Latinoamérica

México: Megamarcha, rechazo absoluto a las reformas de Fox

 

Autor: P. Muñoz, F. Martinez y C. Perez Silva

Fecha: 29/11/2003

Fuente: La Jornada



La movilización superó las expectativas y es apenas el inicio de un plan de resistencia popular, se dijo
Desde un Zócalo colmado, decenas de miles de trabajadores advirtieron ayer al presidente Vicente Fox que ante cualquier intento por imponer sus reformas estructurales tendrá como respuesta una "huelga nacional", y le dejaron en claro que la movilización de ayer es apenas el "inicio" de un plan de resistencia popular.

Para la policía capitalina fueron sólo 80 mil, para los organizadores cerca de 200 mil los que llenaron ayer la Plaza de la Constitución y sus alrededores, en lo que fue una marcha sin precedentes que no sólo superó las expectativas de asistencia, sino logró cohesionar a grupos sindicales, organizaciones sociales del campo, de la ciudad, académicos y políticos de las más diversas ideologías.

La lluvia, otro invitado

En el Zócalo empezó a llover justo cuando la avanzada de los contingentes pisó la plancha de cemento, pero ni la tormenta detuvo el paso de cuatro enormes columnas de gente que decidió plantear una historia distinta a la que pretende el gobierno; que determinó no aceptar las reformas foxistas; que no quiere que le privaticen su petróleo y su electricidad; que está dispuesta "a todo" antes de que le impongan el IVA en alimentos y medicinas.

"En estos días se ciernen sobre nosotros graves señales que amenazan con detener el rumbo marcado por las luchas históricas de nuestro pueblo. Se prepara una contrarrevolución", dijo el líder del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), Rosendo Flores, a los convocados por el Frente Sindical Mexicano, la Unión Nacional de Trabajadores, El Barzón, el movimiento El campo no aguanta más y la Promotora Nacional contra el Neoliberalismo, entre otros.

Y es que ese "pueblo", que aguantó una inesperada tormenta durante todo el mitin, mantuvo el puño en alto y coreó consignas en contra del Presidente, cuando le recordaron la arrogancia y el desdén del gobierno federal ante los reclamos populares y la ceguera del mandatario, que insiste a toda costa en privatizar el sector eléctrico, el petróleo, la cultura, la educación, la salud y además imponer un esquema fiscal adverso para los más pobres del país.

La sola mención de Elba Es-ther Gordillo y Vicente Fox arrancaba de la gente insultos que superaban los decibeles de las enormes bocinas instaladas en la plaza. Pero con mucho, Gordillo le ganó al mandatario cuando se habló de los "esfuerzos" de la maestra porque el PRI avale las propuestas foxistas; la rechifla fue monumental y los presentes la coronaron con un "¡muera!" "¡muera!", que recorrió toda la explanada.

El arranque

En punto de las cuatro de la tarde partieron del Monumento a la Revolución, del Angel de la Independencia, de las inmediaciones de San Lázaro y del monumento a Lázaro Cárdenas, en el Eje Central, rumbo a la Plaza de la Constitución. Las previsiones para que la movilización avanzara en orden se cumplieron con creces; los miles de elementos policiacos destacados para vigilar la marcha sólo observaron. A pesar de las dimensiones de la movilización y de que muchos campesinos portaban machetes -adquiridos algunos en puestos callejeros- no se registró un solo incidente; al menor intento de desenvainar, los propios organizadores los llamaban al orden. Ni los más "ultras" pudieron provocar, es más, no hubo pintas ni cristalazos contra comercios. Esta vez, el MacDonalds de avenida Juárez quedó ileso.

El primer contingente que llegó a las puertas de Palacio Nacional fue el encabezado por el SME, sindicato que desde 1999 ha frenado las intentonas reformistas para entregar la industria eléctrica al capital privado y ha continuado durante el pasado sexenio y el actual con movilizaciones para intentar frustrar las intenciones del gobierno por privatizar el sector.

Con banda de música, acompañados por miembros de la promotora y por diversas secciones de la CNTE, la columna de electricistas avanzó por avenida Hidalgo. Rosendo Flores, al frente, coreó con los cientos de trabajadores que le acompañaron durante todo el recorrido -portando mantas y banderas- consignas como ''¡Fox entiende, la patria no se vende!", "¡Si Fox pudiera, a su madre la vendiera!" Inclusive revivió ayer en camisetas una frase acuñada por Adolfo López Mateos: ''Los trabajadores electricistas habrán de ser soldados permanentes en la vigilancia de los intereses de la nación''.

Desde el Angel avanzaron miles de afiliados a la UNT, telefonistas, trabajadores del Seguro Social, la UNAM, sobrecargos, pilotos, tranviarios, de la industria cinematográfica.

También hubo contingentes de empleados de Nafin, el Frente Auténtico del Trabajo, la Central Campesina Cardenista y la Unión Nacional de Trabajadores Agropecuarios, entre otros. Ahí convivieron además perredistas con los empleados del sector cultural que el gobierno pretende desincorporar, así como representantes de los sindicatos de medios de comunicación.

Fue un contingente que lo mismo rechazó los nuevos impuestos que exigió justicia en el caso de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. En la misma vía iban elegantes ejecutivos de Telmex y cajeras de esta empresa ataviadas con su uniforme azul marino, junto con 12 jinetes de El Barzón, integrantes de diversas uniones regionales de casi todo el país.

De las inmediaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro partió el bloque integrado mayormente por campesinos y miembros del Frente Popular Francisco Villa, maestros de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Veracruz y Yucatán, el Comité de Defensa del Derecho Indígena, la Coordinadora Oaxaqueña Magonista Popular Antineoliberal y la Central Unitaria de Trabajadores. Estos últimos fueron los responsables de mantener el orden durante todo el recorrido de la marcha.
Líderes de trabajadores, campesinos y maestros fueron los oradores. El dirigente de El Barzón, Alfonso Ramírez Cuellar, y el líder de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez, insistieron en que la unidad es la única vía para ser escuchados por el gobierno, que en tres años no ha hecho nada. "Es un lapso perdido para el país". Advirtieron que el siguiente paso será la ''huelga nacional'' y convocaron a los trabajadores a integrarse en una resistencia popular.

Sergio Espinal, dirigente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Michoacán, dijo que la nación no sólo está ante inminentes problemas económicos, sino que está en riesgo la soberanía del país. "Es por eso que el pueblo debe ejercer su poder" . Apuntó que se requiere férrea unidad para ganar en la gran batalla y echar del gobierno a los neoliberales.

En su turno, el coordinador del Congreso Agrario Permanente (CAP), José Durán, reclamó al gobierno foxista su falta de palabra para cumplir los compromisos firmados en el Acuerdo Nacional para el Campo. "Lamentamos que el señor Presidente no haya sido capaz de cumplir con el cambio... hoy volvemos al Zócalo para seguir demandando la formulación de una política agropecuaria; hoy seguimos demandando los acuerdos de San Andrés Larráinzar".

Estableció que los campesinos, están dispuestos a sumarse a un paro nacional.

En el templete también soportaron el aguacero el senador Manuel Bartlett Díaz; el priísta Rodolfo Echeverría Ruiz; el diputado perredista Miguel Luna; el gobernador de Oaxaca, José Murat Casab; el legislador por ese estado Ulises Ruiz, y el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Este último justificó la coincidencia con el legislador poblano, al sostener que tiene tres años ''defendiendo el patrimonio eléctrico del país y nuestra coincidencia está en esto'', y confió en que todo ello fructifique para detener las iniciativas de l presidente Vicente Fox Quesada.

Abajo, mezclados con los trabajadores y campesinos estaban otros políticos como el dirigente nacional del PRD, Leonel Godoy rangel, y Rosario Robles Berlanga, entre otros.

El dedo en la llaga lo puso el dirigente del SME, Rosendo Flores, al decirle a los funcionarios foxistas que hay malas noticias para ellos:
"El traje a la medida de las trasnacionales para enajenar nuestros energéticos aquí se desgarra y quedará hecho jirones por la resistencia nacional... pues esta jornada en defensa de la lucha nacional y contra el neoliberalismo es sólo el inicio, sólo la semilla y llegaremos hasta las últimas consecuencias".

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Pasada por agua, la megamarcha fue de la consigna a la mentada

MIREYA CUELLAR

Los contingentes avanzaban festejando la toma de la calle. Brincaban, porque ''el que no brinque es amigo de Fox''. Iban de la consigna a la mentada; tarareaban aquello de ''sacaremos a ese buey de la barranca'', a ritmo de banda oaxaqueña, porque el gobernador José Murat se trajo hasta a los músicos... Todo iba bien hasta que empezaron a caer las primeras gotas, que se volvieron aguacero. Y la lluvia conspiró contra la marcha, porque en menos de una hora el agua hizo que disminuyera la enjundia.

Pareció diluirse el gusto por ir hasta la emblemática plaza, el Zócalo de la ciudad de México, a gritarle al Presidente que ''¡la patria se defiende!'', que ''¡no pasará la reforma eléctrica''. Nadie dejó de llegar hasta la plancha, porque aquí, gritaban algunos, "nadie se raja". Pero entraban corriendo y, algunos, se dispersaban hacia los portales o las aceras buscando resguardo. Otros se amontonaban bajo las mantas. Sólo los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) aguantaban como los buenos. Mantuvieron hasta el último momento la valla que rodeaba el templete y muchos de sus contingentes compactos. Las camisetas pegadas al cuerpo y el agua escurriendo por sus cabellos.

El senador Manuel Bartlett no resistió. Apenas empezaban las muestras de que no se trataba de una llovizna, cuando buscó la salida del Zócalo. Había dejado atrás a José Murat y al tabasqueño Oscar Cantón Zetina, con quienes marchó por Reforma con tal número de guaruras que ellos solos -más los fotógrafos que los rodeaban- formaban un pelotón.
¿Cuándo fue la última vez que marchó y por qué causas? La pregunta incomoda al senador que, sin detener el paso, dijo que tenía en su haber 35 años de político y muchas marchas. Ya algunos jóvenes le habían hecho endurecer el gesto cuando al pasar frente a la esquina de Reforma y Juárez le gritaron "oportunista".

Nadie sabía si era por los rezos de algún funcionario panista del gabinete o los cohetes lanzados a unos pasos del asta bandera, pero se desató la tormenta cuando empezaban a llegar al Zócalo los primeros grupos. Unos minutos después de las cinco de la tarde. Porque los marchistas caminaron rápido. Salieron más que puntuales de los puntos de reunión. Los convocados al Monumento a la Revolución se dividieron en dos al llegar a la cuchilla de Reforma y Juárez. Unos por 5 de Mayo y otros por Madero, de tal manera que alcanzaron la plancha de cemento en menor tiempo.

Cuauhtémoc Cárdenas y su grupo eligieron el Eje Central Lázaro Cárdenas para marchar hacia la Plaza de la Constitución. En el camino se les sumaron Leonel Godoy y Rosario Robles. Ese contingente también se vio mermado. Ya en el Zócalo, el presidente del Partido de la Revolución Democrática no subió al templete; tampoco lo hizo la ex jefa del Gobierno del Distrito Federal. Cárdenas, como todos los que tuvieron un lugar en el entarimado y los que permanecieron en la plancha, estaba empapado. Un sombrero de paja con ala ancha le cubría apenas el rostro. Rodolfo Echeverría, del PRI, se mantuvo siempre junto al perredista. A unos pasos de ellos, bastante más incomodo con la lluvia -a juzgar por sus gestos- aguantó también el ex gobernador de Nayarit, Celso Humberto Delgado.

Los otros manifestantes, muchos campesinos, habían venido del rumbo de San Lázaro. Todos para reunirse en un solo punto. Esa plaza que ha visto pasar a zapatistas y carrancistas, sesentaiocheros, zapatistas de los noventa... esos que según algunos no votan, pero que han cambiado el contorno del país bastante más que algunos partidos.
De cuando en cuando todos los que estaban en el templete miraban al cielo. Los diez oradores programados despacharon consignas y discurso en tiempo récord. Si alguien empezaba a quedarse con el micrófono, la gente chiflaba. El maestro de ceremonias alentaba a los manifestantes a permanecer atentos para demostrar que "la lluvia no nos asusta", pero por momentos lo que golpeaba era el granizo.

''Cuando no hay desmanes, nos llueve. ¡Total que se nos estropea la marcha!'', se quejaba una señora que obligó a su esposo a permanecer bajo la lluvia, sin más impermeable que unos plásticos con improvisado capuchón. Todos marcharon en estricto orden. Como una medida preventiva más, el Gobierno del Distrito Federal colocó a sus trabajadoras en valla, en las calles que desembocan en el Zócalo, para persuadir a quienes quisieran cometer algún desmán. Pero los comerciantes ya habían tomado sus propias medidas; la mayoría bajó sus cortinas. Sólo los meseros de La Opera o de los viejos cafés como El Popular, estuvieron atentos, tras los cristales, al paso de los manifestantes.

Las mantas, que daban cuenta del repudio de sindicatos y campesinos a los intentos privatizadores del Ejecutivo, fueron usadas como carpas. Las pancartas acabaron en el piso deshechas por la humedad, como el ánimo de muchos. Y es que esa nube oscura que permaneció sobre la plaza se ensañaba. Podía verse el cielo azul de los alrededores; seguro que unas cuadras más allá, ni gota de agua, pero esa nube insolente no dejó de mojar. Pero eso sí, terminaron los discursos y se acabó la lluvia.

El Himno Nacional hizo que el murmullo se apagara. Las señoras con niños ya habían desaparecido -se subieron a los camiones en cuanto inició la lluvia-, pero los del SME, y de las demás organizaciones que permanecieron, alzaron el puño y cantaron a todo lo que da. Muchos otros manifestantes iban y venían sobre la plancha, pero cantando. Era curioso tropezar con gente que se movía en todas direcciones sin dejar de entonar ese grito de guerra. Fue el único momento de fusión, no hubo más: ''Señor Presidente. ¡La patria se defiende!''.


     

 

   
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