Irak, Medio Oriente y Asia

Un reino sangriento

 

Autor: Editorial

Fecha: 15/11/2003

Traductor: Isidoro, especial para PI

Fuente: Economist


Los últimos atentados en Arabia Saudita han dejado un saldo de por lo menos 17 muertos, la mayoría de ellos de países vecinos. Los perpetradores parecen querer tirar el reino abajo.

Según la mirada del presidente George Bush, Irak es el ˝frente central˝ de la guerra contra el terrorismo. Pero el vecino gigante de Irak, Arabia Saudita, no puede estar demasiado atrás. El sábado 8 de Noviembre, bombarderos suicidas aparentemente disfrazados de policías saudíes atacaron un complejo residencial diplomático en RIAD, la capital, matando a por los menos 17 personas. Casi todos los muertos eran de países musulmanes vecinos, incluyendo el Líbano, Siria y Egipto.

Mientras las fuerzas de seguridad saudíes buscaban sospechosos, al-Qaeda ya había sido señalada como la probable culpable. Richard Armitage, secretario de estado adjunto de America, quién está visitando RIAD, dijo que pensaba que el grupo terrorista de Bin Laden estaba detrás de los atentados. Los diplomáticos saudíes concuerdan. El atentado del fin de semana ciertamente hace recordar a los bombardeos suicidas contra un complejo residencial de expatriados hace seis meses en RIAD, que mató a 35 personas. Aquellos ataques también fueron atribuidos a al-Qaeda.

¿Por qué estaría el señor Bin Laden apuntando a compañeros musulmanes de países vecinos? Algunos han especulado que los bombarderos creían que más americanos vivían en el complejo, pero esto parece débil: al-Qaeda generalmente elige sus blancos con cuidado. Es más probable que los atentados sean parte de un esfuerzo por desestabilizar al gobierno saudita, como dijo también el señor Armitage.

Bin Laden, él mismo un exiliado saudita, varias veces ha cargado contra la calida relación del gobierno con América –- y específicamente la presencia de tropas americanas en suelo saudita. Las bases americanas en Arabia Saudita, que alguna vez albergaran a cerca de 5.000 tropas, cerraron luego de esta primaveral guerra de Irak (las bases habían sido mayormente usadas para patrullar la zona de exclusión aérea de Irak, que se tornó irrelevante después de que Saddam Husein fuera depuesto). Pero esto aparentemente no logró apaciguar a al-Qaeda. Al grupo terrorista no le gustaría nada mejor que sembrar el caos en un país que linda con Irak y sirve a América como su mayor proveedor de petróleo crudo. Desde esta perspectiva, matar a visitantes árabes, incluyendo niños (y durante el mes santo musulmán de Ramadán) podría mostrar la impotencia del régimen saudita. Puede, sin embargo, tener efectos colaterales, al despertar sentimientos contra al-Qaeda en lugares como Egipto y los territorios palestinos, cuya gente ha mostrado en el pasado alguna simpatía con los objetivos Antiamericanos del grupo terrorista –- para no mencionar a la misma Arabia Saudita.

Irónicamente, al-Qaeda y America parecen compartir la misma meta de corto plazo: forzar el cambio del príncipe saudita gobernante. Pero buscan resultados completamente diferentes, desde luego. La semana pasada, Bush, en un discurso vertiginoso, desplegó una visión de la democracia arraigándose en los países árabes. A diferencia de Siria e Irán (que han estado desde hace mucho en la lista negra de Washington), Arabia Saudita no fue explícitamente criticada. Pero Bush implícitamente reprendió al reino, cuya represiva vida política está dominada por sus 5.000 príncipes. A América también le gustaría ver la influencia del Wahhabismo, la estricta rama islámica propagada por la familia real, disminuir.

Ya están ocurriendo algunas reformas, aunque lentamente. El príncipe coronado Abdullah, el mandatario de facto, recientemente concedió televisar las reuniones de la asamblea nacional del país y mantener elecciones locales en el 2004. La batalla abierta del país contra el terrorismo es en sí misma un cambio. Aún después de los atentados del 11 de Septiembre en América –- en los cuáles la mayoría de los 19 secuestradores eran de nacionalidad saudita –- el reino era reticente a admitir que tenía un problema de terrorismo. Algunos oficiales inicialmente cuestionaron que saudíes estuvieran involucrados en el 11 de Septiembre, y acusaron a extranjeros por los bombardeos en Arabia Saudita del 2000 y 2001. Pero los atentados suicida de hace seis meses horrorizaron a los saudíes comunes y forzaron al régimen a enfrentar la presencia del terrorismo nativo. Desde entonces, la policía saudita ha dedicado una buena cantidad de energía a erradicar militantes; ha habido varios tiroteos sangrientos en RIAD. A los países árabes cuyos ciudadanos fueron asesinados en los bombardeos del domingo, y también a América, les gustaría ver todavía más progreso.

Publicado el 11 de Noviembre de 2003


     

 

   
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