Europa

¿Es éste el 11 de septiembre de Europa?

 

Autor: Timothy Garton Ash

Fecha: 13/3/2004

Traductor: Alejandra Ríos, especial para PI

Fuente: The Guardian



Las bombas en Madrid deberían ser el 11 de septiembre de Europa. ¿Pero, realmente, hemos sentido como si hubiésemos sido atacados? ¿O respondimos más espontánea y emocionalmente cuando las víctimas estaban en Nueva York? Y, si éste es el 11 de septiembre de Europa, ¿qué es lo que va a hacer Europa al respecto?

En el día del horror, el rey de España habló por televisión a su gente, parado al lado de la bandera española. Habló con toda formalidad pero muy emotivamente, ofreciendo “un abrazo....lleno de amor y tristeza” para los familiares de las víctimas. Habló a su nación, de su nación, para su nación. No había a la vista ninguna bandera europea. Así y todo, nosotros, como compatriotas europeos, quizá no nos sentimos sólo conmovidos por este discurso (que lo pueden ver en el sitio de Internet de la BBC) pero puede que hayamos sentido que esto es parte de nuestra propia historia. He aquí, después de todo, que fue el rey quien ayudó a transitar a España de la dictadura a la democracia, y en ese momento, hace 23 años, casi sin ayuda salvó a la democracia española de un golpe militar. Aquel, al igual que éste, fue un evento europeo - parte de nuestra historia común y nuestro futuro común.

¿Y qué significa este atentado para la guerra global contra el terror proclamada por el Presidente George Bush luego del 11 de septiembre de Norteamérica? Por casi mil días, los europeos y los norteamericanos hemos vivido con calendarios diferentes. Europa no cambió luego de los atentados del 11 de Septiembre de 2001 de la forma en que lo hizo Norteamérica. Gritamos “todos somos norteamericanos”, pero no lo éramos. No sentimos de verdad que estábamos en una guerra de la misma forma en que lo sintieron los norteamericanos. ¿Lo sentiremos ahora? El “todos somos españoles” de hoy, ¿durará un poco más? ¿O la fecha 11 de Marzo de 2004 resonará sólo en la historia española?

Una gran parte dependerá obviamente de quien fue el responsable del atentado. Si fue Al-Qaeda, entonces a pocos le quedarán dudas que se trata del 11 de septiembre de Europa. Esos pasajeros en los trenes habrán sido asesinados como castigo por los pecados del occidente. (No importa que las víctimas inocentes incluyan a musulmanes del norte de África que ahora viven en los suburbios de Madrid. No moleste a los terroristas islamitas con detalles como esos.) Para prevenir futuros ataques se requerirá una cooperación aún más cercana entre la policía y los servicios de inteligencia europeos, y de los procedimientos de inmigración y de refugiados a lo largo y a lo ancho de toda Europa. Finalmente nos daremos cuenta del hecho que el terrorismo islámico es una amenaza que está geográficamente más cerca de nosotros que de Norteamérica. Estará claro lo que Europa tiene que hacer, aunque no será fácil.

También habrá una profunda razón más para una solidaridad europea. Si el gobierno de Aznar ha sido señalado por sumarse a lo que Al-Qaeda llama la “Alianza de la Cruzada Sionista” en la guerra de Irak, la lección que hay que aprender en este momento no es que ningún gobierno europeo no tiene que participar en acciones en el mundo musulmán por miedo a las represalias. Sino que los europeos deben mantenerse más unidos los unos a los otros, de una forma u otra.

Sin embargo, si los responsables fueron miembros del movimiento terrorista vasco, ETA, o de un grupo radical que se escindió, entonces habría una tentación muy fuerte de decir que se trata de un problema esencialmente español: de la misma forma en que el resto de los europeos en el continente piensan que el problema del IRA es en realidad un problema británico, no europeo. De hecho, el primer ministro español enmarcó su primer respuesta televisada en términos nacionales. Se refirió a que la gente fue asesinada “sólo por ser española”, de esta forma implicando claramente que los asesinos eran los separatistas vascos. “Somos una gran nación”, dijo, “cuya soberanía reside en cada español”.

Cuando España se sumó a la Unión Europea en 1986, muchos esperaban que el marco europeo, con sus capas de soberanía compartida, iba a ayudar a resolver el problema vasco. No lo ha hecho - o por lo menos, no lo suficiente. Los políticos de la escena política vasca mayoritaria han estado presionando a través de medios pacíficos por algo más cercano a la independencia, más recientemente, en propuestas hechas por Juan José Ibarrexte, el primer ministro regional vasco, que su región se convierta en un “estado libre” asociado estrechamente con España. Si ETA resulta ser el responsable de estos atentados, entonces la respuesta desde Madrid - cualquiera sea el partido que gane las elecciones generales de mañana - parece ser ciertamente un categórico “de ninguna forma José”, Otros europeos quizá deseen ofrecer su ayuda como “un negociador honesto” en esta inmensamente difícil relación, pero en definitiva la solución sólo puede hallarse dentro de España. Entonces, va a haber tentaciones de considerar esto no como un 11 de Septiembre europeo sino tan sólo como un 11 de Septiembre de España.

Los norteamericanos sin ninguna duda van a estar diciendo, en una metáfora tan aburrida que me duerme, que esta es una “llamada de aviso” para Europa. Y así es. Seamos honestos: nosotros en Europa estuvimos durmiendo pacíficamente por mucho tiempo luego del 11 de Septiembre norteamericano. Pero parte de la solidaridad europea en respuesta a tal barbarismo es también decirle a los Estados Unidos - y decírselo al unísono - en qué se está equivocando Washington en su guerra contra el terror.

Si quiere en qué se están equivocando, debería leer un ingenioso libro, aunque con un argumento estúpido, por David Frum y Richard Perle, titulado ‘Terminemos con el diablo: Cómo ganar la guerra contra el terror’ (la gente no puede ser sabia y tonta al mismo tiempo, pero ingeniosa y tonta sí.) Como parte de su estrategia para ganar la guerra al terror Frum y Perle argumentan que Estados Unidos debería dejar de apoyar “una Europa más integrada” y debería “obligar a los gobiernos europeos - a los gobiernos europeos como el español que está entre los aliados más cercanos a Washington - a elegir entre París y Washington”.

Pero ahora considere, a la luz de las bombas en Madrid, lo que realmente necesitan los europeos para ser socios eficientes en la guerra contra el terror. Sea Al Qaeda o Eta el responsable, la respuesta es: una cooperación más cercana dentro de Europa y más específicamente con Francia. Es Francia el país que cuenta la población musulmana más grande en la Unión Europea, y como los vascos viven en los dos lados de la frontera franco-española, es Francia el aliado europeo más importante de España para el manejo de la amenaza terrorista vasca. Ahí están esos ingeniosos hombres en Washington tratando de abrir una brecha entre España y Francia, en el nombre de la guerra contra el terror. Frente a lo que es incuestionablemente diabólico, abandonemos estas tontas polémicas transatlánticas y pongámonos serios.

Y pongámonos serios como europeos. En dos semanas, será la reunión regular de los jefes de estado de la UE en Bruselas, bajo la presidencia de Irlanda, que sabe una o dos cosas acerca del sangriento impacto del terror. Hasta que no sepamos quien cometió esta atrocidad, no podemos decir cuál debe ser la respuesta europea. Pero si creemos que Europa existe, deberíamos buscar más que el usual comunicado insignificante.

Esto es todo lo que un análisis calmo nos permite decir, tan poco tiempo desde la atrocidad, con tantas incertidumbres: excepto, quizás, que el análisis calmo no es suficiente. En un momento como este, lo que más necesitamos comunicar es la solidaridad, no de las ideas pero de los sentimientos, como el miembro real español defensor de la democracia lo hizo tan conmovedoramente con su propio pueblo. Sentiríamos esa solidaridad, eso espero, si los ataques hubiesen sido en China, Perú, o China, tan sólo porque somos humanos. Y seguramente tuvimos esa reacción cuando el atentado fue en una ciudad de Norteamérica. Pero, si somos europeos, entonces lo sentiremos mucho más intensamente porque este ataque es en una ciudad de Europa. Nuestras banderas, ya sean europeas o nacionales, están todas a media asta.


     

 

   
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