EEUU

Las engañosas políticas fiscales de Bush

 

Autor: Paul Krugman

Fecha: 12/11/2003

Traductor: Celeste Murillo, especial para P.I.

Fuente: New York Times


Princeton, New Jersey. La ayer absurda teoría sobre la conspiración de la administración Bush tiene la costumbre de volverse sabiduría popular de hoy. ¿Recuerda cuando la gente fue ridiculizada por decir que el Vicepresidente Dick Cheney y el Subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, ansiosos por ir a la guerra, exageraron la amenaza de Irak?

Muchos analistas reconocen ahora que la administración nunca tuvo intención alguna de seguir una política fiscal convencionalmente responsable. En lugar de eso, sus recortes de impuestos siempre fueron pensados como una manera de aplicar la estrategia radical conocida como "matar de hambre a la bestia," que ve los déficit de presupuesto como algo bueno, una manera de asfixiar el gasto del gobierno. ¿Mencioné que la administración planea otro recorte de impuestos a largo plazo el año próximo?

Los partidarios de la estrategia “matar de hambre a la bestia” tienden a hablar en forma abstracta del "gobierno grande". Pero de hecho, asfixiar el gasto del gobierno casi siempre significa reducir o eliminar servicios que las personas quieren realmente (aunque no necesariamente los programas tengan el valor de su costo). Y ya que el martes fue el Día del Veterano, hablemos de cómo la gran asfixia del gasto puede estar perjudicando a un grupo sorprendente: los soldados de la nación.

Uno de los principales puntos de la campaña del presidente George W. Bush en el 2000 fue su promesa de mejorar la vida de los soldados de EEUU -y los votos del ejército fueron cruciales para su éxito. Pero en estos días parte de las críticas más duras a la administración Bush vienen de publicaciones que apuntan a un público militar.

Por ejemplo, la edición de Army Times de la semana pasada publicó una nota con el título: "Un Acto de ‘Traición’", y el subtítulo "En medio de la guerra, los beneficios familiares claves enfrentan un recorte". El artículo afirma que ha habido "una serie de acciones de la administración Bush para recortar o limitar el aumento de sueldos y beneficios, incluso el salario básico, el sueldo de de combate, los beneficios de asistencia médica y el beneficio extra pagado a los sobrevivientes de las tropas que mueren en cumplimiento del deber".

En un nivel, este patrón en los recortes es una operación estándar de procedimiento. Casi todas las aparentes promesas de generosidad económica de la administración Bush (mientras no sean recortes de impuestos para los (top brackets) y contratos corporativos) han resultado ser no operativas. El programa “Ningún niño dejado de lado” ha sido dejado de lado –al menos ha sido dejado sin fondos. “AmeriCorps” (beneficios para los soldados) fue alabado en el discurso del Estado de la Unión, luego fue dejado de lado en el presupuesto siguiente. Los oficiales de bomberos y policías de New York obtuvieron una foto con el presidente, pero muy poco dinero. En cuanto a eso, es claro que New York nunca verá el total de los $20 mil millones prometidos para la reconstrucción. ¿Por qué deberían los soldados no sentirse sujetos a la misma clase de engaño?

Aún así uno podría esperar que la administración tratara al ejército de forma diferente, aunque más no sea por una cuestión de cálculo político. A fin de cuentas, el ejército necesita algún factor tranquilizador: La guerra de Irak se vuelve cada vez más una pesadilla, y la deferencia hacia la administración se erosiona visiblemente. Incluso la soldado Jessica Lynch, en su beneficio, se negó a jugar el papel que estaba escrito para ella.

Entonces, ¿qué está pasando? Una respuesta es que una vez inculcada la mentalidad de la avaricia en el gobierno, es difícil ser selectivo. Pero sospecho también que un gobierno, de y para la élite económica, tiene problemas con su básica falta de empatía con los hombres y mujeres de la clase trabajadora que componen nuestras fuerzas armadas.

Algunos dicen que el comentario del diputado George Nethercutt de que el progreso en Irak es noticia más importante que las muertes de los soldados norteamericanos fue redimida por su postdata, "que, dios no lo permita, es atroz". Pero es difícil negar la enorme insensibilidad de las observaciones de Bush del 2 de julio: "hay algunos que sienten que las condiciones son tales que puedan atacarnos allí. Mi respuesta es que vengan. Tenemos la fuerza necesaria para lidiar con la situación de la seguridad". Esas son las palabras de un hombre que no puede imaginarse a sí mismo o alguien cercano en la línea de fuego.

La pregunta es si la voluntad del ejército está siendo dada por sentada. Publicaciones como Army Times ya no tienen reparos. Los oficiales retirados del ejército, como el general Anthony Zinni – ex enviado de Bush a Medio Oriente- ha comenzado a lanzar evaluaciones duras, realmente impublicables, sobre las políticas de la administración. Si esta desilusión se extiende a la gente común, la política de 2004 puede ser muy diferente de lo que todos esperan.


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