Izquierda Marxista

Gran Bretaña: La necesidad de la coalición Respect

 

Autor: John Molyneux

Fecha: 14/2/2004

Traductor: Alejandra Ríos, especial para PI

Fuente: Socialist Review - Número febrero


Mientras se lanza la coalición Respect John Molyneux examina el contexto político e histórico de la coalición – y responde algunas dudas.

El lanzamiento de Respect

La coalición de unidad Respect como desafío electoral a Blair y al Nuevo Laborismo es un nuevo desarrollo político. Es algo nuevo para aquellos que participan directamente – George Galloway, Salm Yaqoob, el SWP, los miles de ex simpatizantes del laborismo o gente sin compromiso formal que se va a sumar. Pero también es nuevo porque hasta ahora no ha existido una formación política como esta en la historia de Gran Bretaña.

Lo novedoso es parte de su atracción, tanto para aquellos que ya somos activistas socialistas como para los cientos de miles, quizá millones, que en este momento se siente traicionados, sin representación y anhelan algo nuevo y mejor a donde adherirse. Pero lo nuevo también genera miedos, dudas y preguntas. Este artículo es un intento de despejar algunas de esas dudas y explicar que Respect es tanto una necesidad como una inmensa oportunidad – un proyecto que todo aquel que lee Socialist Review debería apoyar a dos manos.

Una alternativa creíble

Por supuesto que no podemos garantizar el éxito por adelantado, al igual que los trabajadores al ir a la huelga no pueden estar seguros que van a ganar. Pero cuando los trabajadores van a la huelga, no es generalmente una elección entre luchar – o quizá perder – o quedarse quietos. Es una elección entre resistencia o derrota sin luchar. Lo mismo se aplica a la situación política actual. O la izquierda elige la opción de avanzar o estaremos obligados a retroceder.

En este momento hay un gran vacío, una brecha verdaderamente muy grande, en la política británica. No hay una fuerza política principal, no hay una alternativa electoral creíble, que le dé una voz a las reivindicaciones y aspiraciones de millones de trabajadores, los desfavorecidos y los oprimidos, aquellos cuyas condiciones de vida los empujan a añorar por un mundo mejor. Durante generaciones este fue el rol del Partido Laborista, incluso si al final siempre los vendió cuando llegó el momento decisivo. Uno de los ‘logros’ de Blair ha sido el insistir sistemáticamente en que el Nuevo Laborismo deje ese espacio vacante.

Pero la política, como la naturaleza, aborrece los vacíos. Si la izquierda es incapaz de llenarlo, otros lo harán. Consideremos los potenciales competidores (contendientes).

Lo primero y peor que nada, es el British National Party. Por supuesto no estamos, en términos generales, compitiendo por los mismos individuos. Pero en tanto y cuanto pareciera que no hay real oposición, que nadie da una pelea, que nadie sale a defender a la ‘gente común’, los fascistas estarán de lo más contentos de encabezar el enojo y dirigirlo contra los que piden refugio político, la población negra y cualquier otro chivo expiatorio que les venga a la mano. La ausencia de una alternativa de izquierda ayuda muchísimo a que pase esto.

Segundo, están los demócratas liberales. Los liberales no son en realidad de izquierda. Es un partido basado en la clase media, no en la clase trabajadora, que una vez fue el mayor partido de la burguesía británica y le gustaría volver a serlo. Es hostil a los sindicatos, y una gran huelga hace resurgir siempre su cara más reaccionaria (como al diario The Guardian). Pero son unos adeptos oportunistas y están deseosos de ‘moverse’ a la izquierda en el camino hacia su objetivo. Lo han mostrado durante la guerra y durante la marcha del 15 de febrero y se han llevado los beneficios en las elecciones del distrito de Brent East. Una y otra vez en el programa de discusión política Question Time (Tiempo de preguntas) y en otros foros en los medios los representantes del partido liberal no tienen problemas en aparecer a la izquierda del clon del Nuevo Laborismo. Sería una seria derrota y un paso atrás para la clase obrera que los liberales colonicen, temporalmente, el territorio natural de la izquierda.

En tercer lugar, y acá vamos mejorando, está la izquierda del partido laborista. Pero ellos han estado en el juego todo el tiempo y, si iban a hacer algo, ya debería haber signos de ello. En realidad no pudieron siquiera organizar una protesta contra Blair en la conferencia del partido laborista. El proyecto ‘Recuperemos al Laborismo’ de Tony Woodley y Bill Hayes * tampoco avanza. Lo máximo que podrían hacer – si Lord Hutton no hubiese encubierto al gobierno y los diputados no hubiesen dado marcha atrás con los aranceles – es poner a Gordon Brown, y Brown bajo ningún concepto representa una recuperación para la izquierda del Parido Laborista.

Esto deja a las existentes organizaciones de la izquierda. La Alianza Socialista fue creada para este propósito, pero es evidente que, a pesar de los buenos resultados aislados, como la victoria de Michael Lavalette en Preston, no está a la altura de las tareas. En la cabeza de la gente no hay una relación entre la Alianza Socialista y la oposición a la guerra, y su boleta electoral no se distingue – salvo para una pequeña minoría, de otras sectas que pueden llegar a presentarse en las elecciones.

Simplemente no hay otra alternativa que volcarse al más importante y nuevo fenómeno en la política británica (e internacional) – las masas que tomaron las calles para oponerse a la guerra en Irak. Y, francamente, ¿por qué deberíamos buscar en otro lugar? La evidencia ante nuestros ojos nos mostró quiénes eran esas personas: gente de todas las edades, desde jubilados a jóvenes estudiantes, cuyo magnífico rol ha sido más que celebrado; decenas, quizá cientos de miles de activistas sindicales (todos los sindicatos principales apoyaron la coalición contra la guerra); una nueva generación de activistas estudiantiles (notorios especialmente en la marcha contra Bush); musulmanes en una cantidad sin precedentes y otras minorías étnicas; una cantidad enorme de mujeres, muchas jugando un rol de liderazgo en la coalición nacional y localmente (simbolizado por Lindsey German, Ghada Razuki y Salma Yakoob y en las marchas con la cantidad de colegiales musulmanas con sus pañuelos y sus cantos); activistas de la Campaña por el Desarme Nuclear y otros.

Principios claves

En cuanto a su conciencia política, evidente en las marchas, sobre todo la fantástica marcha contra Bush, fue claro para todos aquellos con ojos para ver. Hay un importante grado de consenso. La gran mayoría (1) se oponían y siguen oponiéndose totalmente a la guerra en Irak, (2) no son sólo críticos sino también despreciativos de la política de Bush y Blair; (3) se oponen totalmente al proyecto de EEUU de un Nuevo Siglo Norteamericano; (4) son vehementemente anti-racistas y ampliamente internacionalistas; (5) son pro-palestinos; (6) están maravillosamente unidos y están libres de divisiones (no había divisiones en el movimiento – sindicalistas vs. políticos, respetables vs. los no respetables, ni nada por el estilo). En otras palabras ellos son en términos generales antimperialistas y antisistema.

Pero lo que todavía nos falta es estar políticamente representados. El objetivo de Respect es movilizar y organizar a la mayor cantidad de estas personas como nos sea posible para forjar su propia representación política. Con este objetivo, una cantidad de voceros líderes del movimiento se han unido para producir una declaración de principios de claves alrededor de los cuales nos podemos agrupar como la base para la nueva coalición. Estos principios fueron votados con pequeñas modificaciones en la convención fundacional de Respect.

Ahora, en cuanto a las dudas – y en algunos casos críticas y oposición. La principal objeción al proyecto Respect ha sido que de alguna forma se repite la estrategia de frente popular perseguida por Stalin y los comunistas en la década de 1930 – una estrategia desde entonces duramente criticada por Trotsky y los trotskistas, incluyendo a los editores de la revista Socialist Review, como de colaboración de clases y terriblemente ineficiente. Lo mejor que se puede decir de esta objeción es que falla completamente en entender las respectivas situaciones históricas y estrategias políticas.

La coalición Respect ha sido formada explicitamente como una alternativa de izquierda al Nuevo Laborismo sobre principios que sin ninguna duda la distingue de los líderes de la social democracia en Gran Bretaña, pero también internacionalmente – sobre todo la oposición al imperialismo y la guerra imperialista. En contraste con el frente popular, creado ostensiblemente en oposición a los nazis y al crecimiento del fascismo, abarcaba a toda la social democracia y se expandía hacia la derecha para incluir a los llamados ‘progresivos’ tories (del partido conservador) y la ‘burguesía democrática’, que incluía a simpatizantes declarados de la guerra imperialista. El objetivo fundamental del frente popular y su necesaria consecuencia era contener la lucha de la clase obrera para no atemorizar a la clase dominante imperialista ‘democrática’ de Gran Bretaña y Francia y así engatusarlos en una alianza con la Unión Soviética. El objetivo fundamental de Respect es elevar la conciencia, la organización y la confianza de la clase obrera iniciando el proceso de liberarlos del chaleco de fuerza del Nuevo Laborismo. El frente popular y Respect son entonces completamente opuestos en cuanto contenido y objetivos.

El motivo de tal falsa comparación parecería ser un error, bastante común en la izquierda, de confundir su situación de clase individual con su posición de clase política. Ellos ven que en Respect participan ciertas personas de clase media como ser George Monbitot y (ellos creen) Salma Yaqoob, que ‘no son parte del movimiento obrero’ y por lo tanto acusan a la alianza de ser de colaboración de clases, igual que el frente popular. De hecho, los movimientos de izquierda, ya sean revolucionarios o reformistas, siempre han incluido a individuos que no pertenecen a la clase obrera e incluso han incluido a individuos de clase alta – piensen en Engels, William Morris o Tony Benn. La cuestión sobre el frente popular fue que implicaba una alianza con los representantes políticos de los capitales franceses, españoles y británicos. No creo que nadie pueda acusar seriamente a Monbiot, Yaqoob, Galloway o a cualquier otro participante de ser un representante político de la burguesía británica.

Otra preocupación para algunos y, lamentablemente, un dogma para ciertos sectarios, es la potencial participación de los musulmanes en general y de la Asociación Musulmana de Gran Bretaña en particular. En realidad este es uno de los grandes méritos de Respect. El punto de partida es el hecho que los musulmanes están entre los grupos más abusados, mas desfavorecido y oprimidos en la sociedad británica. Por ser mayoritariamente gente de color siempre han sufrido el racismo general de la sociedad británica y por algún tiempo han reemplazado a los afrocaribeños en ser el blanco principal de la derecha fascista. Desde el 11 de septiembre se ha intensificado dramáticamente su opresión, el ser endemoniados por los medios y su persecución por parte del estado. En esta situación debería ser obvio que la tarea primordial de todo socialista, e incluso de todo demócrata, es solidarizarse. Esto no es sólo una cuestión de puro humanitarismo sino de necesidad política. Como todos sabemos, el racismo es un arma para dividir y gobernar. En el momento actual la islamofobia es el principal método para dividir y reinar adoptada por nuestra propia clase dominante y por el imperialismo a escala internacional. Es por lo tanto nuestra tarea, en la izquierda, hacer todo lo que esté en nuestras manos para superar esta potencialmente dañina división en nuestras filas y en nuestra clase.

Uniendo a los negros y a los blancos, en acciones o en piquetes, en marchas y en campañas políticas contra nuestros enemigos comunes – es decir Bush, Blair y lo que ellos representan – es el mejor antídoto posible contra el racismo y otras divisiones. Para alcanzar esto es esencial que los primeros pasos hacia la unidad se den con una entusiasta bienvenida y con muestras de respeto y sensibilidad hacia las diferencias culturales y religiosas. Lo que debe evitarse es el más mínimo dejo o sugerencia que la condición para la unidad en acción es que ‘ellos’, los oprimidos, abandonen o negocien sus creencias religiosas. Siempre y cuando la unidad sea establecida funcionará en ambos sentidos. Será una barrera contra el racismo y la islamofobia del sistema y, al mismo tiempo, harán frente a aquellas fuerzas de extremo separatismo islamista existente en la comunidad musulmana. Esto es verdad a escala nacional e internacional. Por experiencia personal y testimonial en el Medio Oriente, el mejor argumento contra los partidarios islamistas del jihad como ‘terrorismo’ no es diatribas o lecciones sobre los demonios del clericalismo musulmán, sino la evidencia práctica de cientos de miles de musulmanes y no musulmanes marchando lado a lado en las calles de Londres, Barcelona o cualquier otro lugar. Fue esto lo que le dio a Salma Yaqoob la posibilidad de declarar ante la conferencia del Cairo en diciembre que, “La principal división en el mundo no es entre las diferentes religiones sino entre los opresores y los oprimidos. El tema principal es la justicia y la unidad de los oprimidos.” Respect ofrece la posibilidad de construirse sobre un excelente trabajo hecho por la coalición Stop the War, y desarrollarlo a un nivel superior. Esa debe ser la tarea.

* [N de la T] Secretarios generales de los sindicatos TGWU (Transporte y Generales) y de UCW (trabajadores de la comunicación)


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