EEUU

La estrategia electoral de Bush. La política del miedo y de la sangre.

 

Autor: Dave Lindorff

Fecha: 29/12/2003

Traductor: David Lewin. Especial para P.I.

Fuente: Counterpunch


Los grandes titulares de estrategia de la campaña de re-elección de Bush han comenzado a aparecer, y presentan una muy fea pintura.
Desde ahora hasta el próximo noviembre, podemos esperar tener una serie de acciones dramáticamente llamada militares en Irak (y tal vez ocasionalmente en Afganistán) las cuales serán descriptas cada una como una operación de “mutilación” contra el enemigo (¿cuántas veces se puede mutilar a alguien?).
Tendremos altas y bajas en los códigos de colores de alerta contra el terrorismo, destinados a mantener a los votantes al límite.
Y quizá tendremos, incluso, una serie de convenientes series de arrestos de líderes claves del movimiento terrorista, quienes serán mostrados ante las cámaras (o cuyos cuerpos serán expuestos), para ser seguidos en cada ocasión por un sonriente presidente Bush, diciendo que la Guerra contra el Terrorismo está siendo ganada.
Todo esto será complementado con la deseosa y capaz asistencia de los medios, los cuales están hambrientos de rating, y los cuales, sólo para darle la pincelada dramática que se necesita, continuarán evitando cubrir las verdaderas historias de guerra: los asaltos al estilo SS sobre los civiles iraquíes y afganos por tropas norteamericanas, las completas violaciones de la Convención de Ginebra sobre los prisioneros de guerra, el creciente enojo contra la ocupación entre los iraquíes comunes y la creciente desmoralización de las tropas norteamericanas.
La captura de Saddam Hussein, que llegó sospechosamente en el momento en que los números de Bush en las encuestas estaban llegando a su punto más bajo luego de los ataques del 11 de Setiembre, puede haber sido el puntapié inicial de su campaña. Ya ha sido sugerido por algunos, incluido el congresista Jim McDermott, que la captura de el caído dictador iraquí puede haber sido orquestada; que de hecho los líderes militares norteamericanos sabían exactamente dónde estaba Hussein durante algún tiempo y que estaban esperando la orden de ir y capturarlo cuando fuera más conveniente políticamente para Bush.
Ciertamente desafía toda credibilidad que con más de 150 mil soldados norteamericanos y británicos en el país, con un rescate de $25 millones esperando por un soplón, y cientos de miles, quizá millones de iraquíes que quieren vengarse personalmente contra él, que Hussein pueda haber estado escondido exitosamente por casi un año.
Aun si la teoría de la conspiración no fuera correcta (lo que sería difícil de probar), ciertamente parece que la captura televisada de Hussein le dio un buen comienzo a esta nueva campaña.
Después tenemos las duras medidas tomadas en el llamado Triángulo Sunnita, que incluyeron órdenes de tiroteos contra manifestantes desarmados, escuadrones de asesinatos al estilo Guerra de Vietnam y cercado villas estratégicas, pasando bulldozers sobre las casas de supuestos guerrilleros, al estilo israelí.
Si la teoría de la conspiración en el arresto de Hussein se demuestra correcta, podemos esperar más arrestos públicos, que quizá lleven a la Sorpresa de Octubre: la captura o asesinato de Osama Bin Laden.
En cualquier caso, podemos esperar ver otras 10 campañas militares que matarán o capturarán varios cientos de "supuestos terroristas" en Irak, y una serie de serias alertas domésticas que quizá culminen en una alerta roja máxima justo antes del día de elección, una movida que permitiría al Gobierno desplegar en los lugares de votación soldados de la Guardia Nacional, una maravillosa forma de recordarle al electorado que debe votar por los Republicanos.
No importará que nada de esto realmente afecte lo que está en realidad ocurriendo en Irak, donde podemos esperar seguir viendo continuas rebeliones y caos, y una probable guerra civil y, ciertamente, una creciente oposición a la ocupación de los EE. UU. Esto será un problema para la próxima administración, cualquiera que sea. Desde ahora, la administración Bush estará enfocada poderosamente en Noviembre del 2004.
Un grupo de candidatos presidenciales Demócratas está jugando en esta trampa con un ataque concertado sobre Howard Dean, quien es presentado por sus oponentes y la gente del establishment como la reencarnación tanto de George McGovern y Michael Dukakis.
Pero explíquenme por qué alguien, enfrentado a las tácticas de miedo de los republicanos votaría por alguien como John Kerry, Dick Gebhardt o Joe Lieberman, si su argumento principal es "necesitamos pelear la guerra en Irak y la guerra contra el terrorismo tal como lo está haciendo George Bush, sólo que nosotros podemos hacerlo mejor".
El único camino para combatir la estrategia de campaña de "fuego nazi" de los republicanos de aterrorizar al electorado es enfrentarla frontalmente, como Dennis Kucinich y Howard Dean lo están haciendo, al llamar a la administración un "bluff", explicando que la guerra en Irak es un engaño y que la Guerra contra el Terrorismo es contraproducente y es tan probable que haga al mundo o a los EE. UU un lugar más seguro como que la Guerra contra las Drogas haya dejado libre de drogas a norteamérica.
Mientras tanto, jugar de acuerdo a las reglas de Bush hace que los demócratas, y la misma democracia norteamericana, se vuelvan vulnerables a la posibilidad de otro ataque de Al Qaeda en suelo estadounidense. El Gral. Tommy Franks ha advertido recientemente que algo como un ataque, si fuera al menos parcialmente exitoso, podría iniciar el fin de la Declaración de Derechos y de 228 años de experiencia en la Democracia Americana. Esta profecía extrema, mientras es algo creíble, es sólo posible si el liderazgo político continúa avanzando hasta lograr que el público se vuelva una masa de cobardes irracionales dispuestos a recluirse en sus bunkers ante el primer sonido de un ataque.
Si los líderes demócratas comienzan a hablar acerca de la fuerza de la Constitución, la inviolabilidad de la Declaración de Derechos, y la necesidad de mantenerse unidos en la defensa de la libertad y la democracia, en la cara de quienes se oponen a estas tradiciones, cualquier ataque si sucede, no sería visto como una razón para tirar todo por la borda, sino más una razón para lanzar la defensa de la libertad.
Por el bien de las elecciones de 2004, pero más importante, por el bien de la democracia norteamericana, la campaña de miedo de Bush, decepción y manipulación debe ser enfrentada directamente. No se le debe dar la oportunidad en las primarias a ningún demócrata que le siga el juego a la administración.


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