Latinoamérica

Las virtudes y los vicios de la ortodoxia petista

 

Fecha: 8/9/2003

Traductor: Isabel Infanta, especial para P.I.

Fuente: Primeira Leitura


Por la carta enviada por el gobierno brasileño al FMI, el resultado obtenido por el PT hasta ahora tiene solo su lado virtuoso, la estabilidad, y pierde lo vicioso, la recesión que ahí está, ya que será sustituida brevemente por el crecimiento.
La carta al FMI firmada por el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, y por el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, es, a la vez, una conmemoración de los hechos del paloccismo - y, sí, ellos existen - y la reafirmación del diagnóstico que dirige la política económica: la visión fiscalista de la crisis.

El texto informa que la inflación controlada, y de hecho está, permite al gobierno aflojar la política monetaria. Y es ese aflojamiento que marca, tanto en el texto cuanto en el discurso del gobierno, el fin de la crisis y el inicio de la retomada de la actividad económica. Está ahí la conmemoración: la idea de que el PT acertó al optar por la ortodoxia para administrar la crisis y “calmar” al mercado.

Así, de hecho, el resultado obtenido por el PT pasa a tener solamente su lado virtuoso, la estabilidad, y pierde el vicioso, la recesión que hí está, ya que ella será sustituida, brevemente, por el crecimiento. El costo del proceso - que debería calificarlo - es transformado en lo que pasó, mientras que lo que queda ni es exactamente la estabilidad, sino la posibilidad de, con ella, caminar hacia el crecimiento.En fin, la transición terminó, para que una nueva transición, que haría el crecimiento tornarse sustentable, comience. Y el camino para llegar allá es el de la ortodoxia.

Tanto que, a despecho de pedir que la reforma de la Previsión social deje de ser un parámetro a ser acompañado por el Fondo - lo que equivale a dar por concluido el proceso, que fortalece la caja del Tesoro en el largo plazo -, el gobierno no pide o sugiere aflojar la política fiscal. Al contrario. El secretario del Tesoro, Joaquin Levy, fue taxativo: “Con o sin acuerdo [con el FMI], la política fiscal debe continuar. Ella es fundamental”.

Y es fundamental porque el PT que está en el poder, a diferencia de lo que hizo oposición sistemática al gobierno FHC, ya no cree que el crecimiento sustentable solo era posible con el cambio del modelo económico (que, en palabras de orden del partido, era tan genérico como estrepitoso), pero con la implementación de lo que FHC no logró: el ajuste definitivo de las cuentas públicas.

Hace parte de esa tarea tanto la aprobación de la reforma de la Previsión social como la generación de superávits primarios fiscales que hagan sustentable la relación deuda/PBI. El ajuste de las cuentas públicas, al final, tiene una sola motivación: reducir el endeudamiento del Estado.

Antes, el PT creía que el alto grado de endeudamiento de Brasil se explicaba por el componente financiero - la deuda crecía por causa de la política de intereses altos. Ahora, el PT busca solo crear las condiciones fiscales (engordando la caja del Tesoro) para permitir el pago de la deuda y el entendimiento por el mercado de que el país la va a honrar.

Y es dentro de esa lógica que, como ocurrió con el ministro Pedro Malan, el PT comete el error de ni siquiera aprovecharse de una victoria política, que fue la aprobación de la reforma de la Previsión social en la Cámara, para rever los criterios de contabilización de ingresos y gastos públicos - como querían, correctamente, el ministro Guido Mantega y el presidente del BNDES, Carlos Lessa.

Aquí ya se dijo que no debería haber confusión entre dos dineros de origen y de naturaleza distintos. Una cosa es el gasto de costeo, que es realizado con recursos del Presupuesto, de impuestos; otra, distinta, es la inversión que se hace con el ingreso obtenido por las empresas estatales con la prestación y/o venta de sus servicios, como el de generación de energía.

Sin embargo, la confusión existe - y fue la manera encontrada por el gobierno y por el Fondo para “controlar” el grado de endeudamiento de las estatales, usadas, en la época de Delfim Netto, para captar recursos en el exterior. La confusión está en el acuerdo con el Fondo - quien apenas excluye algunas inversiones de la Petrobras, empresa que ya tiene una percepción de riesgo menos que la del país. Y el resultado de esa contabilidad burra ya fue visto por los brasileños y atendió por el nombre de crisis energética. Y, mientras tanto, el PT ni quiere discutirla.

En resumen, el gobierno del PT está repitiendo un error cometido por FHC. Y por el mismo motivo esencial: la idea de que le cabe al gobierno celar por los fundamentos económicos y al sector privado realizar las inversiones y el crecimiento sustentable estará garantizado.

El hecho es que el PT eligió la visión fiscalista. Y ella define los pasos del ajuste y las ganancias que ese ajuste permitirá. Entre los pasos está la establilización de la relación deuda/PBI, lo que se hace generando el superávit primario (ingresos menos gastos, excluyendose las con intereses) necesario (subrayado nuestro, solo para recordar que el térimino necesario siempre fue utilizado por Palocci). En rigor, como la relación deuda/PBI está aumentando - por causa de la recesión, que se marque-, no hay espacio para que el gobierno proponga una reducción de la meta. De otro lado, como ganancia que tal ajuste permitirá es, según el manual, justamente el crecimiento de las inversiones privadas en Brasil, queda establecido, al menos en el plan de vuelo, que controlar la “caja” para a tener prioridad sobre el debate respecto de lo que es, de hecho, ingreso de origen fiscal o ingreso obtenido con la prestación y venta de servicios.

Note el lector que, en el fondo, la trampa en la que podrá caer el PT es la misma que la que cayó el gobierno FHC. Ya que los cuellos estructurales impiden el crecimiento, como la vulnerabilidad externa y la escasez de la oferta de energía, no son tratados y ecuacionados de manera correcta, sea porque no existe una política dirigida a tornar la balanza comercial estructuralmente superavitaria o sea por el hecho de que se sigue a ver al país según la lógica de caja.

Por eso, cree este site, vendrá, sí, crecimiento: vendrá, sí, un 2004 mejor de lo que fue este año. Pero, dadas las opciones petistas, el crecimiento que vendrá no es, por mientras, sustentable y va a chocar con las cuentas externas y la escasez de oferta de energía.

Antes de terminar, sin embargo, es necesario hacer un último comentario. Cayó a barrera ideológica: la de la privatización.

El PT de la oposición y que hizo campaña electoral dava “patadas” físicas e ideológicas en las puertas de las Bolsas en los días de remates. Decía que el país estaba siendo “entregado” al capital extranjero, que era necesario defender el Banespa etc., etc., etc. Y este PT estaba equivocado.

Ya el PT que está en el poder, paloccista, ve que los gobiernos estaduales usaban sus bancos como instrumento de financiación de agujeros, con la excusa del desarrollo regional, federalizando, en la práctica, el descontrol de las cuentas estatales. El PT que está en el poder, que abrazó la ortodoxia, que busca “calmar” al mercado, en este caso, está absolutamente correcto.


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