Latinoamérica

Fitch quiere más reformas del gobierno Lula

 

Autor: Leia e Entenda

Fecha: 19/9/2003

Traductor: Isabel Infanta, especial para P.I.

Fuente: Primeira Leitura


Agencia afirma que el país camina hacia una elevación del rating, pero recuerda que trayectoria puede ser interrumpida si las metas fiscales fuesen relajadas

El director del área de riesgo soberano para América Latina de la agencia de clasificación de riesgo Fitch, Roger Scher, vocalizó, este viernes, qué esperan los mercados del gobierno Lula: continuidad de la austeridad fiscal y una segunda ronda de reformas. A pesar de que ve una tendencia a la mejora en la clasificación del riesgo país, Scher dijo que esa trayectoria podrá ser interrumpida si el gobierno Lula entrara en lo que llamó “fatiga de las reformas” o relajara sus metas fiscales pos 2004. Según él, será necesario garantizar la autonomía del Banco Central y los cambios regulatorios, además de otras reformas de la Previsión social, “pero profunda y amplia”.
Al mismo tiempo en que pregonó la austeridad fiscal para el país, Scher hizo un alerta: sin mejorar el desempeño del PBI y de las exportaciones, le será difícil a Brasil mantener la sustentabilidad de sus deudas pública y externa. Él prevé un crecimiento del PBI de 0,5% em el 2003. Según él, los últimos cortes en la tasa Selic deberán tener alún efecto este año, pero reducido. “Quizás el PBI crezca 0,8% en vez de 0,5% este año, pero el efecto mayor del relajo de la política monetaria será observado en el 2004”, afirmó, estimando que el PBI alcance 3% en el 2004.
El analista de la Fitch destacó que el desempeño del PBI y también de las exportaciones brasileñas (que crecieron en promedio 1,6% y 2,8% al año, respectivamente, en los últimos cinco años) necesita mejorar significativamente para dar sustento a las deudas pública y externo del país en el mediano plazo. La Fitch estima una deuda general del gobierno (concepto distinto utilizado por el gobierno brasileños, que es de deuda líquida) de 85% del PBI al final de este año.
A pesar de los alertas, el economista dice que hay señales desde junio que la nota de riesgo soberano de Brasil podrá seguir mejorando. La agencia revisó la perspectiva (outlook) de neutro a positivo de la nota de Brasil en junio de este año, reflejando el fuerte desempeño de la balanza comercial y el éxito del presidente Lula en hilvanar una coalición política para las reformas en el Congreso. “La nota soberana brasileña, que hoy es ‘B’ en monedas extranjera y local, podrá estar en una tendencia de mejoramiento y la elevación de la perspectiva en junio pasado refleja esa tendencia”, afirmó, durante teleconferencia para inversores.
Sin embargo, resaltó Scher, esa tendencia podrá ser inerrumpida si el gobierno Lula se relajara. “Pero hay señales desde junio de que la calidad de crédito de Brasil podrá seguir mejorando”, destacó. Entre esas señales, él listó las victorias recientes del gobierno en el Congreso y los elevados índices de popularidad del presidente Lula.
Según Scher, la renovación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es muy importante para el mejoramiento de la nota soberana de Brasil, ya que fortalecería la actual política económica. Según él, la balanza de pagos de Brasil aún se encuentra en una situación de fragilidad, a pesar de la proyección del déficit de cuenta corriente en este año estar por debajo del 2% del PBI.
“Por lo menos si Brasil hiciera un acuerdo preventivo, que ni México hizo, sería una medida acertada. No me gustaría ver que se repitiera lo que pasó en 2002, cuando Brasil pagó anticipadamente al FMI en la primera mitad del año, solo para recurrir al Fondo para un nuevo programa en agosto. Eso crearía más incertidumbre en el mercado y afectaría la credibilidad del País”, explicó.
Mundo
Sobre la economía mundial, el economista jefe de la agencia, Lionel Price, dijo que espera que la recuperación gane más aliento en este año y también en el 2004, en un reflejo de los efectos del fuerte estímulo fiscal y monetario en Estados Unidos y también del mejoramiento de las condicines financieras del sector corporativo americano. “Combinado con un desempeño mejor que el esperado por Japón, esos factores permitirán a la economía mundial crecer 2,1% en este año; 2,8% en el 2004; y 3% en el 2005, nivel que será semejante al observado en 1999”, afirmó Price. Él preve, en este año, un crecimiento de 2,1% en Estados Unidos, de 2,5% en Japón, y de 0,6% en Europa.

Entienda

La apuesta del FMI tiene nombre: Lula
FHC hablaba de una cierta utopía posible; Lula, porque representa la utopía, hace un gobierno solo de lo posible, entendiendo por posible lo que el mercado globalizado entiende por necesario

Brasil es la estrella del momento. Flertó con esa misma posición en varios momentos de la era FHC. Pero nunca fue como ahora. En última instancia, Lula no es FHC.
Pero, ahora, Brasil es la gran apuesta. Es lo que muestran los indicadores del mercado financiero, es lo que dicen los analistas, el Banco Mundial y el mayor garante de los humores del mercado mundial globalizado: el FMI.
El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva es, según la evaluación del Banco Mundial, el “experimento” más importante de América Latina. Y la importancia estratégica de ese “experimento” permitirá incluso un acuerdo inédito con el FMI, como admitió, este viernes, Horst Koehler, su director-gerente.
El nuevo acuerdo con el FMI es, todo indica, igualmente un “experimento” y la reafirmación de un “experimento”. Se explica: va a combinar el fiscalismo con metas sociales e incluso una nueva forma de contabilizar las inversiones en infraestructura. Pero, ora, esa es la cara del PT que está en el poder.
Y ese es, al fin y al cabo, el tal del nuevo e importante “experimento” latino. El mismo que apareció en el discurso, tan sencillo como confuso de Guido Mantega, ministro de planificación, al intentar explicar a los parlamenarios que el Presupuesto de 2004 no será los “dos sueños”, pero permitirá que el país cumpla la meta de superávit fiscal primario (ingresos menos egresos, excluyéndose las con intereses) de 4,25% del PBI. Los “sueños” representan el rescate social; los hechos, como el superávit, el compromiso con la ortodoxia. Y los sueños se someten al realismo de los hechos - como si ellos mismos no fuesen lo que son: una opción política de Lula. Pero lo son.
Lula no es FHC. Un Hambre Cero de FHC sería desenmascarado solo con los números que constan en el Presupuesto. El de Lula, a despecho de los números y del Presupuesto, permanece como una especie de símbolo del compromiso ético, moral e histórico del presidente que pasó hambre, que fue migrante, que fue metalúrgico, que fue líder sindical y que se eligió para, según sus propias palabras, hacer lo necesario, después lo posible y, si Dios ayudase, lo imposible.
Y, de hecho, le parecía imposible al mercado ver al Lula que hacía campaña en el Lula que gobierna hoy. Y, que se convenga, solo por eso, la percepción de riesgo país ya debería bajar. Al final, quien representaba la ruptura posible dentro de los marcos de la democracia, está demostrado, no representa eso. Al contrario.
El Lula que está en el poder es el que representa la posibilidad de encaminar la agenda de reformas estructurales, como lo es marcadamente la da Previsión social, de seguir haciendo el ajuste fiscal, de mantener el manejo de la política monetaria en los moldes aceptados y consagrados por el mercado.
Y, de hecho, Lula puede más. Porque Lula es Lula, es posible ser, al mismo tiempo, la esperanza de sobrevida al recetario ortodoxo para los países latinoamericanos y la esperanza de los excluidos por ese mismo recetario.
Hay, claro, una contingencia en ese acúmulo de esperanzas. Y ella puede ser definida de la siguiente manera: la ortodoxia existe, es un plano de vuelo absolutamente definido y testeado, mientras que las metas sociales son solo casi la expresión de una angustia secular.
Note el lector, y ese es el principal hecho de todos, el Lula que es saludado por el mundo global es el que, en la práctica, sometió la agenda de la desigualdad al marco delo posible definido por la agenda del mercado. FHC hablaba en una cierta utopía de lo posible; Lula, porque representa la utopía, hace un gobierno solo de lo posible, entendiendo por posible lo que el mercado globalizado entiende por necesario.


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