Izquierda Marxista

El operativo manos limpias ensuciando a Blair

 

Autor: Alex Callinicos

Fecha: 8/2/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Worker, GB


La coartada de Hutton era demasiado poco creíble para que resultara

Hubo una ocasión en la que el informe Hutton podría haber funcionado. El propio Lord Hutton representó al ejército británico declarando frente a Lord Widgery por la matanza del Domingo Sangriento en Derry en enero de 1972. Widgery hizo lo que fue tal vez el mayor encubrimiento de la historia británica del siglo XX. Después de una charla con el primer ministro, Edward Heath, exoneró el Regimiento de Paracaidistas acusado por la matanza de 13 civiles desarmados.

Este juicio fue cuestionado por un puñado de periodistas investigadores -principalmente por Eamonn McCann en el Socialist Worker y por el equipo de investigación del Sunday Times. Pero tuvo que pasar casi una generación entera para que la verdad sobre la matanza fuera aceptada generalmente.

Haciendo memoria, a nadie debería sorprenderle que Hutton, un abogado de los unionistas (norirlandeses pro-británicos) del Ulster criado en una tradición que se identifica incondicionalmente con el gobierno y las fuerzas de seguridad, haya entregado un informe oficial tan miserable.

Pero lo que es asombroso es la condena universal a Hutton. Desde un punto de vista puramente técnico, cometió dos errores estúpidos. En primer lugar, para ser verdaderamente útil al gobierno, Hutton debería haber adoptado por lo menos una apariencia de ecuanimidad. Para ser creíble su informe tendría que haber sido un aviso a Tony Blair y sus secuaces de que la próxima sean más precavidos, y reservando su munición más pesada para la BBC. Segundo, y más importante, la forma pública en la que se dirigió la investigación perjudicó al informe final.

Esto implicó que, cuando Hutton absolvió a Downing Street, sus hallazgos fueron contradichos flagrantemente por la evidencia producida durante las audiencias. Los encubrimientos exitosos tienen lugar a puertas cerradas.

Pero lo que más se ha tomado nota no es tanto la crudeza de las mentiras del operativo manos limpias sino el desprecio con el que fue recibido el informe Hutton. Han habido cambios enormes en la cultura política británica desde comienzos de los '90. Después de una década o más de manejos poco limpios de los Tories y de la vuelta de tuerca de los blairistas, la idea de que la palabra del primer ministro, los funcionarios y los agentes de inteligencia es sagrada puede significar algo únicamente para un señor de la ley jubilado de 72 años, pero no para nadie más.

Y, por supuesto, todo el operativo de Hutton no puede alterar el hecho de que no se ha descubierto ningún arma de destrucción masiva en Irak. El día que exoneró a Blair y al Servicio Secreto de Inteligencia, David Kay, el ex-jefe neo-conservador del Grupo de Investigaciones sobre Irak, admitía en Washington el fracaso completo de la inteligencia anglonorteamericana en Irak. Son las mentiras que nos llevaron a la guerra y la actual ocupación sangrienta y caótica de Irak lo que sigue siendo el problema fundamental. Esa es la razón por la cual las encuestas de opinión están arrojando masivamente resultados contra el gobierno y Hutton.

El informe de Hutton sólo ha servido para aumentar la crisis de representación política, ensanchando la brecha entre la élite política y los millones de votantes. Los opinadores convencionales sostienen que Blair salió fortalecido luego de la semana pasada.

El Financial Times, para su propia vergüenza uno de los pocos periódicos que defendió a Hutton, planteó que "al final de una semana extraordinaria en la política, el tema dominante es la durabilidad del Sr Blair, en lugar de su mortalidad". Los hechos hacen pensar algo bastante diferente. El voto sobre el aumento de los aranceles de los estudios universitarios el martes de la semana pasada vio a la enorme mayoría blairista en la Casa de los Comunes reducirse de 161 a cinco.

Para poner esto en perspectiva, comparémoslo con la rebelión parlamentaria más famosa del último siglo, el voto que derrumbó del poder a Neville Chamberlain en mayo de 1940.

Entonces, 41 parlamentarios del gobierno votaron junto con la oposición, reduciendo la mayoría de Chamberlain a 81. La semana pasada 72 parlamentarios votaron contra el gobierno. La insistencia de Tony Blair de hacer pasar políticas neo-liberales e imperialista amenazan con romper su enorme mayoría parlamentaria.

Como ocurrió con la votación para la aprobación de la entrada en guerra de marzo del año pasado, se salvó sólo gracias a la intervención de Gordon Brown. El Financial Times estima que su mayoría efectiva actualmente es sólo de 40. En el sistema político británico un primer ministro se mantiene en el cargo en tanto él o ella mantienen la confianza de sus propios parlamentarios y su gabinete. Blair está alcanzando el punto al llegó Thatcher a fines de los '80, y se encuentra vulnerable a una rebelión en sus propias filas. Esto no significa que esté a punto de caer en los próximos meses.

Quizá pueda hacer un trato con Brown que mantenga la nave a flote hasta la próxima elección. Pero el precio de Brown puede ser demasiado alto para Blair. Pero así Blair logre llegar a la costa o sea finalmente derribado por una rebelión ministerial, la brecha entre la política oficial y los millones de votantes permanecerá. El desafío para todos aquellos que se han reunido para formar la coalición RESPECT de la izquierda radical es empezar a llenar esa brecha.


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