Europa

Gran Bretaña: Más allá del piquete de huelga

 

Autor: Robert Taylor*

Fecha: 10/9/2003

Traductor: Alejandra Ríos, especial para P.I.

Fuente: The Guardian


La idea de asociaciones entre los empleadores y los sindicatos está fuera de moda en Gran Bretaña, pero es una idea que sigue viva y coleando en el continente

Los sindicatos han estado por años fuera del guión de modernización del gobierno. Pero un folleto sobre los derechos de los trabajadores, que fue publicado esta semana por el Departamento de comercio e Industria con una introducción del primer ministro, revela cuán limitado se ha vuelto el rol de nuestros sindicatos comparado con el resto de los países de la Unión Europea. Los ideólogos del Nuevo Laborismo están más preocupados por el afán de los empresarios y ejecutivos que por las aspiraciones de la mayoría de la gente trabajadora.

Los sindicatos británicos carecen del poder y la influencia que gozaban 30 años atrás, pero las presiones del cambiante mundo laboral de los asalariados llama, con toda certeza, a que los sindicatos representen a los sindicatos igual que lo han hecho siempre. La nueva generación de líderes militantes refleja que hubo un aumento de las frustraciones entre un amplio sector de la fuerza laboral.

Pero no es probable que un retorno a las agendas del viejo estilo de piquetes de huelgas y fábricas cerradas convenza a millones de trabajadores jóvenes a afiliarse, o que impresione a un gobierno que está escéptico de la disposición de los sindicatos a cambiar y modernizarse. Con el 18% de los trabajadores del sector privado afiliados en la actualidad – comparado con casi el 40% hace 25 años – los sindicatos corren el peligro de perder la credibilidad que les quedó como una fuerza para el cambio en los lugares de trabajo.

Sin embargo, un nuevo programa de sindicalismo progresivo enraizado en los valores socialdemócratas de libertad, solidaridad e igualdad y una ruptura con las existentes tendencias al mercado laboral puede que ofrezcan una oportunidad para avanzar. No hay duda que es un momento oportuno para un debate sobre el futuro del trabajo y el rol que los sindicatos pueden jugar en el mejoramiento de la eficiencia y la competitividad a cambio de justicia social y derechos de los trabajadores.

Esto requerirá una actitud más positiva por parte del estado hacia las potencialidades del sindicalismo. Esto podría implicar ministros que ofrezcan a los sindicatos un nuevo rol como socios sociales en la administración de la economía política, en línea con la práctica común en el resto de los países de Europa Occidental.

Podría crease un nuevo ‘departamento del trabajo y empresarial’ bajo un ministro a nivel del gabinete como punta de lanza para un abordaje más positivo. Esto reemplazaría a la fragmentada política pública actual frente a los temas de empleo que está cubierta al menos por media docena de ministerios. Una comisión de regulación social independiente con financiamiento publico y compuesta por representantes de asociaciones de empleadores y sindicatos garantizaría una introducción de las regulaciones laborales de la Unión Europea más efectiva sin tener que recurrir a conflictos o litigaciones. La formación de un futuro instituto del trabajo podría dar lugar una mejor práctica laboral en los lugares de trabajo. Un fondo para el desarrollo impulsado por el estado podría ayudar a los sindicatos a modernizar sus estructuras y a fomentar fusiones.

Las agencias de desarrollo existentes podrían guiar el camino hacia la formación de redes y agrupaciones en distintas localidades que podrían estimular cambios en los lugares de trabajo y reestructuración laboral a través de alianzas de sindicatos, empleadores, instituciones educativas y cámaras de comercio. Un nuevo acuerdo de relaciones laborales podría brindar a los trabajadores condiciones y derechos laborales reconocidos a escala internacional En los servicios públicos, un mejor acuerdo para los trabajadores podría apaciguar los miedos y fomentar cambios en los lugares de trabajo con una restauración del profesionalismo y del interés del público y a su vez terminar con los avances del sector privado que hace ganancias.

Los mismos sindicatos podrían ser entusiasmados – a través de la TUC (Confederación Sindical) – para expandir su uso de la tecnología informática para el reclutamiento, retención y provisión de servicios a los miembros. Las campañas de reclutamiento podrían lanzarse en distintos sectores usando una variada gama de técnicas de promoción. Los sindicatos también deberían ser alentados a formar alianzas estratégicas con los grupos de presión y organizaciones no gubernamentales que vayan más allá de los intereses dentro y fuera del lugar de trabajo. A escala internacional nuestro sindicato podría tomar la delantera en el fomento de los derechos de los trabajadores y la expansión de un genuino libre cambio.

Pero como John Monks (ex secretario general de la TUC) lo señalara en su discurso de despedida de la TUC, el futuro de los sindicatos yace sin ninguna duda en la defensa y el avance del modelo de mercado europeo, basado en las asociaciones entre los empleadores y los sindicatos. El concepto ha recibido insultos por parte de los nuevos líderes sindicales en Gran Bretaña, quienes creen que dicho modelo no ha entregado visibles beneficios para los trabajadores, pero el sindicalismo asociativo parece continuar funcionando en países como Alemania y Suecia.

Se ha admitido que en Gran Bretaña sólo unas 80 empresas han firmado acuerdos de asociación acordes a los niveles de la TUC. Pocas empresas y sindicatos creen en el abordaje de las asociaciones, incluso aunque la evidencia sugiera que conduce hacia una productividad y ganancia mayores y mejores prácticas. Lejos de debilitar a los sindicatos, los acuerdos de asociaciones genuinos pueden reconciliar un aumento de la prosperidad para todos, con igualdad social para la gente trabajadora.

Nuestros sindicatos pueden ser llevados de nuevo a la opinión pública general y ya no ser más tratados con desdeño. Con nuevas responsabilidades, podrían ser alentados a ayudar en la creación de compañías más exitosas. ¿No es la hora de terminar el silencio y la vergüenza oficial tan características de la actitud del gobierno hacia el sindicalismo? Un compromiso con la reforma económica y la justicia social yace en el corazón del sindicalismo. Tony Blair y sus colegas podrían arriesgarse y poner a prueba la voluntad de cambio del sindicalismo. Puede que se sorprendan de los resultados.

*Robert Taylor es investigador asociado del Centro para el Rendimiento Económico de la London School of Economics en un proyecto sobre el futuro del sindicalismo.


     

 

   
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