Izquierda Marxista

La fundamentación del socialismo revolucionario II/ Debate

 

Autor: Michael Albert / Alex Callinicos

Fecha: 21/12/2003

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Z Net


Este intercambio entre Michael Albert y Alex Callinicos en Z Net fue suscitado por el artículo inicial de Alex Callinicos "La fundamentación del socialismo revolucionario" ( http://www.ft.org.ar/Notasft.asp?ID=1404 ). En las próximas semanas iremos publicando más artículos del debate entre ambos.

____________________________________________________________

Valores, Visiones, y Estrategia

por Michael Albert; 09 de diciembre de 2003

Alex,

Me gusta que empieces hablando de los valores. Me parece que para recrear una visión estratégica se necesita una pequeña enumeración de esos valores que cubra nuestras aspiraciones centrales, al tiempo que sean específicos y lo bastante exigentes como para orientar nuestros análisis.

Tú empiezas con la justicia. Yo también estoy por la justicia, pero todos los demás también lo están más allá de Atila el Huno. Sugieres que implicaría el acceso igualitario a los medios para una buena vida -¿pero qué hay de sus resultados? ¿Qué pasa si algunas personas trabajan más duro y otras menos? ¿Deben tener los mismos ingresos? Los dueños de los medios de producción piensan que ellos tienen acceso igualitario, pero que lo utilizan mejor, y lo mismo pasa con las personas por encima del promedio o que poseen talentos notables. Los cirujanos no deberían ganar diez veces más que los ensambladores y los proveedores no deberían ganar a cien veces más que los trabajadores postales, ¿pero por qué motivo? Me parece que por justicia tienes en mente cuánto recibe cada uno, pero no sé qué es lo que tú propones específicamente, y no veo cómo el resaltar la justicia puede ayudar a guiar la visión estratégica, a menos que su significado sea más preciso.

Creo que al estar a favor de la eficacia, tu segundo valor, significa que queremos lograr nuestros objetivos mientras conservamos recursos que valoramos. Así que yo también estoy a favor de la eficacia, y entendido de esta manera, todo el mundo también lo está. El problema en disputa es qué fines se buscan y qué condiciones se valoran. Para los capitalistas, lo que se busca es la ganancia y se valoran los medios para obtener ganancias, el resto es periférico. Las ganancias para los barones del carbón, los pulmones negros para los obreros, y la polución para los vecinos es eficaz en sentido capitalista. La eficacia capitalista implica todo aquello que enriquezca a los dueños a expensas nuestras. Por lo tanto, estoy a favor de la eficacia para realizar nuestros valores sociales, no los de ellos. En otras palabras, pienso que si estamos a favor de la eficacia para poder prever una economía mejor, debemos unirla con otros valores.

Tú propones la democracia como tu tercer valor. Pero de nuevo, ¿qué significa? ¿Todos deberíamos tener todos iguales posibilidades de opinar en todo lo económico así como también en otras dimensiones de la vida, donde gobierne la mayoría mas uno? Yo asumo que no opinas eso…pero, si no es así, ¿entonces cuál es el principio que connota la democracia? ¿El valor al que aspiras en torno a la toma de decisiones es algo que también podamos extender a la economía? Si no podemos, no veo cómo puede guiarnos hacia una visión institucional el decir que estamos por la democracia. Si podemos extenderlo, estoy de acuerdo con que nos puede ayudar en gran medida.

Tu cuarto valor, la sustentabilidad, también me parece digno. Pero el problema económico es cómo hace una economía para rendir cuentas adecuadamente de los impactos ecológicos de la producción y el consumo -y en consecuencia cómo se toman las decisiones sobre qué hacer. Estoy de acuerdo con que necesitamos reorientar la producción y el consumo para no agotar los recursos críticos no renovables y no contaminar el medio ambiente en detrimento nuestro. Pero pienso que el problema específico de la sustentabilidad es el respeto por las generaciones futuras, y no estoy seguro de que haya otra manera de que los intereses de los futuros ciudadanos pesen sobre las decisiones económicas actuales que que las generaciones de hoy empiecen a preocuparse de su descendencia inmediata y distante más conscientemente, y que tengan la información y la influencia en la toma de decisiones como para actuar con ese compromiso.

En suma, con respecto a los valores que propones, entiendo que congenio contigo, pero sospecho que son demasiado vagos como para formular eficazmente alternativas de liberación.

Con respecto al capitalismo pones el énfasis en el trabajo asalariado y en un proceso ciego de acumulación competitiva. Estoy de acuerdo. Pero además, para mí el capitalismo es la propiedad privada de los recursos productivos, mercados competitivos, divisiones corporativas del trabajo, y la remuneración por la propiedad y el poder. Como resultado, pienso que el capitalismo tiene tres en lugar de dos clases primarias: los capitalistas y los trabajadores como tú identificas, pero también, entre esas dos, hay lo que yo llamo la clase coordinadora. Me parece que de algún modo tu enfoque prioritario (y el del marxismo) en la relación del trabajo asalariado y en el proceso de acumulación pero no tanto en las implicancias para los trabajadores sobre sus posiciones particulares en la división del trabajo, falla al no resaltar suficientemente la tercera clase que existe entre el trabajo y el capital y que obtiene sus ventajas en gran medida al poseer un relativo monopolio en la asignación del trabajo, comparado con los trabajadores que soportan un trabajo apabullantemente repetitivo y obediente.

Al igual que tú, yo rechazo los mercados como modo de asignación. Los mercados producen anti-socialidad, desdeñan el trabajo y el consumo que tienen impacto más allá del comprador y el vendedor (con implicancias catastróficas para el medioambiente), violan la autogestión, mercantilizan y comercializan casi todo, inducen la remuneración para negociar el poder, e imponen divisiones de clase entre coordinadores y obreros. Y por supuesto, los mercados son aún peores cuando se acoplan con la propiedad privada de los recursos productivos. De manera que acordamos en rechazar los mercados, y también estamos de acuerdo con que la planificación central viola los valores que tienen que ver con la asignación del poder de decisión y las relaciones de clase. También estamos de acuerdo en la necesidad positiva de tener “relaciones horizontales” por medio de las cuales los actores económicos negocian los resultados cooperativamente, presumiblemente con niveles apropiados de influencia, pero pienso que estas relaciones necesitan ser desarrolladas mucho más de lo que tú intentas.

Sin embargo, lo que yo me pregunto, es por qué cuando hablas de una nueva economía, aún muy amplia y brevemente, no tratas el tema de la distribución y el poder más explícitamente, tanto en el lugar de trabajo como en la economía más amplia. ¿No podemos decir más sobre las condiciones que faciliten a los trabajadores y los consumidores expresar sus preferencias? ¿Y sobre cómo y dónde pueden opinar, y también cuánta posibilidad tienen de opinar? Me pregunto si ves a la organización en el lugar de trabajo como otro lugar de cambio necesario, y, de ser así, qué tipo de cambio. Y lo mismo para las normas de remuneración.

Discrepamos con la palabra “socialismo.” Tú adviertes que la palabra ha sido devaluada por un desastre stalinista e indicas que la realidad de ese desastre ya no sería más garantía para deshacerse del término socialismo como no lo sería el fracaso de una instancia de democracia, o de religión, o de anarquismo, o todo lo demás que diga que todos las instancias tendrían que ser rechazadas. Me parece que tienes razón si asumimos que el stalinismo fue una violación desastrosa de lo que se suponía que era el socialismo. Sin embargo, el problema es que no sólo el stalinismo es lo que me hace sentir que mientras la palabra socialismo se significa a menudo como un montón de altos valores como la equidad y la participación, institucionalmente obstruye esos mismos valores. Más allá del stalinismo, lo que indica esto es el conjunto del legado de visiones socialistas implementadas en la realidad e incluso el catálogo entero de modelos económicos socialistas (aunque se podría argumentar que con muy pocas excepciones). lo que se ha promulgado o se ha descrito como socialismo, cada vez que los socialistas han tenido el poder o han presentado seriamente un modelo completo, ha significado prácticamente siempre propiedad pública o estatal, divisiones corporativas del trabajo, y mercados o planificación central. Como rechazo todo aquello, no sólamente el estado stalinista, no veo razón alguna para usar la etiqueta "socialismo".

Estamos de acuerdo en que liberarse del capitalismo implicará una revolución -y pienso que lo mismo se aplica para liberarse del patriarcado, del racismo, y de las estructuras políticas autoritarias. También estamos de acuerdo con que superar el poder del estado y otros centros de poder depende, según tus palabras en, “(1) la magnitud de su apoyo de masas; (2) cuán auto-organizado está ese apoyo de masas.” Espero que también podamos estar de acuerdo en que de esto se deduce que deba haber grandes movimientos con control desde la base, más vehículos locales directos de organización y lucha en lugares de trabajo y comunidades. Sin embargo, no haces mención alguna de un partido político, mucho menos de uno leninista, y me pregunto por qué no lo haces.

Pienso que tienes razón en la necesidad de que los movimientos se relacionen con la vida y las aspiraciones de la clase trabajadora. Pero creo que aquí tenemos otra diferencia. Me parece que el obstáculo para los movimientos que hacen grandes avances en llegar hacia el pueblo trabajador reside en parte, cuando tú indicas, en nuestro programa y en nuestra agenda -pero pienso que reside más básicamente en las relaciones sociales y la estructura del movimiento. Nuestros movimientos tienden a congeniar más y a reflejar mejor en sus estructuras, tono, preferencias, y lenguaje las estructuras, el tono, las preferencias, y el lenguaje de la clase coordinadora. Creo que lo que lleva a esta impasse es nuestra relativa escasez de atención a la necesidad de trascender las inclinaciones "coordinadoristas" y a llegar, en su lugar, a prácticas aclasistas.

Una analogía con el racismo o el sexismo quizás pueda ayudar a explicarme. Cuando nuestras herramientas conceptuales son débiles en lo que atañe al racismo y al sexismo no nos precavemos contra el peso de estas opresiones en nuestras vidas y en la sociedad, haciendo que nuestros movimientos se vuelvan inabordables racial y sexualmente para las mujeres y las personas de color. En forma similar, el hecho de que nuestras herramientas conceptuales sean débiles con respecto a las relaciones mutuas entre las clases coordinadora y trabajadora nos vuelve en gran medida incapaces de evitar que el peso del clasismo en nuestras vidas y en la sociedad transforme a nuestros movimientos haciéndolos incongeniables con los trabajadores. Repetir incansablemente que estamos a favor de la clase trabajadora o por la abolición de las clases, sin que existan indicaciones internas reales de que esta sea toda la verdad, difícilmente convencerá a un trabajador que es repelido por la evidencia material real de la inclinación hacia las actitudes coordinadoras, divisiones del trabajo, y preferencias evidentes en nuestros movimientos.

Una nueva exposición me tomaría más de 1500 palabras -por ahora me detendré aquí.

_____________________________________________________________________________________



Respuesta a Albert 1

por Alex Callinicos; 11 de diciembre de 2003

Estimado Michael,

Gracias por tus comentarios. Para responderte intentaré tratar los principales problemas que planteas, pero también hacer avanzar mi fundamentación un poco más:

1. La justicia y otros valores: Por supuesto que tienes razón con que todos decimos que la justicia está de nuestro lado, pero la concepción de justicia igualitaria que enuncié es más precisa de lo que sugieres. Según esta concepción, todos tenemos derecho al acceso igualitario a los recursos necesarios para vivir la vida que con razó valoramos. Tres puntos sobre esto:

(i) Los que heredan riqueza o talentos naturales pueden creer sinceramente que ellos tuvieron un acceso igualitario a los recursos de la sociedad, pero esto no altera el hecho de que esta creencia sea falsa - y de hecho se la utiliza para darle una racionalización bastante obvia a la justificación de la propiedad o el patrimonio genético. 'Acceso igualitario significa acceso igualitario'.

(ii) La forma de igualdad que defiendo aquí precisamente no busca igualar los resultados. Es una versión radical de la igualdad de oportunidades. Todos debemos tener acceso igual a los recursos pero depende de cada individuo cuánto hace por esta oportunidad. Por eso esta concepción de justicia es consistente (aunque no prescriptiva) con la remuneración del trabajo según el esfuerzo, como tú propones.

(iii) La idea de que todos deben tener la misma oportunidad de vivir la vida que con razón valoran introduce lo que los filósofos llaman un elemento 'perfeccionista'. No todos los planes de vida tienen el mismo valor: el traficante de armas o el racista o los pedófilos no pueden demandarle recursos a la sociedad para llevar adelante sus proyectos particulares.

Acerca de los otros valores, ya dije que tu valor de autogestión es una especificación importante del contenido de la democracia. Me gusta particularmente tu argumento de que la norma de que todos deben participar en las decisiones en la medida en que el resultado de estas decisiones los afecte no favorece particularmente ningún procedimiento de decisión: según las circunstancias, el consenso, el principio de la mayoría, o la dictadura (en el sentido de que mis preferencias deben avasallar a todos las preferencias del resto en asuntos como lo que llevo o creo) es el procedimiento correcto. Efectivamente, deduzco la misma conclusión, pero sin la justificación de principios que tú das, en las pp. 122-3 de mi Manifiesto Anti-capitalista. Acerca de mis otros valores, la eficacia y la sustentabilidad, lo que tú dices efectivamente es que el contenido de cada valor está parcialmente determinado por los otros valores que se afirman juntamente con él: la 'eficiencia' significa algo diferente si se la ata a la rentabilidad. Eso es cierto, y es un punto que planteo en mi Manifiesto.

2. Capitalismo y socialismo: Acuerdas con que el capitalismo involucra 'el trabajo asalariado y un proceso ciego de acumulación competitiva' pero argumentas que también incluye 'la propiedad privada de los recursos productivos, mercados competitivos, división corporativa del trabajo, y remuneración para la propiedad y el poder'. Sin ser pedante, pienso que lo correcto de tus agregados está implicado en las dos separaciones fundamentales - la de la fuerza de trabajo de los medios de producción y la de los capitales contendientes entre sí - que sostengo que son constitutivos del modo de producción capitalista. Analicemos tu lista rápidamente.

'La propiedad privada de los recursos productivos' no es una condición ni necesaria ni suficiente para la existencia de relaciones capitalistas de producción. Dejando de lado la cuestión del stalinismo (que ya he planteado que fue un caso de capitalismo de estado burocrático), han existido un montón de empresas capitalistas que son (o tal vez deberíamos decir, en estos días de privatización, eran) estatales. Lo que es una condición necesaria es que una minoría consiga el control efectivo de los medios de producción y pueda excluir a los productores directos del acceso directo a estos medios, independientemente de si este control se legitima a través de títulos de propiedad. Lo que también es un requisito es que esta minoría esté sujeta a la competencia, que puede tomar la forma de competencia de mercado pero también puede consistir en rivalidades geopolíticas que empujen a estados rivales a invertir en las industrias necesarias para sostener las tecnologías militares avanzadas. El imperialismo en su sentido capitalista moderno tiene lugar cuando estas dos formas de competencia se fusionan. 'La remuneración para la propiedad y el poder' es un rasgo de todas las sociedades de clase, no sólo del capitalismo.

'Las divisiones corporativas del trabajo' plantean problemas más complejos conectados con la cuestión de la transformación social. Yo diría que la división del trabajo bajo el capitalismo es el efecto combinado de las exigencias de la explotación y de los requisitos técnicos que son ellos mismos un reflejo de los procesos competitivos que impulsan el cambio tecnológico. Tú sugieres que los marxistas desatienden la condición de los trabajadores en la producción, pero este argumento realmente es insostenible. El propio Marx muestra en 'El Capital' cómo, para obtener la posesión efectiva de los medios de producción, los capitalistas tienen que transformar el proceso de producción mismo y reducir a los trabajadores a meros apéndices de las máquinas. Este tema de lo que él llama 'la subsunción real del trabajo bajo el capital' ha sido continuado por muchos marxistas del siglo XX - Harry Braverman, los 'operaistas' italianos, y otros.

Lo precedente debería contestar la pregunta que planteas sobre si acaso considero la 'organización en el lugar de trabajo como otro lugar de cambio necesario'. ¡Por supuesto que sí! La tradición particular a la que pertenezco - la Tendencia Socialista Internacional (IST) - siempre ha puesto un gran énfasis en la importancia de los movimientos de base a través de los cuales los trabajadores pueden resistir a los patrones independientemente de los funcionarios de los sindicatos. Camaradas míos jugaron un papel de dirección hace seis semanas en una huelga ilegalizada muy importante llevada a cabo por los trabajadores postales aquí en Gran Bretaña. Cualquier desafío serio a la dominación capitalista implicaría el desarrollo de formas de control obrero de la producción - formas que serían un constituyente clave de la nueva sociedad.

Pides más detalles sobre cómo concibo la nueva sociedad, pero, como ya dejé bien en claro, estoy de acuerdo con mucho de lo que propones al exponer la 'Parecon'. Te resistes a llamar a tu alternativa 'socialismo' en base a lo que me parece sólo una estipulación de que el socialismo no puede consistir en el tipo de democracia consejista que propones. Todo lo que puedo decirte es que la democracia consejista es lo que yo entiendo por 'socialismo' desde que empecé a activar políticamente hace más de 30 años.

3. Leninismo: adviertes que no hago 'ninguna mención… de un partido político, mucho menos de uno leninista,' y te preguntas 'por qué' no lo hago. No estaba intentando esconder nada, como indica mi inclusión de Lenin en la tradición marxista revolucionaria en mi declaración de apertura. Sabía que muy pronto llegaríamos a la cuestión del partido. Yo no me llamaría 'marxista-leninista' porque esto implica adhesión a alguna versión de la ortodoxia stalinista que se institucionalizó desde mediados de la década de 1920. Pero no tengo ningún problema en llamarme leninista cuando se trata de la organización revolucionaria. Entonces, ¿qué significa ser leninista en el siglo XXI? [1]

El punto de arranque tiene que ser el 'problema de los 20 millones de personas' de Cassen: la brecha entre los activistas comprometidos y la masa de los trabajadores que son las víctimas principales del capitalismo (por lo menos en las economías avanzadas). Tienes razón al decir que hay motivos sociales para que esta brecha exista, aunque no pienso que el problema clave aquí sea el predominio de 'las estructuras, el tono, las preferencias, y el lenguaje de la clase coordinadora'. Si por coordinadores quieres decir gerentes, entonces no veo muchos de ellos en el movimiento. Yo diría que la gente tiende a venir de sectores de trabajadores de cuello blanco más calificados, lo que por cierto puede fomentar la autoindulgencia y el elitismo, pero la presión más conservadora proviene de las ONGs más grandes y los sindicatos, con sus estructuras burocráticas e intereses velados.

No me malinterpretes: estoy a favor de comprometer a los sindicatos y las ONGs, porque a través de ellos las fuerzas sociales más grandes se involucran en el movimiento. Pero el ala radical del movimiento necesita actuar de forma concertada para neutralizar las presiones hacia la moderación que los funcionarios sindicales y otros similares puedan ejercer. Durante los últimos años ha surgido una izquierda más distintiva dentro del movimiento: es gracias a esto que pudo ocurrir el 15 de febrero de 2003. Pero esta izquierda es políticamente heterogénea. Abarca, entre otros, a gente como tú, a la dirección del movimiento de los Foros Sociales italianos, a Walden Bello y Focus on the Global South, al Partido Socialista de los Trabajadores (SWP) británico y sus aliados en la coalición Stop the War y a Globalise Resistance. Es muy importante que esta izquierda trabaje junta y prosiga el diálogo (estos intercambios entre nosotros son un ejemplo). Pero no creo que esto sea suficiente.

La idea básica que subyace al leninismo es que aquellos en la izquierda que comparten una perspectiva socialista revolucionaria deberían formar una organización común con el objetivo de ganar a la mayoría para la idea del derrocamiento del capitalismo. El objetivo es un límite importante: como ya he planteado, la revolución socialista es un proceso de autoemancipación. El papel de un partido revolucionario es, entonces, no sustituir las distintas formas de autoorganización democrática que surgen en el curso de la lucha de masas sino ayudarlos a desarrollar el enfoque estratégico necesario para reemplazar la estructura existente de la sociedad por una mejor.

¿Pero ese enfoque estratégico no surgirá naturalmente mientras se desarrolla el movimiento? La historia sugiere que no. No se trata sólamente de que todo movimiento vivo genera una variedad de estrategias y programas diferentes sino que, en tanto nos fortalezcamos, la clase capitalista hará mayores intentos de dividirnos, fomentando la prevalencia de los dirigentes moderados que buscan soluciones de compromiso, aislar a los radicales, etc. Necesitamos organizarnos contra ellos, sin reproducir las estructuras jerárquicas y autoritarias del capitalismo.

La organización revolucionaria necesita ser ideológicamente coherente. Los leninistas opinamos que la tradición marxista es la mejor base sobre la cual llegar a esta coherencia. En parte esto es porque la crítica de Marx a la economía política inauguró el análisis más poderoso, por lejos, de la dinámica económica del capitalismo. Además, los escritos políticos marxistas constituyen un acerbo enormemente rico de reflexión y discusión sobre las grandes experiencias revolucionarias de los siglos XIX y XX. A todo aquél que esté interesado en la revolución en el siglo XXI yo le aconsejaría que empezara por aquí - aunque estos escritos no deben tratarse como textos sagrados o como excusa para la exclusión del pensamiento de otras tradiciones, sino que deben ser leídos críticamente como contribuciones a una tradición que evoluciona que constantemente tiene que renovarse para comprometerse con el presente.

Por último, está la cuestión del centralismo democrático. Tal como se practica en las organizaciones de la tradición de la IST (como algo opuesto a la característica del centralismo burocrático de los partidos stalinistas), el centralismo democrático se reduce a una aplicación rigurosa del principio de la mayoría. Es necesaria una discusión totalizadora para evaluar con cuanta corrección se está comprometiendo realmente un partido revolucionario en el presente y para desarrollar su estrategia para el futuro, pero esta discusión debe concluir en una decisión que es tomada por el voto de la mayoría y que liga a todos los miembros del partido cualquiera fuese la posición que tomaran durante estos debates.

Estas son dos racionalidades para este procedimiento. Primero, el objetivo de un partido revolucionario es la intervención en las grandes luchas para ayudar a formar al movimiento. Por consiguiente, la discusión no es un fin en sí mismo, sino que debe culminar en decisiones. Segundo, una organización leninista tiene un alto grado de cohesión ideológica debido a sus raíces en la tradición marxista revolucionaria. Dado este consenso en los principios políticos, para los miembros del partido es racional acordar tomar decisiones sobre cómo aplicar estos principios en la práctica en base al principio de la mayoría.

Este método de organización es absolutamente defendible por razones democráticas. Acepto que la efectividad práctica que las organizaciones leninistas puedan tener gracias a esta combinación de cohesión ideológica y aplicación disciplinada de las decisiones de la mayoría puede crear sospechas. Así que permítame usar mis últimas palabras para hacer hincapié en que los socialistas revolucionarios de mi tradición no ven el centralismo democrático como el modelo orgánico para el movimiento presente o para la sociedad futura tal y como surge de las luchas anti-capitalistas. El partido leninista es un instrumento en el proceso de autoemancipación que lo volverá obsoleto.

NOTA:

1- Para el debate sobre la cuestión del leninismo frente a los nuevos movimientos anticapitalistas, recomendamos consultar los artículos que se encuentran en las páginas de Panorama Internacional sobre este tema:

* Slavoj Žižek, "Un Lenin ciberespacial: ¿por qué no?"

http://www.ft.org.ar/Notasft.asp?ID=1182

* Daniel Bensaïd, "Leninismo en el siglo XXI"

http://www.ft.org.ar/Notasft.asp?ID=942

* Daniel Bensaïd, "Lenin: ¡Saltos! ¡Saltos! ¡Saltos!"

http://www.ft.org.ar/Notasft.asp?ID=573

* John Rees, "Leninismo en el siglo XXI"

http://www.ft.org.ar/Notasft.asp?ID=452


    Inglés  

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, LER-QI (Liga Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar