Izquierda Marxista
6ta Conferencia de Atenas de la Izquierda anticapitalista europea:
Autor:
François Vercammen*
Fecha:
28/9/2003
Traductor:
Mito, especial para PI
Fuente:
Inprecor Nº 484 agosto de 2003
Una etapa intermedia, ante una nueva batalla política y social
Una idea se afianzó muy fuertemente en el seno de las Conferencias de la Izquierda anticapitalista europea : El avance hacia una nueva fuerza política radical está ligada a experiencias socio-políticas de gran amplitud. Son estas, y no los debates ideológicos, los que provocarán los realineamientos y los acercamientos políticos, la acumulación de fuerzas, el anclaje en la sociedad, así como la elaboración de una plataforma que se dirija a las masas y a la juventud.
Desde este punto de vista, se nos ofrecieron oportunidades.
Solo en este comienzo del año 2003: una guerra cuyo impacto político se hizo sentir en todos los rincones del planeta, seguida de una removilización espectacular del mundo del trabajo, en varios países europeos, en torno de un objetivo común.
Paradójicamente, esta potente dinámica centrípeta no produce todavía, en esta etapa intermedia, una simplificación y un refuerzo de las conclusiones analíticas y tácticas, ni una activación política y organizacional “robusta”. La Conferencia de Atenas, preludio de las nuevas movilizaciones en Tesalonica, tuvo lugar muy tempranamente (a inicios de junio) como para que haya podido relevar plenamente el desafío que planteaban las mismas.
El movimiento anti-guerra después de la guerra
El punto de partida, y el punto fuerte, fue sin lugar a dudas el rol del potente movimiento anti-guerra internacional. Para Europa, su punto de partida fue el Foro Social Europeo de Florencia -la fuerza política ganada por un inmenso debate, y la manifestación del “millón”. La iniciativa perteneció enteramente a las fuerzas radicales-políticas y sociales. Aunque se hayan sumado otras fuerzas -desde la social-democracia al Papa- esta es un merito de aquellas : a la cabeza de frentes unitarios amplios, estas ejercieron una verdadera hegemonía en varios países, notoriamente en Italia y en España, o, como en Gran Bretaña, donde pusieron al gobierno Blair en dificultad y sacudieron al Labor Party. Incluso en países como Francia, Alemaña y Bélgica, los gobiernos, opuestos a la línea Bush-Blair, no lograron crear una “unión sagrada” ni contener y desmovilizar la ocupación de las calles y de las ciudades. Es necesario volver treinta años atrás para encontrar tal amplitud de movilización de masas, tal voluntad de imposición a las clases dominantes, tal situación de “desborde” de los aparatos reformistas. Y ciertamente, las relaciones políticas, organizacionales y personales anudadas en este período se consolidaron, de forma tal que podrán resurgir en la próxima ocasión.
Sin embargo, este balance favorable es cuestionado por tres hechos. Primero, el movimiento no logró impedir la guerra, mientras que “el máximo” de las condiciones favorables estaban reunidas: la movilización por abajo, las contradicciones entre grandes potencias, la parálisis de las instituciones internacionales “neutras”, el aislamiento ideológico y práctico del imperialismo norteamericano. Este factor de fracaso engendró ciertamente sentimientos mitigados en las masas populares (“Quién ganó?”, “Quién es el más fuerte?”). La derrota del ejército irakí (casi) sin combate alimenta esta impresión de “potencia irrefrenable”. Bush tiende a reforzar esto a través de sus amenazas contra Corea del Norte, Siria, Irán, y sus intervenciones en Palestina. Segundo, las contradicciones que aparecieron fuertemente en el seno del bloque atlántico durante la guerra, sorprendieron a más de uno. Y estas no han desparecido. Estas marcarán en adelante a las sociedades europeas. La Unión Europa (UE) sacó de esto conclusiones (en su Cumbre de Tesalonica) a través de la nota de Javier Solana: sumarse a la política norteamericana “contra el terrorismo internacional”, pero al mismo tiempo rechazar el mundo unipolar (dominado por los EEUU) y adoptar una Constitución que erija un Estado supranacional a la altura de la potencia económica de la UE. Tercero, la enorme ola anti-guerra netamente no pudo recompensar los partidos que estuvieron a la cabeza, durante las recientes elecciones nacionales, notablemente allí donde esta era más fuerte, en Italia y en España. El Partido Refondazione Comunista de Italia, aunque fue “el” partido del movimiento, no cosechó los frutos del rol tan importante y visible que jugó. La izquierda italiana en su conjunto progresa (en porcentajes), pero Berlusconi no es verdaderamente sancionado. En España, Aznar se mantiene; Izquierda Unida (IU) progresa un poco, evitando una caída anunciada; el PSOE a penas pellizca el electorado de la derecha.
Estos tres puntos lanzan un debate. Estos no conducirán automáticamente a un consenso que permita relanzar en la continuidad.
La “hoja de ruta” (de los cuatro: USA, UE, ONU, Rusia) tiene por objeto aislar y aplastar al pueblo palestino- quien necesitará de una gran solidaridad en una situación político-diplomática compleja. La ocupación norteamericana de Irak, cada vez más “problemática” e insoportable, demostrará sin dudas que la “victoria facil” no fue más que provisoria. Los principales países imperialistas, que jugaron a la reconciliación en el G8 de Evian, serán capaces de encontrar una estrategia común frente al atolladero del medio-oriente?.
La ofensiva de la UE
Lo que va a pesar ciertamente sobre la situación política europea, es la larga ofensiva – de septiembre 2003 a junio de 2004_ de la UE para pasar a una nueva etapa: crear un Estado supranacional et ganar una legitimidad popular suficiente. La verdadera naturaleza de la operación será límpida: antidemocrática, antisocial, militarista. Pero esto no significa que el debate será también así.
Esto por dos razones. Frente a una decisión tan fundamental que pone en juego los mecanismos de estabilidad y de regulación del capitalismo europeo, todos los reflejos conservadores y legitimistas van a jugar y serán amplificados. La presión por el “si” (al proyecto de la Constitución) será enorme. La decisión comprometerá el futuro de los partidos políticos y de las carreras personales. Las opiniones de fondo van a ser debilitadas y torturadas por las tácticas, las maniobras, los oportunismos, las coaliciones ocultas, etc. Todas las astucias, tan a la moda desde el inicio de la unificación europea, van a volver a aparecer: la del “mal menor”; la de la posibilidad de hacer enmiendas en los textos en el futuro; la del “es necesario elegir su campo”; la del miedo que vean mezclada su voz con la derecha/extrema-derecha nacionalista; la de no “apostar sobre lo peor”, la de unificarse contra los Norteamericanos, la de evitar la crisis de la UE que sería una catástrofe; etc. No hay la menor duda que la social democracia europea estará alineada –de hecho ella ya lo está por su colaboración en la Convención (que preparó el proyecto de Constitución desde hace más de un año). Oponerse a eso será entonces un crimen de lesa-majestad !
Incluso en ciertos partidos comunistas, hasta e incluidas las fuerzas constitutivas del Foro Social Europeo, los realineamientos _ “críticos”, por supuesto_ podrían multiplicarse. Por un lado, se manifestará igualmente una izquierda nacionalista (PC griego y PC portugués, la corriente Chevenèment en Francia, una manada de pequeños partidos maoístas y/o stalinistas) que rechaza la UE en nombre de la defensa de la soberanía (y por consiguiente del Estado burgués).
La clarificación política será un proceso complicado. Esta creará en principio más confusión que claridad.
La izquierda anti-capitalista europea se encuentra frente al desafío de posicionarse resueltamente en oposición a la UE, y resueltamente pro-europea, a favor de otra Europa. Mientras que la confrontación con “la izquierda nacionalista” será más bien simple, en el fondo caricatural, el debate con “las corrientes de izquierda” pro-UE será sin embargo difícil. Esto es así porque el debate será menos ideológico-abstracto y netamente más político: no solo bastará con desarrollar los contornos y la perspectiva general de otra Europa opuesta al repliegue nacionalista. Las regulaciones y las normas, decretadas y controladas por la UE, intervienen cada vez más en la vida cotidiana de los ciudadanos europeos. Estas influyen de manera creciente, directa o indirectamente, sobre las condiciones concretas de la lucha de clases. Sin una formulación “europea” de las reivindicaciones parciales, una comprensión europea de los mecanismos del Estado, una perspectiva política europea global, un movimiento obrero y social europeo, no se alcanzará a ganar para nuestra alternativa a las capas militantes cada vez más numerosas y cada vez más comprometidas. La aceleración y la profundización de la puesta en práctica del Estado burgués-imperialista que es la UE ofrece una oportunidad a las organizaciones de la izquierda anticapitalista para superar su retrazo.
Ofensiva patronal, contra-ofensiva de los trabajadores
Como era previsible, a penas terminó la guerra iraquí, los gobiernos europeos atacaron sobre el frente social, reforzaron su ofensiva. Esto vale en particular para aquellos que cultivaron su popularidad sobre la espalda del anti-americanismo. Estos tenían una estrategia de “llave en mano” desde “Lisboa” (marzo 2000), la Cumbre de la UE, y el paso libre para atacar las jubilaciones (cumbre de Barcelona, marzo de 2002). La “harmonización” europea por parte de la patronal es llamativa. Esta vez, la respuesta de la clase obrera lo fue también: Austria, Alemania, Francia (luego Portugal, España, Italia y Gran Bretaña, con sus luchas parciales pero muy duras) fueron sobrepasadas por huelgas generales.
La clase obrera ocupó nuevamente un lugar destacado en la escena política. La combatividad sorprendió a la burguesía, que había comenzado a creer en su propia ideología de la “desaparición” del mundo del trabajo y de la izquierda… Pero una regla fue restablecida: aunque las condiciones de eficacia reunidas no fueron las mejores, los trabajadores y las trabajadoras se comprometieron masivamente y con energía en luchas de gran amplitud. Esto aporta la prueba que la política neo-liberal sigue siendo aún masivamente impopular, incluso si las derrotas pasadas dejaron huellas de apatía y escepticismo. Las huelgas guardan una fuerte legitimidad en la población, a pesar del hostigamiento de los medios. Además, las luchas de los metalúrgicos italianos durante la primavera [europea] del 2001 lo habían anunciado y las huelgas recientes de los maestros en Francia lo confirmaron: nació una nueva generación militante. Se trata, por consiguiente, de un muy importante cambio, tanto en lo que hace al clima ideológico como a la reactivación del movimiento sindical y a la relación de fuerzas entre las clases.
Sin embargo, este ascenso permanece aún “contradictorio”. Se encuentra en sus inicios. Está directamente amenazado por brutalidad de la derecha en el gobierno y por los patrones “soberanos”, tentados de liquidarlo desde su origen.
El nivel de activismo es el más alto que conocimos en este ciclo que comienza. Austria fue el teatro en el que se dio la huelga general (de 24 hs.) más grande desde la guerra (1 millón sobre 3 millones de trabajadores!). En Italia, hay una actividad huelguística desde hace dos años, donde millones de trabajadores ocuparon, en varias ocasiones, la calle, tanto por un objetivo político (la guerra) como por sus propias reivindicaciones. En Francia, la reciente “huelga general declinante” con sus millones de trabajadores en la calle fue, por una sucesión impresionante de “jornadas de acción”, la acción más fuerte desde “Mayo del 68”.
Pero por otro lado, esta enorme actividad no basta para obtener resultados a favor. En Austria, el gobierno de la derecha reculo momentáneamente. Es difícil por el poder que detenta el FPÖ semi-fascista, de desalojar a la burocracia sindical. En Francia e Italia _ donde la contra-ofensiva de los trabajadores es tenaz_ los gobiernos Berlusconi y Chirac-Raffarin no ceden. Por el contrario, estos anuncian, para el otoño, la continuación de la ofensiva anti-social contra las conquistas obtenidas por los trabajadores a lo largo del siglo XX. El objetivo es claro: debilitar los sindicatos, desmoralizar a los trabajadores, ganar en competitividad. Signo que las burguesías europeas, mantenidas por la UE, redoblan sus esfuerzos para obtener estos objetivos: el gobierno rojo (?)-verde (?) de Schröder avanza con un ataque en todos los frentes (jubilación, salud, condiciones de contratación y de despido, seguro de desempleo, etc.), provocando la crisis más grande del movimiento sindical alemán desde el fin de la guerra mundial. Y Alemania era el cerrojo, “retrasado” respecto al calendario neoliberal europeo.
De esta manera, cuando la re-movilización se engrana, se ve el impacto de las derrotas de los últimos 20 años sobre la cohesión del mundo del trabajo y del movimiento obrero y sindical.
Se tratará de reconstruir verdaderamente la resistencia social y de re-organizar un movimiento sindical activo y democrático. Se verá en los meses que vienencual será la contribución del movimiento altermundialista, en particular del Foro Social Europeo (FSE) y de los foros sociales nacionales, en esta agudización del conflicto entre patrones y trabajadores.
El miserable retorno de la social-democracia
La social-democracia jugó un rol activo y nefasto en este reflujo, quebrando el sócalo común de los derechos sociales y reduciendo el peso del movimiento sindical. Ella misma pagó, por su adhesión tenaz a la política neo-liberal, el precio fuerte, debilitando su base parlamentaria y dilapidando su cohesión política de antaño. Si un retorno a su programa “clásico” (keynesianismo, servicios públicos, seguridad social, nivel de vida) está totalmente excluido, su retorno al gobierno no lo está. Por el juego de contraste de los gobiernos de derecha, esta puede beneficiarse de una prima, quizás suficiente para postular su ingreso en los próximos gobiernos.
Situación perversa: a falta de una fuerza política verdaderamente de izquierda, echar a la derecha implica el retorno de la izquierda neoliberal gastada y despojada de toda veleidad de programa alternativo: el Olivo de los Demócratas de Izquierda (DS) en Italia, el PSOE en España y el PS en Francia. Es un retorno miserable desde todo punto de vista: en principio, porque esto se hará desde una política neoliberal a penas diferente de la de sus predecesores; luego, esta izquierda neoliberal tendrá probablemente necesidad de apoyo político en Italia (PRC), en España (IU) y en Francia (PCF+ Verdes) para formar una mayoría parlamentaria. La miseria de los social demócratas podría provocar una confusión lamentable en ciertos partidos comunistas. Ya el PDS alemán, en tanto partenaire junior del SPD en el seno de las administraciones de los Länder de Berlín y del Mecklenburg-Vorpommern no duda en mostrar una “fiabilidad estatal”sin fallas aplicando una política de austeridad brutal; pruebas, por supuesto, para saltar en la próxima ocasión en el gobierno federal. Decididamente, el desastre del PCF, luego del gobierno de la izquierda plural, no fue “asimilado”, comenzando por el PCF mismo.
Etapa intermedia, nuevas batallas
La situación de hoy, luego de una primera etapa, es paradójica: por un lado, hay una distancia manifiesta entre la enormidad de la intervención histórica de las masas sobre el terreno político y social a escala mundial, y por otro lado, ella, en esta etapa, no ha todavía afectado fuertemente a las estructuras institucionales y a las organizaciones políticas y sociales.
Las burocracias tradicionales (sindicales y partidarias) conocieron una regresión sin precedentes y han perdido el monopolio sobre las grandes movilizaciones y las iniciativas, incluso en el plano internacional. Sin embargo, estamos a penas en los inicios de una fuerza alternativa.
El impulso del movimiento altermundialista invirtió la tendencia regresiva profunda de 20 años (1980-1999), espectacularmente, creando a través de acontecimientos verdaderamente históricos, un nuevo espíritu de emancipación, de auto-actividad, de esperanza. Este movimiento es muy legítimo, pero aún está poco enraizado.
El nuevo movimiento social estimuló e inspiró a los trabajadores (al movimiento sindical en particular) pero aquel solo ayudó a despertar a este, no a reforzar a sus estructuras militantes. El movimiento sindical, según los países, llevó a cabo batallas fuertes, importantes, “sorprendentes” en contraste con el período precedente, aunque queda claro este se encuentra en los inicios de una verdadera re-sindicalización, notablemente en los lugares de trabajo. El movimiento anti-guerra _ producto directo del movimiento altermundialista _ fue extraordinario por su impacto sobre las sociedades y las grandes organizaciones de masas tradicionales, pero este hecho muy político no jugó más que un rol secundario incluso en los países más “pacifistas”. Aún con las enormes masas en movimiento, tanto en las manifestaciones como en los lugares de discusión, muy pocos fueron los que llegaron a reforzar las “nuevas” organizaciones para comprometerse como “militantes”.
La distancia más significativa es ciertamente la que existe entre la actividad social y el compromiso político (electoral y partidario). Se trata de un hecho explicable, sin duda pasajero, pero real. Nada que ver, desde este punto de vista, con el “Mayo del 68” donde miles de jóvenes se organizaban en partidos revolucionarios. Esto comienza, por el momento, sobre la debilidad relativa de las “nuevas” fuerzas (sociales, políticas) alternativas ubicadas a la izquierda de la social-democracia.
Es sobre este balance intermedio que razonan todas las fuerzas conscientes.
Para la izquierda anticapitalista europea, se trata de una doble encrucijada: estar en las batallas sociales y participar en las plazas electorales principales. Esta tiene sólidas convicciones y experiencias tácticas múltiples, lo que debería permitirle contribuir en la etapa que se abre.
Esta nueva situación interpela también al PC. Vista una cierta debilidad de la izquierda alternativa, de un sistema electoral muy antidemocrático, y de la dificultad de “vencer a la derecha”, ciertas maniobras tácticas pueden justificarse. El peligro es pasar de la maniobra al compromiso político: una participación gubernamental con una socialdemocracia más que nunca empantanada en el neoliberalismo, signaría el fin de un ciclo de radicalidad y metería al Partido al filo de la navaja. Nadie debería olvidar la triste experiencia (para los militantes comunistas) del Partido Comunista Francés.
La Izquierda Anticapitalista Europea, en la Conferencia de Atenas, tomó una decisión doble. En principio nosotros queremos constituirnos como una corriente específica (por la historia, la tradición, la sensibilidad política), según la terminología que utiliza la UE para designar a las organizaciones, “un Partido Europeo de la Izquierda anticapitalista”. Es un paso importante, no anodino. Es un llamado, a toda Europa, para avanzar en esta dirección: reagrupamiento, en cada país, y en el continente europeo, del máximo de fuerzas radicales, pluralistas, representativas no sectarias. Pero nosotros no confundimos la puesta en práctica de tal formación, con la batalla política en los momentos electorales europeos de junio del 2004. Se tratará también de vencer la política social-liberal, de constituir un bloque electoral amplio y unificado, capaz de dialogar con las fuerzas sociales.
10 de julio del 2003
*François Vercammen es miembro del Comité internacional de la IV Internacional y de su Buró ejecutivo
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1 Las Conferencias de la izquierda anticapitalista europea (GACE) reagrupan partidos, movimientos o coaliciones que comparten una orientación claramente anticapitalista, internacionalista, antirracista y feminista, así como el objetivo de una sociedad democrática y socialista. Iniciados en marzo del 2000 (primera conferencia en Lisboa) por la Alianza rojo y verde (Dinamarca) el Bloque de izquierda (Portugal), el Partido socialista escocés y la Liga Comunista Revolucionaria (Francia), estas se dieron por objetivo unir a la izquierda radical a escala europea sobre la base del debate, del pluralismo y de la cooperación, a fin de construir una alternativa política europea a los partidos de la social-democracia neoliberal. Durante la sexta conferencia, que tuvo lugar en Atenas el 9 y 10 de junio del 2003, se notaba la presencia de: la Alianza roja y verde de Dinamarca, el Bloque de izquierda de Portugal, el Partido Socialista Escocés (SSP), la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) de Francia, la Alianza Socialista y el Partido Socialista de los Trabajadores de Inglaterra y el País de Gales, el Espacio Alternativo de España, el Partido de la Refundación Comunista (PRC) de Italia, Solidaridad de Suiza, el Partido de la Libertad y de la Solidaridad (ÖDP) de Turquía, así como a título de observadores, el Partido Socialista de Gran Bretaña y el Partido Socialista de Irlanda. Además, el Synaspismos de Grecia, Izquierda Unida y Alternativa de España, y el DKP de Alemania participaron en los trabajos a título de invitados. Otras organizaciones participaron en al menos una de las conferencias precedentes: la Alianza Electoral Roja de Noruega, el Partido Socialista de Holanda, La Izquierda de Luxemburgo, Izquierda Unida de España, y el Movimiento por el Socialismo de Suiza, no pudieron estar presentes en Atenas
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