EEUU

Un presupuesto hecho a la medida del presidente

 

Autor: Oscar Raúl Cardoso

Fecha: 3/2/2004

Fuente: Clarín (Arg)


Si a usted le interesa el arcano del próximo presupuesto fiscal de la nación más rica de la tierra —Estados Unidos, por supuesto— hay una recomendación que puede resultarle útil: no conceda demasiado crédito a lo que lea o escuche en los próximos días, porque nadie, incluyendo muchos de los que colaboraron en su confección, lo conoce en su totalidad.

Este documento, cuya última versión George W. Bush acaba de enviar al Congreso para el año fiscal que comenzará el 1º de octubre próximo, es no sólo uno de los más importantes que produce cada doce meses toda administración. Es también el equivalente material de varios ejemplares de la guía telefónica de cualquier gran ciudad. Su complejidad obliga a una lectura obsesiva línea por línea antes de poder gritar "Eureka" con alguna seriedad. Como siempre sucede, las opiniones más informadas llegarán con algunas semanas de retraso.

Esta salvedad no implica, necesariamente, que haya que cruzar los brazos del entendimiento frente a la intención de llevar el gasto público a 2.4 billones de dólares en el 2005, con una inversión militar mayor en un 7% —para el Gobierno que ya gasta más en ese rubro que ningún otro— y un 10% en el miedo colectivo pos 11 de Septiembre —esto es en los programas denominados genéricamente de "seguridad interior"—, mientras pretende limitar severamente la inversión en los rubros domésticos que no tienen que ver con los anteriores con un tope rígido de medio punto porcentual.

En primer lugar hay que citar que el déficit —solo estimado— de estas cuentas podría superar los 400 mil millones de dólares en el 2005, sumándose a los 521 mil millones que arrastra en el presente ejercicio y que todo esto se da en una nación que se endeuda con un tesón y una velocidad dignos de mejor propósito y con un Presiente que sigue sin sonrojarse cuando asegura que ese déficit puede ser reducido en una mitad durante el próximo quinquenio.

Es interesante notar aquí que los economistas de Bush parecen haber empleado algo de contabilidad creativa. La escalada posible de los "costos imperiales" —lo que le demandará a Estados Unidos permanecer en lugares como Irak, Afganistán y algún otro que sus militares puedan ser enviados a "visitar"— fueron dejados deliberadamente fuera del presupuesto. Aunque la administración admite que durante el año fiscal 2005 deberá volver al Congreso para demandarle una nueva ley de emergencia con fondos adicionales. Esos burócratas cruzan los dedos a la espera de que los 87.000 millones que obtuvieron en el presente ejercicio no se agoten demasiado rápido.

Lo que está claro es que los que sufrirán el costado más mezquino de estas cuentas públicas serán los programas de naturaleza social, desde aquellos dirigidos a evitar la depredación ecológica hasta los que puedan dirigirse a los sectores menos favorecidos. Todo esto en un país, conviene recordar, en el que un diez por ciento de la población permanece al margen de cualquier asistencia médica y en el que el número de pobres trepó a 33 millones entre el 2001 al 2002. Es la forma curiosa que asume el "conservadurismo compasivo" que pregona Bush.


     

 

   
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