Izquierda Marxista

Carta abierta al movimiento antiguerra de EE.UU.

 

Autor: International Socialist Organization

Fecha: 15/2/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Worker, EE.UU.


La ocupación de Irak, Palestina y el movimiento antiguerra

13 de febrero de 2004

El problema de Palestina ha pasado a ser una cuestión crucial en el movimiento antiguerra norteamericano. Más de 40 organizaciones árabes-norteamericanas y musulmanas dirigieron una carta abierta en apoyo al llamado a las manifestaciones contra la ocupación norteamericana de Irak el 20 de marzo --y desafiaron al movimiento antiguerra a hacer de la oposición a la ocupación de Palestina una demanda central.

La carta abierta apoyaba el llamado al fin de "todas las ocupaciones coloniales, desde Irak y Palestina a todo el mundo," para el retiro inmediato de las tropas norteamericanas y por la oposición a "brindarle una cobertura internacional a la ocupación colonial de Irak."

La cuestión de cómo encarar Palestina se volvió un punto central en una disputa entre las dos mayores coaliciones antiguerra --International ANSWER y United for Peace and Justice-- sobre las manifestaciones del 20 de marzo. Pero al cierre de la edición de Socialist Worker, parecía que las fuerzas del movimiento antiguerra que insisten en la unidad habían logrado un acuerdo entre las dos coaliciones --y sobre la base de tomar a Palestina como una demanda central para el 20 de marzo.

Como fuera que se desarrolle el debate de aquí en más, está claro que el problema de Palestina ya no quedará al margen dentro del movimiento en EE.UU. Aquí publicamos un extracto de una declaración de la International Socialist Organization sobre este debate para nuestro movimiento.

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En las últimas semanas, la invasión y ocupación norteamericana de Irak ha quedado más expuesta como una meta de la administración Bush desde sus primeros días en el gobierno. Además, el no poder encontrar armas de destrucción masiva y la reciente admisión de la administración de la ausencia de algún tipo de conexión entre Saddam Hussein y Al-Qaeda nos han brindado una mayor evidencia --si es que acaso se necesitaba más-- de que el movimiento global antiguerra tenía toda la razón al oponerse a esta guerra criminal.

No obstante, la ocupación de Irak continúa, sin término a la vista-- ya que las razones declaradas para hacer la guerra fueron simplemente pretextos para establecer la ocupación. Las muertes y el sufrimiento de los civiles iraquíes, y las muertes de soldados de EE.UU y de otras naciones, subraya la urgencia de continuar con las protestas. Ésta es una guerra por el petróleo y el imperio --no por la liberación y la democracia. La actual resistencia norteamericana a elecciones directas en Irak es sólo una indicación de esto.

La situación en Afganistán --ocupado por EE.UU. y otras naciones-- es otro ejemplo de conquista imperial llevada a cabo bajo la falsa pretensión de "combatir al terrorismo". Lejos de ser "liberado", el país continúa dominado por los señores de la guerra. Los derechos de las mujeres --una justificación importante para la guerra-- sólo existen en el papel.

Por estas razones, nos continuamos oponiendo a los intentos de "internacionalizar" la ocupación --ya sea bajo el paraguas de la "coalición" anglo-norteamericana, las Naciones Unidas, la Liga Árabe o cualquier otro organismo internacional. La reciente negativa de varios soldados búlgaros a ir a Irak resalta la cuestión. Sus vidas no valen más que las de los soldados norteamericanos.

Nadie debe ser obligado a tomar parte en una ocupación militar de otra nación por causa de los intentos de Washington de dominar Medio Oriente y las ganancias de las corporaciones multinacionales. Esa es la razón por la cual apoyamos la demanda, expresada por las familias de los militares y otros, de que las tropas regresen ya mismo.

La invasión y las ocupaciones de Irak y Afganistán por parte de EE.UU son, sin embargo, no fines en sí mismos. Estas ocupaciones apuntan a reordenar el conjunto de Medio Oriente para servir mejor a los intereses norteamericanos. El estado de Israel es hoy --y lo ha sido desde sus inicios--íntegral para mantener la dominación norteamericana en la región. Todos nosotros que somos activistas en la única superpotencia mundial debemos ser los que más ruidosamente desacreditemos esta nueva "cruzada blanca" en la que las grandes potencias conquistan y ocupan bajo la bandera de la liberación y la democracia.

El hecho de que las Naciones Unidas hayan legitimado la ocupación de Irak --y que puedan jugar un papel en un gobierno "de transición" allí-- no altera el carácter imperialista de la ocupación. Es en este contexto que debemos ver la cuestión de Palestina.

No es ninguna coincidencia que EE.UU., que desde hace mucho provee militarmente y con ayuda financiera a Israel está utilizando en este momento las mismas tácticas en Irak que las fuerzas israelíes han utilizado contra los palestinos: búsqueda sistemática casa por casa y detenciones masivas de sospechosos; pasándoles con la topadora por encima a las casas de sospechosos de ser luchadores de la resistencia; tortura de prisioneros; uso de bombas y proyectiles desde aviones y helicópteros sobre áreas residenciales, y más. Los funcionarios militares y de inteligencia israelíes han brindado ayuda directa a EE.UU. desarrollando estas tácticas.

Por cierto, la simetría creciente de las tácticas militares norteamericanas e israelíes ha expuesto los objetivos estratégicos comunes de esos dos países en "transformar" Medio Oriente --esto es, eliminar toda resistencia a su dominación económica, política y militar de la región. Esa es la razón por la cual el movimiento antiguerra norteamericano debe hacer frente a la cuestión de Palestina.

En casi todo el resto del mundo, el movimiento antiguerra expresa su apoyo a la lucha palestina como algo sobreentendido. En EE.UU., los duraderos lazos entre EE.UU. e Israel y las distorsiones del gobierno y los medios de comunicación han oscurecido estos problemas.

Esto deberá ser superado si el movimiento antiguerra quiere asumir el desafío que las realidades actuales han puesto ante nosotros --las ocupaciones militares que niegan la libre autodeterminación para los pueblos de Medio Oriente.

En Palestina, la ocupación está tomando hoy la forma de la exclusión sistemática de las comunidades palestinas a través de los "muros de seguridad" mientras se continúan construyendo asentamientos ilegales israelíes en los territorios ocupados. Si el muro y las otras "medidas de seguridad" se concluyen, crearán un conjunto de comunidades palestinas impotentes y empobrecidas incluso más aisladas que las "naciones negras" establecidas por la Sudáfrica del apartheid.

Israel continuaría utilizando la tecnología militar más avanzada del mundo --es decir, la norteamericana-- para mantener su dominación. Es más, se le seguirían negando a los palestinos el derecho de retorno a las tierras de las que fueron desposeídos en 1948, perpetuando una injusticia histórica monumental.

Por estas razones, el movimiento antiguerra debe hacer suyo el llamado al fin de la ocupación de Palestina así como la de Irak. Los dos son parte de una única movida estratégica por parte de EE.UU. para fortalecer su dominio de Medio Oriente, y hay que oponerse a ellas como tales.

Además, los palestinos han visto ingnorada o marginada su lucha durante décadas por parte de los movimientos antiguerra y pacifistas en EE.UU. por juzgarla "demasiado controvertida". Debe recordarse que inicialmente ocurrió lo mismo con el movimiento contra la guerra en Vietnam --durante años el problema fue excluido de los movimientos por los derechos civiles y laborales. Pero la organización, el activismo, la educación, junto con la escalada de la propia guerra, hicieron que más tarde el problema fuera una prioridad.

Algunos en el movimiento antiguerra plantean que tomar el tema de la ocupación de Palestina como reivindicación nos impedirá "ampliar" el movimiento en EE.UU. Y sin embargo, un movimiento que dice oponerse a una ocupación militar en una parte de Medio Oriente no puede permitirse el lujo de permanecer callado sobre la otra parte cuando son precisamente los mismos problemas los que están involucrados --el rechazo al derecho a la autodeterminación de los pueblos árabes por la fuerza militar y la represión.

El intento norteamericano de dominar Medio Oriente no sólo depende de la ocupación de Irak, sino que se apoya cada vez más abiertamente en la ocupación israelí de Palestina. Las dos ocupaciones son indispensables para el proyecto imperialista de Washington; nuestra oposición a ese proyecto debe enfrentar esas realidades en su conjunto para encarar los desafíos políticos que hay por delante.

Hoy, una amplia gama de grupos árabes y musulmanes han dado un paso adelante en afirmar sus prioridades. En esto, debemos apoyarlos totalmente. La educación continua, el debate y la organización sobre este problema es esencial para que el movimiento avance.

Desgraciadamente, el tema se ha desviado entre los planes en disputa para el Día de Acción Internacional contra la ocupación de Irak del 20 de marzo. Esto ha planteado la posibilidad de manifestaciones separadas en algunas ciudades --algunos alineados con la coalición International ANSWER y otros con United for Peace and Justice.

Nosotros apoyamos los intentos por encontrar un terreno común para que se realicen manifestaciones unificadas por todo EE.UU. el 20 de marzo. Pero las rivalidades organizativas no deben disimular el problema esencial: las organizaciones antiguerra y pacifistas que intentan continuar organizándose para luchar por la justicia en Medio Oriente no pueden ignorar este problema.

No podemos permitir que se posponga el problema del fin de la ocupación de Palestina una vez más; ni tampoco podemos permitir que los ultimátums y las rivalidades organizativas debiliten el movimiento en un momento en que los desafíos son tan grandes. Nuestro movimiento será juzgado principalmente por cómo encaremos este problema --no sólo en EE.UU., sino en todo el mundo.

Dadas las distorsiones de los medios de comunicación y los políticos norteamericanos sobre Israel y Palestina, tenemos una responsabilidad especial por educar y organizar alrededor de este problema. Jugar a ver quién tiene mayor poder organizativo no cumple ningún papel en este sentido.

Por consiguiente, llamamos a todas las organizaciones en el movimiento antiguerra a apoyar la exigencia por el fin a la ocupación tanto de Irak como de Palestina. Nuestra oposición común a los objetivos de guerra de EE.UU y nuestro compromiso con la justicia nos empujan a encarar este problema. Las tareas que enfrentamos nos empujan a hacerlo como un movimiento unificado.


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