Izquierda Marxista

EE.UU: El drama de la elección tiene poca sustancia real

 

Autor: Mike Davis

Fecha: 8/2/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Worker. GB


La última de una serie de votaciones en estados de EE.UU. para determinar al contendiente del Partido Demócrata que hará frente a George Bush en la elección presidencial de noviembre tuvo lugar esta semana (ver debajo). Este artículo fue escrito por un socialista norteamericano para los lectores británicos del Socialist Worker.

Imagínense a Blair y Gordon Brown, con sus sonrisas payasescas pegadas a sus caras corroídas, pasando una semana tras otra apretujándose y charlando con los habitantes locales en las tabernas y los restaurantes de comida rápida de Barrow-in-Furness. Imagínense un sistema electoral que da una influencia más estratégica a la selección del líder laborista a Cornwall y Essex que a Liverpool y Glasgow.

Sí, un sistema que ubica a Londres casi último en la línea, después de que la prensa ya ha ungido a un ganador y los punteros han recogido sus apuestas. Pero, de hecho, así es la lógica desquiciada de las primarias del Partido Demócrata norteamericano que tienen lugar en este momento. Catapultan a Iowa, New Hampshire (Manchester en el estado de New Hampshire, puede ser el equivalente norteamericano de Barrow-in-Furness en Gran Bretaña) y Carolina del Sur por delante de la cola de los estados grandes.

El sistema priva a las grandes divisiones de la democracia, como los chicanos en California, los trabajadores del sector público en Nueva York o los afro-norteamericanos de Illinois, de jugar papeles como votantes en proporción directa a su tamaño o su importancia histórica. Es un sistema, para ser justos, que en realidad fuerza a los candidatos, con el mismo cuento de siempre repetido en forma robótica y sus señores cuidadosamente peinados y arreglados, a tener un contacto breve pero espontáneo con las personas reales.

Pero también es un sistema que da una ventaja estratégica a las grandes empresas de medios de comunicación forjando las imágenes de los candidatos y los temas de debate mucho tiempo antes de que las primarias lleguen a las grandes ciudades y los principales centros industriales. Un ejemplo pavoroso y típico fue el hostigamiento de la prensa contra Howard Dean, el crítico más abierto de la invasión a Irak por parte de Bush, después de las primarias de Iowa.

El aullido de Dean la noche de la elección de Iowa -interpretado diversamente como un grito de aliento a sus partidarios o como un colapso nervioso- fue re-emitido por la TV continuamente durante varios días. El New York Times estimó que el espectador medio lo vio 20 veces. Las mismas cadenas de televisión, como la Fox News de Rupert Murdoch que no toman noticia de gestos como cuando Bush ofrece sus sonrisas de satisfacción de idiota o Rumsfeld se relame en su megalomanía, de repente estaban susurrando en la oreja del público que Dean era un demente.

Aunque el propio Dean es un demócrata de centro bastante del común con un registro austero como gobernador del estado de Vermont, su campaña ha despertado el temor y el aborrecimiento de la élite como no se ha visto desde la nominación de George McGovern con su campaña contra la guerra de Vietnam en 1972.

La campaña de Dean -que ahora está siendo rápidamente reformulada y girando a la derecha bajo la asistencia de los funcionarios de su partido- creció en sus orígines en el vacío político y moral creado por la capitulación abyecta de la dirección del Partido Demócrata frente a la guerra de Bush contra el terrorismo. Dean se volvió un héroe para estudiantes y activistas sindicales enojados debido a su buena disposición para articular lo que millones creen pero ningún otro demócrata se atrevió a decir -que el presidente de Estados Unidos es un imbécil guerrerista controlado por una secta de conspiradores millonarios del petróleo y fanáticos cristianos.

Irónicamente, en Iowa y New Hampshire, Dean se volvió víctima del éxito de su propia campaña al obligar a los otros candidatos, particularmente John Kerry y John Edwards, a hablar contra el fraude de Irak. Y Kerry, por cierto, hasta ese momento tan embebido de compromiso e hipocresía, de repente mostró débiles señales de una anterior personalidad suya -la del veterano anti-guerra militante que denunció los crímenes de guerra norteamericanos en Vietnam con elocuencia ante el Congreso en 1972.

En los últimos días antes de la primaria de Iowa, rodeado por Teddy Kennedy y una guardia de honor de veteranos, Kerry se reinventó a sí mismo como la "paloma dura". Sin el monopolio del tema anti-guerra, Dean se derrumbó con su agenda doméstica, en la cual sus políticas sobre servicios de salud, reforma impositiva y beneficios sociales son indistinguibles de otros candidatos o están incluso más a la derecha que ellos.

En particular, su marca registrada "traer de vuelta a América" no resistió frente al más militante contraste "nosotros contra ellos" de las "Dos Américas" del Senador John Edwards. Este último, alardeando sobre sus orígenes obreros, obtuvo un inesperado segundo lugar con una retórica que apuntaba precisamente al sufrimiento de las ciudades de Iowa que se dedican a la industria frigorífica y que han visto sus plantas reducidas o fueron destruidos sus sindicatos.

En la nueva cosecha de primarias de esta semana, Edwards necesitaba ganar en su estado natal de Carolina del Sur para conservar su status de competidor serio, mientras Kerry estaba intentando fortalecer su primer lugar liderando Missouri y Arizona.

Dean, entretanto, debe soportar hasta que por fin las "súper-primarias" de los estados grandes a comienzos de marzo temprano le den voz a su apoyo intransigente entre los estudiantes universitarios y los trabajadores del sector público. El responsable del bombardeo de Belgrado y candidato disimulado de los Clinton, el General Wesley Clark, ha demostrado hasta ahora ser más bien un pedazo de cartón que un héroe carismático.

Al contrario de la próxima re-coronación de Bush, la carrera de los demócratas seguirá siendo un tensionante por lo menos durante algunas semanas. Pero es un drama con poca substancia.

A pesar de la fachada de debate profundo, todos los principales demócratas, incluso Dean, no tienen ninguna otra aspiración más alta que la de ser el nuevo Bill Clinton, a quien todos ellos profesan adoración. Ninguno de ellos ha disentido acerca de la política norteamericana en Afganistán o el apoyo incondicional a Israel.

Todos apoyan la guerra contra el terrorismo (aunque quieren que sea más discriminada) y todos juran gastar más dinero en la Defensa Interior y la promoción de la paranoia nacional. Kerry, entretanto, es un gran internacionalista de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Edwards (a pesar de sus orígenes modestos) es un abogado adinerado, y Dean un notorio conservador fiscal.

El anti-Bush último modelo será, inevitablemente, un clon de Clinton, que prometa un rápida (pero no inmediata) retiro de Irak y la revocación parcial de algunos de los premios fiscales de Bush a los súper-ricos. Además, las papas fritas de la "Libertad" tal vez vuelvan a ser francesas (1), y quizás se consulte a los aliados de vez en cuando sobre cuáles blancos habría que bombardear. Si es así, lo que nos tiene en ascuas hasta noviembre, es una elección nada entusiasmante entre el status quo "súper-imperialista" de Bush y el status quo "imperialista normal" de los demócratas.

Ralph Nader, mientras tanto, ha quedado afuera de la nominación del Partido Verde y, de hecho, los verdes están divididos amargamente sobre qué hacer en noviembre. También hay progresistas importantes distribuidos por todo el mapa, aunque ninguno más prominente que Michael Moore, quien ha estado juntando votos para ese "Estúpido Hombre Blanco" que es Wesley Clark.

Los terceros partidos todavía pueden llegar a unir sus fuerzas (quizás detrás del candidato de los verdes de California Peter Camejo) pero, por el momento, parece que los demócratas nuevamente lograrán apropiarse de los truenos de los movimientos de base.

* Mike Davis es un escritor y militante socialista norteamericano.

NOTA DEL TRADUCTOR:

1- Juego de palabras del inglés. Papas fritas se dice "French fries" (literalmente: "papas fritas a la francesa"). Pero, debido a la oposición de Francia al ataque unilateral de EE.UU contra Irak, en los meses previos a la guerra los grandes medios de comunicación y el gobierno desataron entre la opinión pública norteamericana una campaña chauvinista anti-francesa, por lo cual todo aquello relacionado con Francia pasó a ser censurado y discriminado en EE.UU., razón por la cual las populares "French fries" pasaron a ser llamadas "Freedom fries" ("papas fritas de la Libertad")

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El sistema de votación

Peculiaridades de las primarias

La elección presidencial norteamericana tendrá lugar en noviembre este año. George Bush es casi seguro que será el candidato del Partido Republicano, uno de los dos partidos que dominan la política norteamericana oficial. El otro partido principal, el Partido Demócrata, está en medio de un proceso complejo para seleccionar a su candidato.

Esto tiene lugar por medio de una serie de votaciones en cada estado norteamericano. En algunos, como Iowa el mes pasado, se realizan reuniones llamadas "caucuses" (comités). En la mayoría de los estados hay elecciones por medio de urnas llamadas primarias. Estas elecciones seleccionan a los delegados que respaldarán a un candidato presidencial en particular. Luego habrá una convención nacional del partido de todos estos delegados durante el verano para decidir el candidato presidencial (en realidad, sólo para ponerle formalmente el sello de candidato, pues este ya se definió según quién haya ganado las listas de delegados en las primarias). Muchas de las primarias clave se juntan, sin ir más lejos esta semana tendrán lugar un grupo grande de ellas y otro grupo grande se realizará el 2 de marzo.

Los que votan en las elecciones primarias son votantes normalmente registrados como tales que han declarado su apoyo por uno u otro de las dos grandes partidos. En la elección presidencial final de noviembre todos los votantes registrados están autorizados a emitir sus votos.

En la votación de noviembre cada estado elige delegados para un colegio electoral que luego selecciona al presidente, de manera que esto significa que el candidato que consigue la mayoría de los votos no necesariamente gana. George Bush obtuvo menos votos que Al Gore del Partido Demócrata en la elección en 2000, pero fue declarado ganador.

Bush también se aseguró la victoria quedándose con todos los votos del estado de Florida en circunstancias muy dudosas y en medio de acusaciones de fraude -con un poco de ayuda de su hermano, que era el gobernador del estado.


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