Irak, Medio Oriente y Asia

EE.UU., Irán y el juego electoral iraquí

 

Autor: Ehsan Ahrari

Fecha: 31/10/2004

Traductor: Isidoro, especial para PI

Fuente: Asia Times


Irán y los Estados Unidos están envueltos en una intense competencia para hacer de Irak una parte integral de sus respectivas, opuestas, e invariablemente contradictorias esferas de influencia. Su diferencia principal en el modus oparandi es que EE.UU. ha envuelto sus planes en la multicolor cobertura de la democracia y la libertad para hacerlo aceptable para los iraquíes. Irán, por el contrario, está muy callado sobre utilizar sus lazos chiítas para hacer de Irak un vasallo. En la venidera campaña electoral de las elecciones de Enero, estos dos actores intensificarán sus esfuerzos para asegurar que, ya un gobierno pro-EE.UU. o uno pro-Irán emerja en Irak. Suficientemente extraño, la principal ficha libre en esta competición es la población iraquí, cuyas preferencias están siendo ruidosamente ignoradas tanto por Washington como por Tehran, cada uno determinado a salirse con la suya.

En el juego de poder que está siendo jugado en el Medio Oriente, los más poderosos no necesariamente emergen como los ganadores. La limitación del poder militar se vuelve obvia cuando uno examina el hecho de que Estados Unidos esté tan absolutamente hundido en el pantano iraquí luego de desmantelar rápidamente el régimen de Saddam Hussein. Ahora puede bombardear las ciudades a escombros, pero el desafío de los insurgentes y sus simpatizantes parece casi invencible. Los insurgentes iraquíes saben que mientras puedan absorber pérdidas humanas la posición de EE.UU. permanecerá sobre terreno movedizo, ya que su capacidad de absorber pérdidas humanas de hecho es bastante finita. Eso es lo que está conduciendo a los insurgentes y terroristas en sus batallas con Estados Unidos en Samarra y Fallujah.

La administración del Presidente de EE.UU. George W Bush conoce perfectamente el aspecto de talón de Aquiles de su propia participación en Irak. Es por eso que también está ocupada asegurando que su presencia o influencia en el largo plazo no sea puesta en peligro. El propósito ultimo de la ocupación de EE.UU. es asegurar que Irak permanezca como estado vasallo. Washington sabe cuán significativo es sujetar ese país para el solo propósito de sustentar su propia hegemonía en el Medio Oriente. La herencia baathista de Irak (y la de Siria) es profundamente anti-imperial y anti-occidental por naturaleza. Despreció la presencia británica en la región, y transfirió su odio y recelo de Gran Bretaña a Estados Unidos, cuando el ultimo se convirtió en la potencia hegemónica en 1970, el fin oficial de la presencia británica dominante en el Golfo Pérsico.

El obstáculo actual desde el punto de ventaja de Estados Unidos es la informada parálisis que ha emergido en Washington como resultado de fuertes desacuerdos ente el Departamento de estado (Department of State, DOS. NT) – el que ahora está a cargo de las políticas relacionadas con la ocupación de Irak – y el Departamento de Defensa (Department of Defense, DOD. NT) – el que solía estar a cargo de ese mismo propósito. La administración Bush ha destinado US$ 40 mil millones para ayudar a los partidos políticos iraquíes a movilizarse. El propósito no declarado de ese fondo es “enfrentar el apoyo de Irán a sus aliados en la emergente carrera para influenciar” el resultado final de las elecciones de Enero.

La misma parálisis también está afligiendo a la política de América respecto de Irán. Lo que está poniendo a la administración Bush bastante nerviosa es el hecho de que Irán también está vertiendo sus propios recursos sustanciales en los altamente organizados partidos religiosos chiítas. Esta particular característica de los partidos chiítas los provee de una abundante margen sobre los contendientes partidos moderados y non sectarios de Irak. Irán se mantiene completamente enfocado en semejantes partidos religiosos como el Concejo Supremo para la Revolución Islámica (Supreme Council for Islamic Revolution, SCIRI. NT), el partido islámico Dawa, y el Ejercito Mahdi de Muqtada al-Sadr.

Estados Unidos, por su parte, también está persiguiendo una estrategia similar, pero de dos hileras. La primera hilera de esta estrategia es abastecer de fondos a los partidos seculares, a pesar de que en teoría los fondos de EE.UU. están a disposición de todos los partidos iraquíes. La segunda hilera de la estrategia de EE.UU. es crear un foro multilateral para Irak a mediados de Noviembre. El propósito de ese foro es reunir a los vecinos de Irak, junto con la Liga Árabe, el Concejo de Cooperación del Golfo (Gulf Cooperation Council, GCC. NT), la Organización de la Conferencia Islámica (Organization of Islamic Conference, OIC. NT), el Grupo de los Ocho países industrializados, y la Unión Europea.

Este foro creará un plan multilateral para la evolución de un Irak secular democrático, con la esperanza de que la OIC, el GCC y la Liga Árabe respaldarían semejante movida. Más sustancialmente, el propósito de incluir a Irán en este foro es para enseñarle “como ser un vecino responsable.” Desde luego, despojado de su parloteo diplomático, el propósito de Estados Unidos es persuadir a Irán para permitir la emergencia de un Irak secular democrático, un objetivo que está directamente opuesto al propósito de Irán de ayudar a que Irak emerja como una democracia islámica. La inclusión de estados occidentales en esta movida no es demasiado sutil, un intento de EE.UU. para legitimar su propia ocupación continuada de Irak.

Aparentemente, el precedente plan de EE.UU. está coordinado por el DOS (Departamento de estado, NT). Sin embargo, está tan divorciado de las realidades regionales como cualquier otro plan que el DOD (Departamento de Defensa, NT) haya promovido hasta acá. Nadie está teniendo ningún reparo en las siguientes muy básicas cuestiones. ¿Por qué Irán debería ayudar a EE.UU. a hacer Irak a su imagen (la de EE.UU.), cuando semejante objetivo contradice profundamente las propias metas de Irán de ver la emergencia de un Irak islámico? ¿Por qué es que los objetivos de Washington hacia Irak se vuelven tan superiores que todos los estados vecinos van a minar las bases de sus propios intereses nacionales y comportarse “responsablemente”? ¿Por qué debería Irán, ayudando a que Irak se convierta en un país secular democrático, mejorar las perspectivas del establecimiento de una hegemonía permanente de EE.UU., justo a las puertas de sí mismo? Nadie que esté al tanto sobre los profundos vínculos históricos, religiosos y culturales, entre Irak e Irán perseguiría semejante objetivo y esperaría que el último coopere.

Admitamos cándidamente que Irán, también, desea ver un Irak vasallo en el futuro. Pero Irak es un estado demasiado significante – tanto desde el punto de ventaja de la historia del Islam como de la pan árabe – para convertirse en un vasallo. Bagdad fue el asiento del califato Abasí desde el siglo 9º hasta el 13º. Durante esta era, se convirtió en el centro del aprendizaje islámico y del comercio internacional. En la era contemporánea, Irak se convirtió en el asiento del Partido Baath, que era el principal impulsor del pan arabismo. Sólo más tarde ese partido fue reducido a una harmónica del gobierno megalomaníaco de Saddam Hussein. Aún mientras estaba bajo las sanciones de Naciones Unidas y bajo constante vigilancia militar de EE.UU., el significado de Irak como estado árabe nunca estuvo reducido.

Ya sea por desatender el previo significado de Irak o meramente por ignorarlo, estados Unidos está esperando imponer sus propias preferencias sobre los iraquíes, primero a través de la conquista militar, y luego usando un foro multilateral para legitimar su ocupación de largo plazo, aún en la forma de bases militares permanentes. Irán, por el contrario, está esperando imponer sus propias prioridades sobre Irak utilizando vínculos históricos, religiosos y culturales.

Los iraquíes, a pesar de sus diferencias étnicas y sectarias, hasta ahora han manifestado que Irak no es apto para ser un vasallo ni de estados Unidos ni de irán. Cualquier entidad dentro de Irak – tanto el Gobierno Interino Iraquí como los partidos chiítas – que intente promover semejante realidad probablemente sea barrida a un lado.

Ehsan Ahrari, PhD, es un analista estratégico independiente basado en Alexandria, Virginia, EE.UU.

Publicado el 29 de Octubre, 2004


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