EEUU

Powell defiende el rol de la diplomacia

 

Autor: Steven R. Weisman

Fecha: 23/12/2003

Traductor: Celeste Murillo, especial para P.I.

Fuente: New York Times


Esta es otra estación de frustración para el Secretario de Estado Colin L. Powell.

Luego de un año difícil con éxitos mezclados para convencer a los aliados norteamericanos sobre la guerra de Irak, el Sr. Powell se recupera de una cirugía mientras el ex Secretario de Estado, James A. Baker III, estuvo representando a la administración Bush en reuniones de alto nivel en Europa sobre el futuro de Irak.

Cuando Saddam Hussein fue capturado, Powell fue notificado, no por el presidente Bush sino por Condoleezza Rice, la consejera nacional de seguridad. El avance con Libia fue anunciado en la Casa Blanca por el Sr. Bush el viernes pasado, mientras el Secretario de Estado se recuperaba en su casa.

Mientras entra en el último año del actual período del presidente Bush en el gobierno, negándose a responder la pregunta sobre qué hará durante el segundo período, el Sr, Powell dice, sin embargo, que está más determinado que nunca a enfrentar la percepción de que la diplomacia en general –y su propio rol en particular- ha sido marginalizada en una administración obsesionada con la guerra y el terrorismo.

“Cuando se tiene una historia como la de Irak, que dominó gran parte de este año, el mensaje de lo que estamos tratando de hacer podría no llegar a primera plana de las noticias”, dijo Powell en una entrevista telefónica. “Creo que hay un montón de cosas que hemos hecho que a veces se pierden en medio de todo”.

Muchos de sus recientes pronunciamientos han parecido combativos, defensivos y con cierta tristeza, reflejando la paradoja de ser uno de los miembros más conocidos del gabinete de Bush, y una figura popular alrededor del mundo, y sin embargo, sentir que sus metas han sido malinterpretadas.

En un artículo del último número de Foreing Affairs, uno de los tantos resúmenes ofrecidos en semanas recientes, Powell declara que contrariamente a la percepción popular, los Estados Unidos han trabajado junto a otros países para enfrentar la amenaza del terrorismo, la proliferación nuclear y la inestabilidad.

“La estrategia norteamericana es acusada ampliamente de ser unilateralista en su diseño”, escribió Powell. “No lo es. Muchas veces se la acusa de desbalancearse a favor de los métodos militares. No es así. Frecuentemente se la describe como obsesionada con el terrorismo y por lo tanto inclinada a la guerra preventiva a escala global. En gran medida no es así”.

Hubo frustraciones casi desde que asumió. Pero Powell discute que mientras el público se centró en la doctrina de guerra preventiva de la administración e ir solos si es necesario, él ha forjado alianzas sólidas detrás de las políticas norteamericanas en Corea del Norte e Irán, y ha trabajado junto con las Naciones Unidas en Irak.

Muy poca gente ha reconocido, dice, que las relaciones norteamericanas con China y Rusia están mucho mejor de lo que han estado en años, y ha existe una sociedad con Europa en una serie de temas, desde Afganistán hasta el conflicto India-Pakistán.

“Creo que nos hemos manejado bastante bien con China, Rusia y Europa, si uno ve cómo estábamos a comienzos y dónde estamos al final del año”, dijo Powell.

Su otros orgullosos logros, dice, son el aumento de financiamiento en el combate del SIDA y la ayuda extranjera a muchos países pobres. También está orgulloso de haberse involucrado en tratar de resolver conflictos regionales disparatados como las guerras civiles en Sudán y Liberia y presionar por la paz entre israelíes y palestinos.

Pero ha habido otros signos de insatisfacción del Sr. Powell sobre cómo avanzó la guerra en Irak, y cómo su reputación ha sufrido varias revelaciones, incluyendo el hecho de que el Pentágono haya rechazado el consejo del Departamento de Estado sobre la previsión de problemas de la ocupación norteamericana en Irak.

Hubo dificultades en lograr un papel más importante de las Naciones Unidas en la transición de Irak hacia el auto-gobierno. Finalmente, Powell ha sido golpeado por repetidas críticas por su declaración en la ONU, en febrero pasado, de que los programas de armas de Irak planteaban una amenaza inminente.

Defendió su uso de la información de inteligencia en ese discurso pero reconoció que esperaba que hubiera aparecido para este momento stocks de armas químicas y biológicas.

Según sus asistentes, raramente deja que su insatisfacción se torne en enojo. Además ve a Baker no como una amenaza sino como un potencial aliado para presionar por asociaciones más grandes con otras naciones en Irak.

“Él es la persona más optimista que conozco”, dijo un colaborador. “Para él cada día es un nuevo día. Siempre cree eso, cualquier cosa que le den, él puede hacerla mejor.”

Durante estos días Powell usa el teléfono constantemente de su casa en McLean, Va., dejando a su vice, Richard L, Armitage, como cara pública del Departamento de Estado. Los asistentes dicen que Powell ha mantenido el mismo ánimo de su trabajo hacia su enfermedad.

“Él siempre supo que tenía importantes riesgos”, dijo un asistente, refiriéndose a la alta tasa de cáncer de próstata entre los hombres afro-americanos. “Se ha realizado exámenes periódicamente. Hace algunos meses, un análisis mostró que tenía cáncer, y pudo realizarse una cirugía programada”. El viernes, un informe declaró que su enfermedad estaba limitad a la próstata, dejando el camino libre para un recuperación total.

Raramente Powell dejó entrever alguna insatisfacción interior que haya sentido en estos tres años. En una entrevista reciente con el Washington Post, Powell dijo que una de las cosas que más admiraba de uno de sus predecesores, George C. Marshall, era que no había renunciado, incluso después de que su consejo de no reconocer a Israel en 1948 fuera rechazado.

¿Significa eso, entonces, que Powell pensó alguna vez en renunciar, por ejemplo cuando Bush decidió ir a la guerra contra Irak? Para nada, según dicen sus asistentes. Powell siempre creyó que la guerra estaba justificada si Saddam Hussein continuaba rechazando las exigencias internacionales de reconocer sus armas.

“No es que estuviera contra la guerra”, dijo un colaborador de Powell. “Es sólo que la guerra no era su prioridad. Fue la de Rumsfeld y Cheney. La prioridad de Powell fue asegurarse de que la guerra fuera llevada a cabo de la forma correcta”.

A pesar de que la mayoría de la gente que lo rodea cree que no servirá en un segundo período como Secretario de Estado, Powell, en la entrevista, continuó con su práctica de no hablar de su permanencia si Bush gana la re-elección. Sí enfatizó que esperaba que Bush vuelva al gobierno.

Para Powell, nunca hubo dudas de que Bush apoya la diplomacia, al menos tan entusiastamente como apoya la guerra cuando es necesario. “Ha sido un presidente magnífico para los tiempos de guerra”, dijo Powell. “Pero él y yo hemos hablado sobre la importancia de la diplomacia incluso antes de que llegara al gobierno”.

“Una guerra tiende a aclarar las cosas”, concluyó Powell. “Significa también que no se puede perder mucho tiempo en otras cosas. Pero pueden notar que cuando anunció el acuerdo con Libia el viernes, puso énfasis en la importancia de la diplomacia”.

A juzgar por los recientes comentarios, la diplomacia es lo que Powell siente que esta administración debería recordar.


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