Europa

Cae la estatua... pero esta vez en la Plaza Trafalgar

 

Autor: Jamie Wilson y Matthew Taylor

Fecha: 21/11/2003

Traductor: Celeste Murillo, especial para P.I.

Fuente: The Guardian


Una masiva concurrencia de jóvenes y viejos ve cómo cae la estatua del presidente de EEUU.

Primero George Bush se mecía suavemente, después comenzó a tambalearse, finalmente empezó a caer, lenta pero inexorablemente.

El final simbólico de la estatua de cinco metros de alto –una teatralización del momento en que fue tirada la estatua de Saddam Hussein en Bagdad- provocó el festejo más grande del día: más fuerte que los gritos cuando la procesión, que parecía no tener fin, fue hacia la Calle Downing (la casa de gobierno); más grande aún que los gritos y los silbidos que sonaron cuando la sexta manifestación anti-guerra de Gran Bretaña en un año empezó su marcha a través de Londres hacia la plaza Trafalgar.

La marcha de ayer fue, por lejos, la más concurrida desde que un millón de personas marcharon en febrero; junto a la multitud, el enojo y la convicción volvieron con una venganza.

La esperanza de hacer una diferencia con aquel día de febrero, antes de que guerra empezara, fue dejada de lado por un sentimiento de frustración en las subsiguientes marchas.

Ayer los manifestantes tenían un objetivo, algo tangible a lo que gritarle, aunque estuviera escondido detrás de una pared impenetrable de seguridad.

Desde media mañana la gente se reunía en Bloomsbury para el comienzo de la marcha, todos, desde chicos que jugaban hasta jubilados con pancartas que decían "Go home" y "el terrorista N° 1 del mundo".

Jóvenes y viejos, médicos, maestros, estudiantes y desocupados, representantes de todas las religiones y razas. Llegaron a pie y en bicicletas, en tren y en autos. Veinte micros llegaron de Manchester, y al menos cuatro más de Exeter. Todos se reunieron para componer la diversa combinación que durante dos años ha visto a la Coalición Stop the War transformarse en el movimientos político que más rápido ha crecido en Gran Bretaña.

A las 2.45 de la tarde, con Bloomsbury como punto central de silbidos y cantos masivos, la marcha fue encabezada por un manifestante veterano de Vietnam discapacitado, Ron Kovic, detrás de la bandera "Orgulloso de mi país, avergonzado de mi presidente".

La coalición Stop the War, la Asociación Musulmana de Gran Bretaña y la CND habían previsto que más de 100,000 personas llegarían a la protesta por la visita de estado del presidente de Estados Unidos.

Ayer las organizaciones dijeron que participaron más de 200,000, y era difícil de discutir que estuvieran equivocados. La Scotland Yard (la policía, N de T), sin embargo, dio un número estimado de 70,000.

Cuando la procesión avanzó hacia Holborn y sobre el puente de Waterloo, la calle se llenó de carteles y banderas hasta donde llegaba la vista. Más de 5,000 oficiales de policía, con sus pilotos amarillos, mezclados con los manifestantes y alineados en la ruta mientras la marcha llegaba a Westminster.

La próxima parada, Whitehall, estaba protegida como el Fuerte Knox. Pero esto no le importó a las personas que marchaban y menos a los organizadores, que habían negociado duramente con las autoridades para que les permitieran marchar frente al edificio del gobierno.

Cuando la marcha pasó por el número 10 de la calle (donde se encuentra la casa de gobierno, N de T) hubo silbidos, burlas e insultos. Pero eso fue lo más cerca que llegaron los manifestantes hasta Tony Blair o Bush.

Un poco más adelante, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, el primer ministro y el presidente habían tenido una conferencia de prensa horas antes- pero al momento de la marcha Bush estaba seguro de vuelta en el Palacio de Buckingham.

Cuando la cabeza de la marcha llegó a la plaza Trafalgar parecía haber varios miles de manifestantes esperando para saludarlos. Y cuando empezaron los discursos, los organizadores dijeron que la cola de la marcha recién salía del punto de partida en la calle Malet.

"Probablemente esta es una de las manifestaciones más grandes que Londres ha visto jamás en un día laboral, es masiva", dijo Lindsay German, miembro de la Coalición Stop the War.

Las personas todavía seguían llegando cuando dos hombres colgaron los lazos alrededor del cuello de la estatua del presidente y el Sr. Kovic hizo la cuenta regresiva que terminó con el derribamiento de la estatua.

El operativo de seguridad alrededor del presidente cumplió con su trabajo de mantenerlo fuera de la vista y el ruido de los manifestantes, y tuvo un elemento adicional después de los bombardeos de ayer en Estambul.

"Toda la gente que participa debe recordar que los terroristas no respetan a nadie", advirtió el secretario del comisionado de Scotland Yard, Andy Trotter. "No pensarían mucho antes de lanzar un ataque que hiera a los manifestantes y a espectadores inocentes".

Pero la Sra. German dijo que los ataques en Estambul eran una consecuencia inevitable de la guerra. "Odio decir que les avisamos, pero hemos estado diciendo desde el inicio de la guerra con Irak, que llevaría inevitablemente a más atentados terroristas”. "Si resulta ser al-Qaeda, no pienso que sea una coincidencia que estos ataques hayan sido contra objetivos ingleses, en el día que George Bush visita Londres".


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