Izquierda Marxista

Brasil: Desafíos de un nuevo tiempo político

 

Autor: Charles-André Udry

Fecha: 29/11/2003

Traductor: Liliana Caviglia para C. de Prensa

Fuente: Correspondencia de Prensa



La situación política, económica y social en Brasil, y el programa del gobierno burgués de coalición (entre el PT y fuerzas decisivas del capital) encabezado por Lula, es hoy, una de las cuestiones mas discutidas en la izquierda, desde la izquierda institucional hasta la izquierda radical.

En este sentido, existe una cierta analogía con la experiencia del gobierno de la Unidad Popular en Chile (1970-1973). La analogía no tiene que ver con la “naturaleza” del gobierno, sino con los desafíos que se le presentan a una izquierda marxista revolucionaria.

Por aquella época, las reflexiones, los debates sobre estrategia y programa, la autoorganización de las masas, y la relación de la izquierda revolucionaria con el gobierno de Salvador Allende, eran parte de una discusión abierta, a veces dura, pero asumida como una necesidad política ineludible. A nadie se le ocurría hacer una reflexión y un debate a puertas cerradas, sobre una experiencia política de tal trascendencia. En Europa, por ejemplo, fuerzas como la Liga Comunista Revolucionaria (Francia) y Avanguardia Operaria (Italia) discutían permanentemente sobre esta experiencia.

Hoy día, el mismo proceso de debates se inicia con el gobierno Lula y la situación en Brasil. Quienes siguen con atención los artículos, editoriales y comentarios de la prensa financiera y los periódicos burgueses, pueden entender que la situación de Brasil y la actuación de su gobierno de coalición, adquieren una dimensión que va más mucho más allá de Brasil y de América Latina, es decir, existe una dimensión internacional.

Es en este cuadro, que se organizó el sábado 22 de noviembre en Porto Alegre, un Seminario de debate sobre la situación internacional y la crisis del neoliberalismo en América Latina, y a Un año de gobierno Lula. La formación de nuevo partido para los trabajadores.

Fue una primera tentativa -limitada por su carácter regional y por las fuerzas políticas y sociales presentes- de intercambiar ideas y perspectivas sobre la política concreta del gobierno Lula, y las respuestas del movimiento de masas y las posibles propuestas alternativas. El titulo de la segunda parte de la convocatoria al seminario, ya significaba un tremendo desafío. De allí, la necesidad de un debate abierto, amplio, prolongado en el tiempo y con un verdadero alcance nacional (espacio del Estado federal brasilero).

En este primer intercambio al que fui invitado, participaron la diputada federal Luciana Genro, y Roberto Robaina (Movimento Esquerda Socialista) Pedro Fuentes (Movimento Esquerda Socialista y revista Movimiento) José de Campos y Otavio Röhrig (Socialismo e Liberdade); Mario Maestri (historiador marxista y militante de la izquierda social), Roberto Ponge (profesor, ex-miembro de la dirección estadual del PT); y militantes del Movimento Terra, Trabalho y Liberdade. El Seminario, esto es lo más importante, contó con la presencia de decenas de sindicalistas, activistas de los movimientos sociales y militantes del PT.

Sobre el balance de los primeros nueve meses del gobierno Lula, hubo un consenso muy amplio. Esto no es asombroso si se comprueba a diario el programa neoliberal del gobierno Lula, o se pueden leer comentarios como los de Jorge Eduardo Saavedra Durao, director de la ABONG (Asociación Brasilera de las ONGs): “En el marco económico, Lula no ha hecho nada para salir del modelo neoliberal de su predecesor Cardoso. De un modo determinado, ha impulsado la agro-industria, fuentes de divisas para la exportación, y en consecuencia ha dado la autorización de sembrar la soja transgénica...Todo parece controlado por el Ministerio de Economía y su estricta ortodoxia. Lula se hace de esta manera la ilusión, que se puede conquistar en un modo duradero la confianza de los mercados financieros. Pero esto significa que cada día se debe doblegar ante sus dictados. No se puede imaginar que podemos cambiar de modelo sin conflictos. Con esta orientación y este ritmo, importantes compromisos asumidos con el electorado no van a ser respetados. Los diez millones de empleos anunciados, por ejemplo: el desempleo nunca ha sido tan importante como hoy. En la capital eeconómica, Sao Paulo, alcanza al 17% de la población activa”. (Politis, Francia, 30-10-03)

Esta constatación expresa de un modo concreto, los resultados de una política que acepta la subordinación al régimen de acumulación del capital imperialista.

De un modo emblemático, la consecuencia social del continuismo neoliberal se puede comprobar en dos cifras: el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE), indica que el número de niños entre 10 y 14 años que deben trabajar en las regiones metropolitanas de Brasil ha aumentado un 50% entre enero y septiembre 2003, y un 76% desde septiembre 2002 a septiembre 2003. Esto marca que existe un proceso de consolidación y ampliación de la superexplotación de los niños trabajadores en zonas como Sao Paulo, Porto Alegre, Río de Janeiro, y Salvador. (ver Correio da Cidadanía Nº 373, 22 a 29 de noviembre 2003). Simultáneamente y como ironía amarga, se puede leer en la primera página del diario financiero Gazeta Mercantil, del 22-23 de noviembre: “Cartier crece 40% en Brasil. Marca invierte para mantener al país (Brasil) en el 3er lugar en ventas en el mundo”.

Existe una discusión en la izquierda del PT sobre la posibilidad de que este gobierno pueda cambiar realmente de rumbo, y no apenas giros sobre elementos que no son intrínsicos a la lógica del modelo socio-económico neoliberal. Ante esta interrogante, una primera respuesta fue dada por el núcleo dirigente del PT incluso antes de las elecciones de octubre 2002: fue su determinación política de acordar un alianza con fracciones decisivas de la burguesía brasilera, agro-exportadora, industrial y financiera. Para algunos observadores sutiles de la realidad de Brasil, este elemento socio-político, con dimensión de clase, era un especto central para decir que el rumbo neoliberal del gobierno Lula era imposible o extremamente improbable de modificar.

En ese sentido, la formulación de “gobierno en disputa” parece equivocada o, por lo menos, no adecuada a la realidad. Eso no implica que cierta movilización social (si es fuerte) no pueda generar cierta inflexión, parcial y sectorial, de la política gubernamental. Aunque sin modificar el eje fundamental del programa neoliberal. Los acuerdos con el FMI, son una ilustración de lo que el economista de izquierda César Benjamin define así: “El programa de ajuste estructural del FMI, pasó a ser cosa nuestra”. Concretamente, esta fórmula significa que las exigencias del FMI han sido integradas en la Ley de Directrices Presupuestarias (LDO, en portugués) hasta el 2006 (ver el estudio de César Benjamin, “Las relaciones de Brasil con el FMI”, en Outro Brasil, 2-10-03).

Otra confirmación de la negativa a todo cambio real por parte del núcleo dirigente del PT y del gobierno Lula, fue la contrarreforma de la Previsión Social (Previdencia) impuesta, pese a la movilización de los funcionarios públicos, y con el voto de la casi totalidad de los diputados federales del PT. Un voto ejercido bajo la coerción y la amenaza de sanciones y expulsiones, realizadas por la cúpula petista-gubernamental. Solamente tres diputados (Luciana Genro, Joao Batista Babá y Joao Fontes) tuvieron el coraje y el instinto de clase de votar en contra. En estos días, la contrarreforma será presentada en el senado, y el mismo coraje e instinto de clase anuncia la senadora Heloísa Helena. El diario Folha de Sao Paulo (25-11-03) informa que: “La senadora Heloísa Helena (PT-Alagoas) que ya está separada de la bancada petista por estar en contra de la reforma de la Previdencia, reafirmó que votará en contra de la enmienda constitucional”. La senadora afirmó: “Voy a votar con la concepción programática que aprendí a lo largo de la historia, dentro de mi partido”. El diario concluye, que el voto de la senadora “es el gesto que la dirección del PT espera para expulsarla”.

En el futuro próximo, la izquierda del PT va a enfrentar otros desafíos, como por ejemplo, cual actitud a adoptar, ante la renovación del acuerdo con el FMI. Un manifiesto ya circula para su firma con el título “Es posible y necesario no renovar el acuerdo de Brasil con el FMI”. El manifiesto ha sido impulsado por más de una decena de diputados del PT, entre ellos, Chico Alencar (PT-RJ) Tarcisio Zimmermann (PT-RS), Luciana Genro (PT-RS), Joao Fontes (PT-SE) y Babá (PT-PA).

Otro de los temas centrales es la urgencia de la reforma agraria. En una entrevista, el dirigente del MST, Joao Pedro Stédile afirma: “lo importante no definir objetivos, sino garantizar la estrategia de hacer de la reforma agraria un programa prioritario (...) porque la paciencia tiene un límite, principalmente cuando aprieta el estómago”. (revista Carta Capital, Sao Paulo, 26-11-03). Sin embargo, el proceso de la reforma agraria en el 2003 ha sido muy limitado, como lo ha reconocido el propio ministro de Desarrollo Agrario, Miguel Rossetto. El pader Tomás Balduino, presidente de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), afirma que aún con el nuevo plan, “el gobierno está indicando que hará una reformita agraria igual a la del ex-presidente Fernando Henrique”. (Carta Capital, ibdem)

La analogía entre la reforma agraria de Lula y la de Cardoso, está basada en el número de familias campesinas asentadas y las tierras desapropiadas (con el pago a los latifundistas). Es evidente, que se deben incluir, para hacer una cierta comparación, otros factores, como los servicios de electricidad, agua, salud, y educación. Pero en este cuadro, un elemento decisivo son los recursos para financiar una reforma agraria real como exige el MST. Así, el anuncio de una aceleración de la distribución de tierras durante el 2004, 2005 y 2006, que implica asentar 350 mil familias (cuando el plan inicial elaborado por Plinio de Arruda Sampaio contemplaba asentar a un millón de familias hasta el 2006) plantea interrogantes a muchos especialistas de la cuestión agraria.

El profesor Zander Navarro, de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, simpatizante del MST, dice: “el gobierno tendría que comprar 25 hectáreas por familia (cerca de 10 millones de hectáreas en total) en tres años. ¿Con qué dinero, si el presupuesto continúa apretado, como desde el inicio del gobierno?” Y responde después que el periodista le recuerda que Fernando Henrique consiguió asentar en ocho años a 520 mil familias: “ Estos son números oficiales, cuestionados por el MST. De cualquier forma, era otra época. Los hacendados y granjeros estaban endeudados y golpeaban la puerta del INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) ofreciendo tierra para vender. Hoy es lo contrario. La tierra está supervalorizada, la soja se convirtió en dinero vivo. Será mucho mas difícil comprar. Sin hablar que siempre ocurre demora en las desapropiaciones, en función de los recursos judiciales.” (Zero Hora, Porto Alegre, 22-11-03) Es por esta razón el geógrafo Bernardo Manzano, profesor de la UNESP, uno de los técnicos que participaron en el plan de Plinio de Arruda Sampaio, afirma: “no es importante el tiempo, si es cuatro u ocho años, pero si no se hace una amplia desapropiación, no se puede hablar de reforma agraria. En lo máximo, sería una política de asentamientos”. (Carta Capital, ibdem)

De hecho, entre muchos problemas, dos son los inmediatos: primero, el grado de conflictualidad y enfrentamiento con los latifundistas y sus bandas de pistoleros (que tiene como saldo solo en este año, decenas de sin tierra asesinados) y con el modelo agro-exportador (el IBGE calcula que 100 mil familias son expulsadas del campo por año, debido a la estructura de producción); segundo, el sistema de pago por la desapropiación, los Títulos de la deuda agraria (TDAs) hacen parte de la deuda interna y del cálculo del superátiv primaria que está integrado en el acuerdo firmado con el FMI. Así, el ritmo y la calidad de la reforma agraria, depende de una modificación profunda del sistema de los TDAs, un hecho que el ministro Rossetto tiene claro en teoría, aunque en la práctica sea distinto. Es posible que Tomás Balduino de la CPT, entienda cuales elementos hay atrás de estas dificultades: el programa de la coalición con sectores de la gran burguesía agraria y financiera. Por está razón, Balduino declaró frente a Lula y a Rossetto: “Pedimos a Dios que ayude a Lula a acabar con las maldiciones de los transgénicos, del latifundio, del agro-negocio y del trabajo esclavo.” (Folha de Sao Paulo, 22-11-03)

La conformación del gobierno Lula y su orientación práctica, coloca problemas similares al programa Hambre Cero (ver Laura Tavares, “El Programa Hambre Cero”, Outro Brasil, 3-11-03. www.outrobrasil.net) o a la política de pago de la deuda externa (ver Eric Toussaint en francés www.alencontre.org y en el sitio del CADTM, www.cadtm.org; en castellano Correspondencia de Prensa Nº 61, 20 de octubre 2003) En un futuro muy próximo, los miembros del PT, los sindicatos, el movimiento asociativo, deberá enfrentarse, también, a la posición del gobierno Lula sobre el ALCA y a la contrarreforma de la ley laboral, sin olvidar de la cuestión salarial.

En la izquierda del PT, la participación en el gobierno fue un parte aguas. La participación en el gobierno, tanto con ministros o cuadros de alta responsabilidad, era justificada por la fórmula de que el gobierno, su programa y su práctica, estaban “en disputa”. César Benjamin, luego de nueve meses de gobierno Lula, concluye: “Hablar de ´un gobierno en disputa´ era un error hace nueve meses. Hoy, es apenas complicidad con los charlatanes. La cooptación del PT por el sistema del poder es la mas vergonzosa de todas, pues viene disociada de cualquier ganancia real para la base social que se debería representar. Al contrario, el PT aceptó ser verdugo de su base social.” (Caros Amigos Nº80, noviembre 2003, pág. 19)

Esta cuestión central, la disociación con las necesidades urgentes de su base social y de la mayoría del pueblo explotado -subproducto lógico y fisiológico de la alianza con sectores capitalistas claves- es el límite real contra toda participación en el gobierno de una corriente de izquierda del PT. Esta opción es discutida hoy, abiertamente, por la izquierda radical (incluso la izquierda “moderada”) y por amplios sectores de los movimientos sociales, a nivel internacional. Como fue comprobado, por ejemplo, en el reciente Foro Social Europeo de noviembre en París. El criterio de la relación con el gobierno Lula, no puede ser, entonces, el “test” de las expulsiones (o no) de los cuatro parlamentarios radicales (Luciana Genro, Babá, Joao Fontes y Heolísa Helena).

Es evidente, que las amenazas, las sanciones y las posibles expulsiones (que el presidente del PT, José Genuino a vuelto a reiterar) hacen parte de la política del núcleo dirigente del PT y del gobierno. Pero en este terreno, para tomar la fórmula de César Benjamin, “la razón cínica” puede conducir a la dirección del PT a muchas maniobras organizativas para buscar una división de los parlamentarios de izquierda, para retrasar medidas punitivas, y para evitar una convergencia política y afectiva entre el descontento de una parte de la militancia del PT, un potencial movimiento social, y las expulsiones de los radicales. Todavía más, cuando una de las figuras radicales tiene, como Heloísa Helena (militante de la tendencia Democracia Socialista a la cual también pertenece el ministro Miguel Rossetto) una dimensión político-mediática nacional y una identificación fuerte con sectores sociales explotados. La base de esta “razón cínica” es un proceso integrado de modificación social y de asimilación institucional de la mayoría de la dirección y los cuadros del PT (no es una caracterización moral individual). Un proceso que el sociólogo Francisco "Chico" de Oliveira ha comenzado a analizar en su libro “Crítica a la razón dualista el ornitorrinco”. (Editorial Boitempo, Sao Paulo, octubre 2003, especialmente páginas 125 a 150)

En la izquierda del PT y en fuerzas radicales, el análisis y las críticas de la política del gobierno Lula, están absolutamente claras; incluso sectores que participan en el gobierno, hacen críticas “duras” particularmente al modelo económico. Pero una cuestión muy difícil se les plantea a las corrientes clasistas sindicales, a la izquierda anticapitalista y antiimperialista que participó durante todos estos años en la construcción del PT y que continúan luchando adentro del partido, y a fuerzas que se ubican por fuera del PT como el PST-U. (sobre el PST-U, ver Mario Maestri, “La difícil lucha por un partido de los trabajadores”. La Insignia, Brasil, noviembre 2003 y Correspondencia de Prensa Nº 142, 22 de noviembre 2003)

El gobierno Lula es el producto de una elección masiva que expresa una esperanza de cambio, pero no en un cuadro de ascenso de las luchas sociales. La crisis impacta muy fuerte sobre la gente, y el delegacionismo en un figura emblemática, paternal como Lula, con la que sectores populares se pueden identificar, es un elemento decisivo de la situación política. La asimetría entre los juicios severos, por ejemplo, de una persona moderada como el presidente de la ABONG, que citamos anteriormente, y la audiencia popular que mantiene Lula y que el PT aún puede capitalizar en las próximas elecciones municipales (octubre 2004), es un factor político que debe ser integrado en la elaboración y la actuación de una alternativa política desde ahora, y a medio plazo, en perspectiva político-organizativa.

En el Seminario de Porto Alegre, parte de los debates se concentraron sobre la necesidad de participar y responder con propuestas concretas en todo movimiento de resistencia y de lucha que se genere como resultado de los efectos de la política económica del gobierno. Eso plantea la necesidad de conformar, paso a paso, un bloque social y político anticapitalista y antiimperialista; un bloque que exprese el proceso muy desigual de toma de conciencia de los desafíos inmediatos y de su relación con la política del gobierno Lula. Tal proyecto no se puede desarrollar y consolidar en una acción que se limite, en lo esencial, a la institucionalidad (por ejemplo la idea de reforzar a la izquierda del PT en ocasión de las elecciones municipales) o a los debates políticos y programáticos al interior del PT.

En un contexto como el de Brasil, ya por su dimensión geográfica y su tejido social complejo, el ritmo y la forma de interacción entre la política del gobierno, las luchas, los debates políticos, las iniciativas tomadas por movimientos sociales y corrientes políticas, van a determinar el espacio y el momento político que permita que una alternativa político-organizativa entre en sintonía con la necesidad urgente de sectores de masas. No es un problema abstracto. Algunas veces, la cuestión del ritmo es una síntesis de la acción política. Para enfrentar este tipo de problemas, la prioridad es la capacidad de participar en todas las luchas sociales, de tomar iniciativas de unidad de acción para desarrollar campañas políticas de alcance nacional (sobre el ALCA y el FMI) que respondan a problemas concretos de la gente, y a la historia reciente de movilización social y política en Brasil.

Sin este tipo de mediación, el peligro de una autoafirmación ultimatista sobre un “nuevo partido de los trabajadores”, es muy grande. Es en las iniciativas de unidad de acción con sectores sociales y militantes políticos que mantienen todavía un grado, normal, de confianza en un posible “giro la izquierda” del PT que se puede construir un bloque social y político anticapitalista y antiimperialista, palanca del movimiento por un nuevo partido.

En las luchas sociales, en los análisis precisos de la política del gobierno Lula, en las campañas nacionales, se puede desarrollar una discusión, un debate público, para desarrollar los elementos de un programa alternativo, con el fin de concretar los cambios societarios que los programas iniciales del PT proponían, cambios que se mantienen en la cabeza de muchos militantes y activistas, y que son necesarios para la mayoría del pueblo trabajador y explotado.

Es en este cuadro general, núcleos de militantes sociales y corrientes políticas, pueden discutir, intercambiar -algunas veces modificando relaciones sectarias debido a historias pasadas- para desarrollar los elementos programáticos sólidos y amplios, útiles a la elaboración de una alternativa política de conjunto y a la construcción de una nueva fuerza política, sin plazos definidos hoy día.

* Militante del Movimiento Por el Socialismo (MPS), sección suiza del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional y de ATTAC. Economista del Sindicato de la Industria y la Construcción, y director de la revista À l´encontre:
www.alencontre.org


     

 

   
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