Izquierda Marxista

Una economía mundial frágil

 

Autor: Alex Callinicos

Fecha: 22/2/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Worker, GB


Mientras las sombras se ciernen en torno a Tony Blair, el sol parece estar brillando sobre el ministro de finanzas Gordon Brown. El gobierno anunció la semana pasada que el número de personas que buscan trabajo cayó en enero a 1,46 millones, 4,9 por ciento de los que están en edad de trabajar.

El Banco de Inglaterra predice que la economía crecerá a una proporción anual de 3,4 por ciento en la primera mitad de 2004. Esto está en línea con proyecciones de la Tesorería que habían sido ampliamente desestimadas por "demasiado optimistas". Pero este aparente relato de éxito es apenas un pequeño detalle en un paisaje mucho más grande.

Hace dos fines de semana los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de los grandes países industriales del G7 se reunieron en Florida. Allí la gran noticia fue el declive del dólar. Después de permanecer en las alturas en los intercambios de divisas desde mediados de los años '90, el dólar empezó a desplomarse en enero de 2002.

Como muestra Robert Brenner en un importante artículo en el último número de New Left Review, el estado norteamericano ha adoptado una política de dólar débil como parte de una estrategia más convenida por superar la recesión que se apoderó de la economía norteamericana después del colapso del último boom en 2000. Particularmente desde el 11 de septiembre de 2001, los recortes de impuestos y el enorme incremento de los gastos del gobierno federal en la defensa y la "seguridad nacional" han servido para empujar la economía.

Entretanto, Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de EE.UU., bajó las tasas de interés en un intento por animar a los consumidores a pedir préstamos y gastar. En los últimos tres años se ha desarrollado una nueva burbuja especulativa en el mercado inmobiliario norteamericano con el estímulo de Greenspan.

Las bajas tasas de interés han aumentado los precios de los inmuebles dramáticamente. Los hogares más acomodados reaccionaron tomando más préstamos y dispararon sus gastos.

Brenner estima que el gasto personal de los consumidores es aún mayor que el crecimiento de la economía en EE.UU. entre 2001 y 2003. Mientras tanto, la industria, en la cual las empresas sobreinvirtieron masivamente durante el boom de finales de los '90, permanece profundamente estancada. Esto es muy peligroso para George W Bush en un año de elección presidencial. Unos 2,8 millones de empleos desaparecieron en la industria entre julio de 2000 y octubre de 2003.

Estas pérdidas de empleos se concentraron sobre todo en los estados medio-occidentales que serán campos de batalla clave en lo que parece estar destinado a ser una elección furiosamente disputada en noviembre. A pesar de todo el dinero que ha echado el gobierno federal en la economía norteamericana, el desempleo se niega obstinadamente a descender. De aquí la importancia del dólar débil, que hace a las exportaciones norteamericanas más baratas y por ende más competitivas en los mercados externos.

El problema es que la caída del dólar ha sido desigual. Por ejemplo, el euro ha subido más de 40 por ciento contra el dólar en los últimos dos años. Esto ha empujado hacia arriba los precios de la exportación de bienes y servicios de la eurozona comparados con los de sus rivales norteamericanos. Como resultado, la economía de la eurozona, que ya se había estancado a lo largo de los noventa, creció sólo 0,5 por ciento el último año. El cuadro en Asia Oriental es muy diferente.

Las autoridades japonesas se han esforzado por evitar que el yen subiera demasiado frente al dólar. El renminbi chino está atado a la divisa norteamericana, así que el tipo de cambio no ha cambiado en absoluto.

Los capitalismos de estado de Asia Oriental han estado siguiendo una estrategia de mantener sus tipos de cambio contra el dólar y así lograr que sus exportaciones sigan siendo baratas y que sus economías crezcan.

El precio ha sido un flujo enorme de reservas de divisas con destino a Asia Oriental -$611 mil millones entre enero de 2002 y octubre de 2003- de lo cual mucho dinero se represtó a EE.UU. Martin Wolf del Financial Times llama a esto "el mayor programa de 'ayuda' de todos los tiempos... Le ha permitido a EE.UU. disfrutar tanto de las armas como de la manteca, sin necesidad de escoger entre ambas."

Naturalmente los europeos no han sido demasiado perspicaces con esta estructuración, que los deja cargando con el lastre más pesado de la política del dólar débil. Lograron que de la reunión del G7 saliera una declaración que llamaba efectivamente a los países de Asia Oriental a que dejen que sus divisas suban en relación al dólar, pero a nadie se le cruza por la cabeza ni por un segundo que se darán por aludidos. Como de costumbre, Gran Bretaña está justo en el medio de esta brecha euro-norteamericana. Brown se apoya en una burbuja al estilo norteamericano y un boom de consumo para hacer que la economía siga funcionando.

Pero no puede utilizar la libra para hacer despegar la industria. La divisa británica cayó frente al euro y subió frente al dólar. Esto es todo lo contrario de lo que se necesita, ya que EE.UU. está creciendo mucho más rápidamente que la estancada eurozona. Gran Bretaña podría caer fácilmente víctima de una economía mundial muy frágil.


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