Irak, Medio Oriente y Asia

Dios y el hombre en Bagdad

 

Autor: Thomas L. Friedman

Fecha: 4/12/2003

Traductor: Claudia Cinatti, especial para PI

Fuente: New York Times




¿Están sentados?

Hemos encontrado muchas sorpresas desde que invadimos Irak, pero ahora que el proceso político está en curso la sorpresa mayor puede llegar a estar a la vuelta de la esquina, y es esta: el primer gobierno democrático post Saddam que Estados Unidos dará nacimiento en Irak puede llamarse la República Islámica de Irak –y esto no necesariamente sea malo. Les dije que se sentaran.

El desafío de reformar cualquiera de los 22 estados árabes no democráticos se reduce a una simple pregunta: ¿cómo avanzamos desde aquí hacia allá –cómo vamos de una monarquía autoritaria o un régimen militar a un gobierno más representativo- sin terminar con una teocracia khomeinista a la Irán o una guerra civil a la Argelia?
Virtualmente todos esos estados árabes sufren el mismo problema: a causa de décadas de represión política, de gobiernos de un solo hombre y de estancamiento económico, no hay una clase media viable ni partidos políticos independientes e instituciones legítimas para llenar el vacío una vez que es removida la dirección autoritaria. Irak exhibe este problema abiertamente.

Como resultado, en las áreas sunitas y chiitas de Irak, las fuentes principales de legitimidad y de expresión política son religiosas y tribales. Esta dependencia y respeto por la autoridad religiosa se reflejará en el primer gobierno post Saddam –ya sea que surja de elecciones indirectas o directas. Las posiciones y las aspiraciones de los chiitas tendrán que ser tomadas en cuenta porque componen el 60% de la población de Irak y porque sus actuales líderes legitimados son figuras religiosas.

Sin embargo, hay buenas razones para creer que el Gran Ayatollah Ali al-Sistani, el clérigo chiita más respetado en Irak y el único que reclama hablar por todos los chiitas iraquíes, no aspira a ser un Khomeini. Muchos clérigos chiitas iraquíes han vivido en Irán y no quieren seguir su camino autoritario. Además, como los chiitas son la mayoría en Irak, su apuesta de mantener a Irak como un estado unificado es mayor. Dados los números, en cualquier Irak democrático los chiitas, sean liberales o consevadores, tendrán una gran influencia. Pero para mantener unificado a Irak los chiitas tendrán que respetar los derechos y las aspiraciones de los kurdos y los sunitas, así como de las otras minorías.

Lo que se está desarrollando hoy en Irak –un tironeo entre el Ayatollah Sistani y el Consejo de Gobierno sobre cómo se debería elegir el gobierno interino- es inevitable y esencial.

“Lo que estamos viendo”, explica Yitzhak Nakash, profesor de la Brandeis University que es autor de “The Shi’is of Iraq”, “es una negociación saludable sobre cuál será la relación entre religión y política en Irak y sobre el proceso de elección de líderes nacionales y comunales con legitimidad. Es muy importante que los norteamericanos muestren respeto por las opiniones de Sistani –cuyo apoyo tácito a la presencia norteamericana en Irak ha tenido una enorme importancia- y permitir que Sistani y otras fuerzas políticas iraquíes resuelvan esto por sí mismos”.

El Ayatollah Sistani “no es un Khomeini”, agrega Nakash, y no tiene en vista un Irak gobernado directamente por clérigos. El ayatollah pertenece a la escuela quietista de clérigos chiitas, que tradicionalmente han tratado de mantenerse aislados de la política. Obviamente al llamar a elecciones, está observando los intereses chiitas, pero también insistiendo en que el nuevo gobierno iraquí sea lo más legítimo y estable posible.

“Si va a haber un gobierno estable en Irak, tiene que surgir después de un debate público genuino y después de que se alcance algún consenso con respecto a la relación entre religión y estado, y entre los cléricos y los políticos,” Mr. Nakash dijo. “De lo contrario, ningún gobierno iraquí durará después de que se retiren los norteamericanos. No tendrá una base legítima”.

Si las cosas salen razonablemente bien, el resultado será un gobierno iraquí inicial más religioso que Turquía pero más democrático que Irán. No está tan mal.

No debemos tratar de abortar la discusión que se está desarrollando entre los iraquíes. De hecho, deberíamos estar orgullosos. Estamos alentando un diálogo político libre, tan necesario, en el corazón del mundo árabe. Nuestro trabajo es asegurar que haya la seguridad suficiente para esta discusión crítica, por lo que llevaría todo soldado norteamericano que está en Europa y Japón a Irak para hacer este trabajo.

No hay proyecto político más importante para Estados Unidos hoy en el mundo que ver si Irak puede ir de Saddam a Jefferson sin pasar por Khomeini.


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