública acerca de la misión de Irak.

De todas formas, sería erróneo para los Estados Unidos concluir, como sus enemigos sin duda tienen la esperanza de que lo haga, que es tiempo de abrazar una estrategia de retirada. No hay bases para creer que las metas de EE.UU. de estabilizar Irak bajo un gobierno representativo no puedan ser alcanzadas. En gran parte del país hay poca violencia y las autoridades de la coalición tienen el apoyo de la mayoría de la población. Aún en Bagdad, ha habido un progreso constatable en los meses recientes: está disponible más energía, el toque de queda está levantado, las calles y los negocios están usualmente llenos. Más importante, la autoridad de la coalición y la mayoría de los iraquíes comparten la misma meta: transferir la autoridad a un gobierno soberano y reemplazar a las fuerzas de EE.UU. por fuerzas iraquíes tan rápido como pueda ser hecho de forma segura. El enemigo ofrece no una alternativa atractiva sino una agenda de crueldad corporizada en ataques sobre los trabajadores humanitarios de las Naciones Unidas y de la Cruz Roja Internacional. Esta es una brutal marca registrada de al Qaeda o de Saddam Husein, cuyo retorno tras los talones de las tropas de EE.UU. en retirada es el futuro que los iraquíes más temen.

El presidente Bush resumió la situación y su respuesta ayer en una frase de pena: "Es peligroso porque los terroristas quieren que nos vayamos, y no nos vamos a ir". También ofreció un conciso sumario de la estrategia de la administración: "sacarlos de raíz, que es lograr mejor inteligencia y conseguir más iraquíes comprometidos y tener a nuestros equipos de choque preparados para moverse". Las ideas son correctas, pero a la luz de la escalada sostenida de los atentados enemigos la pregunta es si las fuerzas de EE.UU. han desarrollado las tácticas y acaparado los recursos necesarios para la tarea. Más tropas, o más tropas capaces de llevar a cabo operaciones de contrainsurgencia, seguramente ayudarían; sin embargo, el pentágono parece estar más enfocado en reducir el número de tropas de EE.UU. antes de que arranque la campaña presidencial del año entrante. Una aceleración de los proyectos de desarrollo ganaría más corazones y mentes iraquíes, pero la administración todavía insiste en concentrar los contratos en manos americanas, aún retardando el trabajo. También es muy necesario el avance en el frente político, donde las disputas sobre como escribir una nueva constitución amenazan con crear un impasse. Más que oponerse a los fondos de reconstrucción o demandar un cronograma para la retirada, el congreso debería presionar a Bush sobre asuntos de este tipo. Afrontar una campaña de contrainsurgencia y reconstrucción más efectiva es la única forma responsable de responder a la ofensiva de Ramadán del enemigo.


     

 

   
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