Latinoamérica

Ecuador: La gobernabilidad está a prueba nuevamente

 

Autor: Editorial

Fecha: 23/11/2003

Fuente: El Comercio (Ecuador)



El escándalo del supuesto vínculo con el narcotráfico debilita al Régimen. Desde la salida de Dahik el país no logra consolidar un proyecto político durable. La estabilidad continúa esquiva.

Las denuncias sobre supuestos aportes económicos de César Fernández, ahora detenido por presunto narcotraficante, a la campaña electoral del presidente Lucio Gutiérrez tuvieron un efecto demoledor en el Gobierno. El propio Presidente calificó el hecho como algo "más grave que una bomba atómica".

Este escándalo ha debilitado aún más a un Régimen que ya tenía una mermada su capacidad de maniobra y que luego de su alejamiento del movimiento indígena quedó huérfano de proyecto político.

Lucio Gutiérrez y sus colaboradores habían depositado su confianza en alianzas coyunturales con dos partidos fuertes de la Costa: el Social Cristiano y el Prian. Esta posibilidad se ha socavado con la denuncia, pues no resulta políticamente rentable apoyar a un Gobierno sobre el cual se proyectan sombras de posible corrupción. Este debilitamiento de los nexos legislativos que tenía Gutiérrez se hicieron evidentes hace poco cuando el PSC le retiró el apoyo al convenio de ayuda humanitaria firmado por el canciller Patricio Zuquilanda quien, ante este anuncio, decidió retirar el texto que era analizado por el Congreso y dar por terminado el acuerdo. Luego llegó el escándalo Fernández y el PSC se distanció de Lucio Gutiérrez.

Tampoco parece estar muy sólido el apoyo castrense, pues si bien las relaciones con el Frente Militar parecen ser buenas, es conocido que entre la oficialidad existe poco entusiasmo por la política de seguridad en la frontera norte y por los cambios de mando que han dejado una sensación de inestabilidad. Para colmo, el frente externo tampoco parece muy amable. La Embajada de Estados Unidos se molestó abiertamente con el Gobierno tras suspender el acuerdo con el Comando Sur.

La debilidad del Régimen y su escasa capacidad de acción parece un mal endémico del país desde la salida de Alberto Dahik, vicepresidente de Sixto Durán Ballén, en 1995. Desde allí se desató una serie de tropiezos de la democracia en el país. Durán Ballén terminó su mandato debilitado y apuntalado por los socialcristianos.

Luego vino Abdalá Bucaram que no pudo terminar su período y enseguida estuvo el interinazgo de Fabián Álarcón que también gobernó bajo los hilos del PSC. Con Jamil Mahuad la situación no varió: luego de año y medio tuvo que abandonar el cargo en medio de una grave crisis social y económica. Gustavo Noboa, quien sustituyó a Mahuad, por ser vicepresidente, también tuvo un mandato secuestrado por los partidos del Congreso y ahora, en el exilio, está pagando las consecuencias de su desacato al poder político.

El escándalo del caso Fernández pone nuevamente en la picota la posibilidad de gobernar el país. Y sin estabilidad, las proyecciones económicas y sociales son sombrías.

Una sociedad civil frustrada...
Cada crisis política ha sido seguida por una iniciativa de la llamada sociedad civil.

Luego de Alberto Dahik y las denuncias de supuesta corrupción vino el movimiento 'Manos limpias', tras la caída de Bucaram y su escandalosa gestión nació la Asamblea Constituyente y tras la caída de Jamil Mahuad envuelto en el caso de la donación de tres millones de dólares para su campaña surgió 'Participación Ciudadana', con su discurso sobre el control del gasto electoral.

Ninguna de estas iniciativas ha logrado concretar las aspiraciones de la población. La reciente declaración de Gutiérrez de que su partido no pagará la multa electoral pone en entredicho las iniciativas de que el gasto electoral sea regulado.

La Asamblea Constituyente fue un frustrado intento por cambiar el país: se eligieron como sus representantes a personas de la vieja clase política. El propio Gutiérrez, que apareció como el candidato del descontento hacia la clase política, ha terminado gobernando con ella.


     

 

   
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