Economía y Politica Internacionales

Dos años de guerra

 

Autor: Editorial

Fecha: 18/9/2003

Traductor: Lujan Salas, Especial para PI

Fuente: Stratfor


Sumario

Dos años en una guerra que comenzó el 11 de Septiembre de 2001, la principal presión está puesta sobre Al Qaeda para demostrar su habilidad de archivar logros. Los eventos del 11 de Septiembre fueron pensados en primer lugar para cambiar la dinámica interna del mundo islámico, pero no ha caído ni un solo régimen como resultado de los ataques. De todos modos, EEUU – incapaz de rechazar una acción – ha tomado un enorme riesgo en su respuesta. El resultado de la batalla está ahora en duda: Washington todavía tiene la carta de las reservas y supera militarmente en cantidad de hombres a Al Qaeda, pero la habilidad de la red de militantes de generar otra masiva y desagradable sorpresa no debe ser descartada.

Análisis

Antiguas comunicantes militares solían leer, “La batalla ha sido aunada pero el resultado está en duda”. Desde el punto de vista de Stratfor, esa parece ser la mejor manera de resumir la guerra que ha comenzado el 11 de Septiembre, cuando los operativos de Al Qaeda atacó objetivos políticos, militares y económicos de EEUU.

Aunque los militantes fueron devastadoramente exitosos en destruir las Torres Gemelas y en cerrar mercados financieros, Al Qaeda no consiguió su meta principal: un levantamiento masivo en el mundo islámico. Sus ataques fueron un medio hacia un fin, pero no un fin en sí mismo. El principal objetivo de Al Qaeda era la transformación radical del mundo islámico como prefacio para restablecer el Califato – un imperio islámico multinacional, que en su auge, se estiraba desde el Atlántico hasta el Pacífico.

Para alcanzar este fin, Al Qaeda sabía que tenía primero que derrocar los regímenes existentes en el mundo islámico. Estos estaban divididos en dos clases. Una formada por regímenes seculares, socialistas y militares, inspirados por Gamel Abdul Nasser. Esta clase incluía a países como Egipto, Siria, Irak y Libia. La segunda clase estaba conformada por los estados formales de la península arábica, a los cuales Osama se refería como “hipócritas” por políticas que parecían islámicas pero que verdaderamente subestimaban la construcción del Califato. Finalmente, Bin Laden tuvo que lidiar con el problema shiita en Iran, que ha tomado la delantera en revolucionar al islam pero sobre el cual los Wahhabi y los Sunitas de Al Qaeda tienen muy poca confianza.

El objetivo político de Al Qaeda fue de poner en movimiento el proceso que iba a remplazar estos gobiernos por regímenes islámicos. Para lograr esto, Al Qaeda necesitaba un levantamiento popular en al menos algunos de estos países. Pero razonó que no podía haber levantamiento alguno hasta que las masas islámicas se dieran cuenta que esos gobernantes eran simples colaboradores y títeres de los cristianos, judíos e hindúes. Más importantes que eso, tenía que demostrar que EEUU era militarmente impotente y que a suvez era un enemigo activo del mundo islámico. Los ataquees iban a servir para convencer a las masas de que EEUU podía ser derrotado. Un continua guerra entre EEUU y el mundo islámico hubiera servido para convencer a las masas de que EEUU tenía que ser derrotado.

Al Qaeda tenía que armar una operación que lograra estos fines:
1. Tenía que mostrar que EEUU era vulnerable
2. Su acción tenía que ser lo suficientemente severa como para que EEUU no pueda evitar contraatacar.
3. El contraataque tenía que ser, de vuelta, contrarrestado por Al Qaeda, reforzando la percepción de la debilidad estadounidense.

Los eventos del 11 de Septiembre fueron intencionados primariamente para cambiar la dinámica interna del mundo islámico. Los ataques fueron diseñados como para que su significación no pueda ser minimizada en los EEUU como en el mundo Islámico – como había sido el caso de ataques anteriores a intereses estadounidenses. Al Qaeda tenía que atacar símbolos de poder americano – símbolos tan obvios como para que sean entendidos por el musulmán más sencillo y humilde. De este modo, los operativos atacaron el World Trade Center, el Pentágono y – aunque fallidamente – el Congreso.

Como era de esperar, los ataques obtuvieron la atención mundial y forzaron a los EEUU a contraatacar, primero en Afganistán y luego en Irak. Los EEUU no podían decirle no al combate: SI así lo hacían, la representación de los EEUU de Al Qaeda como una esencialmente débil potencia hubiera sido enfáticamente confirmada. Esa no era una opción. Al mismo tiempo, los objetivos militares óptimos no estaban disponibles, por lo que EEUU fue forzado a atacar bajo condiciones no óptimas.

La invasión fue la primera de estas. Pero EEUU no derrotó a los talibanes; que sabiendo que no podían derrotar a las tropas convencionales de combate se replegaron, dispersaron y reorganizaron como una fuerza guerrillera en el campo afgano. Ahora esta llevando adelante contraataques contra las atrincheradas fuerzas aliadas y de EEUU.

En Irak, las fuerzas islámicas parecen haber seguido una estrategia similar con un marco de tiempo mucho más ajustado. En vez de continuar con la resistencia convencional, los iraquíes esencialmente dispersaron un pequeño núcleo de peleadores dedicados – unidos a una célula internacional islámica – e hicieron una transición hacia la guerra de guerrillas en pocas semanas luego del cese de las operaciones de combate convencionales.
De todos modos, Al Qaeda no consiguió su misión principal – el 11 de Septiembre no generó un levantamiento masivo en el mundo islámico. Ni un solo régimen ha caído. Al contrario, los Talibanes perdieron el control de Afganistán, y el régimen del líder iraquí Saddam Hussein cayó. De cualquier forma, dadas sus metas, Al Qaeda fue el ganador de la etapa inicial. Primero, la obsesión de EEUU de ser atacado por Al Qaeda contantemente validaba el poder de la red militante en el mundo islámico y ponía énfasis en la vulnerabilidad de EEUU. Segundo, EEUU se lanzó a si mismo al mundo islámico, agregando credibilidad a las posiciones de Al Qaeda que daban al país como el enemigo del Islam. Finalmente, Wasington llevó a un rango de regímenes islámicos a colaborar con su propio esfuerzo de guerra, demostrando que estos regímenes – desde Arabia Saudita a Pakistán – estaban de hecho colaborando con los cristianos en vez de representar los intereses islámicos. Finalmente, por haber llevado a los EEUU hacia el tipo de guerra en el que es el menos competente – guerra de guerrillas – Al Qaeda ha creado el marco de trabajo para un conflicto prolongado que puede ir contra EEUU tanto en el mundo islámico como en casa.

Por lo tanto, en una primera interpretación parecería que la guerra así ha ido mucho más allá de lo que Al Qaeda esperaba. Eso es cierto, excepto por el hecho de que Al Qaeda no ha logrado su meta hacia la cual todo estaba dirigido. Ha alcanzado las cosas que vio como medios para el fin, y sin embargo el fin no esta a la vista.

Esto es el hecho más importante de la guerra. Al Qaeda gana si el mundo islámico se transforma al menos en parte estableciendo regímenes islámicos. Eso simplemente no ha pasado, y no hay signos de que ocurra. Hasta ahora, al menos, en donde sea que se haya puesto el acento en el mundo islámico, los regímenes existentes trabajando en conjunto con los EEUU se las han arreglado para contener la amenaza de manera bastante efectiva.

Esto debe ser simplemente, una cuestión de tiempo. De todas maneras, después de dos años, la sospecha debe ser levantada de que Al Qaeda calculó todo perfectamente – excepto por la respuesta. Dado lo que fue dicho sobre la ira del mundo islámico hacia EEUU y su mal comportamiento hacia la corrupción de muchos gobiernos, el fracaso de un movimiento revolucionario de tener el control en todas partes hace surgir la pregunta de si el análisis central que hace AL Qaeda del mundo islámico tiene algo de verdad o si otros factores están en juego.

Ahora volquemos la pregunta a EEUU por un momento. EEUU comprendió claramente la estrategia de Al Qaeda. El gobierno comprendió que Al Qaeda esperaba un masivo contraataque en múltiples países y profundas incursiones dentro de otros países. Washington comprendió que estaba jugando en los planes de Al Qaeda; de cualquier manera así lo hizo.

El análisis de EEUU ponía en paralelo al de Al Qaeda. Washington estuvo de acuerdo en que el tema era la percepción islámica de la debilidad estadounidense. Comprendió, como Bush dijo en su discurso del 7 de Septiembre, que Beirut y Somalia – así como otros eventos – habían persuadido al mundo islámico de que el país era de hecho débil. Por lo tanto, los oficiales de EEUU concluyeron que la inacción simplemente reforzaría dicha percepción y apuraría la separación de la región. Por lo tanto, se dieron cuenta de que aunque jugaran directamente en los planes de Al Qaeda, los EEUU no podían negarse a actuar.

Tomar acciones llevaba consigo un gran riego – qu jugar fuera del escenario de Al Qaeda. De todos modos, los líderes de EEUU hicieron otra apuesta: si un ataque en el mundo islámico puede forzar o convencer a los regímenes en el área a actuar en contra de Al Qaeda dentro de su frontera, entonces la amenaza podría ser eliminada. En vez de que Al Qaeda le tienda una trampa a las EEUU, que los EEUU prepare una celada para Al Qaeda. La apuesta central de EEUU fue que Washington pueda mover los regímenes en cuestión en una dirección adecuada – sin su desintegración. Si triunfa, las cosas pueden darse vuelta.

La invasión de Irak fue pensada para alcanzar esto, y por mucho que lo ha logrado. Los Sauditas se movieron internamente contra Al Qaeda. Siria cambió su actitud. Lo más importante, los Iraníes cambiaron su visión y sus actos. Ninguno de estos regímenes cayó en este proceso. Pero tampoco, ninguna de estas acciones fueron tan exhaustivas como EEUU quería – y ciertamente ninguno fue definitivo. De cualquier manera, la colaboración se incrementó, y ningún régimen cayó.

Pero en este punto, la batalla está en duda:

1. EEUU debe manufacturar estrategias para mantener las campañas de Irak y de Afganistán en niveles manejables. En particular, debe contener las actividades guerrilleras en un nivel que no pueda ser percibido por el mundo islámico como una victoria significante.
2. EEUU debe continuar forzando o induciendo a las naciones a colaborar sin tirar abajo a ningún gobierno.
3. Al Qaeda debe, en algún punto, derrocar a algún gobierno para mantener credibilidad. En este punto, el mero sobrevivir no es suficiente.

Ambos lados ahora están atrapados en la batalla. EEUU tiene la carta de los recursos: A pesar del insuficiente planeamiento para los requerimientos de las tropas a lo largo del curso de la guerra, EEUU está todavía en posición de traer poder sustancial para manejar múltiples amenazas en distintas operaciones. Para Al Qaeda, la carta es otro ataque masivo a EEUU. EN la corta carrera, la red no puede hacer más que mantener el nivel de combate actualmente conseguido. Este nivel es insuficiente para gatillar los eventos políticos para completar sus expectativas. Por lo tanto, debe subir la apuesta inicial.

Los próximos meses darán indicaciones sobre la dirección hacia donde se dirige la guerra. La lógica nos dice que EEUU va a contener la guerra e Irak y en menor grado, en Afganistán. La lógica también nos dice que Al Qaeda va a intentar otro ataque masivo en EEUU para intentar romper el “embalse” en el mundo islámico. Lo que Al Qaeda necesita son levantamientos desde el Pacífico hasta el Atlántico que haría colapsar los regímenes existentes. Lo que EEUU necesita es demostrar que tiene la voluntad y la habilidad para contener las fuerzas que Al Qaeda ha desatado.

En este momento, dos años metidos en la guerra, la presión principal es sobre Al Qaeda. Todavía no ha demostrado su habilidad de alcanzar sus metas; sólo ha conseguido habilidad de movilizar los medios para ese fin. Eso no va a ser suficiente. Por otro lado, su habilidad de generar masivos y desagradables sorpresas no debe ser subestimada.


     

 

   
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