Irak, Medio Oriente y Asia

El Alineamiento inadvertido: Irán y los Estados Unidos en Irak

 

Autor: Editorial

Fecha: 21/11/2003

Traductor: Isidoro, especial para PI

Fuente: Stratfor


Sumario

El Presidente iraní Mohammad Khatami ha anunciado silenciosamente su reconocimiento del Concejo de Gobierno Iraquí y su aceptación del calendario de EE.UU. para el traspaso del poder en Irak. El anuncio habla de una sociedad que dirigirá el curso futuro de Irak. La alianza implica un beneficio inmediato para ambos países: los Estados Unidos ganan un socio para ayudarle a combatir a los insurgentes sunitas, e Irán podrá mitigar la vieja amenaza en su frontera occidental. Lo más notable es que, a pesar de no haber ningún secreto de por medio, la sociedad ha emergido completamente por debajo del radar de la media global.

Análisis

El Presidente iraní Mohammad Khatami hizo algo muy interesante el 17 de Noviembre: anunció que Irán reconocía al Concejo de Gobierno Iraquí en Bagdad. Dijo específicamente, “Reconocemos el Concejo de Gobierno Iraquí y creemos que es capaz, junto al pueblo iraquí, de administrar los asuntos del país y tomar medidas que conduzcan a la independencia”. Khatami también comentó acerca del acuerdo hecho entre el Administrador de EE.UU. y el IGC (Iraqi Governing Council, Concejo de Gobierno iraquí, NT) para transferir el poder a un gobierno iraquí para Junio: “La consagración de este acuerdo ayudará con la reconstrucción y la seguridad en Irak”.
Este es un material bastante extraordinario. El IGC es un invento de los Estados Unidos. El presidente de Irán ahora ha reconocido el IGC como el gobierno legítimo de Irak, y también ha declarado el apoyo de Irán al cronograma para el traspaso del poder al IGC. En efecto, las posiciones de EE.UU. y las iraníes sobre Irak ahora han convergido. El alineamiento trae a la memoria la relación Sino-Estadounidense a principios de los 1970s: a pesar de las diferencias ideológicas absolutas sobre las que cada lado está preparado a comprometerse, intereses geopolíticos comunes han forzado a ambos lados a colaborar con el otro. Como en el caso de la relación Sino-Estadounidense, alineamiento es una mejor palabra que alianza. Estos dos países no son amigos, pero la historia y la geografía los han hecho socios.

Diríamos que esto es inesperado, salvo que Stratfor lo esperaba. El 2 de Septiembre de 2003 publicamos un análisis semanal titulado Una Alianza Improbable, en el cuál argumentábamos que el alineamiento Estadounidense-Iraní era la única solución real para los estados Unidos en Irak -– y representaría la consecución de un sueño histórico para irán. Lo que es interesante desde nuestro punto de vista (habiéndonos felicitado adecuadamente) es la excepcionalmente silenciosa respuesta de la media global a lo que es, después de todo, una bastante extraordinaria evolución de los eventos.
La media se enfoca en -– bueno, eventos mediáticos. Cuando Nixon fue a China, la visita fue deliberadamente enmarcada como un evento mediático masivo. Tanto China como los estados Unidos querían enfatizar el giro en el alineamiento, tanto para la Unión Soviética como para sus propios públicos. En este caso, ni los Estados Unidos ni Irán quieren la atención enfocada en este evento. Para Washington, alinearse con un miembro distintivo del “eje del mal” conlleva problemas políticos significativos; para Teherán, alinearse con el “Gran Satán” conlleva problemas similares. Ambos quieren el alineamiento, pero ninguno quiere hacerlo formal en este momento, y ninguno quiere atraer demasiada atención sobre él. Para la media, la falta de una operación fotográfica significa que nada ha ocurrido. Entonces, exceptuando los informes rutinarios de algunas agencias de cable, las declaraciones de Khatami han sido generalmente ignoradas, lo que está bien para Washington y Teherán. De hecho, el mismo día en que Khatami hizo las declaraciones, las noticias sobre Irán se enfocaron en el programa de armamento nuclear del país. Te bautizamos, reservada geopolítica.

Repasemos el orden de cosas. Cuando los Estados Unidos invadieron Irak, la expectativa era que la destrucción de las fuerzas convencionales de Irak y la caída de Bagdad liquidarían la resistencia. Se esperaba que hubiera violencia aleatoria, alguna resistencia y tal, pero no se esperaba que hubiera una guerra de guerrillas organizada, sustentada, planeada previamente por el régimen y lanzada casi inmediatamente después de la caída de Bagdad.

Los Estados Unidos sintieron que tenían las manos libres para diseñar y gobernar Irak como lo juzgasen conveniente. El gran debate giraba en torno a si el Departamento de Estado o si el de Defensa estaría a cargo de los trabajos del agua en Bagdad. Washington estaba llena de todo tipo de planes y planeadores que iban a rediseñar Irak. El sueño no murió ni fácil ni rápidamente: el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld aún negaba la existencia de una guerra de guerrillas en Irak tan tarde como a principios de Julio, más de dos meses después de que hubiera comenzado. Esencialmente, Washington y la realidad divergieron en Mayo y Junio.

La fantasía fue seguida de una parálisis de verano. Los Estados Unidos no habían preparado nada para una Guerra de guerrillas en Irak, y no tenían ningún plan para pelear semejante guerra. Operaciones de búsqueda-y-destrucción fueron intentadas, pero estas nunca tuvieron chance de funcionar, dado que la inteligencia táctica contra las guerrillas era virtualmente inexistente. Todo lo que lograron fue agitar aún más el sentimiento antiamericano que ya estaba allí. El hecho era que los Estados Unidos no iban a estar en posición para enfrentar una guerra de guerrillas sin aliados: no tenía ni la fuerza humana ni el conocimiento minucioso del país y la sociedad necesarios para derrotar aún a un pequeño movimiento guerrillero que operaba en su propio, bien conocido territorio.

Al mismo tiempo, a pesar de todos los problemas, la situación en Irak no era ni de lejos tan desesperada como parecería. La mayoría del país no estaba envuelto en la Guerra de guerrillas. Esta estaba esencialmente confinada al Triángulo Sunita –- una fracción del territorio iraquí – y al grupo minoritario sunita. La mayoría de los iraquíes, los chiítas y kurdos, no sólo no estaban involucrados en el movimiento guerrillero sino que estaban inherentemente opuestos a él. Ambas comunidades habían sufrido grandemente bajo el gobierno baathista, que era mayormente sunita. Lo ultimo que querían ver era el regreso del dominio de Saddam Hussein.

Sin embargo, estar opuestos a las guerrillas no hacía a los chiítas, en particular, pro americanos. Tenían sus propios intereses: los chiítas en Irak querían controlar el gobierno post Hussein. Otra era de control sunita hubiera sido desastrosa para ellos. Para los chiítas -– virtualmente indiferentes a las facciones –- tomar el control de Irak era una prioridad.

No es justo decir que Irán simplemente controle a los chiítas iraquíes; hay tensiones históricas entre los dos grupos. Es justo decir, sin embargo, que la inteligencia iraní sistemáticamente penetró y organizó a los chiítas durante el gobierno de Hussein y que Irán proveyó asilo seguro a muchos líderes chiítas iraquíes. Eso significa, obviamente, que Teherán tiene una tremenda y decisiva influencia en Irak a esta altura – lo que significa que los objetivos de los chiítas iraquíes deben coincidir con los intereses nacionales iraníes.

En este caso, lo hacen. Irán tiene un interés fundamental en un Irak pro iraní, o al menos genuinamente neutral. La única vía para empezar a crear esto es con un gobierno controlado por chiítas. Con un gobierno controlado por chiítas, la tradicional amenaza iraquí desaparece y la seguridad nacional de Irán se ve tremendamente acrecentada. Pero la lógica va más allá: Irak es el balance natural de Irán – y si Irak es neutralizado, irán se vuelve la potencia preeminente en el golfo pérsico. Una vez que los estados Unidos dejen la región –- y debidamente, los estados Unidos se irán – Irán estará en posición para dominar la región. Ningún otro poder o combinación de poderes podría bloquearlo sin el apoyo iraquí. Irán, por tanto, tiene todas las razones para querer ver una evolución que lleve a un gobierno chiíta en Irak.

Washington tiene ahora un interés idéntico. Los Estados Unidos no tienen la habilidad o el apetito para suprimir el levantamiento sunita a perpetuidad, o no tiene interés de hacerlo. El interés de EE.UU. es destruir a al-Qaeda. Washington por lo tanto necesita un aliado que tenga un interés intrínseco para pelear la guerra de guerrillas y el poder en hombres para hacerlo. Esto significa los chiítas iraquíes –- y eso significa alineamiento con irán.
La asignación de Bremer es para acelerar el traspaso de poder al IGC. En un sentido formal, es una misión genuina, pero en un sentido práctico, traspasar el poder al IGC significa traspasarlo a los chiítas. No sólo representan una mayoría dentro del IGC, sino que cuando sea el momento de formar un ejército iraquí para pelear contra las guerrillas, ese ejército va a ser predominantemente chiíta. Esto no es solo una realidad demográfica sino una política también – los chiítas insistirán en dominar el Nuevo ejército. No van a permitir una repetición de la dominación sunita. Entonces, la misión de Bremer es transferir la soberanía al IGC, lo que significa transferir la soberanía a los chiítas.

De esto, los Estados Unidos obtienen en último término una fuerza en Irak para enfrentar la insurrección, los iraquíes chiítas consiguen el gobierno de Irak y los iraníes aseguran su frontera occidental. En una más amplia escala estratégica, los Estados Unidos dividen el mundo islámico -– no a la mitad, ya que los chiítas son una minoría – pero en definitiva lo dividen. Más aún, bajo estas circunstancias, los iraníes están motivados a luchar contra al-Qaeda (un movimiento que nunca les gustó de todos modos) y pueden prestar sus para nada insignificantes capacidades de inteligencia a tal fin.

El último asunto realmente sobresaliente es la capacidad nuclear de Irán. A Irán obviamente le encantaría ser una potencia nuclear además de ser un hegemón regional. Eso sería fantástico. Sin embargo, no va a suceder, y los iraníes lo saben. No sucederá porque Israel no puede permitir que suceda. La política de todo país es volátil, e Irán en diez años puede virar hacia un nuevo gobierno y hacia valores que, desde el punto de vista de Israel, sean peligrosos. Combinen eso con armamento nuclear, y podría significar la aniquilación de Israel. Por lo tanto, Israel destruiría las capacidades nucleares de irán –- con ataques nucleares de ser necesario –- antes de que estas sean operacionales.

Para ser más precisos, Israel amenazaría con destruir las capacidades de irán, lo que pondría a los estados Unidos en una posición incómoda. Un ataque nuclear israelí sobre Irán sería la última cosa que Washington necesita. Entonces, los Estados Unidos se verían forzados a tomar los medios de Irán con los recursos americanos en la región -– mejor un ataque convencional de EE.UU. que un ataque nuclear israelí. Por eso, los Estados Unidos le están diciendo a Irán que en realidad no tiene la opción nuclear que piensa que tiene. Los iraníes, por su parte, le están diciendo a los Estados Unidos que saben que Washington no quiere ni un ataque de las fuerzas de Israel ni uno de las de EE.UU.

Eso significa que los iraníes están usando su opción nuclear para extraer el máximo de concesiones políticas de los Estados Unidos. Está en el interés de Teherán maximizar la credibilidad del programa nuclear del país sin cruzar la línea que forzaría una respuesta israelí y una movida preventiva de parte de los Estados Unidos. Los iraníes están hacienda esto de una forma extremadamente hábil. Los estados Unidos, por su parte, también manejan la situación efectivamente. El asunto nuclear no es el pívot.

El alineamiento representa una solución para las necesidades de ambos, EE.UU. e Irán. No obstante, en el largo término, los iraníes son los grandes ganadores. Cuando todo acabe, estarán dominando el Golfo Pérsico y la Península Arábiga. Eso rompe con el equilibrio de poder regional completamente y está causando pánico entre los líderes sauditas. El peor escenario para Arabia Saudita es, desde luego, una región dominada por Irán. Tampoco es un gran resultado para los Estados Unidos, en tanto no tienen ningún interés en que ninguna potencia domine la región.

Pero el futuro es el futuro, y ahora es ahora. “Ahora” significa la existencia de una guerra de guerrillas que los Estados Unidos no pueden pelear por sí solos. Este alineamiento resuelve ese dilema. Deberíamos recordar que los Estados Unidos tienen una historia de alianzas improbables que causaron problemas más tarde. Consideren la alianza con la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial que sentó el terreno para la Guerra Fría: resolvió un problema, luego creó otro. Los Estado Unidos han trabajado de esa forma históricamente.

Entonces, Washington no se va a preocupar por el largo plazo hasta más tarde. Pero en el corto plazo, el alineamiento Estadounidense-iraní es la noticia más importante desde los atentados del 11 de Septiembre. Representa un triunfo de la geopolítica sobre los principios de ambos lados, que es lo que los hace funcionar: desde que ambas partes están traicionando principios fundamentales, ninguno de los bandos va a acusar al otro. Son socios en esto de principio a fin.

Lo que es fascinante es que esto se desarrolla sin ningún secreto, pero no está siendo percibido por nadie. Como ninguno de los países está particularmente orgulloso del trato, ninguno lo está promocionando. Y como no esta siendo promocionado, la media no está tomando nota. Bastante impresionante.
Publicado el 19 de Noviembre, 2003


     

 

   
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