Latinoamérica

Haití: ¿Cómo progresar contra el imperialismo?

 

Autor: Rob Lyon

Fecha: 8/2/2004

Traductor: Germán Leyens

Fuente: In Defence of Marxism


Haití celebró el 200 aniversario de su independencia el 1 de enero de 2004. Como dijo el pasado mes el embajador de EE.UU. en Haití, la independencia de Haití es "un evento que sigue resonando hoy como un símbolo de victoria sobre la opresión." No cabe duda de que es así. El embajador continuó diciendo que "es lamentable notar el deplorable estado de los derechos humanos en Haití". Lo que el buen embajador no mencionó, sin embargo, fue el papel que el gobierno de EE.UU., en particular su embajada, ha jugado en el desarrollo de este deplorable estado de los derechos humanos en Haití.

Imperialismo

La historia de Haití es una larga de prolongada lucha contra el imperialismo. A fines del siglo XVII la isla fue dividida en dos colonias: Saint Domingue, que ahora es Haití, en el Oeste, que era una colonia francesa, y Santo Domingo en el Este, lo que es ahora la República Dominicana, que en esa época era una colonia española.

Saint Domingue se convirtió en una colonia extremadamente lucrativa durante los siglos XVII y XVIII. La población nativa había sido diezmada durante la conquista europea del siglo XVII, y Saint Domingue llegó a ser altamente rentable gracias a las plantaciones y al tráfico de esclavos. En 1790, esclavos escapados y negros liberados habían formado una buena organización y comenzaron a presentar resistencia a sus amos coloniales. Heroicamente, bajo la dirección de héroes como Toussaint L'Overture, esos revolucionarios derrotaron a los ejércitos coloniales de Francia, España y Gran Bretaña, y así, el 1 de enero de 1804, Haití se convirtió en la primera nación negra independiente, y el primer país en el Hemisferio Occidental en abolir la esclavitud.

Obviamente, los estados imperialistas europeos y EE.UU., vieron a este nuevo país como una amenaza directa a su sistema, y les preocupó la posible reacción de los esclavos en sus propios países y en otras colonias ante ese país negro independiente. Por ello trataron de hacer todo lo posible por debilitar a la pequeña nación isleña.

Francia envió tropas en 1825 y exigió 125 millones de francos de compensación por "propiedad perdida". Haití no pudo ofrecer una verdadera resistencia y se vio obligado a pagar - en realidad no pudo pagar de inmediato y se vio sumergido en deudas. El presidente de EE.UU., Thomas Jefferson, impuso sanciones que siguieron en vigencia hasta 1862. Durante el resto del siglo XIX Haití fue un estado sitiado y fue repetidamente invadido por potencias europeas durante todo ese siglo.

La creciente dominación por EE.UU.

Al llegar el siglo XX, en especial después de la guerra de EE.UU. contra España de 1898, EE.UU. había llegado a ser el poder imperialismo dominante en América Latina y el Caribe. Aunque Haití era formalmente un país independiente, en realidad era un satélite de EE.UU. Los burgueses de Haití habían llegado a la escena histórica demasiado tarde, y fueron incapaces de desarrollar el país siguiendo líneas burguesas clásicas y no pudieron competir con las principales potencias imperialistas - es decir Gran Bretaña, Francia y EE.UU.

EE.UU. se dio cuenta de que su predominio en América Latina era crucial para su estrategia de dominación mundial de los mercados y el comercio. EE.UU. invadió la isla en 1915 y gobernó el país con una brutal dictadura militar durante 19 años. EE.UU. ayudó a mantener en el poder a un régimen títere y controló implacablemente los recursos de Haití tal como lo hicieron en Cuba. Los campesinos haitianos fueron utilizados como mano de obra forzada para construir caminos desde los ingenios azucareros y las plantaciones hacia los puertos.

Al llegar 1934 la oposición haitiana a la ocupación de EE.UU. había llegado a ser un movimiento de masas y EE.UU. se vio obligado a retirar sus fuerzas militares - aunque dejó tras ellas una gran cantidad de civiles haitianos entrenados por el ejército de EE.UU., permitiendo así que las corporaciones de EE.UU. dominaran sin misericordia el país.

La guerra fría

En 1957, Francois 'Papa Doc' Duvalier llegó al poder con un programa populista basado en una retórica de poder negro. Clamando contra la clase gobernante en su mayoría de color más ligero pudo establecer una despiadada dictadura militar. Como presidente, tal como Batista en Cuba, pudo proteger los intereses del imperialismo de EE.UU. y mantener bajo control a la población local utilizando tácticas terroristas. Duvalier incluso estableció los 'Tonton Macoutes', una mezcolanza de individuos que formaban un órgano de policía secreta, que en realidad funcionaba como una pandilla proto-fascista de matones de civil, utilizada para intimidar y asesinar a los oponentes políticos. Demostró claramente la naturaleza corrupta de la naciente burguesía en los países coloniales y ex coloniales. La burguesía en esos países dependía por completo de las inversiones y de los sobornos de las potencias imperiales, y era incapaz de resolver las tareas más básicas de las revoluciones burguesas y nacionales que estallaban en todo el mundo colonial en esa época-

Duvalier demostró ser un aliado útil de EE.UU. Abogó por las corporaciones de EE.UU. y, después de la Revolución Cubana, sirvió como un sólido "anticomunista" y aliado contra Castro. Después de que EE.UU. perdió sus intereses en Cuba, el azúcar y otros recursos de Haití se hicieron aún más importantes en la región.

Los propios haitianos no aprovecharon en nada en todo esto. Los salarios, por cierto, siguieron siendo extremadamente bajos para atraer a las corporaciones y las inversiones de EE.UU., y se negó a los haitianos, especialmente los que huían de la persecución política y de la violencia estatal, la entrada a EE.UU. En realidad, EE.UU. mantuvo una política de repatriación forzada de refugiados haitianos, lo que constituía una virtual sentencia de muerte para ellos.

Al llegar los años 80, había crecido un movimiento de masas conocido como "Lavalas" (lo que significa una ola o inundación de limpieza en criollo haitiano). En esa época, el hijo de Duvalier, Jean-Claude 'Baby Doc' Duvalier estaba en el poder. Fue obligado a huir en 1986. Evidentemente fue recogido por un avión militar de EE.UU., que lo llevó a Francia (tal vez EE.UU. continuaba imponiendo su política de no permitir que refugiados políticos de Haití entraran al país).

En 1990, un sacerdote influenciado por la "teología de la liberación", Jean-Bertrand Aristide fue elegido presidente en una victoria abrumadora basada en su programa de importantes reformas sociales. Aunque al vencer ya no era clérigo, era extremadamente popular en la población por sus discursos políticos desde el púlpito y sus relaciones 'especiales', que supuestamente eran líneas directas de comunicación tanto con Dios como con 'su' pueblo. Por un tiempo, Aristide tuvo un éxito moderado. Combatió el tráfico de drogas, hasta el punto que el tráfico de drogas en las calles disminuyó, logró controlar el saqueo del erario y la corrupción en general y redujo en un 20% la burocracia estatal heredada de la dictadura. Puede que no haya sido un genuino programa socialista, pero fue suficiente para provocar un golpe después de sólo siete meses.

Poco después del golpe unos 38.000 haitianos pidieron asilo en EE.UU. EE.UU. incluso relajó su antigua política de inmigración para haitianos - permitió que menos de un 5% de esos buscadores de asilo ingresaran al país.

Un cambio en la política exterior de EE.UU.

Cuando Bill Clinton llegó a la presidencia de EE.UU., se había realizado un marcado cambio en la política exterior de las potencias imperialistas. Durante la Guerra Fría, los poderes occidentales aceptaban cualquier aliado disponible, pero generalmente les era más fácil controlar a los países y a sus gobernantes si había una dictadura militar. Pero a fines de los años 80, esa posición se había hecho insostenible. Muchos antiguos aliados, como Sadam Husein o Manuel Noriega habían comenzado a pensar por su propia cuenta. Comenzaron a causar problemas para las potencias occidentales y resultaron ser una sangría financiera. En vista de las revoluciones en Europa Oriental y del aparente triunfo de la 'democracia' y las ilusiones que la gente tanto en casa como en el extranjero tenía al respecto, junto con el hecho de que muchos antiguos aliados dictadores del imperialismo como Suharto serían eventualmente derrocados, EE.UU. y sus aliados no podían permitirse continuar apoyando y reforzando a dictaduras brutales. Como resultado, pareció por un tiempo como si EE.UU. se orientase a una posición de apoyo a 'democracias' frágiles, que les darían el respiro y el barniz necesario para políticas útiles para la continuación de sus aventuras imperialistas.

Por este motivo la administración Clinton lanzó en 1994 la "Operación Restaurar la Democracia", que en realidad fue otra invasión estadounidense de Haití. Nos dijeron que se trataba de una intervención "humanitaria" para restablecer la democracia. Pero EE.UU. se hallaba en una posición incómoda. Siempre había sido hostil a Aristide, y aunque era realmente la única persona con la que podían contar, también sabían que no podían contar necesariamente con él para siempre. Así que mientras enviaban públicamente a sus tropas para restaurar la presidencia de Aristide, la CIA apoyaba al mismo tiempo a órganos paramilitares que habían sido utilizados contra la población durante los años después del golpe.

Durante la ocupación de EE.UU., se reprimió a las organizaciones de obreros y campesinos y se financió y ayudó a los antiguos líderes del golpe y a los miembros del antiguo régimen de Duvalier.

EE.UU. repuso a Aristide en el poder con la condición de que abandonara su retórica, las reformas propuestas, y que se alineara con los intereses de EE.UU. y aceptara las políticas y condiciones del FMI y del Banco Mundial.

Aristide, desde luego, por ser reformista, y un reformista débil, aceptó las condiciones del trato y vendió a Haití y a los obreros y campesinos ('su' pueblo) a los intereses del imperialismo de EE.UU.

Aristide terminó los dos años que restaban de su período y se apartó, en lo que fue la primera transmisión pacífica del mando en Haití. En 200 años, 21 dirigentes de Haití han sido derrocados y sólo 8 completaron un período en el poder.

La oposición

En 2000, para gran horror del imperialismo estadounidense, Aristide se presentó nuevamente a las elecciones presidenciales con un programa que incluía clínicas rurales, campañas de alfabetización, mejores obras públicas y reforma agraria. El pueblo de Haití vio a Aristide y su gobierno como un camino para salir de la aplastante pobreza del país - Haití es el país más pobre del Hemisferio Occidental. Los haitianos tienen una esperanza de vida de sólo 53 años, y el país tiene la mayor proporción de infección con HVI/SIDA fuera de África. Se calcula que un 80% del país vive bajo la línea de pobreza. Debido a estas condiciones, y a sus promesas de resolver algunos de estos problemas, volvió a ganar las elecciones con una victoria arrolladora. El gobierno de EE.UU. se tornó radicalmente en su contra, llegando a imponer un embargo a la ayuda, sobre todo porque los sucesores escogidos por EE.UU. habían sido derrotados por los "'Fanmi Lavalas' de Aristide. Aristide reaccionó con críticas al "neoliberalismo", etc. de EE.UU. lo que no pudo haberle ganado muchos amigos en Washington.

Aristide no ha hecho gran cosa para realizar su programa. En realidad hizo todo lo contrario. Viaja con sus propios matones armados y propugna zonas de exportación con sus bajos salarios y la ausencia de sindicatos, a lo largo de la frontera con la República Dominicana. Son centros de trabajo en condiciones de extrema explotación para los haitianos.

Bajo la administración Bush volvemos a ver un giro en la política exterior de EE.UU. Ante las crecientes contradicciones en la economía mundial, y la resultante feroz lucha por mercados entre las potencias imperialistas, el imperialismo de EE.UU. no acepta un líder renegado en ningún país del mundo, ni hablar de su propio patio trasero. En su desesperación EE.UU. hará cualquier cosa para refrenar a esos países y a sus dirigentes - sea mediante una acción militar abierta como en los casos de Afganistán e Irak u operaciones clandestinas conducentes a producir golpes de estado como en el caso de Venezuela y ahora de Haití.

Desde que subió al poder en 2000, Aristide ha estado frente a una oposición extremadamente agresiva, que ahora ha culminado en varias huelgas, manifestaciones, y choques callejeros. Desde septiembre de 2003, 47 personas han muerto y más de 100 han sido heridas en choques entre la oposición y partidarios del gobierno. La oposición se centra en la Asociación de Industrias de Haití (ADIH), la Cámara de Comercio e Industria en Haití (CCIH), así como en la Convergencia Democrática, financiada por EE.UU. Estas organizaciones convocaron a una huelga general y a manifestaciones contra el gobierno para el 3 y el 4 de diciembre de 2003. En una situación en la que se pueden ver algunas similitudes con Venezuela, la oposición esperaba que miles se declararían en huelga y manifestarían. En realidad, la huelga general fue un fracaso total, ya que sólo algunas grandes tiendas, gasolineras y bancos cerraron sus puertas. La contra-manifestación fue aproximadamente el doble de la así llamada huelga general.

Todo esto ha sido poco reflejado en los medios occidentales. Lo único que dicen es que hay una especie de movimiento 'democrático' que se está formando para expulsar a un odiado dictador. Pero sucede mucho más de lo que gustan de informar los voceros del imperialismo. Por ejemplo, Washington ha cambiado la ubicación de tropas y otorgado una masiva ayuda militar a la República Dominicana. Esto es correctamente interpretado en Haití como la preparación de una nueva intervención militar de EE.UU. No es seguro que esto vaya a suceder pero, según como se desarrollen los eventos, el imperialismo de EE.UU. puede considerar necesaria una invasión.

Los medios pretenden que el gobierno está reprimiendo violentamente a la oposición (lo que es verdad), pero es una información parcial. Los propietarios de los comercios que formaban parte de la oposición atacaron a otros que no cerraron sus negocios durante la huelga general a principios de diciembre. El Partido Nacional Popular, un agrupamiento izquierdista 'radical', que anteriormente había adoptado una posición bastante crítica hacia Aristide, ha salido en su defensa, y advierte a los haitianos contra la "coalición de (Tonton) macouto-burguesa", agregando que "una serie de organizaciones se han involucrado con políticos Macoute y soldados dominicanos para provocar pequeños incidentes hasta que Bush tenga una excusa para enviar a los marines de EE.UU. para humillar al pueblo haitiano. Es un gran complot de antiguos oficiales del ejército haitiano mezclados con macoutes y políticos oportunistas de la Convergencia (Democrática), con el apoyo de ciertos medios reaccionarios, para poder volver al poder" (citado del Haiti Progres, Nº 39, 11-17 de diciembre). Como muestran estas citas, la así llamada Convergencia Democrática no parece ser tan democrática.

A través de toda la campaña de la oposición ha habido ataques de comandos armados, que parecen provenir de la República Dominicana, contra medios noticiosos y comisarías. De la misma manera, el gobierno ha estado recientemente atacando a medios de la oposición. Aumentan los secuestros y los asesinatos políticos, por ambas partes. El gobierno se vio obligado a iniciar controles más estrictos de las manifestaciones. La policía ha atacado bases de guerrilla y de comando antigubernamentales. La situación se está saliendo fuera de control, el tipo de situación que busca EE.UU. para como razón para invadir el país o iniciar un golpe.

Tácticas de producción de trastornos

Con el aumento de los precios del petróleo en los últimos años, junto con una baja general del valor de la divisa haitiana, hemos visto las tácticas clásicas de producción de problemas. El año pasado hubo una huelga de transportistas, combinada con un cierre de escuelas, bancos y grandes negocios. Varios sindicatos reaccionarios como CTH, COH y SOS transporte, apelaron a que la oposición y la burguesía "mostraran solidaridad con el movimiento sindical haitiano cerrando sus empresas comerciales, industriales y de servicios". Sólo un sindicato de transportistas, la Federación de Transportistas Públicos Haitianos (FTHP) no apoyó el llamado a la huelga de principios del año pasado. Prefirieron reunirse con el ministro de comercio y acordar precios fijos para varias rutas de transporte. Junto con estas tácticas, EE.UU. nunca deja de mencionar que Haití es un importante punto de organización de los contrabandistas de drogas colombianos, y los medios occidentales llaman constantemente a Aristide "el Mugabe del Caribe" en un intento de preparar a la población del país para otra invasión militar.

Nuevos sindicatos combativos e independiente han sido organizados recientemente. En uno de esos casos, los trabajadores de una plantación de naranjos de propiedad de la compañía de licores francesa, Marnier-Lapostolle, lucharon con éxito por mejores salarios y condiciones. Es el comienzo de una nueva dirección en la lucha de clases de los trabajadores haitianos, y muestra el camino adelante. Otro grupo semejante es Batay Ouvriye, que ha comenzado a organizar sindicatos independientes. Las masas haitianos no deben confiar en ninguna de las dos caras de la burguesía, ni en Aristide ni en la oposición. El primer movimiento sindical haitiano se desarrolló en los años 40 y 50, pero fue erradicado por el reino de la familia Duvalier. La clase trabajadora en Haití y sus organizaciones han sido diezmadas no sólo por la dictadura, sino también por sanciones impuestas por los imperialistas bajo la capa de la ONU. Según el Centro Internacional por los Derechos Sindicales sigue habiendo sólo unos 100.000 puestos de trabajo regulares, remunerados, en un país de 8 millones de habitantes.

Los precios del combustible se han doblado en los últimos ocho años en el país más pobre del Hemisferio Occidental, lo que es dramático. Durante los últimos años el gobierno haitiano ha casi vaciado su tesoro público subvencionando los precios del combustible. Hubo un punto en el que el tesoro público sólo disponía de 50 millones de dólares para su operación. Los distribuidores de combustible y las compañías proveedoras de gas, han estado acaparando gasolina y desarrollando el mercado negro, causando caos. La Asociación Nacional de Distribuidores de Productos de Petróleo ha culpado al gobierno, mientras acaparaba combustible. Esta organización, compuesta de multinacionales como Shell y Exxon, ha ganado millones vendiendo gasolina en Haití, y quieren que las cosas sigan así. El aumento en los precios del combustible ha provocado el aumento del precio de los alimentos. El gobierno está atascado entre una roca y una peña.

El gobierno haitiano necesita desesperadamente ayuda externa e inversiones. En realidad 500 millones de dólares han sido adjudicados al país, pero para recibirlos, el gobierno debe eliminar sus subsidios al combustible. Si el gobierno lo hace, habrá una masiva revuelta, ya que la mayoría no está en condiciones de pagar el costo del combustible. El gobierno también debe declarar una moratoria para los cerca de 5 millones de dólares en pagos mensuales que debe hacer para servir las deudas con EE.UU.

Un 40% de la población haitiana tiene menos de 18 años. Los estudiantes han sido muy afectados por la crisis. Por ello están a la vanguardia del movimiento de masas, que ha aumentado ahora después de la disolución del parlamento. Los medios citaron a un estudiante que dijo "no tenemos futuro, no tenemos miedo".

La salida a la situación en Haití no es clara. Aristide podría ser derrocado por la oposición, y / o EE.UU. podría invadir el país, o podría continuar en el poder por un tiempo. EE.UU. apoya actualmente la idea de una conferencia de obispos que tuvieron la idea de suspender el parlamento y reemplazarlo por un pequeño comité que represente a todos los lados del conflicto. Esto mostraría una salida y dará a EE.UU. y a sus intereses un punto de apoyo en el poder estatal. La crisis parece estar llegando a su culminación. En cualquiera de los casos no habrá una solución efectiva sobre una base burguesa o reformista a los problemas que enfrenta la nación isleña. El ejemplo de los recientes eventos en Venezuela podría ayudar a mostrar un camino hacia adelante, aunque sea por poco tiempo. Como en Venezuela, las manifestaciones y huelgas de la oposición exigiendo un retorno a la 'democracia' representan en realidad a las fuerzas del imperialismo y de la dictadura, y han sido confrontadas con manifestaciones aún mayores de partidarios del gobierno y de los trabajadores. Pero lo que se necesita es una organización de masas independiente de los trabajadores que podría mostrar verdaderamente el camino hacia delante, impulsando una genuina revolución socialista. Los trabajadores y campesinos en Haití no pueden confiar o basarse ni en el gobierno ni en la oposición, sino sólo en sí mismos.

Los sufrimientos de los pobres trabajadores, campesinos y estudiantes en Haití son reales, pero deben tener cuidado con no ilusionarse con la así llamada 'oposición democrática', o la 'Convergencia Democrática', que sólo los hará volver a una dictadura aún más brutal del tipo Duvalier, la que en realidad sería dirigida por muchos de los mismos personajes odiados que ya fueran derrocados por los haitianos. Al mismo tiempo, los haitianos no tienen ilusiones con Aristide, que ha perdido su atractivo como un reformista populista y que ahora se ha convertido en un corrupto dictador. Los trabajadores y campesinos de Haití sólo pueden confiar en ellos mismos para solucionar los problemas que confrontan. Deben avanzar y tomar el poder, instituir un programa socialista que comience por la nacionalización bajo control de los trabajadores de todas las principales industrias y centros de producción, como único medio para sacar al país de su aplastante pobreza y miseria, y vincularse con una federación voluntaria de estados socialistas en el Caribe y Latinoamérica. Es el único camino adelante.

23 de enero de 2004

Tomado de Rebelion.org


     

 

   
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