Irak, Medio Oriente y Asia

La previsión fue 20/20

 

Autor: Jackson Diehl

Fecha: 8/1/2004

Traductor: Isidoro, especial para PI

Fuente: Washington Post


La administración Bush ha sido machacada por fracasar en anticipar o hacer planes para los muchos problemas del Irak de posguerra o reservar el dinero para costearlos. Sus portavoces insisten, como lo hicieran antes de la guerra, que no había manera de saber por adelantado los desafíos que podían surgir y cuanto podía costar enfrentarlos.

Con todo, mirando retrospectivamente lo que la generalidad de la política exterior de Washington esperaba de la intervención en Irak, es notable cuanto del problema que ahora enfrenta la misión de EE.UU. fue predicho con precisión y públicamente.

Sobre mi escritorio hay una pila de más de una docena de estudios y piezas de testimonios del congreso sobre las posibles condiciones del Irak de posguerra, preparados antes de la invasión por “think tanks” de la izquierda, el centro y la derecha, por contingentes de diplomáticos veteranos y expertos de área, y por académicos independientes.

El grado de consenso era admirable: la reconstrucción de Irak sería larga y costosa, la violencia era probable y la buena voluntad hacia los Estados Unidos probablemente no duraría mucho tiempo.

¿Quién podría haber previsto la insurgencia Sunita que lentamente está desangrando a las fuerzas de EE.UU.? Bien, alguien, Amatzia Baram, un conocido experto en Irak. En un paper incluido en un estudio publicado por el Washington Institute for Near East Policy en septiembre de 2002, Baram predijo que “los soladados de EE.UU. representarían un blanco ideal para las células subterráneas del Baath, los terroristas de al-Qaeda, los fundamentalistas chiítas. Los Estados Unidos, concluía, “estarían frente a un dilema. Si evacuara sus fuerzas militares poco tiempo después de derrocar a Saddam, no podría asegurar la estabilidad del nuevo régimen. Si las tropas de EE.UU. se quedaran en las ciudades iraquíes, sin embargo, estarían en un camino de perjuicios.”

Phoebe Marr, otra importante especialista en Irak, también advirtió de un contra impulso (backlash, NT) nacionalista. En seis meses o un año, le dijo al comité de Relaciones Exteriores del Senado 10 días antes de la guerra, “surgirá alguna oposición.” Añadió: “Esto nos presenta un dilema, y tendremos que lograr equilibrios. Para conseguir un cambio político y social real -– un régimen constitucional, por ejemplo –- llevará tiempo. Pero mientras más nos quedemos, más nos arriesgamos a generar resentimiento y oposición nacional.”

La resistencia podría no ser tan grande ahora, desde luego, si la administración de la ocupación no hubiera disuelto el ejército iraquí –- un error contra el que advirtieron varios de los estudios de preguerra.

“El ejército puede servir como un garante de la paz y la estabilidad,” dijo una comisión presidida por el ex embajador Edward P. Djerejian y por Frank G. Wisner. “El ejército debe ser redimensionado y reorganizado. . . pero esto debe hacerse gradualmente y sin humillar deliberadamente a sus miembros,” aconsejó el International Crisis Group.

Tampoco, se hace evidente, era tan difícil predecir cuanto iba a costar la Guerra o cuantas tropas podían necesitarse. Un reporte de un contingente del Concejo sobre Relaciones Exteriores citaba un rango de 75.000 a 200.000 soldados de EE.UU.; hay ahora 130.000. El ex agente del Departamento de Estado James Dobbins acentuaba en una nota al pie que “este no es un compromiso que América pueda sostener sola por mucho tiempo.” En cuanto a los costos, la mayoría de las estimaciones independientes caían entre $100 mil millones y $200 mil millones; William D. Nordhaus de Yale publicó un estudio ampliamente citado prediciendo costos directos de $150 mil millones a $740 mil millones a lo largo de 10 años. Hasta ahora, la administración Bush ha conseguido gastar más de $160 mil millones en los primeros dos años.

No es que estas predicciones no fueran escuchadas dentro de la administración; algunas tuvieron eco en el proyecto para la posguerra de Irak del mismo Departamento de Estado. Pero el pequeño grupo de civiles del Pentágono que monopolizaron el control sobre la ocupación prefirió ignorar la opinión de los expertos –- estaban más influenciados por los exiliados iraquíes, quienes insistieron en que el país podía ser transformado rápidamente tan sólo si las instituciones existentes, como el ejército, eran completamente desmanteladas. L. Paul Bremer, quién se hizo cargo de la Autoridad Provisional de la Coalición en Junio, confesó que hasta su designación había estado absorbido por su carrera en el sector privado y no había leído la mayor parte de los estudios sobre Irak.

No es demasiado tarde para escuchar algo de los consejos. Los problemas más serios previstos por los expertos aún no se han materializado pero podrían hacerlo este año. Uno es que la dirigencia kurda se arroje a adquirir más territorio y autonomía de los que puede tolerar el resto de Irak, lo que podría bosquejar una guerra civil o la intervención extranjera. Otro es el peligro de que un gobierno provisional iraquí sea creado demasiado pronto, causando que sea percibido como un títere de los EE.UU. Resumiendo la colección de papers del Washington Institute, Patrick Clawson advirtió que la historia de Irak sugiere que su primer gobierno estará sujeto a sucesivos desafíos violentos, y que los líderes pro occidentales no sobrevivirán salvo que sean defendidos por las tropas americanas.

Casi todos los estudios recomiendan que los Estados Unidos traten de evadir el problema político que tienen ahora entregando el control sobre Irak, o al menos su transición política, a las Naciones Unidas, y ejerciendo su influencia indirectamente. Al mismo tiempo, adviertan contra una partida demasiado rápida. “Mientras llevan adelante el proceso lo más rápidamente posible, los Estados Unidos no deben limitarse por un cronograma auto impuesto sino que deben adoptar una perspectiva basada en objetivos,” dijeron Djerejian y Wisner. La administración ignoró aquel primer concejo, a su gran costa. Si quiere evitar el desastre en 2004, debería recordar el segundo.

Publicado el 4 de Enero, 2003


     

 

   
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