Economía y Politica Internacionales

Francia cambia el tono sobre Irak

 

Autor: Thomas L. Friedman

Fecha: 23/12/2003

Traductor: Graciela Milesi, especial para P.I.

Fuente: International Herald Tribune


De todas las reacciones fascinantes en torno a la captura de Saddam Hussein, la única que más me intriga es la decisión de Francia de ofrecer un perdón a parte de la deuda de Irak. ¿Por qué ahora? Creo que es el 11vo. intento hecho por el gobierno francés de pasarse al lado correcto de la historia.

Creo que el presidente francés, Jacques Chirac, sabe algo en lo profundo de su corazón: en los preparativos para la guerra de Irak, George W. Bush y el primer ministro británico Tony Blair, faltaron a la verdad a cerca de las armas de destrucción masiva de Saddam - pero no estaban solos. Chirac también faltó a la verdad sobre su predisposición a unirse a una coalición liderada por las Naciones Unidas contra Irak si a Saddam se le daba más tiempo y no acataba las inspecciones de armas de las Naciones Unidas.

No creo que Chirac haya querido nunca la guerra contra Saddam, bajo ninguna circunstancias. Es por eso que la historia recordará que estos tres líderes probablemente faltaron a la verdad, pero con una gran diferencia: Bush y Blair lo hicieron poniendo en riesgo sus propias carreras políticas para terminar con un dictador realmente nefasto. Y Chirac lo hizo para promover su carrera política mediante la protección de un dictador realmente nefasto.

Algo me dice que la imagen de Saddam como un hombre lobo algo loco pudo haber shoqueado a Chirac y su ministro exterior, Dominique de Villepin: sí muchachos, este es el tipo que ustedes protegen. La historia también recordará que mientras Estados Unidos y Gran Bretaña eligieron ser los fiscales de Saddam, Francia eligió ser su abogado defensor. Entonces, no me sorprende que ahora Francia esté ofreciendo dinero en forma de un alivio a la deuda iraquí.

Algo me dice que Chirac y De Villepin ya asumieron que Irak terminaría en el fracaso, pero con la captura de Saddam ellos deciden, mejor, participar algo en el éxito.

Sin embargo, nosotros, los norteamericanos y los iraquíes tendremos que avanzar más -de otra forma serán los franceses los que rían a lo último. Nadie cuestiona que la captura de Saddam merece celebración de por sí, no sólo porque este hombre nefasto será llevado a la justicia sino también porque mejora las posibilidades de un resultado decente en Irak. Pero mientras la remoción de Saddam es necesaria no es suficiente.

Entramos en el momento de la verdad en Irak. Con Saddam afuera, no hay más excusas para la política a seguir. Ahora nosotros vamos a tener la respuesta al gran interrogante que tuvimos antes de la guerra: ¿Es Irak de la manera que es porque Saddam era como era? ¿O Saddam era de la manera que era porque Irak es lo que es –ingobernable excepto con mano de hierro?

Tenemos que dar a los iraquíes todas las posibilidades de demostrar que es lo primero y no lo segundo. En primer lugar, espero que no tengamos que escuchar ninguna consigna más de "Muerte a Saddam". El ahora está como muerto. Es momento para los iraquíes de dejar de decirnos que lo quieren muerto. Ahora nosotros tenemos que escuchar cómo quieren vivir y con quién. El padrino está muerto. Pero ¿cual será su legado? ¿Hay una buena familia nacional iraquí que pueda y desee vivir junta? o ¿habrá más padrinos pequeños compitiendo entre ellos? Según lo que vi en mis visitas, creo que el escenario de una buena familia para Irak es muy posible, si los Estados Unidos puede otorgar seguridad, pero es seguro que sólo los iraquíes pueden decirnos cómo se comportan.

La forma de determinar si los iraquíes está dispuestos a formar la buena familia depende de cómo ellos utilicen y entiendan su nueva libertad. Las razón por las que las políticas iraquíes no encajan hasta ahora no es sólo debido a la sombra persistente de Saddam. Sino porque cada uno de los bloques más importantes -los kurdos, sunnitas y chiítas – presionan demandas maximalistas para lo que piensan es su lugar de pleno derecho en la formación y funcionamiento de un nuevo Irak. El barco del Estado se hizo pedazos sobre esas rocas muchas veces antes.

Arriesgando sus propias carreras políticas, Bush y Blair le han dado a los iraquíes el regalo de la libertad. Pero no es la libertad para gritar simplemente lo que están en contra. Eso es anarquía.

La libertad se refiere a los limites, compromisos y aceptar una responsabilidad. La libertad es la oportunidad de alcanzar sus intereses y la obligación de escuchar y comprometerse con los intereses de los otros.

Cómo los iraquíes asimilen esta clase de libertad determinará si la captura de Saddam es el punto más alto de este drama - y si desde aquí todo es más fácil - o si es apenas un primer capítulo necesario en el proyecto más revolucionario de construcción de democracia emprendido en el mundo árabe.


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