EEUU

Ahora, que? El dilema Saddam

 

Autor: David Lindorff

Fecha: 15/12/2003

Traductor: Graciela Milsei, especial para P.I.

Fuente: CountherPunch


La captura de Saddam Hussein planteó algunos dilemas interesantes, no sólo para la administración Bush, sino para los candidatos presidenciales demócratas, el bloque demócrata del Congreso, y para los iraquíes comunes.

Para Bush, el dilema será cómo tratar con Hussein. Capturado por los norteamericanos, podría ser tratado como un prisionero de guerra de EEUU y estar sujeto a su jurisdicción. Si así fuera, es probable que eventualmente tenga que terminar en una cárcel junto al depuesto dictador de Yugoslavia Slobodan Milosevic, enfrentando cargos por crímenes de guerra en La Haya. Como alternativa, la Casa Blanca podría decidir entregar a Hussein al gobierno títere iraquí. Si esto ocurriera, Hussein probablemente sería ejecutado rápidamente. Ningún iraquí lo querría dando vueltas mucho tiempo.

La ventaja de tener a Hussein bajo custodia norteamericana es que puede ser humillado en público por un largo período de tiempo, dando a la administración Bush un montón de titulares y gran publicidad en las elecciones presidenciales de noviembre – una especie de trofeo viviente en la pared de la Casa Blanca que podría apuntalar a Bush aunque las cosas estuvieran mal en Irak. La desventaja sería que Hussein podría hablar, y poner a la administración en una situación embarazosa al revelar las muchas conexiones y acuerdos que tuvo con figuras de la actual administración, como el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

Quizás la mejor solución para la administración Bush, que está ansiosa por estar fuera de Irak antes del próximo otoño, cuando la campaña presidencial esté en pleno apogeo, sería entregar a Hussein a los iraquíes, y salir de Irak, diciendo “misión cumplida” una vez más. El país todavía podría caer en una guerra civil o en anarquía, pero si Bush espera hasta septiembre o principios de octubre para liberar a Hussein de la custodia de EEUU, no pasaría mucho antes del día de la elección, y poco después, no importaría.

Entregar a Hussein a los iraquíes demasiado pronto podría plantear, sin embargo, serios problemas. Si fuera ejecutado sumariamente, convertiría en un chiste las declaraciones de que un nuevo sistema democrático se está estableciendo en Irak. Si fuera mantenido en custodia, probablemente se convertiría en un centro de atención para algunas guerrillas baathisas que podrían estar a la expectativa de tratar de liberarlo o tomarse venganza por su captura y cautiverio.

Mientras tanto, la captura misma de Hussein pondrá varias teorías a prueba. De acuerdo a la Casa Blanca (aunque no para muchos militares en territorio iraquí), la oposición militante a EEUU y otras fuerzas de ocupación en Irak ha provenido principalmente de fuerzas leales a Hussein, y fundada, directa o indirectamente, por él. Con Hussein fuera del cuadro, estas teorías predicen que la resistencia violenta a la ocupación y a los EEUU debería desaparecer rápidamente. En el raro caso que esto ocurra – y el atentado al Hotel Palestina a pocas horas de la captura de Hussein es un claro signo de que no será así- Bush ha estado barajando esencialmente un segundo período en la Casa Blanca. Si no sucede, entonces la teoría general de quien está detrás de la resistencia tiene que ser reconsiderada.

Según una teoría contraria, la resistencia a las fuerzas de ocupación podría ahora incrementarse dramáticamente. Esta teoría se basa en que muchos iraquíes están molestos y se oponen a la ocupación de su país por fuerzas occidentales pero tienen miedo a unirse a la guerrilla insurgente porque también odian a Hussein y no quieren contribuir a su posible retorno al poder. Con Hussein eliminado como amenaza, esos iraquíes nacionalistas se encuentran ahora libres de unirse, en cuyo caso la resistencia podría convertirse rápidamente en un genuino movimiento de liberación nacional mucho más genuino.

Sumado a esto está el hecho que la rivalidad entre chiítas y sunnitas no desaparece con la captura y remoción de Hussein. Al grado que los sunnitas temen y resistirán la formación de un gobierno de los chiítas, se podría esperar que con Hussein fuera, habrá un aumento en el número de combatientes sunnitas que ya no tienen la preocupación de estar ayudando a restablecer a Hussein.

En cuanto a los demócratas en nuestro país , ahora tienen un problema. Se quedan sentados y dejan que Bush se revuelque en la adoración mediática que inevitablemente seguirá esta captura de uno de los “malvados”. Mientras la captura de Hussein es un toque de suerte para la administración, su manejo en general de la supuesta Guerra Contra el Terrorismo no va tan bien. Los informes sugieren que los esfuerzos para terminar con el financiamiento de Al Qaeda fracasaron, los EEUU están más lejos que nunca de atrapar a Osama Bin Laden, Afganistán está colapsando en el caudillismo y el Talibán está resurgiendo, las dificultades norteamericanas están creciendo en relación a la guerra de Irak y su costos en vidas y dinero.

Ya ha pasado mucho tiempo para que los demócratas en el Congreso llamen a poner fin a la ocupación de EEUU. Tales pasos, aunque fracasen en ganar una mayoría, servirían para demostrar al menos que de ahora en adelante Irak es una guerra Republicana.

Dennis Kucinich, el más fuerte y consistente opositor a la guerra entre las esperanzas demócratas presidenciales, fue rápido en sentar una posición. Hussein fue capturado, dijo. Ahora los EEUU pueden empacar y volver a casa, dejando Irak a los Iraquíes y a las Naciones Unidas y dejando que Irak y las Naciones Unidas lidien con Hussein.

Será interesante ver cuántos candidatos acordarán con esta inequívoca posición.


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