Izquierda Marxista

Foro Social Europeo: dolores de crecimiento

 

Autor: Chris Nineham

Fecha: 6/11/2003

Traductor: Alejandra Ríos, especial para PI

Fuente: Socialist Review, Noviembre 2003


El movimiento ha alcanzado un momento crítico y el rol de los socialistas será clave en los debates del Foro Social Europeo.

La política en Francia está tensa. El gobierno derechista de Raffarin se anotó una victoria en el verano al aprobar la reforma de las pensiones. Con el presupuesto en rojo, están muy interesados en empujar para adelante el programa neoliberal. Pero luego de sólo 18 meses en el gobierno se han vuelto muy impopulares.

El creciente desempleo está causando un resentimiento generalizado y la muerte de 10 mil personas en la oleada de calor del verano generó un gran escándalo alrededor del estado de la salud y los servicios sociales. Pero el gran problema de Raffarin es la resistencia popular. Puede que el gobierno haya interceptado las huelgas de la primavera sobre las reformas del sistema de pensiones y la educación, pero en las huelgas participaron más trabajadores que en la gran revuelta del sector público de 1995. Al mismo tiempo la protesta de la cumbre del G8 en Evian atrajo a decenas de miles de activistas de todas partes de Francia y la gran concentración del movimiento en Larzac en agosto excedió las expectativas de todo el mundo.

Unas 300 mil personas viajaron al pequeño pueblo sureño de Larzac para dar la bienvenida ante la prematura liberación de la cárcel del activista anticapitalista José Bové.

Debates

Este callejón sin salida es el telón de fondo de los debates en el movimiento francés que van a continuarse a lo largo del Foro Social Europeo (FSE), y que tiene una resonancia para el movimiento en todo el continente.

Francia es el centro ideológico y organizativo de Attac, la red anticapitalista más grande in Europa. Desde Larzac la dirección francesa de Attac ha estado tratando de alejar al movimiento del creciente radicalismo de las organizaciones de base y ha tratado a su vez de distanciarlo de la izquierda. El presidente de Attac, Jacques Nikonoff, alega que la organización no debería identificarse mucho con la oleada de las luchas de los trabajadores: ‘Es importante que Attac sea visto como [una organización] humanista e independiente,’ dice Nikonoff. ‘Por cierto que participamos en política, pero no somos partisanos.’ Nikonoff lanzó una serie de ataques a la extrema izquierda en un artículo en Libération: ‘Algunas veces el movimiento adquiere una imagen izquierdista. Esto pasa cuando hay violencia en las manifestaciones, cuando frases como “radicalización” y “desobediencia civil” son difundidas sin ninguna discusión seria ni contenido, o cuando la consigna “salir a la calle” se levanta día por medio.’

Además de calumniar a la izquierda, su campaña resta en una peculiar interpretación de la historia reciente del movimiento. El presidente honorario de Attac, Bernard Cassen, argumenta que la izquierda exagera la radicalización de la sociedad. Para Cassen el fracaso de la izquierda en lograr avanzar en las elecciones en España y en Italia en la primavera muestra que ‘no hay correlación entre la cantidad de manifestantes y el nivel de radicalización en una sociedad dada’. Específicamente, ‘las marchas por un solo punto (contra la guerra en particular) no significa que esos manifestantes extienden su conciencia política a propuestas más generales, como ser la necesidad de luchar contra la globalización encabezada por las multinacionales.’

Las conclusiones prácticas parecen destinadas a devaluar la movilización. Además de minimizar la importancia de las manifestaciones de masas, Cassen ve con agrado que el FSE se realice cada dos años. Dado el nivel de evolución del movimiento, esto desconectaría a los foros de lo que es el corazón mismo del movimiento. Revertiría el proceso de participación de intelectuales críticos, activistas de ONGs, líderes sindicales y demás en los amplios debates del movimiento. Para Cassen la principal tarea de los activistas es educación: ‘Creo que todavía no existen masas críticas con conciencia política para dar un gran salto adelante.’

A tan poco tiempo de las movilizaciones contra la guerra que rompieron todos los récord previos y de las grandes protestas francesas contra el neoliberalismo estas declaraciones parecen algo contumaz.

Cassen y compañía van en contra de toda la evidencia disponible cuando argumentan que la guerra es un ‘punto solo’. El proyecto por un nuevo siglo americano es precisamente un apoyo militar para la dominación de las corporaciones norteamericanas. El hecho de que la gente reconozca este vínculo es una de las razones por las cuales hay tanta oposición a la guerra. Esa es la razón por la cual la palabra imperialismo ha vuelto a ser de uso popular. Muchas de las primeras movilizaciones del movimiento – las 300 mil personas que marcharon en Barcelona el pasado mes de marzo o el millón que marchó en Florencia en el FSE del año pasado – han sido explícitamente contra el neoliberalismo y la guerra.

La carrera belicista ha provocado tanto enojo porque es la expresión más extrema del deseo de quienes nos dominan de poner las ganancias y las multinacionales por encima de la vida de la gente común. Y hay bastante evidencia de que el movimiento contra la guerra fue en realidad una plataforma de lanzamiento para acciones contra el programa neoliberal. Los activistas de Attac de Alemania han señalado que muchos de los jóvenes, que han sido los primeros en salir a las calles a protestar contra las reformas sociales de Schröeder en la primavera, se han sumado al movimiento contra la guerra. Activistas en Cancún insisten que la revuelta contra la OMC no pudo haber sucedido sin la inspiración del 15 de febrero.

Daños

El movimiento contra la guerra no frenó el ataque a Irak, pero hizo bastante daño a los belicosos. Esto necesita ser subrayado porque hay pesimismo en sectores del movimiento que pueden conceder credibilidad al argumento Cassen/Nikonoff. El gobierno de Blair ha estado tambaleándose desde las grandes manifestaciones – las encuestas muestran que en este momento en Gran Bretaña la mayoría de la población está en contra de la guerra y quieren que Blair se vaya. En Estados Unidos las cifras de las encuestas sobre Bush están cayendo en tropel y la ocupación en Irak es un desastre tal que ha tenido que marginar al jefe de los halcones Donald Rumsfeld. Mientras tanto el movimiento anticapitalista continúa gozando de un apoyo masivo Una reciente encuesta conducida en 25 países por la Fundación Económica Mundial descubrió que en estos 25 países la mayoría de la población apoyaba las manifestaciones contra la globalización de las corporaciones siempre y cuando estas sean pacíficas.

Necesitamos hacer un serio debate en el FSE de París. Que el movimiento haya crecido y esté amenazando el control de los neoliberales precisamente significa que hay cuestiones muy importantes para tratar. La primera tiene que ser, ¿cómo hacemos para salir adelante en esta situación?

Hubo huelgas nacionales contra los ataques neoliberales o contra la guerra en Alemania, Francia, Grecia, España e Italia. En Gran Bretaña hemos visto una participación sin precedente de los sindicatos en las movilizaciones contra la guerra. Estas movilizaciones han hecho temblar a los gobiernos y ha hecho que mucha gente ganara fuerzas y desafíe la lógica del mercado imperante. Los maestros franceses en huelga han demostrado que ellos eran parte del movimiento anticapitalista al mostrar las banderas donde se leía ‘No queremos este [sus] tipo de reformas – no queremos vivir en este [su] tipo de mundo’’.

El FSE tiene un amplio apoyo sindical y hay una seria movida por hacer en París un llamado a un ‘15 de febrero social’, un día de acción a lo largo y ancho de Europa contra el programa liberal que la Unión Europea y sus gobiernos están imponiendo. Mas allá de que esta idea cuaje o no, París será una gran oportunidad para pelear por la necesidad de llevar nuestras ideas radicales al seno del movimiento obrero.

No hay nada inevitable sobre esto. La política autonomista que influencia secciones del movimiento obstruye la participación de los trabajadores. El mes pasado 250 mil personas marcharon en Roma – la mayoría activistas sindicales – contra la constitución de la Unión Europea propuesta. Al mismo tiempo los movimientos sociales organizaron una marcha aparte de 50 mil personas en el sur de Roma. Presentada esta como la más militante, en realidad se dio una orquestada confrontación con la policía, lo que quiere decir que durante ese día el movimiento estuvo dividido.

Otra tarea clave para el FSE es proponer alternativas. Hay un peligro, puede abrirse una brecha entre el espíritu y dinamismo de las bases del movimiento y el pensamiento político que domina las estructuras formales. Es muy difícil que la revitalizada socialdemocracia propuesta por los cassenistas despierte algún entusiasmo. De hecho es muy improbable que se llegue a materializar ya que se nos dice que todo acercamiento con los socialdemócratas depende de que nosotros les demos la espalda al radicalismo. Mientras tanto los autonomistas evitan desarrollar cualquier visión social o política por respeto a la espontaneidad del movimiento. Si no empezamos a desarrollar una política alternativa con una real credibilidad dejaremos el terreno abierto a distintas versiones de la tercera vía por un lado y a la extrema derecha por el otro, y nuestro fracaso se volverá un peso para el movimiento mismo.

La explosión del movimiento en las calles a principios de este año y la contraofensiva pública por parte de algunos de los miembros de la dirección de Attac ha creado una real conmoción en el movimiento francés. Varias figuras claves están protestando contra los argumentos divisionistas y derrotistas de Cassen y Nikonoff. Los socialistas tenemos un rol importante que jugar para ayudar en la elaboración del camino a seguir por el movimiento en este momento crítico.


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