Europa

Francia: importante ruptura en la central sindical CFDT

 

Autor: Editorial

Fecha: 5/11/2003

Traductor: Alejandra G., especial para PI

Fuente: Les Echos


La caja de Pandora está abierta

Hubo una época en la CFDT [central sindical que firmó el acuerdo de las jubilaciones con el gobierno y que era una de las mayoritarias] en la que los "coucous" -expresión de Edmond Maire para designar a los grupúsculos izquierdistas- eran excluídos. Era el fin de los años '80. Los interesados no fueron a instalarse en otro nido, sino que crearon los suyos: los sindicatos Sud. Hoy, los que están en desacuerdo con la línea reformista de la confederación se van sin ser echados. Y eligen organizaciones existentes, principalmente la CGT y Sud. El regalo será sin duda apreciado en las próximas elecciones profesionales, aunque los dirigentes fraccionalistas no sean propietarios de votos. El riesgo es que lo sea menos en lo cotidiano. En efecto, la llegada de militantes contestatarios y antiliberales, muy marcados a extrema izquierda, nostálgicos de una CFDT que quería transformar la sociedad, no facilitará la evolución de la CGT. Contribuirá incluso a sembrar un poco más de granos de contestación radical en los medios sindicales, a imagen de lo que pasa en la esfera política.
La cuestión es también el porvenir del reformismo via una CFDT debilitada. La central, que aprobó estos últimos años las reformas más difíciles, -de la reforma Juppé de 1995 a la de Raffarin sobre las jubilaciones pasando por los acuerdos sobre los trabajadores del espectáculo-, no piensa cambiar de trayectoria. Pero ¿podrá mantenerse haciendo equilibrio en esta corniza cuando la reforma Fillon sobre la democracia social cambiará profundamente las reglas de los acuerdos contractuales por ramas y empresas?
En la última versión de su texto, el ministerio de trabajo ensanchó el campo de las negociaciones en las empresas para dejar a los partenaires sociales libres firmar acuerdos derogatorios en relación a la rama. Derogatorio, significa aceptar las disposiciones menos favorables sobre ciertos puntos a cambio de otras que lo son más. Semejante evolución exige sindicatos sólidos para apreciar la negociación propuesta, convencer a los asalariados y comprometerse. La CFDT y otras -las coaliciones varían considerablemente de una empresa a la otra- podrían hacerlo si el ministro de trabajo hubiera ido hasta el final estipulando que los acuerdos deben ser aprobados por sindicatos que representen la mayoría de los asalariados. En su lugar, queda en la fórmula de acuerdos los firmados por los minoritarios. Es a priori eregir los contestatarios en guardianes del templo, dar un arma a quienes no quieren comprometerse.
El objetivo del ministro es, evidentemente, otro: François Fillon apuesta a que semejante cambio en las reglas de negociación va a llevar poco a poco a la CGT a moverse. Nadie puede decir qué es lo que saldrá a término de la caja de Pandora así abierta. En en lo inmediato, se puede apostar a que los organizaciones dudarán en comprometerse o tomarán grandes riesgos. La CFDT en primer lugar.


     

 

   
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