EEUU

En el gesto de inmigración de Bush, un signo de normalidad

 

Autor: Marcela Sanchez

Fecha: 30/1/2004

Fuente: Washington Post.


El nuevo plan de inmigración del Presidente Bush – en el que insistió por tercera vez en tres semanas durante su discurso del Estado de la Unión este martes -- está causando furor y diversas opiniones. Por estos días se pueden encontrar reacciones por doquier.

Muchos demócratas descartan el plan como un truco propio de un año electoral que sólo busca atraer votos hispanos. Otros le ven poco futuro porque la inmigración es demasiado polémica para tratarla en un año electoral.

Algunos conservadores han calificado la propuesta de trabajadores temporales del presidente como una amnistía simulada ya que, según dicen, no hay nada más permanente que un trabajador “temporal”.

También en México se oyen las críticas. Después de escuchar la presentación que hizo Bush de su propuesta la semana pasada en Monterrey, algunos en la prensa la rechazaron como un elegante “plan de deportación” y el titular de un diario declaró que, según Bus, “El american dream no es para mexicanos”.

Sería fácil coincidir con uno – o más – de esos puntos de vista. De hecho no hace mucho tiempo probablemente habría estado del lado de los escépticos. Después de todo, los ataques terroristas del 11 de septiembre habían abierto las puertas a uno de los momentos más hostiles en años contra los inmigrantes en este país.

Suavizar las restricciones de un sistema que había demostrado ser un camuflaje perfecto para los terroristas parecía no tener lugar en ese ambiente posterior a los ataques. Pero ahora, el hecho de que Bush esté sugiriéndolo, con su reelección en juego, es un gesto que no puede ignorarse y como mínimo podría estar señalando el retorno a tiempos más normales.

Si ahora estoy dudando en emitir juicios de opinión, es debido a que he estado abogando por un tiempo – y lo más fuertemente posible – a favor del regreso, así sea parcial, de esta normalidad. El terrorismo había envenenado tanto las aguas que mató, por varios meses, cualquier discusión de reforma migratoria. La normalidad permite una discusión más racional y, además, ver los beneficios de tener a millones de inmigrantes saliendo de la sombra.

Algunos defensores de los inmigrantes y líderes del Congreso han optado por ver la propuesta de Bush como un paso adelante. Y, de hecho, están aprovechando el ímpetu generado por el presidente para seguir presionando por reformas más integrales. Aunque es poco probable que tengan avances legislativos sin la participación directa de Bush, presentarán y reforzarán los argumentos centrales en pos de una reforma migratoria más amplia: que se justifica por razones económicas, morales y de seguridad.

El gesto de Bush no esta libre de riesgos políticos. El mandatario estadounidense está siendo fuertemente atacado en asuntos internos, en particular, por la pérdida de 2.3 millones de empleos durante su administración. Trabajadores inmigrantes – recién llegados o recientemente legalizados – parecerían ser un competidor inconveniente para los desempleados estadounidenses.

Incluso economistas como Jared Bernstein del Economic Policy Institute, o expertos en inmigración como George Vernez de RAND Corporation, expresan su preocupación de que extender ahora la mano a los inmigrantes es inoportuno. La reciente pérdida de empleos, particularmente entre los trabajadores rasos, hace innecesario un programa de trabajadores huéspedes, asegura Vernez.

Y ese sería el caso si los empleos perdidos estuvieran en el sector agrícola o de servicios, a donde van la mayoría de los inmigrantes. Pero las estadísticas muestran que la mayor parte de los trabajos se están perdiendo en el sector manufacturero -- no debido a los inmigrantes sino a los trabajadores en otros países. Este es el resultado de la globalización y el libre comercio, no de la inmigración.

Es más probable que se pueda culpar a los inmigrantes por contribuir a reducir los salarios y las prestaciones al aceptar hacer trabajos por menos que lo que piden trabajadores estadounidenses. Pero el empleador es el que verdaderamente se beneficia. Y al impulsar su propuesta, Bush es vulnerable una vez más a acusaciones de que su administración complace más a menudo los intereses de las grandes empresas.

Según Bernstein, algunos críticos han empezado a llamar el plan de Bush la Ley Laboral de Wal-Mart. Desde su punto de vista, ayudará a mantener una oferta constante y segura de mano de obra barata para compañías como Wal-Mart – la empresa minorista más grande del mundo y el mayor empleador privado de Estados Unidos – que venden mercancías a muy bajos precios al mantener a un mínimo los costos laborales.

Sea como sea, el gesto de Bush es todavía importante. En parte debido a que reinicia el debate sobre uno de los temas más urgentes de hoy. Pero aún más importante, porque muestra que el terrorismo ya no tiene el monopolio sobre el debate de la reforma a la inmigración. Ojalá sea para Bush uno de sus triunfos y para los terroristas, una de sus derrotas.

Publicado: 22/01/2004


     

 

   
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