Europa

El fin del chiraquismo

 

Autor: Editorial

Fecha: 29/3/2004

Traductor: Caroline Dubois

Fuente: Libération


Se puede perder la campaña del primer turno, agravar el caso entre los dos y perder todo o casi todo en el segundo. Es lo que acaba de hacer Jacques Chirac, el estratega detras de las bambalinas de la mayoría y el autor del naufragio del 28 de marzo. Su héroe del momento, Jean-Pierre Raffarin, había sido sancionado en el primer turno, y aquí lo vemos repudiado en el segundo. Peor aún, la izquierda obtiene la mayoría absoluta.

El rey está desnudo : Jacques Chirac esta deshecho sin excusas, sin circuntancias atenuantes, como un hombre cuyo electorado conoce hace treinta años todos los « turnos ».

En el curso de la semana pasada, el primer ministro había evocado sucesivamente « la impaciencia de los electores » frente a la lentitud de las reformas, después ofreció un « revival » de la « fractura social », dando por supuesto la casi certeza de su mantenimiento en Matignon. Esta partición en favor de una remodelación gubernamental habría hecho ir a votar un millón de electores suplementarios. Y la derecha chiraquista se ha vuelto minoritaria. Jean-Pierre Raffarin el descentralizador se oscurece en un escrutinio regional que no le deja ninguna escapatoria, incluso si Jacques Chirac lo pone bajo respirador artificial, durante algunos días. El Primer ministro podrá refugiarse en Alsace, la única región conservada por la derecha raffarista.

Los electores acentuaron su voto a favor de la izquierda parlamentaria. La voluntad de rechazo podría haberse expresado con una abstención masiva, o por un voto a favor de los extremos. La voluntad de rechazo se puso al contrario en las listas de la izquierda social-plural que reencuentra los votos populares que la habían abandonado hace dos años. En efecto, le elección del electorado resucita sin ambigüedades el clivage derecha-izquierda, oponiendo la precarización general que implican las decisiones gubernamentales desde hace dos años y el deseo de protección que se fija en el voto de izquierda, creando contra-poderes, en particular en las regiones. La izquierda parlamentaria aparece, de manera retrospectiva, más atemperada en la modernización y en las inevitables reformas que la derecha liberal, juzgada más brutal.

El electorado tiene una concepción muy utilitaria de los modos de escrutinio, su voto a favor de la izquierda no es un voto de adhesión pero sí claramente de precaución. La izquierda es puesta nuevamente de pie con todos sus problemas delante : el leadership, la estrategia electoral, su proyecto y las grandes reformas que deberá proponer.

El desastre del 28 de marzo inaugura el fin del reinado de Jacques Chirac. Cierto, las regionales no son elecciones legislativas. Pero la lógica de las instituciones de la V República fundada sobre la adhesión popular indispensable para gobernar deberá obligar al jefe del Estado a preguntarse sobre la confianza de los electores, decidiendo… disolver la Asamblea Nacional. Es lógico pero poco probable! Los electores exigen un verdadero cambio de política. Nicolas Sarkozy se ha convertido a priori en inconturnable para el jefe del Estado a fin de dar el cambio en términos de encarnación gubernamentral. En ese caso, la era chiraquiana se acaba mañana. A falta de esta nominación en forma de cuerda de salvataje, el Presidente impondrá lo que le queda de mayoría a sangre y fuego. Lo que reviene a lo mismo. Es el crepúsculo de Chirac : de todas maneras, la tragedia va a producirse.


     

 

   
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