Izquierda Marxista

La fuerza del cambio

 

Autor: John Rees

Fecha: 6/11/2003

Traductor: Alejandra Ríos, especial para PI

Fuente: Socialist Review


A menos que ayudemos a elaborar una alternativa política al Laborismo, echaremos a perder los grandes progresos hechos por el movimiento contra la guerra.

¿Cuál es el balance de fuerzas entre la izquierda y el gobierno?

La guerra es el tema central. En este punto el gobierno está en mala forma. La ocupación de Irak es un sangriento desastre. La resistencia a las tropas estadounidenses y británica aumenta día a día. El gobierno laborista ha perdido a su vocero de prensa más poderoso, Alistair Campbell, y es muy probable que pierda a su ministro de defensa. Los niveles de aprobación a la política de Blair decayeron de menos 17 a menos 28 puntos. Una encuesta en la que le preguntaban a la gente si creía que el primer ministro decía la verdad o no, le dieron un índice más bajo que a Pinocho – apenas un 6%. Y en Gran Bretaña, al igual que en Estados Unidos, la mayoría cree que la guerra en Irak no estaba justificada.

Más fuertes

Los belicosos están en problemas y los activistas del movimiento contra la guerra están más fuertes que nunca. La coalición Stop the War movilizó a más de 100 mil personas el 27 de Septiembre en una marcha contra el gobierno. A pesar de todos los comentarios – de parte de la izquierda también – que decían que el movimiento contra la guerra había desaparecido de la calle, se ha visto que el movimiento sigue atrayendo a un grupo numeroso y muy comprometido. La última vez que se hicieron tales tipos de críticas fue cuando Stop the War llamó a una movilización en la primavera del 2002, en el medio de las guerras de Afganistán y de Irak. En ese momento se manifestaron 20 mil personas, a pesar del escepticismo de muchos en la izquierda que pensaban que la participación iba a ser escasa porque la guerra en Afganistán había terminado con una victoria militar de Estados Unidos. La comparación de la figuras indica que la base de la coalición Stop the War es en la actualidad cinco veces más grande que en 2002.

La alianza con las otras organizaciones que llamaron a la marcha del 27 de septiembre – la Campaña por el Desarme Nuclear y la Asociación Musulmana de Gran Bretaña – se ha fortalecido; y el nivel de apoyo de los sindicatos ha aumentado considerablemente. Este año la TUC (Confederación Sindical de Gran Bretaña) aprobó una enérgica moción contra la guerra en línea con la política de Stop the War por primera vez.

Precisamente en un momento como este el gobierno eligió invitar a George Bush a Gran Bretaña para una visita de estado a mediados de noviembre, preparando el escenario para un enfrentamiento con el movimiento contra la guerra. La importancia de las manifestaciones durante la visita del presidente Bush está resaltada por cómo el gobierno está tratando de reagrupar sus fuerzas por otras vías.

Si el gobierno está en problemas sobre el tema de Irak, sus gerentes se sienten seguros por cómo se está manejando con el grupo de sindicalistas rebeldes. El conflicto de los bomberos (FBU) fue en gran parte una victoria para el gobierno. Quienes apoyaban al gobierno estaban totalmente satisfechos por la destitución de Mick Rix como líder de Aslef (sindicato de los maquinistas ferroviarios). En el balotaje nacional del sindicato CWU (que agrupa a los trabajadores del correo) se perdió la moción de ir a la huelga, sin embargo este resultado fue redimido con una huelga no oficial en Oxford y Wolverhampton y en Londres.

Pero el mejor día para el gobierno, de hecho su único día bueno en el tema de Irak desde que cayera la estatua de Saddam en Baghdad, fue en la conferencia del partido Laborista. Cuatro de los sindicatos más grandes bajo el liderazgo de Derek Simpson del sindicato Amicus (ingenieros y electrónicos) se negaron a dar prioridad a la moción sobre Irak. Como consecuencia, el principal asunto de la política nacional e internacional por los últimos 12 meses no pudo ser votado en la Conferencia del Parido Laborista. La derrota en el tema de la financiación privada de los hospitales nunca podría tener el mismo impacto que hubiese tenido una derrota de la moción sobre Irak. La izquierda de conjunto, tanto adentro como fuera del partido laborista, sufrió como resultado de esto. Incluso el discurso de Gordon Brown (ministro de economía) con el contenido “quiero ser el líder” quedó varado. No hubo ninguna fuerza que hiciera que Tony Blair se viera en necesidad de retirarse prematuramente, y el propio discurso de Blair recuperó la iniciativa de la conferencia.

El resultado fue que, aunque Blair no está cerca de ganar el argumento sobre la guerra en Irak, emergió de la conferencia del Partido Laborista sintiéndose con la confianza que una mayoría de los delegados de los distritos lo apoyaban, y que los sindicatos más importantes eran al menos lo suficientemente leales como para hacerse a un lado en los temas cruciales.

Esta debacle significa que la política de “recuperar al laborismo” suene muy hueca. Pero existe un gran peligro. Cuanto más tiempo el gobierno continúa alienando y desilusionando a quienes lo apoyan y mientras el grupo que plantea ‘recuperar el laborismo’ defiende seguir estando dentro del partido sin obtener ninguna conquista, más se retrasará el nacimiento de una real alternativa al Nuevo Laborismo. Y cuanto más se retrase el nacimiento de dicha alternativa, otras fuerzas políticas como los Demócratas Liberales y el BNP (grupo de derecha pro-nazi) avanzarán más para llenar el vacío.

Otro tema serio es que si no se empieza a elaborar una política alternativa, los acuerdos laborales que negocian los laboristas en los sindicatos afectarán la confianza y la combatividad del movimiento de masas. El ánimo radicalizado alrededor del tema de la guerra también se expresó en el conflicto del FBU y se está expresando en la disputa del correo. Pero si no hay una dirección política cuyo primer interés sea promover acciones en las bases y no la lealtad al gobierno laborista, habrá más fracasos y negociaciones desfavorables. Esto, en última instancia, también minimizará el movimiento de masas. O el movimiento de masas levanta la palanca de la lucha sindical o los acuerdos del grupo pro-laboristas podrán un límite al reavivamiento de los sindicatos y reducirán la radicalización política general.

Politizados

Por esto la cuestión de formar una dirección política alternativa basada en el movimiento de masas es tan crítica. Las fuerzas agrupadas por el movimiento contra la guerra tienen la capacidad de hacerlo. Los sindicatos del sector ferroviario y del transporte (RMT) y de los trabajadores del sector público (PCS) ya tienen direcciones que rompieron con el laborismo. Hay muchos miembros de la comunidad musulmana que se han politizado debido a la guerra. La victoria del candidato de la Socialist Alliance, Michael Lavalette, en las elecciones de las autoridades locales del distrito de Preston muestra cuantas personas están dispuestas a trabajar con la izquierda. La expulsión de George Galloway del partido laborista significará que muchos activistas concluirán que el Nuevo Laborismo es irreformable. Y Galloway mismo ha dicho que si el partido laborista no puede ser recuperado, entonces es hora de empezar a construir una alternativa unitaria de la izquierda. Otras figuras importantes en la izquierda como el periodista George Monbiot y el cineasta Ken Loach han estado haciendo una activa campaña para formar tal alternativa. La política de la Socialist Alliance desde su última conferencia, expresada en su último folleto es trabajar activamente para promover dicha plataforma amplia para desafiar al Nuevo Laborismo.

Tal coalición podría superar la falta de peso real, y que ha sido un obstáculo, para el desarrollo de la Socialist Alliance. Podría presentarse en las próximas elecciones para el gobierno de la ciudad de Londres y para el parlamento europeo del mes de junio con perspectivas de éxito reales. Incluso las reuniones y los actos públicos que se podrían llamar crearían una audiencia para las ideas radicales que llegarían más lejos que el actual espacio de la izquierda. En los últimos años hubo actos con gran participación alrededor del tema anticapitalista y el antimperialismo. Pero debido al declive del Partido Comunista y de la izquierda del laborismo en los 20 años precedentes, las ideas de un movimiento de trabajadores y del socialismo no están por el momento ampliamente aceptadas. Esta es una oportunidad para revertir tal déficit.

Pero de manera más inmediata la izquierda necesita asegurarse que el espectro político gire a la izquierda con las movilizaciones contra Bush y el lanzamiento exitoso de una nueva plataforma de la izquierda. Si no hacemos esto, dicho fracaso de dirección permitirá que la iniciativa pase de vuelta a manos del gobierno. Y si esto pasa, el fracaso actual y futuros del gobierno de Blair llevará a una mayor desmoralización y a conquistas para la derecha.

Para que esta perspectiva funcione, se necesita una clara y consecuente orientación por parte del SWP y la Socialist Alliance. Son los miembros de estas organizaciones quienes tienen la mayor presencia organizada por fuera del Partido Laborista. Tenemos que ser claros con nosotros mismos, la continuación de una amplia cooperación con los miembros del laborismo en la coalición Stop the War y la organización por separado de construir una alternativa al Nuevo Laborismo es no sólo posible sino deseable.

Por la misma razón, la venta del periódico y el mantenimiento de una organización revolucionaria como el SWP no es sólo compatible con la formación de movimientos más amplios, es una precondición para dicho éxito. Los argumentos de táctica y estratégicos presentados por el SWP dentro de la coalición Stop the War se han basado en un marco mucho más amplio de experiencia histórica y análisis marxista. Dichos argumentos nunca hubieran sido aceptados si otros no hubiesen llegado a las mismas conclusiones, con frecuencias desde perspectivas bastante distintas. Pero las mismas no hubiesen sido tan influyentes, ni hubiesen sido traducidas en acción tan efectivamente, de no haber habido un grupo de socialistas organizados, deseosos de plantear dichos argumentos y ponerlos en la práctica. De esta forma una organización revolucionaria dispuesta a trabajar con otros de una forma no sectaria puede luchar por los intereses del movimiento de conjunto y también fortalecer el cuerpo de socialistas firmes que se oponen al sistema de conjunto.

Para poner manos a la obra en dicha tarea, los socialistas necesitan contactar a los miembros del RMT y de otros sindicatos, simpatizantes de Stop the War, activistas de la comunidad musulmana en el movimiento contra la guerra, simpatizantes del Partido Laborista y muchos otros para empezar las discusiones sobre cómo podemos formar una alternativa al Nuevo Laborismo que tenga una amplia base.


     

 

   
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