Economía y Politica Internacionales

Un Año después: Imponiendo “valores universales”

 

Autor: Ian Buruna

Fecha: 18/3/2004

Traductor: Celeste Murillo, especial para P.I.

Fuente: International Herald Tribune


Un año más tarde, gran parte de las razones para invadir Irak han sido desacreditadas. Pero los partidarios de la guerra todavía tienen un argumento compulsivo: las tropas de EEUU no están ahí para imponer valores norteamericanos ni siquiera occidentales, sino valores “universales”.

La suposición fundamental es que Estados Unidos mismo representa estos valores universales, y la libertad para buscar la felicidad, elegir sus propios líderes y comerciar en mercados libres, deben ser compartidos por todos, a pesar de la religión, la historia, la raza o la cultura.

Algunos quizás se pregunten si EEUU es un gran un ejemplo de estas cosas buenas. Sin embargo, esparcirlos es ciertamente una política más atrayente que sostener dictadores en nombre de la “realpolitik”.

La historia demuestra que la imposición de ideas por la fuerza, aunque sean decentes, proclamando su universalidad tiende a ser contraproducente -creando no conversos sino enemigos que harán todo para defender su sangre y su tierra.

Esa fue la respuesta dos siglos atrás de los germanos de Europa cuando los ejércitos de Napoleón los invadieron bajo la bandera de la libertad universal, la igualdad y la fraternidad.

Napoleón era un déspota y su “Grand Armée” (gran ejército, N de T) podía ser brutal, pero sus reformas eran en gran parte beneficiosas. Se estableció la libertad religiosa y la eficiencia del gobierno mejoró, el código legal napoleónico ha servido a los europeos durante dos siglos. Aún así la intervención armada de Francia fue resistida profundamente. Algunas reacciones nativistas fueron relativamente benignas: la poesía romántica que celebra el alma nativa, o el gusto por las raíces de folklóricas.

Pero en otros casos el alma nativa, especialmente en Alemania, no se expresó tan benignamente y llegó a ser antiliberal y antisemita. Algunos nativistas del siglo XIX decían que Napoleón era judío -no sólo porque liberó a los judíos de sus ghettos y declaró que Francia sería su patria, sino también porque los ideales universales, que prometían igualdad para todos, a menudo fueron asociadas por los nativistas con el cosmopolitanismo desarraigado, que a sus ojos era sinónimo de judaísmo.

Tan pronto como Napoleón fue derrotado en Waterloo, las leyes liberales que instituyó en Prusia se anularon. Y un siglo más tarde, los resentimientos plantados por la liberación armada de Napoleón resultaron frutos amargos de la Alemania nazi.

El extremismo árabe y musulmán quizás nunca lleguen a ser tan mortales ni poderosos como la Alemania del siglo XX, pero ya han emprendido un camino terrible. Una vez más una nación con una misión universalista, para liberar el mundo crea peligrosos enemigos (y una vez más los judíos son culpados).

Esto no es necesariamente porque el mundo islámico odie la democracia, sino porque el uso de la fuerza armada -combinada con la hipocresía de perseguir a un dictador y mimar a otros, la intolerancia arrogante de algunos ideólogos norteamericanos y los fracasos de la ocupación– le están dando a la misión democrática de EEUU un mal nombre.

Un problema de la tropas norteamericanas liberando Medio Oriente Medio es que confirma las opiniones tanto de musulmanes como de occidentales, que ven la guerra de Irak como parte de una guerra religiosa, un "choque de civilizaciones" para usar la frase de Samuel Huntington, un politólogo de la Universidad de Harvard.

Aparentemente esto parecería una proposición improbable. Saddam Hussein no gobernó un estado islámico. Lejos de eso; mató a gran cantidad de musulmanes. Sean cuales fueran sus valores, sería un insulto decir que representan la civilización árabe. Y aunque el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair (otro fan de la frase "valores universales") y el presidente Bush sean cristianos, la religión no parece haber jugado un gran rol en los objetivos de la guerra.

Todavía para muchos árabes musulmanes dentro y fuera Irak, esto parece verdaderamente una guerra desencadenada por "sionistas y cruzados" para someter a los musulmanes, o lo que es peor, imponer una civilización foránea en una nación árabe.

Los islamistas, sin embargo, no representan la civilización árabe ni musulmán –como la Coalición cristiana no representa a Occidente. Irak es un ejemplo perfecto de combinación inadecuada etnias, religiones y culturas dentro de las fronteras nacionales.

El futuro de Irak no resultará de una batalla entre Este y Occidente, o entre musulmanes y cristianos, sino entre chiítas y sunitas, kurdos y árabes, partidarios del Baath y demócratas. Los principales conflictos que cruzan la mayoría de las sociedades musulmanas no son entre laicos y religiosos, sino entre musulmanes y otras ideas diferentes acerca del papel adecuado de la religión.

Islamistas como los de al-Qaeda son religiosos revolucionarios. Pero es perfectamente posible que un musulmán practicante esté en contra de la intervención de EEUU, contra capitalismo de libre mercado, la libertad sexual y la importación de películas de Hollywood sin ser un teocrático revolucionario. Esa persona puede ser reformista moderada que cree, como creían muchos europeos hasta hace apenas algunas décadas, que la política democrática está mejor organizada por líneas religiosas.

La pregunta real para los universalistas occidentales, entonces, es si la causa de los musulmanes moderados es ayudada por la guerra revolucionaria que activaron los ejércitos norteamericano e inglés. Eso es la guerra en Irak: no un choque de civilizaciones, sino una revolución desencadenada por fuerzas externas.

Parece no haber duda que la mayoría de los iraquíes estaban más que felices de ver que Saddam se iba. La mayoría se hubiera sentido agradecido con Estados Unidos y Gran Bretaña, si las fuerzas de la coalición se hubieran ido a casa rápidamente, dejando a Irak con una administración en marcha, electricidad, agua corriente y calles seguras.

Esto, por supuesto, no hubiera sido posible incluso si Gran Bretaña y Estados Unidos hubieran hecho todo bien. El hecho que a la coalición le haya ido tan mal sólo empeora las cosas.

Irak es tan violento y caótico ahora que sería sumamente irresponsable retirar las tropas. Como resultado, quizás veamos cada vez más partidarios de Huntington. Especialmente entre los árabes que viven fuera de Irak, que nunca sintieron el látigo de Saddam directamente.

Ante lo que aparece como una agresión occidental continúa, es difícil para los musulmanes en cualquier otro país de tomar partido contra sus hermanos musulmanes por temor a ser señalados como traidores.

La Red Liberal Islámica, por ejemplo, ha realizado el valiente trabajo de promover una forma moderada del Islam en Indonesia, donde los extremistas atacaron un club nocturno de Bali en el 2002. Estos musulmanes liberales recomiendan la separación de la iglesia y el estado, y una interpretación no literal del Corán. Fueron capaces de luchar contra los extremistas sin ser vistos como soplones de EEUU -hasta que las tropas norteamericanas invadieron un país musulmán.

"Cuando ocurrió el ataque de Bali, pensé que los grupos fundamentalistas se debilitarían, porque la gente vería que estaban equivocados”, según un miembro del grupo, Nong Darol Mahmada. “Pero ahora la guerra de Irak se transformó en una nueva justificación para la actitud fundamentalista hacia EEUU u Occidente. Todo por lo que hemos trabajando -la democracia, la libertad de pensamiento- todo parece en vano”.

Quizás esté equivocado. Puede que no todo esté perdido. Pero hasta ahora, en Irak y otros lugares, la misión de los neoconservadores está logrando lo contrario a lo que se propuso.

Ian Buruma, profesor del Bard College.


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