Europa

Genova: los obreros del acero bloquean la ciudad

 

Autor: Marco Preve

Fecha: 10/2/2004

Traductor: Lucas Pizzutti

Fuente: La Repubblica


Genova : los obreros del acero bloquean la ciudad
10/2 La Repubblica Marco Preve

« Muchachos, a la mesa nos sentamos también nosotros. Y ahora, si la generación Nutella tiene ganas, se vuelve a la fábrica encolumnados. » Franco Grondona, secretario de la FIOM (metalmecánicos), los llama así a los jóvenes operarios de las Acererías. Y son ellos, de ahora en más, después de los éxodos y las jubilaciones, el núcleo duro de los mamelucos azules genoveses. Aquellos que ayer a la mañana han recordado a una ciudad cubierta de elegantes carteles rojos sobre la Capital de la Cultura Europea, que los obreros todavía existen. Lo hicieron invadiendo con enormes grúas y palas mecánicas la Piazza Corvetto y después en manifestación hasta la estación Brignole. Medio millar de trabajadores han ocupado los andenes y han paralizado el tránsito no solo en la riviera ligure, sino también la comunicación con Turín, Milán y Francia. Furiosos porque los sindicatos no habían estado convocados por el subsecretario Gianni Letta, que incluía instituciones locales y la empresa, a la reunión de Palazzo Chigi, en la que se discutió el cierre del alto horno, corazón de la histórica acerería de Cornigliano.
Generación Nutella la llama Grondona, pero de dulce y tranquilizante no tiene nada. Y lo saben bien en el sindicato, que veinte años atrás podía gestionar una manifestación como quería, mientras que ahora tienen que arreglarse con un poco de oficio y gritos, para contener las incursiones de los « obreros ultras » (los compara con ultras de fútbol, hinchas, ndt)
Aquellos que cerca de las 11, cuando de la prefectura llegaron malas noticias, a las corridas toman por asalto el palacio de gobierno. El cordón de policías los vé como se les lanzan encima, al tiempo que les tiraban bastones y bidones. « Nunca visto algo así con obreros, esto es cosa de no-global » dirá más tarde un inspector de la Digos (servicios secreos). Algunos minutos de combate duro, con un obrero que termina en el hospital y seis policías contusos. « Si, se nos fue de la mano la situación – admite Corrado Cavanna de la CGIL- por otra parte los jóvenes son el alma de esta protesta y para ellos el futuro es dramático ».
Tienen las mismas camperas y bufandas que tenían sus padres y sus abuelos, que los han precedido, y como ellos las manos y la cara sucias de polvo ferroso. Pero allí terminan las analogías. Tomemos a Andrea (masculino en italiano, ndt). Tiene 22 años, piercing, el pitbull que lo espera en su casa, bufanda y cascos con los símbolos de los ultras de la Sampdoria, canta Bandiera Rossa y no frecuenta los centros sociales. No es fácil encuadrarlo y mucho menos gestionarlo. « Aca está el carnet del sindicato – dice- pero a veces me vienen los nervios. Esta huelga a mí me viene bien, porque dentro de poco lanzan las suspensiones y no sabemos si volveremos a trabajar. Pero se hizo porque Riva, el patrón, dijo que lo hagamos. El tiene en juego un susbsidio y una asignación de áreas y entonces la protesta le viene bien. Pero cuando le pedimos aumento vuelve a ser el patrón y basta. Y los sindicatos, por fuerza o por amor, van del brazo con Riva. Y están callados frente a situaciones vergonzantes. Como los obreros que se jubilaron con las leyes sobre el amianto y reentraron en calidad de consultores ». Pero también Andrea festeja cuando a las 14.35 llega un fax de Gianni Letta con la convocatoria para el jueves a los sindicatos a Palazzo Chigi. La generación Nutella desaloja la estación y vuelve a la fábrica, cantando Bella Ciao y agitando las bufandas del Genoa y de la Sampdoria.


     

 

   
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