Izquierda Marxista

¿Qué tan lejos llegará Bush? El precio sangriento de la primacía de EEUU en Irak

 

Autor: Tariq Ali

Fecha: 22/2/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Counterpunch


El mundo entero sabe que Bush y Blair mintieron para justificar la guerra, ¿pero se conoce el precio que se está pagando en Irak? Primero, el precio en sangre --pagado por civiles y otros esta semana como todas las semanas. Más de 50 personas murieron el martes [12 de febrero] cuando un coche-bomba estalló entre un grupo de iraquíes que hacían cola para entrar en la policía. El ejército norteamericano culpó a al-Qaida y a los luchadores extranjeros por esto y otros atentados suicidas. Pero las ocupaciones suelen ser feas. ¿Entonces cómo podría ser bonita la resistencia?

Segundo, el precio del conflicto interno. La religión es la política de la oposición desarmada frente a la ocupación. Lo que estamos atestiguando en las calles de Bagdad y Basora es una lucha por el poder dentro de la comunidad chiíta. ¿Cuál debe ser el carácter del nuevo estado iraquí? Y, si la ONU continúa vacilando sobre el momento para las elecciones, ¿cuándo ocurrirán?

Tercero, y relacionado a esta cuestión más urgente de las elecciones, es el precio de la confusión. Un tejido intrincado de pactos y pagos está construyéndose entre los ocupantes norteamericanos y sus surtidos grupos de intereses, pero cuánto tiempo durará esto es una pregunta abierta.

Como mostraron los eventos de esta última semana, el problema clave ahora es el de las elecciones directas. Kofi Annan está listo para entrar en acción. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha reconocido al gobierno títere de Irak. Hace dos semanas un encuentro en Munich hizo voler al tablero a Francia y Alemania. La ocupación de un país árabe ahora es apoyada por la mayoría del hemisferio norte. Todo lo que se necesita es un paraguas oficial de la ONU para fingir que no se trata de una ocupación imperial e intentar efectuar un compromiso con los líderes religiosos chiítas.

Su posición es dura porque la resistencia armada los ha obligado a organizar movilizaciones de masas y presentar su propia alternativa a la ocupación. Han exigido elecciones inmediatas a una asamblea constituyente cuyos miembros idearán una nueva constitución. ¿Entonces cuál podría ser el resultado de esas elecciones?

En el pasado, la política secular recorría transversalmente las divisiones sectarias y étnicas. El propio partido Ba'ath fue fundado en Basora y su dirección pre-Saddam estaba compuesta por muchas personas de origen chiíta. Fueron la combinación de la represión de Saddam, el giro post-1989 a la religión en el norte y el sur y el oportunismo norteamericano (en la forma de dinero y armas a los grupos religiosos anti-Saddam) después de la primera guerra del Golfo los que llevaron al predominio total de los líderes religiosos en el sur.

Los dos líderes principales de la oposición desarmada, Ali al-Sistani y Moqtada al-Sadr, están compitiendo para ganar el apoyo popular. Al-Sadr es hostil tanto a la ocupación como a los planes para federar a Irak, a los cuales ve como el primer paso hacia la balcanización y el control occidental del petróleo iraquí.

Sistani, que representa los intereses de Teherán y tiene relaciones amistosas con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Londres, ha sido colaborador pero, por temor a perder apoyo frente a su rival, ha exigido elecciones generales inmediatas. Es él quien quiere hablar con Kofi Annan para no ser visto como dialoguista con los despreciados ocupantes.

Si Annan le dice que las elecciones debe retrasarse, podría estar más dispuesto a moderarse. Pero si hay elecciones y arrojan como resultado una mayoría chiíta, ¿no podría ir Irak hacia un escenario parecido al de Irán a fines de los '70? En términos de leyes religiosas sin dudas que sí. Tanto Sistani como al-Sadr han exigido la imposición de la sharía.

Pero no se trata sólo de política y religión. El poder lleva al dinero y al clientelismo. Hay miembros de familias y tribus ligados a los principales grupos clericales del sur y están impacientes. Una gran parte dependerá de dos problemas clave: quién controla el petróleo de Irak y cuánto tiempo deben permanecer en el país las tropas de EE.UU. y la ONU. Como resultado de la invasión y ocupación de Irak, el régimen clerical en Irán se ha vuelto un jugador importante. Una vez parte del "eje del mal", sus lazos íntimos con Sistani hacen necesario un acercamiento Washington-Teherán.

¿Y qué mejor para facilitar esto que sacar a la luz al monstruo de la wahhabita red al-Qaida? EE.UU. puede haber buscado culparla de los ataques con coches-bomba de esta semana. Pero esto ignora el hecho de que "si colaboras, entonces prepárate a pagar el precio" ha sido prácticamente el mensaje de cada lucha nacional durante el último siglo.

En la Francia de Vichy y en la Yugoslavia ocupada y después en Vietnam, Argelia, Guinea y Angola, los colaboradores eran regularmente blancos de los ataques. En ese entonces, como en Irak hoy, la resistencia fue denunciada por los políticos y la prensa domesticada como "terroristas". Cuando los ejércitos ocupados se retiraron y la violencia cesó, muchos de los "terroristas" se volvieron "estadistas."

Algunos de quienes nos opusimos a la guerra planteamos que mientras la ocupación militar norteamericana de Irak sería fácil, luego tendrían que enfrentar una resistencia en niveles diferentes. Y, como se vuelve cada vez más claro día tras día, el talón de Aquiles de la ocupación es su incapacidad para controlar una población hostil. De allí la necesidad de colaboradores. Destruir estados con un poder militar abrumador es una cosa. Construir estados es una operación más compleja y requiere, como requisito mínimo, una población, si no ammigable, al menos dócil.

¿Puede mantenerse la primacía norteamericana indefinidamente ante una hostilidad aplastante? Obviamente no, pero EE.UU., más allá de qué partido esté en el poder, tampoco puede permitirse el lujo de un retroceso en Irak. Eso sería un golpe mayor contra el "imperio" y debilitaría su capacidad de controlar otras partes del mundo. Sumemos a esto una pequeña ironía: bajo Saddam, al-Qaida no estaba presente en Irak. Si algunos de sus miembros hoy están allí es debido a la ocupación anglonorteamericana.

Las autoridades de la ocupación se entrampan. La ocupación está costando $3,9 mil millones por mes. Políticamente, si permiten una elección democrática podrían conseguir un gobierno cuya legitimidad sería incontestable y que querría que se fueran del país. Si van a una elección amañada, una votación al estilo de Florida, sería imposible contener la cólera chiíta y comenzaría una resistencia armada en el sur, levantando el espectro de una guerra civil.

Militarmente, la captura de Saddam no ha afectado la proporción de bajas norteamericanas, y el número de colapsos nerviosos y suicidios en el ejército norteamericano que ocupa Irak ha alcanzado niveles inauditos. Esto solo, más pronto que cualquier otra cosa podría haber predicho que la ocupación se ha vuelto insostenible. Un cambio de régimen en Washington y Londres sería un pequeño castigo comparado con lo que se está infligiendo a Irak.

El último libro de Tariq Ali es "Bush in Babylon: The Re-colonisation of Iraq", (Verso Books, Londres, 2003).

Su correo electrónico es: tariq.ali3@btinternet.com


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