Izquierda Marxista

Irak: Un año para recordar

 

Autor: Lindsey German

Fecha: 14/3/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Review, marzo 2004


Pasó un año de la invasión a Irak y el gobierno todavía está en estado de crisis.

Tiempo para marcar una frontera. Tiempo para seguir adelante. Así nos exhorta el gobierno cuando intenta darle la espalda al fracaso monumental que es la guerra y ocupación de Irak. Y aún así la frontera se niega persistentemente a que la marquen. Las mentiras del gobierno quedaron aplastadas bajo la pesadilla de la guerra, intentando desperadamente pasar a cualquier otro problema. Ha pasado casi un año desde que la estatua de Saddam Hussein fue derrumbada en Bagdad entre las proclamaciones de la liberación iraquí. Han pasado diez meses desde que George Bush se embarcó en el USS Abraham Lincoln (su entrenamiento en la Guardia Nacional por fin le sirvió para algo) para declarar el final de la guerra frente a una bandera que declaraba 'Misión cumplida'. Pero aquellas sesiones de fotografía no demarcaron una frontera. Y luego comenzó la investigación Hutton durante el verano, tras la muerte del Dr. Kelly. Eso no demarcó ninguna frontera. La captura de Saddam Hussein en diciembre fue saludada como una vindicación de la guerra - pero eso tampoco demarcó ninguna frontera. Y el informe Hutton, que apareció finalmente en enero, fue recibido inmediatamente como una operación de lavado de cara por su posición servilmente pro-gubernamental.


Butler


Tamaño alboroto se armó luego del informe Hutton que Blair se vio obligado a iniciar una nueva investigación (confidencial) bajo la responsabilidad del ex-secretario del gabinete Lord Butler. Compuesta por representantes de las dos grandes partidos guerreristas más figuras de la Oficina de Irlanda del Norte y los militares, y con órdenes de examinar sólo las fallas del sistema, y no acciones de individuos. Esto seguramente tampoco demarcará una frontera.


A Tony Blair le debe parecer que está bajo una maldición particularmente persistente. Su pensamiento y el de sus consejeros durante los últimos dos años no le ha permitido vislumbrar la posibilidad de que lo terminen culpando por la guerra. Creían que las guerras son populares y que un liderazgo fuertemente militarista obtendría rédito al apoyarlas. Nadie se acordó de Anthony Eden, el primer ministro conservador arruinado por el fiasco del canal de Suez en 1956, ni de Winston Churchill, que perdió las elecciones en 1945. Y especulaban con que aun cuando la guerra fuera impopular durante algún tiempo, la gente se olvidaría pronto.


Por el contrario, todo el mundo parece recordar lo que se dijo y se hizo hace un año. Mientras crecía la desesperación del gobierno por probar que hizo lo correcto, también creció entre muchos el sentimiento de frustración y bronca contra él. Su reacción frente al informe Hutton mostró su desfachatez, en un gobierno supuestamente experto en el manejo de las relaciones públicas pero que le permitió a Alastair Campbell que se pasee por todos los canales de televisión para jactarse de su vindicación. No debemos olvidarnos tampoco la manera en que el gobierno utilizó los tribunales para suprimir el disenso y la protesta. La persecución contra la espía Katharine Gun y la infracción de las libertades civiles contra los manifestantes de Fairford ahora han sido expuestos ante la justicia como medidas anti-liberales y represivas.


Hay tres razones interrelacionadas por las cuales el gobierno todavía está atrapado en este pantano que él mismo fabricó: la estrategia desastrosa de la propia guerra, la resistencia de los iraquíes, y el movimiento masivo contra la guerra en Occidente. La ‘guerra contra el terrorismo' que lanzó luego del 11 de septiembre de 2001 ha demostrado su fracaso. No ha frenado al terrorismo - una amplia gama de ataques con bombas como el atentado contra objetivos británicos en Turquía o la bomba en Bali apuntaron a los aliados más íntimos de EE.UU.. Ni siquiera han atrapado a Osama Bin Laden ni al Mulá Omar, y Al Qaida está creciendo otra vez en Afganistán. Medio Oriente de conjunto es más peligroso, mientras Ariel Sharon usa el pretexto de la guerra contra el terrorismo para avanzar en la represión a los palestinos por medio del ‘muro del apartheid' que se construye en su territorio. El balance de la intervención en Afganistán e Irak es negativo, con inestabilidad, sin ningún esfuerzo por reajustar las desigualdades básicas y los problemas económicos, y sin ninguna democracia real.


La ‘guerra contra el terrorismo' también demostró su fracaso en el plano interno al no poder ganarse los corazones y las mentes de la gente. La doctrina de la intervención preventiva ha llevado a millones en todo el mundo sentir que se abandonaron los cauces normales para tratar de resolver problemas en las relaciones internacionales. La guerra en Irak fue la primera en la que Gran Bretaña se comprometió sólo en base a evidencias de los servicios de inteligencia, y esa evidencia se mostró falsa o exagerada. No hubo compra alguna de uranio al estado africano de Níger, ninguna amenaza de armas para utilizarse contra intereses británicos ni ningún arma de destrucción masiva.


Se pueden sacar sólo dos conclusiones sobre la actitud de Tony Blair frente a la evidencia presentada como la razón para hacer la guerra. Que Blair es un necio o un mentiroso. Se excusa diciendo que no sabía cuando comenzó la guerra que la amenaza de que las armas de Saddam Hussein estaban listas para utilizarse en 45 minutos sólo se aplicaba a las armas de campo. Es casi imposible creer que el hombre que tuvo tiempo para aparecer en Los Simpsons no pudo hacerse el tiempo para enterarse de estos hechos bastante importantes.


Engaño


Pero si el gobierno utilizó mentiras y engaños para llevarnos a la guerra, lo hizo creyendo confiadamente que una vez en ella se absolvería todo mal por la bienvenida dada a las tropas británicas y norteamericanas. La realidad fue un poco diferente. Tan pronto como comenzó la ocupación, quedó claro que los ocupantes no tendrían en cuenta a la sociedad civil y gobernaron mientras empeoraban las condiciones para muchos iraquíes. Hay que destacar que los marinos norteamericanos vigilaban el ministerio del petróleo mientras se saqueaban los museos y otros edificios públicos. Hoy la mayoría de los iraquíes todavía no tiene suministro continuo de electricidad, hay desempleo masivo y muchas personas, sobre todo las mujeres, tienen miedo de salir a la calle. EE.UU. fundamentó muchas de sus concepciones sobre la recepción que recibirían en informes de 'inteligencia' de exiliados que albergaban un interés egoísta al expresar lo dócil que serían la mayoría de los iraquíes frente al dominio extranjero. Estos exiliados (que ahora volvieron a Irak) todavía dicen hablar en nombre de la mayoría de los iraquíes. Queda claro que no, pero el retraso en la convocatoria a elecciones - que no se permitirán cuando EE.UU entregue el gobierno en junio - le niega a los iraquíes el derecho a hablar por sí mismos.


Dada la ausencia de la mínima democracia, los iraquíes están tomando los asuntos en sus propias manos. La resistencia continúa. La captura de Saddam Hussein apenas le hizo mella y continúa llevándose las vidas de los soldados norteamericanos casi a diario. El gobierno de Bush minimiza la resistencia diciendo que se trata de Al Qaida (queda claro que la mayor parte de ella no está relacionada con esta red) mientras repatría sus heridos de guerra en la oscuridad de la noche y evitando que las cámaras de televisión muestren cómo vuelven los ataúdes a EE.UU. No obstante, la resistencia es mucho más que lo militar: hay manifestaciones masivas en el sur por la democracia y por elecciones en junio, pero también protestas alrededor de problemas como el empleo, los derechos de las mujeres y las pensiones. Los manifestantes no recibieron ayuda por parte de las fuerzas de ocupación, y estas últimas allanaron locales sindicales en diciembre en Bagdad y están respaldando una vuelta a la ley religiosa para las mujeres.


En Afganistán, supuestamente el prototipo de democracia en los ‘estados fracasados', la lucha continúa en amplia escala. El gobierno de los señores de la guerra mantiene la represión y la opresión de las mujeres y de los que quieren la democracia. Otra vez se retrasan las elecciones, en parte porque los ocupantes no han logrado reunir los $98 millones (unas monedas comparado con lo que se gastó en la guerra) para solventar el acto electoral. En ambos países nos dicen que la situación es demasiado peligrosa para que haya elecciones - aunque sean las propias ocupaciones las que vuelvan más peligrosa la situación.


Si el descontento y la oposición continuos le están impidiendo a Bush y a Blair demarcar una frontera en Irak y Afganistán, la oposición interna también es indisciplinada. En EE.UU. la oposición a la guerra ha crecido mientras los distintos contendientes dentro del Partido Demócrata expresan en forma tardía lo que es claramente una opinión popular. En Gran Bretaña el movimiento no sólo ha demostrado ser un movimiento anti-guerra sino uno que asume características de ser capaz de transformar la sociedad, en la forma en que lo hizo el movimiento por los derechos civiles en EE.UU. Durante el año pasado organizó huelgas de grupos de trabajadores que protestaban contra la guerra y en oposición a toda legislación anti-sindical. Las huelgas de estudiantes secundarios del 20 de marzo fueron el movimiento juvenil más grande en la historia británica. Las protestas contra Bush en noviembre alcanzaron otra vez niveles históricos para un día laborable, cuando muchos estudiantes secundarios entraron nuevamente en huelga, y con enorme concurrencia de las principales universidades de Londres.


Pero esto no es simplemente un movimiento contra la guerra - es un movimiento de masas y diverso por la paz, la justicia y las libertades civiles y contra el racismo. Ha abierto y continúa planteando cuestionamientos sobre la democracia y la política en Gran Bretaña, ubicándose en un fuerte contraste frente a la quiebra del parlamento y la cobardía de la mayoría de los políticos del establishment. También es un movimiento muy informado, donde sus ideas se alimentan con los muchos libros y artículos producidos por los veterano anti-guerra pero también por los miles de eventos públicas que han tenido lugar durante los últimos dos años y medio en cada pueblo y en cada ciudad por todo el país.


A esta altura, el gobierno ha perdido concluyentemente la discusión sobre la guerra, pero está volviendo sus ataques hacia otros flancos. En particular, los ataques contra las libertades civiles y los esfuerzos por criminalizar a la comunidad musulmana asociándola con el terrorismo pasaron a ser los últimos refugios de un gobierno canalla.


Una vez más, el 20 de marzo habrá manifestaciones masivas alrededor del mundo protestando contra la guerra y la ocupación indicando el primer aniversario del inicio de las hostilidades. El movimiento estará una vez más en las calles. Pero no sólo estará recapitulando un año de protestas - también declarará que todavía está aquí y que continuará haciendo campañas alrededor de todos estos problemas para provocar una transformación del mundo cada vez más peligroso en el que vivimos

* Lindsey German es coordinadora de la coalición Stop the War de Gran Bretaña.


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