Irak, Medio Oriente y Asia

El plan norteamericano puede cambiar mientras los iraquíes maniobran...

 

Autor: Robin Wright y Walter Pincus

Fecha: 30/11/2003

Traductor: Claudia Cinatti, especial para PI

Fuente: Washington Post


El plan norteamericano puede cambiar mientras los iraquíes maniobran para posicionar sus influencias en la postguerra


El último plan para finalizar la ocupación norteamericana de Irak a penas tiene dos semanas, pero ya enfrenta una serie de problemas que ha llevado a los iraquíes y a los expertos a cuestionar sus perspectivas de crear un gobierno democrático estable para el próxmo 1 de julio.
Mientras tanto los funcionarios norteamericanos están desarrollando una serie de opciones. Pero la decisión de la administración Bush de entregar el gobierno en siete meses ha limitado la influencia de Estados Unidos para resolver los problemas durante este período delicado, dicen los expertos. A pesar de su poder en los papeles, el administrador norteamericano Paul Bremer es efectivamente un “pato rengo”, y todos los que no tienen acuerdo con el plan norteamericano lo saben.

“Los iraquíes están observando el calendario”, dijo Henri Barkey un ex planificador del Departamento de Estado que preside el departamento de relaciones internacionales de la Universidad de Lehigh. “Hay muy poco incentivo para cooperar con Estados Unidos, porque virtualmente todo actor piensa que puede obtener una negociación mejor después de que se retiren los norteamericanos”.

“Todas sus actividades están destinadas ahora a mejorar la posición de negociación en la postguerra, no a ayudar a Estados Unidos”, dijo Barkey, “Esto no es necesariamente porque sean mezquinos, sino porque las apuestas son demasiado altas”.

Los funcionarios admiten que las escaramuzas políticas de todo tipo entre los iraquíes son incluso más desalentadoras que la volátil situación de seguridad, y obstaculizan los próximos dos grandes pasos: radactar un conjunto de “leyes básicas”, y elegir un gobierno provisional que tome el control que ahora tiene Estados Unidos.

Los funcionarios norteamericanos estuvieron ocupados en los últimos días con una exigencia del clérico chiita más poderoso de Irak de elecciones directas para el nuevo gobierno, y no un sistema indirecto de asambleas locales y regionales para elegir los delegados a una asamblea nacional. Pero incluso hay una pregunta aún mayor que asoma ahora para la administración. ¿La poderosa comunidad sunita, que dominó la política iraquí bajo Saddam Hussein, optará por boicotear el proceso?

Una serie de aspectos parecen obstaculizar la actual fórmula política por más de una razón: lealtad a Hussein, oposición al plan, o temor a la represalia por colaborar con los norteamericanos, dijo Amatzia Baram, un experto iraquí y miembro del Institute of Peace de Estados Unidos.

Los árabes sunitas, que componen alrededor de un cuarto de los 25 millones de iraquíes, también son los que más temen a la democracia.

“Los sunitas ven a la democracia con terror y como la destrucción de su rol histórico y su lugar en la sociedad, alrededor de los cuales han construido su propia imagen”, dijo Edward N. Luttwak, un analista de Medio Oriente, autor de “Strategy: The Logic of War and Peace”. “Para ellos es una pérdida doble. Primero perdieron su dominio, y después no creen que habrá ninguna protección genuina de sus derechos como iguales en un país con una mayoría chiita de la población”.

Los sunitas pueden no protestar activamente o confrontar con los comunidades que participen, pero la negativa de gran parte a comprometerse podría socavar los planes de Estados Unidos o hacer que se estanque la transición política que están en el corazón de la estrategia de salida de Washington.

Sin embargo, en este momento, el problema más candente de Bremer es navegar entre partidos rivales que quieren considerar el plan norteamericano. Se pueden clasificar en dos categorías: el Consejo de Gobierno Iraquí elegido a dedo, dominado por antiguos exiliados y cinco partidos apoyados por Estados Unidos antes de la guerra, y los líderes tradicionales con un amplio apoyo popular entre los musulmanes chiitas, los kurdos y varias minorías.

La estrategia de Estados Unidos se ha basado en que el consejo juegue el rol dirigente en la transición. Pero en las últimas semanas se hizo cada vez menos claro si el consejo “es parte del problema o parte de la solución”, escribe Anthony H. Cordesman, un experto militar del Center for Strategic and International Studies, en un análisis de un viaje reciente a Irak.

De cualquier modo, los miembros clave del consejo están compitiendo ya sea para encabezar la transición o para asegurar que el consejo quede intacto y se conserve como un cuerpo con poder, como prevé el plan norteamericano. Porque como a muchos de los 24 miembros del consejo probablemente no les vaya bien en elecciones abiertas, presionaron a Bremer para establecer un sistema indirecto de tres passos para seleccionar una nueva asamblea nacional, que elegiría al primer ministro y al gabinete, un proceso tan complejo que muchos expertos iraquíes y norteamericanos dudan de que funcione.

Un ex asesor de Bremer describió al plan como “un sistema de
selección insano de caucuses, como el caucus de Iowa eligiendo a los que van a votar en New Hampshire”.

El plan norteamericano le da efectivamente al Consejo de Gobierno una suerte de control remoto porque tendrá el voto decisivo en los caucuses locales que eligirán a la asamblea nacional.

“El Consejo de Gobierno tiene veto, y eso lo hace un sistema malo”, dijo Judith Yaphe, una ex analista de la CIA en la National Defense University. “Es una fórmula tan complicada que parece casi concebida para conservar el poder en las manos de unos pocos y no sería bueno para los iraquíes que esa sea su primera experiencia con las elecciones. Si ellos hacen una mala experiencia pueden no querer repetirla”.

La controversia creció ayer cuando el Gran Ayatollah Ali Sistani rechazó los caucuses e insistió en la realización de una elección nacional, “para que la asamblea pueda emanar del deseo del pueblo iraquí y los represente limpiamente sin que su legitimidad se vea empañada de ninguna forma”, dijo en una declaración al diario Washington Post.
Incluso si Estados Unidos puede negociar una fórmula de compromiso, los miembros del consejo todavía intentarán retener su influencia argumentando que el consejo debería permanecer como un segundo cuerpo legislativo, el equivalente a un senado, una idea que seguramente encienda una nueva controversia, advierten los expertos iraquíes.

O también el consejo podría intentar enlentecer el proceso, esperando evitar el última plan de Estados Unidos.

Habiendo invertido en en Consejo de Gobierno como su socio, Estados Unidos carga con intentar encontrar una forma de acomodarse a la cambiante relación de fuerzas en Irak de postguerra –sin alienar a sus aliados. Washington enfrenta el peligro de que algunos miembros del consejo puedan optar por no cooperar si sienten que sus posiciones están en peligro.

“Pueden no querer arriesgarse en elecciones generales o cooperar con un nuevo gobierno provisional del cual sean excluidos”, dijo Yaphe.
Estados Unidos tiene otro desafío por delante en la Ley Básica, un preámbulo a la constitución iraquí. Tendrá que plantear principios que serán formalizados en una convención constituyente después de que termine la ocupación norteamericana.

La ley tendrá que responder a dos de las cuestiones más controversiales que están en el núcleo del sistema político: primero, cuál es el rol del Islam, con algunos que favorecen la separación de la mezquita y el estado, y otros que favorecen la adopción de la ley islámica. Segundo, qué tipo de estado federal se conformará de los diversos grupos étnicos, con algunos que quieren la autonomía y otros que favorecen una gobierno nacional fuerte.

Dos semanas atrás, la administración decidió postergar la convención constituyente, por el temor de que la discusión entre los iraquíes podría complicar la transición. Sin embargo, ya los iraquíes dicen que las mismas cuestiones deben ser decididas para la Ley Básica.

Las funcionarios de la administración también admiten que le plan de Estados Unidos todavía puede no haber adquirido su forma final.

“Si va a haber modificaciones [al plan] dependerá en última instancia de los iraquíes”, dijo un funcionario. “La estructura básica se va a mantener. Pero ¿sufrirá cambios? Probablemente”.


    Inglés  

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, LER-QI (Liga Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar