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La guerra del gas ha empezado

 

Autor: Liga Obrera Revolucionaria (Cuarta Internacional)

Fecha: 29/9/2003

Fuente: LOR-CI


Suplemento especial Lunes 29 de septiembre de 2003

Lucha Obrera
Vocero de la LOR-CI de BOLIVIA Liga Obrera Revolucionaria (Cuarta Internacional), organización hermana del PTS de Argentina


Declaración política de la Liga Obrera Revolucionaria (Cuarta Internacional)

La guerra del gas ha empezado

Por un plan de lucha unificado para derrotar al gobierno y sus planes
Preparar la huelga general y el bloqueo nacional de caminos

Bolivia esta ingresando a momentos decisivos. Septiembre fue un mes de crecientes movilizaciones en el Altiplano y las ciudades. La masiva jornada nacional de protesta contra la entrega del gas del viernes 19 y al día siguiente la masacre de Warisata mostraron un punto de inflexión en la situación política, abriendo una nueva fase de enfrentamiento abierto con el gobierno cuando éste pretende avanzar en sus planes de entrega del gas, nuevas cargas fiscales sobre los ingresos de los trabajadores y el pueblo humilde y mayor represión.
La brutal represión militar y policial en Warisata, demostrando que el gobierno no está dispuesto a retroceder fácilmente en sus planes de “imponer la autoridad del Estado”, desencadenó una ola de protestas e indignación y la extensión de los bloqueos por el Altiplano paceño, el inicio de movilizaciones por varios sectores y el llamado a la huelga general indefinida por la COB. Estamos así en una nueva prueba de fuerzas entre el gobierno y las masas, una batalla de largo aliento que tiene como uno de sus principales frentes “la batalla por el gas”. Su desarrollo dependerá de lo que ocurra en las calles y caminos del país durante las próximas jornadas. Editamos este suplemento especial de Lucha Obrera como un aporte a la necesaria discusión en la vanguardia de las tareas que la actual situación plantea

El gobierno intenta pasar al ataque


Esta prueba de fuerzas se da en medio de la enorme polarización social y política ante el intento del gobierno de retomar la ofensiva luego de haber quedado en una agudísima crisis tras las jornadas de febrero.
Desde entonces el gobierno pudo aprovechar la tregua de hecho que le dieron el MAS y el MIP y la anterior conducción de la COB, que se sumaron a las políticas de “pacto social” y “reencuentro” propuestas por la Asamblea de Derechos Humanos y la Iglesia y por meses no volvieron a impulsar una lucha unificada, pese a las múltiples movilizaciones sectoriales (magisterio, salud, campesinos sin tierra, cooperativistas mineros y trabajadores de Huanuni, estudiantes de la UPEA, rentistas y otros).
Así Sánchez de Losada pudo recuperar aliento y finalmente recomponer una cierta unidad del frente burgués (bastante débil pues siguen abiertas peleas y discusiones muy duras en el mismo seno de la coalición gobernante), unidad que se expresó en la incorporación de la NFR al gobierno y que fue “bendecida” con la labor de la Iglesia en nombre del “reencuentro nacional”.
Aunque Sánchez de Losada está tremendamente desprestigiado (las encuestas le dan menos del 10% de apoyo) trata de apoyarse en este frente burgués para salir de la parálisis en que se debatió estos meses y pasar a la ofensiva:
En medio de una dura recesión económica que ya lleva más de 5 años, el gobierno necesita desesperadamente destrabar el gran negocio de la entrega del gas, ya comprometido con las transnacionales y del cual espera no sólo que genere nuevos ingresos, sino que sirva como garantía para conseguir nuevos préstamos que alivien la crisis fiscal y le permitan financiar sus políticas.
Debe además cumplir sus compromisos con el FMI, aumentando la recaudación fiscal para bajar el déficit, por lo que trata de imponer reformas en los impuestos (cambiando por ejemplo el “régimen simplificado”) e incluso, prepara la eliminación de subsidios como el del gas o la gasolina, en suma: nuevos ataques a la empobrecida economía popular.
Pero ninguno de sus planes “cierra” sino logra cambiar la relación de fuerzas con las masas. Por eso, apoyándose en las Fuerzas Armadas y la policía, intenta un giro represivo y autoritario criminalizando las protestas y bloqueos con la nueva ley de seguridad, persigue y encarcela a dirigentes campesinos y militantes obreros y populares y endurece la represión contra los bloqueos y movilizaciones.
Además, busca algún apoyo social a esta política reaccionaria y proimperialista, aterrorizando a las capas medias urbanas con la propaganda contra los bloqueos, en complicidad con los medios de difusión masiva que cierran filas para sostener al régimen.


Polarización y ascenso de masas


Se profundiza así la polarización social y política en el país, desnudando la fractura entre las “dos Bolivias”: la oficial y burguesa, y la nación obrera, campesina, indígena y popular que comienza a decir “!Basta ya!”.
La política del gobierno choca con el ascenso del movimiento de masas. Éste venía expresándose en las numerosas luchas sectoriales de los últimos meses y en el desprestigio o caída de las direcciones que se mostraron más conciliadoras con el gobierno (como el estallido del MIP y la pérdida del control de la CSUTCB por el Mallku). También, en los primeros pasos de un proceso de recomposición del movimiento obrero, con la renovación de direcciones en mineros y en la COB, y un cierto fortalecimiento de los sindicatos.
Ahora el movimiento de masas ha entrado en una fase de mayor politización, encontrando en el rechazo multitudinario a la entrega del gas una causa nacional en la que se sintetizan muchas de las cuestiones que hacen al futuro del país y que las mayorías explotadas y oprimidas ya no admiten que se resuelvan a sus espaldas. Es un hecho de gran importancia política que en los más diversos reclamos se suelden a las demandas parciales o sectoriales, las consignas de defensa del gas así como en la extensión del reclamo de que se vaya el gobierno hambreador, represor y entreguista.
La disposición combativa se expresa también en los métodos radicalizados de lucha, particularmente en sectores del campo, donde se afirma la determinación de resistir a pie firme la represión.
Finalmente, y aunque todavía pese una actitud conservadora, también crece el descontento entre los sectores empobrecidos de las capas medias urbanas, permitiendo que pese a la campaña oficial contra los bloqueos se realicen paros en los mercados y de los transportistas solidarizándose con los campesinos; y los medios de comunicación no han podido ocultar que en la “opinión pública” un alto porcentaje culpa al gobierno por la situación.


Momentos decisivos


Todo ello muestra que hay condiciones más favorables para la alianza obrera, campesina y popular, que están comenzando a converger las luchas urbanas y agrarias, y se plantea la posibilidad de una gran lucha nacional unificada que aseste un golpe definitivo el gobierno y sus planes.
Sin embargo, y pese a las grandes marchas de gremiales, de los maestros rurales, de la UPEA y de la COB que hoy lunes 29 “tomaron” el centro de La Paz, y de que los maestros rurales y otros sectores están entrando en huelga o preparando sus medidas de fuerza, en muchos sindicatos ni siquiera se está discutiendo a nivel de bases. Muchas direcciones se oponen abierta o disimuladamente. Por eso, esta semana decisiva para el curso de la movilización se inicia con un interrogante que muchos se plantean con justa preocupación ¿se extenderán los bloqueos, los paros y la movilización o el gobierno conseguirá frenar su desarrollo? En el primer caso, crecerá la posibilidad de asestar una derrota decisiva al gobierno, en el segundo caso, éste estará en mejores condiciones de retomar la iniciativa política, y combinando represión y “diálogos” sectoriales, buscar torcer a su favor la relación de fuerzas. En esta situación indefinida les cabe una enorme responsabilidad a las direcciones mayoritarias.


La responsabilidad de los dirigentes


En efecto, mientras en las bases crece el sentimiento de unidad, los dirigentes nacionales, como Evo Morales, el Mallku, etc., pese a sus discursos contra el gobierno, se niegan hasta hoy a llamar y ponerse al frente de una verdadera lucha nacional unificada e incluso a coordinar entre sí, en una “pelea de cúpulas” que sólo puede perjudicar a la movilización y favorecer los intentos del gobierno de mantener aislados y divididos a los sectores movilizados.
La formación de la Dirección Única nacional fue presentada como un paso adelante en la unificación de la lucha, pero hasta hoy no ha logrado acordar efectivamente.
El problema es en primer lugar que aunque bajo presión de las masas pueda convocar a medidas de lucha progresivas, el objetivo político de la DU no es desplegar toda la fuerza unificada de obreros, campesinos y pueblo pobre en un gran embate revolucionario para derrotar al gobierno y al régimen, recuperando el gas mediante la expulsión de las transnacionales, sino subordinar al movimiento de masas a una política de presiones sobre el régimen para “que el gas no salga por Chile”. Esto explica el protagonismo concedido a figuras como el Mayor Vargas, el Cnel. Ugarte o el ex juez Costa Obregón, representantes pequeñoburgueses de una política nacionalista que no busca romper con el imperialismo, sino “humanizar el capitalismo” y “recuperar la democracia”, impidiendo así que las masas sigan un curso independiente.
En segundo lugar, un acuerdo “por arriba”, de dirigentes y corrientes políticas no puede de ninguna manera reemplazar a la coordinación democrática para la lucha a todos los niveles que se necesita para esta batalla contra Sánchez de Losada y el régimen.
En tercer lugar, la mayor parte de los altos dirigentes no desea ir hasta el final en esta lucha. El Mallku está cuestionado por muchos campesinos que lo han visto una y otra vez conciliar con el Gobierno y los sucesos de Sorata, Warisata, Caranavi y Río Abajo lo desbordaron por izquierda mientras se hallaba en huelga de hambre. Ahora mismo, aunque luego de varios contactos con el Gobierno diga que “rompe el diálogo” seguirá buscando una vía propia de negociación. Por su parte Evo Morales, que en la semana pasada se ausentó a Libia, acaba de declarar que no impulsa el bloqueo nacional, y su política parece ser más bien de marchas y demostraciones. La nueva dirección de la COB ha formulado, es cierto, el llamado a la huelga general indefinida, pero no es suficiente con el llamado de los dirigentes, que se mantienen dentro de los moldes tradicionales de la práctica sindical –impotentes para poner en pie de lucha a la gran masa de sindicalizados y no sindicalizados y forjar la alianza obrera y campesina y no levantan un programa de clase para vencer en esta lucha.


Por un verdadero plan de lucha unificado.
Por una Coordinadora nacional


Los acontecimientos muestran que hay una gran disposición combativa entre las masas, que odian al Gobierno y quieren impedir la entrega del gas así como imponer sus más sentidas reivindicaciones. Sin embargo, la preparación de la huelga general indefinida y del bloqueo nacional de caminos no puede quedar en un llamado. Hace falta un verdadero plan de lucha para masificar la movilización, extendiéndola a nivel nacional, uniendo al campo y la ciudad e incorporando a la clase obrera a la vanguardia de la movilización nacional, para paralizar el país y derrotar al gobierno y sus planes.
Sin embargo, y pese a las ambigüedades y maniobras de los dirigentes, es posible desarrollar la movilización hacia un gran embate de masas que pueda derrotar al gobierno.
Es necesario que los obreros, campesinos, estudiantes, desempleados y demás sectores populares tomen en sus propias manos la preparación de la movilización, impulsando la más amplia iniciativa desde las bases y la coordinación entre todos los sectores para fortalecer y desarrollar la lucha hasta parar el país. Hay que imponer a las direcciones un verdadero plan de lucha unificado, discutido y votado en las bases.
Por otra parte, para una batalla como la que está planteada, hace falta un frente único de las masas en lucha, democráticamente organizado, que no pueden garantizar ni la COB por sí sola ni un acuerdo de dirigentes como la DU. Para llevar adelante ese plan de lucha hace falta una Coordinadora o Comité de Huelga nacional, apoyado en instancias de coordinación para la lucha a todos los niveles, que agrupen a cada fábrica o taller, centro minero, barrio popular, centro de estudios o comunidad campesina, estén o no sindicalizados.
Una forma de avanzar en esta dirección podría ser la urgente convocatoria un ampliado de emergencia de todos los sectores, con representantes de base con mandato de sus asambleas, que vote una Coordinadora o Comité de movilización nacional democráticamente elegido.
La tradición obrera de elegir Comités de Huelga en las luchas importantes, más allá de la confianza que se tenga a los dirigentes formalmente electos, permite que sean las bases las que pongan a los mejores hombres y mujeres al frente. Por otro lado, la Coordinadora de la guerra del agua en Cochabamba ya mostró en el 2000 el camino para asegurar el frente único de todos los sectores movilizados al mismo tiempo que una participación mucho más democrática en la toma de decisiones.
Es en estos ejemplos que hay que inspirarse hoy para poner en pie una gran Coordinadora nacional. Por supuesto, no se trata de desconocer ni reemplazar a los sindicatos: son ellos, la COB, la CSUTCB, las Codes, las federaciones y los sindicatos de base, quienes pueden y deben tomar la iniciativa y constituirse en la base del frente único de las masas en lucha, impulsando la coordinación.
Por otra parte, Warisata demuestra elocuentemente que el Gobierno utilizará al Ejército y la policía, sin descartarse un “estado de sitio” declarado o no, para enfrentar la movilización. Hay que seguir el ejemplo campesino. En los sindicatos y en todas las organizaciones de masas es necesario discutir y organizar la respuesta a la represión. Son necesarios comités de autodefensa y piquetes de “policía sindical” (en el camino de poner en pie milicias) y dotarse de una política para ganar a la base de las fuerzas represivas que no puede ser la de llamar a confiar en oficiales “patriotas” como Vargas o el Almirante Angulo, sino la que espontáneamente comenzaron a poner en práctica las madres de conscriptos que el lunes 22 se agolparon ante los cuarteles exigiendo el regreso de sus hijos enviados a reprimir al Altiplano.
Hace falta una política sistemática de preparación de la misma en las bases, con asambleas en cada comunidad, fábrica, centro minero o barrio popular, sostenido mediante la más amplia coordinación para la lucha, y un programa obrero y campesino de salida a la crisis nacional, en suma, una perspectiva de poder que de un norte claro a la lucha y pueda unir a todas las fuerzas obreras, campesinas y populares con el movimiento obrero a la cabeza.


Para recuperar el gas, expulsar a las transnacionales


La “batalla por el gas” ha comenzado, pero la misma implica un enfrentamiento abierto con el gobierno y el conjunto de la clase dominante y sus instituciones, hasta derrotar al frente burgués y expulsar a las transnacionales que ya se han apoderado, gracias a la “capitalización” y las distintas leyes y decretos de Sánchez de Losada y los anteriores gobiernos proimperialistas.
La cuestión central entonces no es el “puerto de salida”, sino la recuperación del que quizás sea el último gran recurso natural estratégico no explotado del país.
Por eso, la medida fundamental que hay que imponer es la derogación de toda la legislación “hecha a la medida” de las petroleras, la anulación de todos los contratos, concesiones y “joint ventures” que permiten el control y explotación de los hidrocarburos por las transnacionales y la renacionalización sin indemnización de YPFB y demás “capitalizadas” bajo control de los trabajadores y de los consumidores y usuarios humildes.
Quienes pregonan una política antichilena (es decir nacionalista burguesa y no antiimperialista) como Vargas, Angulo, y a la cual se adaptan o suman el MAS, el MIP y muchos dirigentes, ocultan que salga por Chile o por Perú, el negocio será de Sempra, Pacific LNG, y sus socios. Además, esa política nos separa de nustroa aliados fundamentales en esta batalla contra los intereses imperialistas: nuestros hermanos los obreros, campesinos, indígenas y estudiantes de Chile y Perú. Por eso, contra el imperialismo, los pulpos petroleros y los gobiernos cipayos de Sánchez de Losada, Lagos y Toledo decimos: unidad de los pueblos andinos en la lucha contra el imperialismo. Por la unificación económica y política de nuestros países en una Confederación de Repúblicas obreras y campesinas del Pacífico.
Esta perspectiva estratégica es vital, pues el gas sólo podrá ser puesto al servicio de la industrialización nacional en beneficio del pueblo trabajador si se impone un plan obrero y campesino que entre sus medidas fundamentales debe incluir la liquidación del latifundio mediante una profunda revolución agraria, la renacionalización sin indemnización de todas las empresas públicas “capitalizadas”, la estatización bajo control de los trabajadores y sin pago de la gran empresa y la banca privada y extranjera, un plan nacional de empleo basado en el reparto de las horas de trabajo y el no pago de la deuda externa.
Sólo sobre la base de un plan así y coordinando con nuestros hermanos de América Latina, podría lograrse un gran impulso al desarrollo de las fuerzas productivas, del cual el gas y nuestros demás recursos naturales podrían ser el combustible impulsor para superar la pobreza y el atraso. Pero la única garantía de ello es, por supuesto, que las palancas de la economía nacional pasen a manos obreras y campesinas.


Asamblea Constituyente revolucionaria


Cuando al compañero Solares, le preguntaron los periodistas quién gobernaría si se van Sánchez de Losada y Mesa, no supo que responder, mostrando así un punto débil central en el llamado a la movilización: la falta de una respuesta al problema político central que plantea la actual situación ¿Quién debe decidir sobre el destino del gas y todos los grandes problemas nacionales? ¿Después de Sánchez de Losada, qué?
Para que cualquier fabril o maestro albañil, tanto como un artesano, un chofer, un campesino o una vendedora estén dispuestos a arriesgarlo todo en una lucha frontal contra el gobierno, sumándose a la huelga y el bloqueo, es necesario que sus reivindicaciones y su deseo de hacer pesar su voluntad en todos los problemas nacionales encuentren una repuesta clara y concreta.
Creemos que en la actual situación la misma puede sintetizarse en la lucha por una Asamblea Constituyente revolucionaria, es decir, realmente libre y soberana, no atada por la reaccionaria Constitución actual ni por las leyes de esta “democracia para ricos”, sino impuesta sobre las ruinas del régimen existente y sus podridas instituciones, en las que los representantes democráticamente elegidos de los trabajadores, los campesinos, los pueblos originarios, los pobres de las ciudades, puedan debatir y decidir sobre todos los grandes problemas nacionales: la recuperación del gas y los recursos nacionales, así como de las empresas públicas “capitalizadas”, el salario y el empleo, la tierra y el territorio, la coca, que los impuestos los paguen los ricos y la ruptura de las cadenas que nos someten al imperialismo.
Llamamos a la COB y a las demás organizaciones de masas a levantar la consigna de una asamblea constituyente así. El MAS y Evo Morales han hablado en diversas ocasiones de Asamblea Constituyente ¡que pasen de las palabras a los hechos y la inscriban en el programa de la movilización, pues es ahora cuando se trata de luchar por imponerla!
Los trotskistas de la LOR-CI consideramos que la única forma de dar una salida obrera y campesina a la crisis nacional es la toma revolucionaria del poder por los trabajadores y el pueblo humilde del campo y la ciudad, imponiendo el gobierno de los órganos de poder de las masas que éstas mismas construyan en el curso de su lucha, y defendido por milicias obreras y campesinas.
Sin embargo, la mayoría de los explotados y oprimidos, si bien ya no toleran el actual orden de cosas y desean hacer sentir su voluntad en los destinos del país, no comparten aún esta salida. Creemos que la lucha por una Asamblea Constituyente como la que proponemos sería un gran paso adelante, para ayudar a obreros y campesinos a acercarse al convencimiento de que sólo tomando el poder en sus propias manos se acabará con la opresión, la explotación y el sometimiento al imperialismo.


Hace falta una dirección revolucionaria


Para triunfar definitivamente y acabar con el actual orden de explotación y opresión, los obreros y campesinos necesitaremos forjar una nueva dirección, un verdadero “estado mayor” revolucionario dotado de una estrategia de poder. La “materia prima” para esa nueva dirección comienza a gestarse en las luchas actuales, entre la vanguardia que quiere ir hasta el fin en la lucha, aunque muchos de ellos confíen todavía en el MAS o el MIP. El surgimiento de formas de frente único superiores, como podría ser la Coordinadora, y la extensión de la más amplia democracia directa en todas las organizaciones puede ayudar a su desarrollo.
Pero la única garantía para su construcción es poner en pie un verdadero partido de los trabajadores, revolucionario, socialista e internacionalista, capaz de enfrentar tanto a los golpes del fascismo como a las trampas de la colaboración de clases con la burguesía “democrática” o “nacionalista”. Este partido hoy no existe. El POR, que desde hace largos años se “autoproclama” como tal, ha demostrado una y otra vez su impotencia centrista, su adaptación a la burocracia sindical, su negativa sectaria a responder de manera concreta, desde una estrategia de desarrollo de órganos d epoder de las masas, a los problemas políticos y tareas vitales que encara el movimiento obrero en esta hora.
Nuestra joven y pequeña organización, la LOR-CI, combate por la construcción de ese partido, como parte de la lucha por reconstruir la Cuarta Internacional –el partido mundial de la revolución socialista. Sin embargo, no creemos que el partido revolucionario pueda surgir espontáneamente, ni caemos en la autoproclamación sectaria. El partido revolucionario se construirá mediante la fusión entre la vanguardia obrera y el programa marxista, al calor de los combates de la lucha de clases, fusión que hay que preparar activamente.
Por eso, luchamos activamente por todo paso progresivo hacia el reagrupamiento revolucionario de la vanguardia. Creemos que sería un importante avance en esa dirección formar un bloque o frente obrero revolucionario, que pueda convertirse en un referente para la vanguardia y los núcleos de militantes que buscan una estrategia revolucionaria.


     

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, LER-QI (Liga Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar