Irak, Medio Oriente y Asia

¿Cómo evitar la “vietnamización” de Irak?

 

Autor: Stan Crock

Fecha: 6/11/2003

Traductor: Claudia C., especial para PI

Fuente: Business Week


La administración Bush necesita nuevas tácticas y mejores argumentos para ganar los corazones y las mentes, tanto en la zona de combate como en Estados Unidos.
Desde un punto de vista puramente militar, el Pentágono nunca quiso entrar realmente en una pelea justa. Lo que prefieren los almirantes y los generales, por supuesto, es la superioridad tecnológica y numérica para darle a las fuerzas norteamericanas una ventaja abrumadora en el campo de batalla. Ese dominio hizo que la invasión a Irak para echar a Saddam Hussein pareciera bastante fácil. Ahora, las tropas norteamericanas enfrentan a un enemigo más formidable: los insurgentes iraquíes, para quienes sólo provocar un caos cotidiano es ya una victoria en sí mismo. El poderío norteamericano no tiene ventaja en esta pelea.
Washington quiere frenar la violencia y extirpar de raíz a las guerrillas, un desafío desalentador. Los objetivos de las fuerzas hostiles son simples: socavar el apoyo público en Estados Unidos para la operación iraquí e incitar el temor en los corazomes de los iraquíes de que Saddam y el partido Baath que gobernaron Irak durante 30 años regresarán. Si tomamos esto como medida, los insurgentes claramente están ganando. Las encuestas muestran que el apoyo público para la misión iraquí está declinando en un momento en que parece que la violencia está escalando.
Todo esto trae el espectro para George Bush de otro Vietnam, políticamente si no militarmente –pérdida de confianza en un líder norteamericano a causa de los titulares de los diarios- tomar los ataques sin tener en cuenta todo el cuadro de situación en el terreno.

Sin retorno

Irak no es Vietnam, aunque no por mucho. Y para disipar el espectro, la Casa Blanca tendrá que encontrar la forma de explotar las diferencias considerables entre los dos conflictos. A diferencia de Vietnam el apoyo público para los insurgentes no es amplio, como era el apoyo para el Viet Cong. La mayoría de los chiitas, kurdos e incluso clanes sunitas que no estaban con Saddam no quieren verlo a él y a sus asesinos de nuevo en el poder.
Efectivamente, el asesinato de tantos iraquíes en los últimos ataques demuestra la dureza que puede esperar el país si retornara el régimen derrocado. Ahora el truco para las tropas norteamericanas es capitalizar ese aislamiento de los atacantes.
Esto requerirá una importante reformulación de la tácticas y la estrategia. Enviar más tropas al país no ayudará mucho por la simple razón de que los generales no tienen la suficiente información de inteligencia para darle a las tropas adicionales misiones útiles.

El modelo de Belfast

Sin embargo existe otra opción. Una posibilidad: dejar que los iraquíes vigilen el norte kurdo y el sur chiitas relativamente calmos. Esto alentaría a los iraquíes y los haría sentir menos enojados y frustrados con los ocupantes norteamericanos, permitiendo a los comandantes norteamericanos concentrar sus fuerzas donde está realmente el problema: en las áreas sunitas.
Los soldados no deberían derribar puertas en zonas amigables. Eso aliena a sectores que potencialmente pueden apoyarnos. Hay que sacar a las tropas norteamericanas de esas áreas amigables y concentrarlas en los lugares que siguen siendo recalcitrantes. Aquí los norteamericanos deben ser incluso más duros, imponiendo una virtual clausura de las zonas. Una analogía posible es Belfast bajo el control de los británicos, cuyas tropas impusieron estrictos controles de seguridad. Hacer que todos en Irak sepan que Estados Unidos es serio.
Pero incluso con un mayor control concentrando las fuerzas de contrainsurgencia y aplastando a los “tipos malos”, esta misión no será fácil de cumplir. Consideremos por ejemplo un enfrentamiento cerca de la frontera con Siria no hace mucho tiempo atrás. Los soldados norteamericanos enfrentaron a 75 guerrileros vestidos de negro. Pero ellos no abandonaron la pelea cuando 20, 30, 40 o 70 ya habían muerto. Pelearon hasta el último hombre, incluso cuando ya estaba claro cuál iba a ser el resultado.

Un futuro mejor

Presumiblemente estos guerrilleros no iban a abandonar la pelea hasta no tener la oportunidad de matar a un norteamericano. El hecho de que las fuerzas norteamericanas no hayan sufrido bajas no atenuó su animosidad. Pelear contra este tipo de determinación aumenta y magnifica el riesgo que enfrenta Estados Unidos.
¿Hay alguna esperanza? Algunos expertos piensan que el tiempo está del lado de Estados Unidos. En la medida en que se repare más infraestructura, que el petróleo y otras actividades comerciales regresen a la normalidad y que más iraquíes comunes apuesten a la estabilidad y el crecimiento económico, la dinámica podría cambiar a favor de Washington. Los insurgentes ofrecen la violencia ahora, mientras que Estados Unidos y sus aliados ofrecen un futuro mejor aunque distante.
La gran pregunta es ¿los norteamericanos y los iraquíes tendrán la paciencia para esperar este resultado? Para asegurarse que la tengan, Bush tendrá que ofrecerles a ambos argumentos mucho más efectivos.


     

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, LER-QI (Liga Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar