Economía y Politica Internacionales

Las dos caras del hombre fuerte del Kremlin

 

Autor: Andrew Jack

Fecha: 5/11/2003

Fuente: Financial Times



Vladimir Putin muestra por un lado su perfil estatista y por el otro busca atraer inversiones extranjeras.

El presidente ruso busca convencer a Occidente de que la intervención estatal en la petrolera Yukos obedece sólo a razones legales y no a la intención de revertir las privatizaciones de los ’90


La semana pasada, en la cresta de la crisis política más grande de la presidencia de Vladimir Putin, dos apariciones que fueron televisadas ejemplificaron dos facetas muy distintos del líder ruso.

El lunes, inquieto y leyendo sus notas durante el inicio de la reunión de gabinete, desconcertó a las grandes empresas rusas al negarse a hacer comentarios sobre el avance de las investigaciones en el grupo petrolero Yukos, las cuales se cree tienen una causa política. Aclaró que apoya firmemente las acciones de los fiscales contra los principales accionistas de la compañía, entre los que se encuentra Mikhail Khodorkovsky, el CEO de Yukos, quien fue arrestado el sábado y el lunes renunció a su cargo.

El jueves, sonriendo y haciendo alarde de su dominio de los detalles, Putin calmó a los ansiosos representantes de los bancos de inversiones e instituciones financieras del extranjero. Expresó su compromiso con la continua reforma económica y la protección a los derechos a la propiedad privada. Sus oyentes occidentales se fueron de la reunión aparentemente impresionados, al menos en público, por sus palabras.

Los incidentes demuestran las dos caras de Putin. Una es un “estatista” cuyo carácter está influenciado por sus 15 años como agente de la KGB. Este lado de la personalidad del presidente es algo puritano, con una pizca de rencor. La otra cara es un encantador pragmático con inclinaciones liberales, un hombre que ve la necesidad de atraer inversiones extranjeras para ayudar a expandir la economía, dentro de límites controlables.

Pero Putin debería ser juzgado por sus actos, no por sus palabras o su estilo. La agresiva campaña contra Yukos que comenzó este verano boreal, con presiones provenientes de todos lados, fiscales y funcionarios de servicios especiales e importando poco las violaciones procesales aparentemente generalizadas, que huelen a KGB.

Pocos minutos antes de que los interlocutores de Putin llegaran al Kremlin el jueves, sus teléfonos celulares sonaban casi simultáneamente para advertir que los fiscales federales habían congelado 44% de las acciones de Yukos, porcentaje valuado muy por encima de u$s 1.000 millones, la cifra por la que se acusa a Khodorkovsky de haber estafado al Estado. Esa medida creó temores de que el gobierno de Putin revirtiera las privatizaciones de los noventa.

Ninguno de los financistas normalmente arrogantes se atrevió a hablar de ese delicado tema en un primer momento. Fue recién después de hacer preguntas durante una hora que uno mencionó el hecho.

En sus esfuerzos por enfatizar que el caso de Yukos no se extenderá más que Khodorkovsky y sus socios, Putin dejó deslizar que su personal había estado trabajando de cerca con la oficina del fiscal para asegurarse de que no se congelaran las acciones de nadie más. Así confirmó que él participó de cerca en los detalles de la campaña.

Una vez que los banqueros se habían ido, Putin anunció el reemplazo de Alexander Voloshin, jefe de la administración presidencial, por el hombre que había permanecido silencioso a su lado: Dmitry Medvedev.

Pero las designaciones de Putin, tanto de Medvedev como de Dmitry Kozak, el nuevo vice de Medvedev, son más ambiguas. Ellos afirman que él está influenciado, al menos por sus experiencias de principios de los noventa, cuando trabajaba con Anatoly Sobchak, el intendente de San Petersburgo, y campeón de la reforma democrática. Putin se unió al equipo de Sobchak cuando dejó la KGB en 1990, y se convirtió en el subgobernador de la ciudad.

Medvedev y Kozak pertenecen a una generación más joven que Putin, quien tiene 51 años. Al igual que Putin, ambos son abogados pero no se conocen vinculaciones con los servicios de seguridad. Los dos trabajaron con Putin en San Petersburgo y lo siguieron a Moscú para trabajar en el Kremlin en 1999.

Los nombramientos demuestran el duradero sentido de lealtad ya que recurrió a personas con las que trabajó más de una década. Pero también señalan las limitaciones del nuevo sistema que está tratando de construir.

Una de las principales tareas de Medvedev en el Kremlin durante los últimos cuatro años fue la reforma de Gazprom, el monopolio de gas estatal. Ayudó a que vuelva a estar bajo el firme control del Estado, recuperando activos que habían sido vendidos mediante acuerdos cuestionables. Pero los esfuerzos por reducir la ineficiencia, mejorar la transparencia e introducir la tan necesaria reforma siguen siendo modestos.

Kozak es considerado el arquitecto de las reformas legales de alto perfil que aplicó Putin, que según él, son para establecer “la dictadura de la ley”. Sin embargo, las técnicas utilizadas contra Khodorkovsky indican que acá también se progresó poco en la separación de la política de la ley.

“El presidente hizo su elección”, dice Boris Makarenko, un analista. “Estamos observando una reestructuración del poder más radical de lo que esperábamos, y la tendencia es negativa. La estrategia de Putin tenía dos componentes: ley y orden, y la reforma. Por ahora, al menos el componente de ley y orden está dominando y el proyecto de reforma está en problemas”.



Publicado por El Cronista (Argentina)


     

 

   
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